Kirmen Uribe
No sé cuándo empezó, no lo sé.
Hace un mes que me di cuenta, y
desde entonces sucedió cada noche.
Tomé todas las precauciones necesarias:
dejar el coche en el sitio seguro de costumbre,
asegurarme de haber cerrado bien las puertas. En vano.
Al día siguiente lo hallaría abierto.
Al principio decidí aparcar
por otros barrios. En vano.
Lo encontraba abierto. Al parecer,
alguien solía dormir dentro.
Y yo sentía su olor cuando iba a trabajar.
Luego pensé que si no hacía otra cosa que dormir,
no era tan grave. Al fin y al cabo,
no se llevaba el coche. Es más,
me resultaba agradable aquel perfume lejano.
Me preguntaba por su origen,
por el color de su piel, ¿sería negra o del color de la miel?
Una vez le dejé una flor. La recogió.
Al día siguiente le dejé un mensaje.
En vano. Desde entonces, no ha vuelto a aparecer.
©Uribe, Kirmen. Mientras tanto dame la mano (Visor, 2002).
©Traducción: Ana Arregi, Gerardo Markuleta y Kirmen Uribe
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