Javier Lostalé
Hablabais, y las mismas palabras
de un mismo tiempo parecían llegar.
Sofocados exprimíais vida
donde sólo muerte había.
Cielos nuevos querían traer
hasta vuestros ojos un soplo de amor,
pero eran ya sólo vacías sombras
en las que desesperadamente se abrazaban
cuerpos en silencio que el aire quemaba.
Las palabras, enfermas, resbalaban
sobre los pechos de los allí caídos,
y alguno, dulcemente se iluminaba a veces,
como si todavía posible fuese la vida;
pero pronto un oscuro deseo
en la sangre crecía
y mudos ya para siempre quedaban.
Sus cabellos, como lentas llamas
alumbraban paisajes tristes
y un corazón solo
suspendía en su dolor el mundo.
Acaso un pensamiento hubiese podido salvarles
mas sus frentes sin luz yacían,
la memoria ceniza ya sólo de un antiguo fuego,
mientras la tarde era una voz
que en el horizonte los borraba.
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