Una mañana con Val McDermid, gran dama de la novela negra anglosajona
Por: Juan Carlos Galindo | 28 de septiembre de 2013
“No quería romper ninguna norma con El alambre en las venas. Salió así. Pero si vas a romper las reglas tiene que funcionar”. Minuto dos de mi conversación con Val McDermid(Fife, Escocia, 1955), casi sin presentarnos, en la recepción de un hotel de Segovia, donde su hiperactividad le ha llevado a protagonizar dos actos en el Hay Festival. Afable, mordaz y divertidísima, la gran dama de la ficción criminal británica charla conmigo camino su conversación dentro del programa del Festival con la también escritora Tiffany Murray.
McDermid ha escrito 30 novelas y ha vendido 12 millones de ejemplares pero accede, sin pensarlo ni un segundo, a responder a todo lo que se le pregunte en este encuentro improvisado en la misma mañana del viernes. Se ríe, mucho, y hace reír. Es brillante y no para. Hablamos de novela negra, de Segovia (donde ya estuvo hace tiempo como simple turista), de sus inicios, de las almohadas de los hoteles (tal cual) y de las películas que los niños ven 700 veces. “Es increíble. Veo por tu cara de dolor que eres un hombre que comprende lo que estoy diciendo”, me asegura. Ah, y de Harrogate, el encuentro anual más importante del mundo de la novela negra y del que es parte esencial desde 11 años. Todo un personaje.
“Me aburro fácilmente, así que no puedo escribir varios libros con los mismos personajes. Me apena ver a escritores que se aferran a un personaje y eso es todo lo que pueden hacer”, suelta poco después de ser presentada por Murray ante un auditorio compuesto básicamente por adolescentes del British Council. Y lo hace en un inglés indefinido, con restos del acento escocés, con algo pegado de Manchester, donde ha vivido 12 años. Algunos se ríen, pocos, otros pasan, otros se distraen, pero todos estallan en aplausos y carcajadas cuando McDermid cuenta que en su anterior vida, antes de ser una escritora que podía vivir de ello, trabajó como periodista con el padre de uno de los profesores de aquellos chavales. Y ahí se los lleva en el bolsillo. Es así.
Antes del acto, en el que las dos escritoras han hablado básicamente de la obra de McDermid, he podido pasear por la nublada Segovia con la autora, que ponía el toque de color a un viernes gris con su espectacular camisa (se puede ver en la foto, gentileza del gran Aurelio Martín, al que no puedo dejar de dar las gracias). Hablamos de su último libro publicado en España, El alambre en las venas (RBA, traducción de V.M García de Isusi), una novela psicológica donde muestra la identidad del asesino en serie (un famoso presentador de televisión) en las primeras páginas. Y funciona. Y muy bien. A partir de ahí, el psicólogo criminal Tony Hill y la detective Carol Jordan tienen que encontrar al asesino. ¿La gracia? El riesgo del planteamiento, el que el argumento parezca trillado y sea magnífica, los personajes, reales, duros... “Me encanta que la gente disfrute con novelas que he escrito hace tiempo. Cuando la leyó mi nieto me preguntó que por qué los personajes no usaban teléfonos móviles, pero es que no había cuando la escribí. Los jóvenes no llegan a comprender que hubo un tiempo en que no había esa tecnología. Si aún así envejece bien, me alegra”.
¿Qué tal fue este año Harrogate?, le pregunto muerto de ganas por que me invite a la cuna mundial de la ficción criminal, en la ciudad inglesa del mismo nombre. “Genial, espectacular. Hace 11 años, cuando me impliqué, era un festival de danza y teatro. Ahora van los grandes del género. Lo pasamos genial y tiene mucha repercusión. Es impresionante la cantidad de gente que va, sobre todo el fin de semana”.
Vuelta a la abarrotada sala donde ha fascinado a más de un imberbe. “Leyendo algunos libros de muy joven me di cuenta de dos cosas. Una, que los actos tienen que tener consecuencias para los personajes, no como Miss Marple, que no cambia nunca, pase lo que pase. Y dos: que me podía ganar la vida con ello”.
McDermid cuenta que escribió tres libros mientras era periodista. “Trabajaba para la edición dominical así que escribía los lunes de dos a siete de la tarde. Todos mis amigos trabajaban ese día así que no tenía tentaciones”. Luego, con el cuarto, se dio cuenta de que podía pagar todas las facturas y se dedicó de pleno a ello. Y lo dejó todo: su trabajo de periodista, su gran sueldo, su coche de empresa. “Todo el mundo me decía que si estaba loca, pero lo que estaba haciendo era lo que quería hacer”. El plan: escribir 10 novelas en cinco años. “Fallé, sólo escribí nueve”, asegura con una sonrisa.
¿Qué se necesita para triunfar? “Mucho talento, trabajo y suerte. Esto es fundamental, porque conozco escritores con tanto a más talento que yo y que no han estado en el lugar adecuado en el momento preciso y no han triunfado. Yo he estado en ese lugar varias veces”.
A esta excelente guitarrista y cantante le cuesta ajustarse a los 45 minutos de tiempo máximo y riguroso en el Hay. Luego, 15 minutos de preguntas. Y más risas. Firma de libros, catarata de entrevistas y fotos. Por la tarde, todavía con energía, tuitea: “Hay Festival no es un festival de novela negra. Casi no hay nadie en la hora feliz de degustación de vino”. Imparable, genial.
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