Álvaro Valverde
EL CUARTO DEL SIROCO
Cuenta Leonardo Sciascia
que en las casas aristocráticas
de la vieja Sicilia
había, desde el siglo XVIII,
un «cuarto del siroco».
En él se refugiaban de ese viento
los días que soplaba con más fuerza.
Uno quisiera
que en las horas peores de la vida,
cuando todo se torna vendaval
y las cosas se ocultan tras un velo de polvo,
existiera una estancia semejante.
Suponiendo, eso sí, que no se diese
lo que el de Racalmuto revelara:
que antes de que se le note en el aire,
el siroco se ha clavado en las sienes;
que antes de que se anuncie
ya se le siente, sin remedio,
en las rodillas.
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