jueves, 31 de enero de 2013

POESÍA. "Baño", de Álvaro Valverde (Plasencia, Cáceres, 1959)

Álvaro Valverde
BAÑO
Ayer, en el molino,
me bañé otra vez solo
en el estanque.

Como siempre, al entrar,
aquel me pareció mi primer baño.

Como siempre, al salir,
tuve la sensación
de que era el último.

PRENSA. "Diáspora". Manuel Vicent

Manuel Vicent

   En "El País":

 27 ENE 2013
Ningún cerebro humano es mejor que otro al nacer, en cualquier rincón del mundo. El cerebro es, sin duda, la principal fuente de riqueza, la única energía realmente sostenible, renovable e inagotable. España se ha permitido el lujo de tirar cerebros a la basura durante siglos, lo que equivale a un crimen histórico contra la inteligencia, el mismo delito que se comete hoy cuando se recorta el presupuesto de educación. Recuerdo a algunos compañeros de escuela en el pueblo, cuyo talento fue desperdiciado por la pobreza y la incuria de la posguerra. Eran inteligentes, despiertos, ávidos por aprender. Pudieron haber sido ingenieros, médicos, científicos. A varias generaciones de niños como aquellos con los que yo jugaba en el recreo, la España negra solo les dejó las manos para trabajar. En pleno franquismo tres millones tuvieron que irse de peones a Europa. Sucedió lo mismo cuando en plena fiebre del ladrillo España se vio inundada por oleadas de inmigrantes. Nuestro territorio se hallaba situado en el lugar geográfico ideal: a solo 11 kilómetros de África, con la ventaja del mismo idioma para los latinoamericanos y un sol de invierno radiante contra el frío de los países del Este y encima en este caso tampoco se requería ninguna preparación, ninguna ciencia, solo las manos para subir al andamio, servir copas, recoger fruta y limpiar retretes. El desprecio de nuestro país por la inteligencia ha producido varias diásporas. En el siglo XV los cristianos expulsaron a los judíos; la Inquisición llevó a la hoguera o metió en las mazmorras a quienes se atrevían a investigar. Los sucesivos espadones del siglo XIX llenaron Francia e Inglaterra de liberales españoles que huyeron para salvar el pellejo, entre ellos Goya y Blanco White, pero eso no fue nada si se compara con el medio millón de republicanos que fueron brutalmente condenados al exilio al final de la Guerra Civil junto con nuestros mejores intelectuales, escritores y científicos. Ahora llega la última diáspora. La desidia y el desprecio por la inteligencia están produciendo una fuga de cerebros. Jóvenes científicos, biólogos, ingenieros, tenazmente preparados aquí, cuya energía intelectual es la única fuerza genuina para salir de la crisis, se van fuera a dar sus frutos. La maldición de siempre.

PRENSA CULTURAL. Sobre Luis Landero y su última novela, "Absolución"

El escritor Luis Landero, en su casa madrileña. / BERNARDO PÉREZ ("El país")

   En "El País":

“Con cada novela hay un tiempo de idilio. Con esta se está prolongando”

El escritor Luis Landero narra una disparatada búsqueda del bienestar en 'Absolución'

Su padre, con quien tuvo una tormentosa relación, vuelve a colarse como personaje

 Madrid 26 ENE 2013 

La primera pregunta que el hijo de Cipriano Landero recuerda en boca de su padre le noqueó como un derechazo al mentón: “¿Qué quieres ser de mayor?”. El niño, cinco años escasos, zozobró. Esa cuestión vital marcó la relación entre padre e hijo de tal modo que, en cuanto pudo, el hijo comenzó a defraudar todas las expectativas del padre en colegios privados destinados a hacer de él un hombre de provecho. Nada más ingresar en la adolescencia se convirtió en “un golfillo de la Prospe”.
Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) plantó los estudios mientras trapicheaba con trabajos y se enfrentaba a su padre, un campesino acomodado que se mudó a Madrid con su familia, sus trastos de cobre y su gallinero para darle a sus descendientes –y en especial al único varón- una oportunidad de progreso que en el campo extremeño no veía. En realidad fue una adolescencia convencional: Luis se aferró a la rebeldía y a la lírica. Las mil mejores poesías de lengua castellana fue el primer libro que compró, el primero que entró en su casa. “No había ninguno, casi todos en mi familia eran analfabetos o semianalfabetos, aunque mi padre tenía un talento especial para muchas cosas, conservo sus cartas y escribía muy bien”, relata el escritor.
El padre murió pronto. Landero, que tenía 16 años, cambió “radicalmente”. Trabajó en serio, estudió en serio, asumió la culpa también en serio. “En la vida de uno hay hechos fundacionales. Un día se lo conté a [Carlos] Castilla del Pino y me dijo: ‘Eso no lo vas a curar nunca’. Pero eso ya es un remedio en sí, ya sabes que tienes que vivir con ello toda tu vida y lo relativizas. En parte mis temas como novelista han sido impuestos por aquella experiencia con mi padre. Se ha convertido en mi musa, que era lo último que hubiera deseado”.
Cuenta lo último entre risas porque, pese al lumbago, el escritor rezuma alegría antes que penitencia. Pero es cierto que arrastra –o atesora, según se mire- varias herencias de su “tormentosa” relación paternofilial. La alergia a la presión, al exceso de responsabilidad –que le atenazó al comienzo de su carrera literaria- es una de ellas. La inclusión de su padre como personaje de sus obras es otra. En la última, Absolución (Tusquets), ahí está de nuevo Cipriano Landero apropiándose de la personalidad del padre de Lino, el protagonista, para convertirse, tullido, filósofo y disparatado, en un personaje único.

"Con cada novela hay un tiempo de idilio. Con esta se está prolongando más de lo debido"
Le está pasando algo raro al autor con esta novela. Han transcurrido tres meses desde su publicación y ahí sigue, aferrado a ella, mirándola con cierto arrobo, sin deseo de traicionarla con otra criatura de su imaginación. Inconformista vocacional como es, Landero confiesa que ante Absolución se siente razonablemente insatisfecho. “Con cada novela hay un tiempo de idilio, la miras y dices ‘eres la mejor novela del mundo’ y ella te mira y te dice que eres el mejor escritor. Y luego vienen las broncas y ya le dices que no es la más guapa y ella te dice que no eres el mejor y que era un espejismo. Con esta el idilio se está prolongando más de lo debido. Durará hasta que me ponga a escribir otra. Pero es que si no estás enamorado de tu novela, ¿para qué seguir?”, reflexiona entre bromas.
Absolución no solo convence a su autor. La crítica la ha recibido como la mejor –o la segunda mejor: el club de fans de Juegos de la edad tardía es poderoso– obra de Landero. Este aplauso universal no ensordece al escritor: alguien de un club de lectura la ha considerado aburrida y le ha preocupado. “Somos un poco como actores, que necesitamos sentirnos reconocidos. La opinión ajena te influye más de lo que uno quisiera, uno es vulnerable, pero diría que por poco tiempo, en el fondo soy fuerte”, sostiene.
El juicio de los demás le sobrecargó de responsabilidad después de Juegos de la edad tardía, cuando era un desconocido profesor de Literatura de 40 años que deslumbraba con su primer libro. Accedió al club de víctimas de la maldición del segundo título. “Escribí aquella novela [Caballeros de fortuna], con la que nunca me identifiqué mucho, con exceso de responsabilidad, vigilado, pensando si gustaría o no. Eso atenta contra la libertad. Uno tiene que ser soberano y príncipe. Sentía el peso, inseguridad, la escribí en un estado distinto a esta”, compara.
Lino, el protagonista de Absolución, es un nómada de la cotidianeidad, un insatisfecho crónico, atrapado entre la telaraña del tedio y la de la frustración. Aunque Landero, juguetón, decidió arrancar el libro con un truco de cuento infantil, con un momento de suprema felicidad, con su protagonista a punto de casarse y entrar en una vida de confort y amor que le alejará de la molicie existencial que le había aprisionado hasta entonces. Luego pasa lo que pasa en los cuentos, que la placidez se disipa con los monstruos y Lino se hace plenamente merecedor de la frase de Pascal, que Landero usó de fuerza motriz de la narración: “Todos los infortunios del hombre vienen de no saber estarse quieto en un lugar”.

PRENSA CULTURAL. "La banalidad del mal, 50 años después". Sobre Hannah Arendt y el nazismo

AFP ("El País")

   En "El País":

La banalidad del mal, 50 años después

Una película sobre Hannah Arendt reconstruye una polémica de hace medio siglo

Su crónica del juicio en Jerusalén contra el jerarca nazi Adolf Eichmann provocó controversias

 Madrid 29 ENE 2013

Una de las grandes polémicas intelectuales del siglo XX cumplirá pronto 50 años. El 16 de febrero de 1963 la revista The New Yorker dedicó 73 páginas a una crónica del juicio que había condenado a muerte en Jerusalén al teniente coronel de las SS Adolf Eichmann, encargado del transporte a los campos de concentración y exterminio. El texto era la primera de cinco entregas y lo firmaba Hannah Arendt, la pensadora alemana de origen judío que en 1951 había entrado en la historia de la filosofía con Los orígenes del totalitarismo.
La aparición del reportaje desencadenó una tempestad de acusaciones ancladas en dos puntos. Por un lado, el papel que los líderes judíos habrían jugado en la elaboración de las listas de deportados. Por otro, la idea de que Eichmann no era un ser demoníaco sino un diligente funcionario, lector de Kant, alérgico a la violencia y empeñado en cumplir las órdenes, un ser banal al que la irreflexión “le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo”. Informe sobre la banalidad del mal fue precisamente el subtítulo que la politóloga puso a su crónica cuando, meses después, se convirtió en el libro Eichmann en Jerusalén. Existe Traducción española de Carlos Ribalta en Lumen y Debolsillo y Taurus ha publicado una versión reducida en su colección Great Ideas. Es todo un síntoma que Hannah Arendt (Hannover, 1906-Nueva York, 1975) sea la única mujer incluida por Nigel Warburton en Una pequeña historia de la filosofía, recién publicada por Galaxia Gutenberg en traducción de Aleix Montoto. También lo es que el capítulo que le dedica esté centrado en el libro de 1963.
Casi medio siglo después, la polémica en torno a aquella obra sirve también de columna vertebral a la película de Margarethe von Trotta Hannah Arendt, que no tiene prevista fecha de estreno en España, pese a haber obtenido la Espiga de Plata en la última Seminci. Si Von Trotta fue musa de Fassbinder, la musa de Von Trotta es Barbara Sukova, impecable en el papel de la filósofa. La Hannah Arendt de Von Trotta arranca con el secuestro de Eichmann a cargo de los servicios secretos israelíes en Argentina, donde vivía de incógnito, y recurre a imágenes de archivo para reconstruir el juicio y al flashback para apuntar la relación de Arendt con Martin Heidegger, su maestro y amante antes de que este mostrara su apoyo al partido nazi y ella tuviera que huir a Francia para asentarse definitivamente en Nueva York. “Fuimos expulsados de Alemania porque éramos judíos. Pero apenas cruzamos la frontera francesa, nos convirtieron en boches”, escribió. “Aparentemente nadie quiere saber que la historia contemporánea ha creado una nueva clase de seres humanos: la clase de los que son confinados en campos de concentración por sus enemigos y en campos de internamiento por sus amigos”.


Hannah Arendt, en los años 60. /BETTMANN / CORBIS
En el número 370 de Riverside Drive transcurre la mayor parte del metraje de una película de ideas en la que el trabajo de los actores matiza lo abstracto de algunas discusiones. Junto a la propia Sukova-Arendt, brillan los encargados de interpretar a su segundo marido —Heinrich Blücher (Axel Milberg)—, a su gran amiga y defensora —la novelista Mary McCarthy (Janet McTeer)— o a su gran amigo y luego detractor Hans Jonas (Ulrich Noethen), condiscípulo de la pensadora en los cursos de Heidegger. “No diga mi nombre en la misma frase que el de ese nazi”, dice él en el filme.
“La imagen que habían creado era la de un ‘mal libro’; ahora han de probar que fue escrito por una ‘mala persona”, escribió Hannah Arendt al recordar las acusaciones que recibió. Algunos insinuaron que su informe nacía del odio a su propia condición de judía. No todos fueron tan sutiles: “¿Es nazi Hannah Arendt?”, se titulaba una carta colectiva publicada por Le Nouvel Observateur. La polémica es ya historia. No en vano, Von Trotta ha contado con la colaboración de los archivos sobre el Holocausto de Steven Spielberg, la Universidad de Jerusalén y la Organización Sionista Mundial.
Fuera del cine, el interés por la obra de Hannah Arendt no ha parado de crecer. Amén de sus obras filosóficas, solo en España hay disponibles tres biografías suyas y parte de su correspondencia. A ellas acaba de sumarse La batalla de las cerezas. Mi historia de amor con Hannah Arendt (Paidós. Traducción de Alicia Valero), que recoge los apuntes que su primer marido, Günther Anders, tomó cuando eran una pareja de recién casados que discutía a Leibniz en una habitación subalquilada de Drewitz. Siempre pegada a un cigarrillo, “profunda, insolente, alegre, mandona, melancólica, danzarina”, así retrata Anders a la mujer con la que se casó en 1929 y de la que se divorció en 1937. En 1940 ella se casó con Blücher. Ese año fue recluida en el campo de internamiento de Gurs, en el sur de Francia. Allí vivió sus mayores crisis, pero mantuvo la lucidez suficiente para desobedecer la orden que obligaba a los judíos a registrarse en una prefectura. Había aprendido a desconfiar de la policía francesa, decía, leyendo novelas de Simenon. Hannah Arendt se convirtió en apátrida, pero salvó la vida. Aquel registro se convirtió para muchos en el pasaporte hacia los campos de exterminio. A ellos fueron deportados, entre otros, parte de los 6.000 judíos que habían sido transitoriamente enviados a Gurs por un puntilloso funcionario llamado Adolf Eichmann.

Pasto de controversia

JUAN GÓMEZ

Un fotograma de la película 'Hannah Arendt'.
Por grandes que sean sus méritos, la vida de buena parte de los grandes filósofos parece casi tan poco cinematográfica como sus obras. Margarethe von Trotta, antigua colaboradora de Fassbinder, ha elegido el libro más controvertido y el más célebre de Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, porque tiene acción, intrigas y una considerable carga polémica que interesará a cualquier curioso.
La película estrenada este mes cuenta la condena a muerte del criminal nazi Adolf Eichmann, oficial de las SS y funcionario del Holocausto, vista por Arendt, alemana y judía. En 1961, la pensadora fue enviada por la revista The New Yorker a cubrir la primera parte del juicio contra él en Jerusalén. Arendt, que era ya una intelectual de renombre, buscó una explicación para la formidable maldad de los actos de Eichmann, a los que asoció la inopinada cualidad de “banales”. Ya el subtítulo de su libro, Un informe sobre la banalidad del mal, cayó como una bomba entre los intelectuales alemanes y entre los pensadores judíos de todo el mundo. Von Trotta cuenta la génesis de la obra en un biopic no apto para exfumadores recientes.
La “banalidad del mal” es hoy lugar común. Se entiende que Eichmann, aquel tipo gris, calvo y míope tan alejado de un Sigfrido wagneriano, se convirtió en asesino de masas por encargo, no por vocación. La Hannah Arendt de Von Trotta, interpretada con fría destreza por Barbara Sukova, se pasa media película intentando que su tesis no sea, a su vez, banalizada. En conversaciones privadas de la Nueva York elegante de los sesenta o en aulas universitarias y siempre —siempre— con un pitillo entre los dedos, la pensadora de Hannover defiende que “las mayores maldades son las cometidas por un don nadie”. Como tituló Der Spiegel en una crítica, la Arendt de Sukowa “se tumba, fuma, piensa” con una “credibilidad que permite seguir la película con gusto y atención hasta el final”. El estreno del filme ha provocado un revuelo considerable en Alemania, donde las tesis de Arendt son aún pasto de controversia. Un crítico del diario berlinés Die Tageszeitung afea al guion que pusiera en boca de Arendt que “Eichmann era incapaz de pensar”, cosa que nunca dijo y que suena a disculpa. También el descafeinado flashback que muestra la historia de amor entre Arendt y su profesor de Friburgo Martin Heidegger. El nazismo militante del a la sazón rector universitario queda diluido en lo que el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung califica de “sólida panorámica […] que renuncia a presentar a una pensadora […] tan controvertida como lo fue en vida”.

miércoles, 30 de enero de 2013

POESÍA. "Mecánica terrestre", de Álvaro Valverde (Plasencia, Cáceres, 1959)

Álvaro Valverde

MECÁNICA TERRESTRE
    Lo mismo que una imagen
    recuerda a alguna análoga
    y una sombra a la fresca
    humedad de otra estancia
    y un olor a una escena
    cercana por remota
    y esta ciudad a aquella
    habitable y distante,
    así, cuando la tarde
    se hace eterna y es julio
    todo expresa una múltiple,
    inasible presencia,
    y el agua es más que el filtro
    de lo que fluye y pasa
    y la luz más que el velo
    que ilumina las cosas
    y el viento más que el nombre
    de una oscura noticia.

PRENSA. "Las aplicaciones de cotilleo disparan las denuncias por ciberacoso".

Unas adolescentes de un centro de Barcelona consultan sus móviles. RICARD CUGAT

   En "El País":

Las aplicaciones de cotilleo disparan las denuncias por ciberacoso

Herramientas como los ‘informer’ o Gossip preocupan por los insultos anónimos

Cataluña activa un protocolo para escuelas y familias

 /  Barcelona 25 ENE 2013

“A. O. te la chupa de puntillas si quieres”. “Se rumorea que en primero de bachillerato hay tres homosexuales”. Mensajes como estos los envían menores por la Red a través de nuevas aplicaciones, como Gossip, o de páginas conocidas como informer, que se están extendiendo como la pólvora desde hace un mes entre los institutos y universidades y que han hecho saltar las alarmas en Cataluña, donde han proliferado más. Son textos que fácilmente caen en los insultos y las humillaciones, por el anonimato que protege a sus autores. “Algunos incluso han acabado en peleas”, relata Eric Cruces, alumno de 2º de ESO de la Escuela Pía de Barcelona.
El uso, o más bien el mal uso, de las nuevas herramientas de cotilleo cibernético están disparando las alarmas. Las escuelas, la policía y la Generalitat de Cataluña han activado protocolos de actuación ante el aumento de injurias y vejaciones contra alumnos y profesores. Solo esta semana, los Mossos d'Esquadra dicen que han recibido varias denuncias.
La más reciente de estas nuevas formas de chismorreo es una página de Facebook bautizada como informer. El primero ha nacido este 2013. Fue el de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y desde entonces muchos campus e institutos han copiado la iniciativa. Este nuevo fenómeno social ya ha cruzado España, pero es en Cataluña donde más ha calado. Si la página de la UAB contaba ayer con casi 13.000 seguidores, la de Salamanca se quedaba en apenas 730 y la de la Autónoma de Madrid no llegaba a los 200.
Enric (prefiere no dar su apellido) y tres amigas crearon informer.cat, una web que pretende aglutinar a todos los informers de las universidades catalanas. Asegura que la idea inicial era hacer que “la gente se lo pasara bien”, pero admite que se les “ha ido de las manos”. “La gente es morbosa y prefiere el cotilleo”.

El 20% de institutos catalanes tiene páginas anónimas de chismorreos
Gossip (que en inglés significa cotilleo) tiene también poco tiempo de vida. Se lanzó el pasado 10 diciembre y ayer tenía más de 32.000 usuarios. De momento, la aplicación solo existe para iPhone e iPad, y funciona por salas temáticas (hay más de 800) creadas por los usuarios. “Hay salas sobre escuelas, equipos de fútbol, programas de televisión... También hay muchos barrios, como Lavapiés”, explica Ignacio Espada, cofundador de Gossip. Espada lamenta la polémica que se ha generado en los últimos días a raíz del tono de algunos escritos. “Los cotilleos no son malos, lo malo es cuando la gente hace comentarios para hacer daño a otros”, defiende Espada, quien asegura que el programa cuenta con filtros de seguridad de palabras injuriosas.
Argumentos como estos no convencen a algunas familias. Pere Farriol, presidente de la Federación de asociaciones de padres de Secundaria, critica duramente a los “emprendedores sin escrúpulos” que crean este tipo de aplicaciones. Algunos centros ya han tenido que tomar cartas en el asunto. La UAB publicó ayer en su intranet un aviso sobre el peligro de estas aplicaciones y las Escuelas Pías de Cataluña activaron un protocolo especial.
La Generalitat hace semanas publicó unas recomendaciones para escuelas y familias para ayudarlos a detectar casos de ciberacoso en cualquiera de las redes sociales. Apremiados por los recientes eventos, se ha añadido el procedimiento para denunciar páginas como el informer, que ya tienen implantados el 20% de institutos públicos y privados, según la Generalitat.
El instituto Torre del Palau de Terrassa (Barcelona) es uno de los que ha tenido que hacer frente a un informer calumnioso. El director del centro, Evaristo González, explica que la página apareció el lunes. En pocas horas llegó a los 500 seguidores y los insultos que señalaban, con nombres y apellidos, a alumnos y profesores no tardaron en aparecer. González denunció la web el martes y ese mismo día por la noche los Mossos ya la habían cerrado.
El instituto aprovechó este mal trago y le dio la vuelta: “Organizamos charlas en las aulas explicando a los alumnos los peligros de este tipo de herramientas que permiten una forma de expresión rápida. Pero los chicos han entendido que la libertad de expresión a veces puede herir la sensibilidad de la gente”, explica el director. González se muestra contrario de vetar las nuevas herramientas tecnológicas. “Prohibir no sirve de nada. Tenemos que afrontar la realidad. Los profesores tenemos que educar en las buenas prácticas. Hace unos años, los niños escribían en la pared, ahora lo hacen en Internet”, remacha.
Meritxell Ruiz, directora general de Atención a la Familia y de la Comunidad Educativa de la Generalitat de Cataluña, pide una especial implicación de las familias porque habitualmente se hace uso de estas aplicaciones fuera de la escuela. Y plantea otro dilema. “Hace falta preguntarse a qué edad es conveniente que los niños tengan móvil y a qué edad, Internet en el móvil”.

Gossip Girl, una serie donde "los 16 son los nuevos 30"

CAROLINA GARCÍA
La serie Gossip Girl sigue siendo la favorita entre los adolescentes estadounidenses a pesar de que las aventuras de Serena, Blair, Nate, Chuck y Dan, entorno a los rumores, el sexo, el amor y las mentiras, han acabado tras estar seis temporadas en antena (el último capítulo se emitió en Estados Unidos el 17 de diciembre de 2012). La ficción debe su nombre a un blog, el más popular de la Gran Manzana, que es el cajón desastre donde sus protagonistas publican todo tipo de cotilleos y traiciones. Un cóctel explosivo, además aderezado, con unos personajes que pertenecen a la alta sociedad neoyorquina y su vida gira entre fiestas, compras y más sexo.
"Es un retrato semisatírico del poder en las escuelas privadas entre aquellos que viven en los áticos más caros de la ciudad de Nueva York. Enseña una cultura obsesionada con la juventud, el dinero y la apariencia, donde los 16 son los nuevos 30. En un mundo, en el que los padres temen que sus hijos crezcan muy rápido mientras los jóvenes afirman que sus padres se niegan a envejecer", explica The New York Times.
Gossip Girl ha conseguido en estos años convertirse en un fenómeno fan, y no solo entre los menores. La serie cuenta actualmente con más de 12 millones de seguidores en Facebook y más de millón y medio en Twitter. Además, sus protagonistas siguen llenando portadas de revistas de adolescentes y cuentan con muchos galardones Teen Choice Awards (más de 20), los más populares entre los jóvenes de EE UU.
"Para los adultos, los romances son variables y la amistad es la constante. Entre la juventud privilegiada que muestra esta serie se invierte la ecuación: los asuntos de amor son constantes, y son las amistades las que varían", continúa el mismo diario.
Este drama adolescente está basado en las novelas homónimas de Cecily von Ziegesar y su estreno fue el 19 de septiembre de 2007.

PRENSA. "Lo que esconde una hamburguesa". Reportaje


   En "El País":

Lo que esconde una hamburguesa

La mayoría de los preparados cárnicos contienen mezclas de diferentes especies

La OCU revela la baja calidad en la mayoría de las marcas que se venden en España

 Madrid 29 ENE 2013

¿Quién sabe de lo que está hecha una hamburguesa? A juzgar por lo que encontraron en sus análisis las autoridades sanitarias irlandesas hace un par de semanas, que detectaron un alto porcentaje de ADN de caballo en varias marcas supuestamente de vacuno distribuidas en ese país y Reino Unido, a veces ni siquiera lo saben las propias cadenas de supermercados que las venden. O lo saben pero hacen como que no para echar balones fuera. En este caso, los balones apuntaron a Holanda y España como presuntos culpables de la adulteración, extremo al que en un primer momento dio crédito el ministro de Agricultura irlandés, que así lo anunció a la prensa, y que él mismo ha tenido que desmentir este fin de semana. Dublín señala ahora a Polonia como lugar de origen de la materia prima.
El aviso de la presencia de ADN de caballo en aquellas hamburguesas no iba acompañado de ninguna alerta sanitaria, puesto que la carne, al margen de su procedencia, cumplía con la legislación vigente y no constituía ningún peligro para la salud. Pero ello no evitó que se avivara en la opinión pública, una vez más, la eterna sospecha de que no todas las hamburguesas son lo que dicen ser. Aún más: la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publica hoy un informe sobre 20 marcas de hamburguesas frescas envasadas comercializadas en supermercados españoles que no anima a superar esta desconfianza. Solo cinco de las marcas analizadas superan, con un aprobado raspado, el examen de calidad de la carne al que fueron sometidas.


Fuente: OCU, AESAN, INC. / EL PAÍS
De entrada, la OCU detecta el mismo problema que denunciaron las autoridades irlandesas: una falta de transparencia en el etiquetado. Según el estudio, seis de las 20 marcas de hamburguesas analizadas incumplen la obligación de indicar el porcentaje de carne utilizado en su elaboración, lo que además induce a error al consumidor que cree que está comprando un producto que es 100% carne cuando en realidad contiene otros muchos ingredientes: desde proteínas de carne hasta antioxidantes, colorantes o potenciadores del sabor. Estos últimos, apunta el informe, “son inocuos pero pueden enmascarar una baja calidad de la carne”.
El estudio afirma también que 16 de las 20 marcas examinadas llevan sulfitos, otro aditivo que inhibe el crecimiento de bacterias y mantiene el color original de la carne fresca, lo que de nuevo ayuda a disimular una posible merma de calidad de la materia prima. “Esto no tiene importancia cuando el nivel de sulfitos es bajo, pero si es demasiado alto puede ocasionar vómitos, dolores abdominales y, en personas con alergia, dolores de cabeza y náuseas. Y el hecho es que algunas de las hamburguesas analizadas llevan el 90% de la ingesta diaria admisible de sulfitos, lo que significa que la persona que se coma ese producto no debería tomar más en toda la jornada, ni siquiera añadirle mostaza o tomate”, precisa la OCU.

Las autoridades sanitarias aseguran que su consumo es seguro
“Lo que básicamente se desprende de este estudio es que las distribuidoras están apretando tanto los precios, que llega un momento en que la calidad se resiente. No estamos hablando de un problema de seguridad alimentaria, como tampoco lo hubo al detectarse carne de caballo en Irlanda, pero sí de una merma de calidad que en algunos casos podría constituir un fraude de consumo. Está claro que nadie vende ternera a precio de zanahorias, y existen muchos aditivos para disimular ese posible deterioro de la calidad”, la portavoz de la organización, Ileana Izverniceanu.
Aunque el informe de la OCU no lo especifica, es un hecho que la mayoría de los preparados cárnicos contienen mezclas de carne de diferentes especies. “De hecho, es muy raro que una hamburguesa de vacuno contenga únicamente vacuno. La normativa permite que se puedan etiquetar como tal las que tienen en torno a un 60% de esta carne, por lo que la mayoría tienen mezclas de otras especies, sobre todo cerdo. Y no solo por una cuestión de precio, sino también para hacerlas más sabrosas. Esto no constituye fraude si está debidamente señalado en la etiqueta. Incluso si las cantidades de otras especies son mínimas, ni siquiera es necesario declararlo”, explica Joaquín Fuentes-Pila, codirector del Máster en Gestión de la Calidad Alimentaria de la Universidad Politécnica de Madrid.
El análisis de las hamburguesas realizado por la OCU recuerda a otro estudio que esta misma organización redactó en 2011 sobre la calidad de la leche y que resultó controvertido por sus conclusiones: la leche que se consume ahora es, en general, más pobre que hace 10 años, a veces es sometida a tratamientos térmicos muy agresivos que degradan sus propiedades e incluso en ocasiones es demasiado vieja y, por tanto, con escasos nutrientes. La polémica llegó a tal punto que la Federación Nacional de Industrias Lácteas lo ha llevado a los tribunales, que de momento, en primera instancia, han rechazado la demanda. “Tampoco en aquel caso estábamos hablando de un problema sanitario y ni siquiera acusamos a ninguna marca de fraude de consumo, porque todas las que analizamos cumplían con la legislación vigente. Simplemente advertíamos, como ahora, de un problema de calidad”, recuerda Izverniceanu.
¿Tiene algo que ver la crisis con la merma de calidad de estos productos? “Es cierto que la coyuntura actual ha generado una presión tremenda sobre el precio. Las grandes distribuidoras quieren vender barato y presionan a los intermediarios, y los intermediarios, a su vez, presionan a los productores. Pero esto no se ha traducido en menor seguridad alimentaria, sino que se ha producido una adaptación de la industria a las nuevas circunstancias: menos productos de lujo y más alimentos baratos de primera necesidad”, asegura Fuentes-Pila.

Los productos se resienten de la creciente presión por bajar precios
Los datos que maneja el Instituto Nacional de Consumo confirman esta opinión. “El grado de cumplimiento de la legislación es bastante alto. Lo normal es que encontremos pequeños problemas de etiquetado: errores en las indicaciones sobre el peso y omisiones de ingredientes. En todo caso, podría haberse producido un aumento de estas prácticas sobre todo en circuitos marginales, que se mueven fuera de los canales oficiales de comercialización y a veces escapan a los controles oficiales. Los gigantes del sector, las grandes marcas y las cadenas de distribución se juegan demasiado, en prestigio y dinero, para arriesgarse a ser señaladas en cualquier problema de seguridad o fraude alimentario”, afirma Carlos Arnaiz, subdirector general de Calidad del Instituto Nacional de Consumo.
La Federación Española de Alimentación y Bebidas (FIAB), no ha querido comentar el estudio porque aún no lo conoce, pero un portavoz asegura que "los estándares de calidad españoles son altísimos".
La portavoz de la OCU coincide en que los controles son exhaustivos en los puntos de producción, pero no tanto en la distribución. “Los principales problemas los solemos detectar no en las primeras fases de producción de la cadena alimentaria, sino en los puntos de venta”, advierte Izverniceanu. Y como ejemplo expone de nuevo el informe de la leche: “No es que las vacas den peor leche que hace diez años, sino que el producto se degrada en el camino a la tienda. Por eso creemos necesario intensificar los análisis en los puntos de venta, una vez que ha terminado todo el proceso de tratamiento y distribución”, explica.
Más controles en las tiendas y más claridad sobre el origen de los alimentos en el etiquetado. Es la principal demanda de las asociaciones de consumidores a las autoridades alimentarias para reforzar la seguridad y prevenir los fraudes. Según otro estudio de la OCU, la mitad de los españoles estarían dispuestos a pagar un 5% más para conocer la procedencia de los productos. Por varias razones: “Por saber el recorrido que han hecho antes de llegar a la tienda, por apoyar a la agricultura o la pesca de una región concreta, por cuestiones éticas o porque esa información les ofrece más confianza en el producto”, precisa el informe.

A mayor número de intermediarios, más posibilidad de irregularidades
Las hamburguesas y la leche son dos de los alimentos más vigilados por las autoridades, porque tradicionalmente han estado bajo sospecha. Pero también el aceite de oliva, el azafrán, las conservas o la miel. En general, según el Instituto Nacional de Consumo, los principales fraudes se registran en alimentos cuyo origen no es identificable a primera vista. “Entre ellos, los productos cárnicos procesados: embutidos, patés, piezas que contienen mezclas de especies no declaradas (pato que en realidad es pollo), o con trazas de otras y por supuesto, hamburguesas”, explica Arnaiz. “Los lácteos y las conservas de pescado son otros focos de fraude. Quesos puros de oveja que contienen leche de vaca, atún en lata que no es solo atún, etcétera”, añade.

Los gigantes del sector extreman el cuidado porque se juegan mucho
En 2009, un simple trabajo universitario sobre técnicas de análisis de ADN realizado por dos estudiantes de Nueva York, Brenda Tan y Matt Cost, reveló un alto nivel de fraude en las tiendas de Manhattan. De los 66 productos que analizaron, 11 no contenían lo que señalaban sus etiquetas: quesos con mezclas de especies no declaradas, un supuesto caviar de esturión que en realidad procedía de un pez del río Misisipi, un manjar llamado “tiburón seco” hecho con perca africana, o alimentos para perros que deberían contener venado pero que en realidad tenían vaca.
Otro reciente informe de la OCU destapaba que nueve marcas de aceite de oliva están engañando al consumidor al vender aceite etiquetado bajo la variedad “extra” cuando su categoría real es simplemente “virgen”, lo que significa que se está comercializando un producto a un precio superior del que le corresponde, casi un euro más. La organización denunció el fraude a las autoridades de consumo de las comunidades autónomas el pasado octubre, pero pocas han respondido. “Únicamente Andalucía, País Vasco y Cataluña nos han dado acuse de recibo, y solo Cataluña ha iniciado una investigación”, revela la portavoz.
¿Cómo consiguen todos estos productos fraudulentos superar los controles de producción y etiquetado hasta llegar a las tiendas? ¿Dónde está el agujero? “Cuanto más larga sea la cadena de producción y distribución, más incumplimientos se registran. Es decir, cuantos más intermediarios intervengan, más posibilidades hay de desviaciones o de que los sistemas de control no funcionen correctamente en algún punto del proceso”, comenta Arnaiz.
Esto explica por qué, según Joaquín Fuentes-Pila, las principales irregularidades se detectan sobre todo en alimentos importados, especialmente de fuera de la UE. “La legislación comunitaria es exhaustiva y es difícil que se produzcan problemas graves con los controles que se realizan dentro de los Estados miembros. Pero cuando los alimentos proceden de otros países con regulaciones menos estrictas es más probable que se produzcan escapes en la cadena de vigilancia. Quizá sería conveniente reforzar los controles en las fronteras europeas”, opina.
Son las consecuencias de vivir en un mercado globalizado: lo que empieza como un pequeño fraude en un país puede acabar convirtiéndose en un problema sanitario de consecuencias mortales en otro punto del planeta. La mayoría de las veces este alargamiento de la cadena es culpable de ciertas crisis alimentarias, como afirman los expertos, pero en otras ocasiones es simplemente una excusa para echar rápidamente balones fuera, como ha ocurrido con la carne de caballo en Irlanda. “Hay que entender que, por razones culturales, tanto para los irlandeses como para los británicos, comer carne de caballo es casi un sacrilegio. De ahí que el ministro se precipitara buscando culpables. Afortunadamente, el asunto se ha aclarado rápidamente y no ha ocasionado consecuencias para la industria española”, comenta Fuentes-Pila.
No ocurrió así con la llamada crisis del pepino en la primavera de 2011, que dejó más de 50 muertos en Francia y Alemania a causa de una infección cuyo origen se atribuyó en principio a pepinos españoles y acabó siendo culpa de unos brotes de soja cultivados en Alemania. ¿Qué es mejor en estos casos: lanzar alertas preventivas que pueden causar grandes pérdidas económicas a quienes no tienen culpa, o esperar a confirmar el origen de la epidemia, con riesgo de que mientras tanto se extienda? “No hay una única receta para esto. Cada situación es distinta y lograr un equilibrio es difícil. A veces tienen que pagar justos por pecadores”, reconoce Fuentes-Pila.

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (22 enero 2013):

martes, 29 de enero de 2013

POESÍA. "Un viaje a Lisboa", de Álvaro Valverde (Plasencia, Cáceres, 1959)

Álvaro Valverde


UN VIAJE A LISBOA

Huíamos en vano de la ciudad cerrada
y acabamos perdidos en la ciudad perfecta.
El piso luminoso, el suelo blanco,
los cuartos despojados y en penumbra,
los pocos pero doctos libros juntos,
acogieron serenos el cansancio.
Luego llegaron días de paseos y calma
donde todo se hizo tan lento como suele
ser todo en un lugar acompasado a un río.
Tranvías y avenidas y barcos y comercios
fueron haciendo el resto.
Ya no éramos los mismos
que piensan desde el puente lo que cualquier suicida.
Los que ven desde el puerto parecidos naufragios.
Ni los que entre las ruinas de nobles edificios
se dan a ese discurso del fracaso y la muerte.
En la decrepitud, entre la suciedad, bajo la herrumbre,
lo que vimos fue el fuego de una vida distinta.
Todavía nos quema cuando hacemos recuento
y evocamos las tardes sosegadas de junio
en la casa de Ángel, y aquel sol de poniente
hundiéndose, muy rojo, sobre el Tajo.
Volvemos a menudo al sitio donde fuimos
si no felices siquiera afortunados.
Con la melancolía viaja una mirada
que nos devuelve aquello que ensayamos vencido.

PRENSA CULTURAL. ARTE. PINTURA. "Reino Unido erige un inmenso tesoro pictórico a golpe de 'clic'". Reportaje

'Retablo de santa Mary Redcliffe' (1756), de William Hogart, en una oficina del ayuntamiento de Bristol. / BBC 
("El país")

   En "El País":

Reino Unido erige un inmenso tesoro pictórico a golpe de ‘clic’

Más de 200.000 cuadros de 37.000 artistas se pueden ver gratis en la Red

 Londres 25 ENE 2013 

El Reino Unido acaba de ultimar la puesta a punto de una pinacoteca gigantesca, fascinante y única en su especie: tan sólo el perímetro de la geografía británica delimita sus confines, repletos de obras que recorren la historia del arte, aunque aspira a una audiencia global servida por la era tecnológica. Porque es online y también gratuita. Casi 212.000 cuadros han sido fotografiados y catalogados en la última década por el museo digital Tus Pinturas (Your Paintings), un proyecto que pretende reunir la nutrida herencia artística del país en una gran colección digital accesible a todos los públicos.
Los tesoros museísticos que exhibe Londres se publicitan por sí solos, pero muchos aficionados al arte desconocen, por ejemplo, el despliegue de cuadros de los impresionistas franceses que luce Cardiff (capital de Gales) o que una de las principales colecciones foráneas de arte latinoamericano tiene su sede en la Universidad de Essex, mientras la institución hermana de East Anglia es depositaria de varios trabajos del cotizadísimo Francis Bacon. “El 80% de las obras que mostramos no están expuestas y muchas no habían sido fotografiadas nunca”, subraya Andrew Ellis, director de la Public Cataloge Foundation, organización que lleva trabajando en el proyecto desde 2003 para sacar a la luz ese acervo.
La colección nacional de pintura está integrada por obras propiedad del Estado, de los gobiernos locales o de fundaciones de beneficio público, pero muchos de los cuadros penden también de las paredes de hospitales, universidades, incluso de estaciones de bomberos o faros remotos. Un retablo religioso del inglés William Hogarth, Retablo de Santa Mary Redcliffe (1755-1756), fue “redescubierto” por Your Paintings presidiendo los escritorios y archivos de una de las oficinas del ayuntamiento de Bristol. Propiedad del departamento local de arqueología, ese tríptico de la Anunciación mereció entonces titulares de la prensa y su puesta en el mapa.


Imagen de uno de los cerca de 212.000 cuadros pertenecientes al museo.
Una vez identificada esta y otras tantas piezas de valor artístico, el objetivo era “alcanzar una audiencia internacional, buscar una presencia online”, explica Ellis sobre la colaboración que su proyecto selló a mitad de camino con la BBC, cuya página web es una de las más visitadas del planeta. El resultado (www.bbc.co.uk/yourpaintings) se traduce en una inmensa ventana a la oferta pictórica que salpica el territorio nacional, 211.861 obras clasificadas hasta la fecha, firmadas por 37.000 artistas “independientemente de su calidad y condición”, por Botticelli, Van Gogh, Velázquez, Picasso, Hockney y una nómina de genios, junto a otros talentos de menos relumbrón.
Los tres millares de colecciones que abarca el buscador del sitio web dan margen también para las curiosidades, como el retrato que el futuro presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, ejecutó en 1952 del general Montgomery, el británico que plantó cara al alemán Rommel en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. El cuadro, propiedad de la colección de arte del gobierno británico, confirma que, al igual que en el caso de Winston Churchill (Your Paintings cataloga 190 pinturas del antiguo primer ministro británico), la ambición superaba al talento de los autores.
Este “museo sin paredes” se define también por la interactividad, aquella que invita a sus usuarios (el 40 por ciento extranjeros) a revelar nuevos datos sobre las pinturas catalogadas a imitación de las redes sociales. Es un mecanismo para seguir creciendo y atraer nuevos fondos que, hoy por hoy, se nutren principalmente del sector privado. En una era de recortes que se ha cebado con el arte, la iniciativa ha contribuido a digitalizar las pequeñas colecciones y aquellas joyas que encierran los cuatro puntos cardinales de las islas. En palabra de Ellis “ahora que todas estas pinturas tienen presencia online, habrá mucha gente que querrá conocerlas”.

PRENSA CULTURAL. CIENCIA. "Neander Park". Javier Sampedro

Recreación de un hombre de Neandertal por el fotógrafo Graham Ford. / GETTY ("el país")

   En "El País":

Neander Park

El genetista George Church plantea resucitar al neandertal, la otra especie humana e inteligente, y formar una colonia de individuos

Además de obstáculos técnicos, la idea se enfrenta a dilemas éticos

 Madrid 23 ENE 2013

El evolucionista neoyorkino Stephen Jay Gould, fallecido en 2002, se quejaba de que Hollywood se había pasado cien años repitiendo la misma historia de ficción científica: el genio con más audacia que talento al que su criatura se le va de las manos; una eterna repetición, en el fondo, del mito de Frankenstein salido de la imaginación de Mary Shelley en 1818. Y tal vez la ciencia del mundo real no se haya acercado más a ese cliché que ahora mismo, ante la posibilidad real de resucitar al hombre de Neandertal, el formidable habitante de Europa y Asia occidental que se extinguió en Gibraltar hace 30.000 años. ¿Cómo acabaría ahora la película? ¿Cómo la remataría Mary Shelley? ¿Y usted, lector?
Lo primero que haría falta serían unos científicos impetuosos que se propusieran resucitar al neandertal, pero este es un asunto que ya ha saltado a la estantería de no ficción. El genetista de Harvard George Church, que ha inventado el marketing genético al escribir en una molécula de ADN su propio libro —Regénesis: cómo la bilogía sintética va a reinventar la naturaleza y a nosotros mismos—, ha propuesto no ya resucitar a un neandertal, sino a toda una cuadrilla de ellos (ver entrevista adjunta).
Y entre los científicos que consideran técnicamente factible la resurrección de los neandertales —si no ahora mismo, sí en el plazo de sus vidas— milita nada menos que Svante Pääbo, jefe de genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, líder indiscutible de la paleogenética, o recuperación de ADN antiguo a partir de huesos fósiles, y máximo artífice de un reto científico que se consideraba imposible hace solo unos años: el genoma neandertal, la lectura de la secuencia (tgtaagc…) de los más de 3.000 millones de bases, o letras químicas del ADN, que portaban en el núcleo de cada una de sus células aquellos homínidos que dominaron Europa durante cientos de miles de años y hoy duermen el sueño fosilizado de los justos.

Pääbo, el líder de la paleogenética, avala un reto científico sin precedentes
Tratemos provisionalmente de pasar por alto los problemas técnicos, algunos muy relevantes, para preguntarnos: una vez que sepamos resucitar al neandertal, ¿deberemos hacerlo? Ante este dilema moral caben dos clases de respuestas, la de los sabios cínicos —lo que puede hacerse acaba haciéndose— y la de los sabios de la realpolitik, que intentan prever escenarios y minimizar daños por si los cínicos acaban teniendo razón, que es lo habitual.
¿Por qué resucitar al neandertal? ¿Y por qué no hacerlo? ¿Cuáles son los riesgos, cuántas las ventanas abiertas, cuáles las oportunidades de negocio? Lo digo en serio: imaginen que un economista neandertal nos saca de la crisis.
En primer lugar, la resurrección del neandertal plantea lo que podría denominarse el dilema del ecologista. La técnica para hacerlo, por un lado, implica una serie de manipulaciones genéticas, hibridaciones cromosómicas y clonaciones embrionarias suficiente como para atragantar la cena de Nochebuena de cualquier amante de la naturaleza. Por otro lado, sin embargo, ¿qué amante de la naturaleza se opondría a la recuperación de una especie no ya en riesgo de extinción, sino tan extinta como lo pueda estar el tiranosaurio rex? Si el amor a la naturaleza es real, ¿no debería abarcar también a las naturalezas del pasado y a nuestros antecesores en el cuidado y usufructo del planeta?

La especie se extinguió en Gibraltar hace 30.000 años
Cabe imaginar, de hecho, una postura ética que defienda no ya nuestro derecho, sino incluso nuestro deber de recuperar a la especie. Después de 300.000 años campando a sus anchas por Europa, los neandertales empezaron a replegarse hacia el oeste en sospechosa coincidencia —dentro de los geológicos márgenes de error de la paleontología— con la llegada por el este de nuestra especie, el Homo sapiens, el último invento de la evolución de los homínidos en la Madre África.
El repliegue hacia el oeste de los neandertales no fue flor de un día —se prolongó por 10.000 años y se salpicó de ocasionales intercambios, y no solo comerciales—, pero fue consistente e implacable. Hasta el extremo de que los neandertales se extinguieron en Gibraltar, la última reserva occidental que se había librado de nuestro acoso. La irreductible aldea del hombre antiguo. El registro fósil no nos deja muy bien parados, y clonar al neandertal se puede interpretar como nuestro humilde resarcimiento por haber causado su extinción.

El experimento puede no salir bien y provocar grandes malformaciones
Por supuesto que el experimento puede salir mal, dando la razón una vez más a Mary Shelley y a la machaconería con que Hollywood ha reincidido en su reestreno. El neandertal podría morir en cualquier momento de su desarrollo embrionario o fetal o, peor aún, nacer con horribles malformaciones y grandes penalidades. O quizá naciera bien pero luego resultara ser un miserable, un psicópata, un impertinente. Aun si todo lo anterior va bien, ¿cómo sería el humor de un neandertal? No me digan que contaría chistes de Gibraltar.
La resurrección del neandertal va más allá del Parque Jurásico, la novela de 1990 en que Michael Crichton prefiguró el actual debate científico. Crichton predijo la recuperación de ADN antiguo, su clonación en los huevos de una especie distinta (su elección de la rana es ciertamente discutible, puesto que los pájaros evolucionaron de los dinosaurios) y la exhibición de los resultados en un parque de atracciones.
Pero el neandertal va mucho más allá de un dinosaurio, porque ahora hablamos de una especie humana, inteligente —su capacidad craneal era mayor que la nuestra— y lo bastante sensible como para cuidar de sus enfermos y enterrar a sus muertos. Exhibirlos en un parque de atracciones no parece una opción, ni encerrarlos en una jaula.
Y ahora escriban el final de la película. Y, por favor, intenten superar a Mary Shelley.