Michael Koryta
Historia de amor con un joven genio de la novela negra
Por: Juan Carlos Galindo | 03 de julio de 2013
Hoy en día es casi imposible leer algo sin haber recibido ya información previa, y generalmente positiva. Si te dedicas a esto de una u otra manera, la labor es imposible. Me acerqué por primera vez a Michael Koryta (Bloomington, Indiana, EE UU 1982) después de haber leído elogios de Stephen King, Dennis Lehane, Dean Koontz o Michael Connelly hacia un autor que debutó con éxito de público y crítica a los 21 años, sí, han leído bien, con Esta noche digo adiós (en España editada por Roja y Negra de Mondadori). Cuatro maestros a falta de uno. Ahí es nada.
En contra de lo que hago habitualmente, soy maniático y leo las novelas que forman parte de una serie en orden, me lancé a por el segundo de los libros protagonizados por el detective Lincoln Perry, El lamento de las sirenas (también en Roja y Negra) y esto es lo que ocurrió.
En El lamento de las sirenas (Mondadori, traducción de Sergio Lledó) el detective Lincoln Perry investiga un caso muy difícil para él: Ed Gradduk, su mejor amigo en el colegio y al que Perry mandó a la cárcel cuando era policía, está acusado de asesinato. Junto a su socio Joe Pitchard, ex policía viudo condecorado y retirado con todos los honores, borde, frío y perfecta pareja del más visceral Perry, trata de desentrañar las claves de un caso que le devuelve al barrio de su infancia y que desatará rápidamente viejas rencillas y deudas difíciles de perdonar.
El libro es bueno, por encima de la media, pero a mí me deja algo frío. Al menos, para ser la segunda obra de un hombre llamado a tan temprana edad a ser alguien dentro del género. Perry es un buen detective y un buen personaje: temperamental y honesto, se lleva sus palizas y busca la justicia ante todo, en un homenaje a algunos clásicos pero con un gimnasio en propiedad y sin mucha afición por el alcohol. La trama es buena sin más. Cleveland como escenario me parece interesante.
Como soy testaduro, insisto y me voy a la primera novela, Esta noche digo adiós (también traducción de Sergio Lledó y también en Roja y Negra, con prólogo de Rodrigo Fresán, que dirige la colección y quien a veces creo que es todavía mejor lector y divulgador que escritor). No me entretengo en el argumento, sólo en las sensaciones. Madre mía, qué libro. Pegado a la silla de principio a fin. Lo que en el anterior no funcionaba y que no logro descifrar aquí desde luego no está. Leo entonces que la ha escrito a los 21 años y que con ella ganó el St. Martin Press/ Private Eye Writers of America a la primera mejor novela protagonizada por un detective, y fue finalista del prestigioso premio Edgar de novela policial. La crítica y sus nuevos compañeros de profesión en EE UU se rindieron ante él. No me extraña.
Nada mejor para romper este empate y definir mi relación con el autor, que a estas alturas parece más una historia de amor con desencantos y pasiones desaforadas que otra cosa, me decido a leer la tercera novela, Una tumba acogedora (misma traducción, misma editorial que las anteriores). Dice de ella, ay, la dichosa información previa, Michael Connelly: “Con historias como esta, Lincoln Perry va a estar mucho tiempo entre nosotros”. Y quién soy yo para contradecir al maestro. En esta ocasión, Perry tiene que investigar la muerte del marido de su exnovia y amor de su vida, un caso con obvias implicaciones personales y que se convierte en una pesadilla en la que él mismo pasa rápidamente a ser sospechoso.
En la novela hay ritmo, hay sorpresas (que no fuegos de artificio), hay intensidad y mucha calidad. Pero lo mejor, sin duda, es el plantel de secundarios. Su socio Pitchard está fuera de combate por razones que no voy a contar pero sigue siendo un sabio consejero y sus apariciones equilibran la balanza ante el ímpetu y la visceralidad de Perry. El protagonista se cruza además con Targent, un policía admirable y odioso al mismo tiempo, un personaje redondo que complica mucho la vida a nuestro detective. Además está Thor, asesino profesional que ayuda a Perry por razones que no conviene desvelar y que con dos trazos queda definido como una criatura terrible. Y más. Todos pagan por sus actos, todos tienen una razón para actuar como actúan. Una novela de consagración con un final crepuscular y lleno de fuerza.
Koryta ha escrito la cuarta entrega, The Silent Hour, todavía no publicada en España y otras cuatro novelas (admirable producción) que no forman parte de la serie y de las que sabemos poco. Esperaré a que siga publicando en España para ver hacia dónde va esta historia de amor, pero por el momento puedo decir que habrá boda.
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