Javier Lostalé
Absorto el muchacho va
en el otro paisaje
con que el amor transfigura la luz.
Y mira desde su desconocido dominio
cómo las barcas son traspasadas
por la clara palpitación de la sombra
que las dibuja como formas de su deseo.
Envuelto va en la invisible red
que teje un cuerpo poseído en su exhalación
a través del cual escucha
el sonido del trajín diario
misteriosamente sumado a su solitario destino.
Conciencia tiene de la brevedad de su amor
y se inviste de tristeza para salvarlo,
por eso su palabra vive en el confín
y su paso se ilumina en lejanía
no distinta al rayo de la brisa nocturna.
De nadie por lo que posee
se hundirá en la soledad.
Y nunca será reconocido.
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