Dionisia García
Cuando en el automóvil paso las avenidas,
farolas y semáforos entrecruzan colores,
evocando las fiestas pueblerinas, jolgorio
de unos años que ya parecen sueños.
Aquellas noches de brillos y cinturas,
por la gracia del baile y el resplandor de los rostros,
han salido al encuentro en los días de hoy, no desdeñados,
porque vivir es siempre una alegría, un don del cielo,
al que a veces acude la desdicha,
pero también la luz convive con las sombras,
y una sonrisa rompe el más amargo gesto.
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