En "elpais.com", esta información de Juan G. Bedoya, desde La Línea de la Concepción: "Donde se queman libros se acaba quemando personas".
Pensadores de las culturas mediterráneas judía, cristiana e islámica rechazan el fundamentalismo religioso.
"Donde se queman libros se termina quemando también personas". Con esta profecía del poeta Heinrich Heine ha abierto el rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Salvador Ordóñez, el Encuentro internacional El diálogo de las culturas mediterráneas judía-cristiana-islámica en el marco de la Alianza de Civilizaciones. Desde la Biblioteca de Alejandría a la actualidad. Organizado por la Fundación UIMP-Campo de Gibraltar, ha reunido este este fin de semana en La Línea de la Concepción (Cádiz) a una veintena de pensadores de las dos orillas del Mediterráneo con el objetivo de analizar el papel de la Alianza de Civilizaciones como instrumento para "reconciliar y ayudar a calmar las tensiones culturales y religiosas".
El encuentro se ha cerrado con un manifiesto en el que se insiste en "la urgente necesidad de impedir que el fundamentalismo y el egocentrismo cultural excluyente ocupen el terreno que corresponde al diálogo, a la paz y a la libertad del espíritu". También subraya la importancia de promover, difundir e incentivar "la utilización de las bibliotecas convencionales y digitales, así como otros soportes tecnológicos, como instrumentos eficaces al servicio de la comprensión internacional y en coincidencia con la promoción de los derechos humanos y de la paz, entre otros valores".
En mayo de 1933, los alumnos de la Universidad Friedrich Wilhelm encabezaron una siniestra quema de libros en Berlín. El monumento que recuerda aquella jornada en esa ciudad muestra las estanterías vacías y ostenta como emblema la frase del poeta judío Heine, que fue también político, ensayista, escritor satírico y polemista. Al rector Ordóñez el recuerdo del Berlín de 1933 le evoca otra quema de libros: la terrible destrucción de la Biblioteca de Alejandría, en su época la más grande del mundo, con unos 700.000 volúmenes en sus estanterías.
Objeto de varias destrucciones parciales, incendios y prohibiciones a lo largo de los siglos, su liquidador definitivo fue el emperador romano Teodosio el Grande, nacido en la península ibérica. Castigaba, bien entrado el siglo cuarto de la era cristiana, a los herejes que no querían aceptar el dogma de la Trinidad. Pero la demolición piedra a piedra del gigantesco edificio por soldados y ciudadanos cristianos fue mucho más que una quema de libros herejes, como cuando las juventudes nazis incendiaron las obras de librepensadores como Freud, Thomas Mann o Carlos Marx.
El encuentro celebrado en el Campo de Gibraltar ha querido subrayar el "renacimiento" de la biblioteca de Alejandría, sobre la que habló el sábado su directora de relaciones internacionales, Hagar Islambouly. La nueva Biblioteca Alejandrina, con este nombre, está promovida por la UNESCO y fue inaugurada en 2003 en la ciudad fundada por Alejandro Magno. "Es una ventana del mundo a Egipto y de Egipto al mundo, pero sobre todo un mar de diálogo y entendimiento, entrando de lleno en el concepto de la Alianza de Civilizaciones", ha subrayado Ordóñez.
El director del encuentro y de la UIMP-Campo de Gibraltar, Antonio Monclús, ha indicado que la necedad humana que hay detrás de los actos de barbarie tiene otro nombre: fundamentalismo. Añadió: "Recorrer la vida de los pueblos del Mediterráneo desde el final de aquella biblioteca, es contemplar una imagen reiterada, casi con uniformidad, en todas las épocas. La imagen de la intolerancia y la intransigencia impregnando el Poder, que la favorecía para robustecerse, a costa de la periódica represión de la cultura, de la sabiduría, de la libre expresión, de la espiritualidad programada en las religiones judía, cristiana e islámica".
A la pregunta planteada más tarde por el profesor Monclús (¿es posible que la cultura musulmana, la cristiana y la judía, puedan entenderse, desde el respeto y aprecio a la dignidad de sus diferencia, y puedan encontrarse en un diálogo constructivo para la humanidad?), han contestado en largos debates expertos de esa religiones, como Jacobo Israel (presidente de las Comunidades Judías de España), Abdennur Prado (presidente de la Junta Islámica de Cataluña) y el pensador cristiano Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.
Abrió el debate uno de los grandes especialistas actuales en lengua y literatura del cristianismo primitivo, el catedrático de filología griega en la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Piñero. Los cuatro han coincidido en que el diálogo interreligioso no puede ser un fin en sí mismo, "sino que debe dirigirse a conquistar sociedades realmente plurales" (Abdennur Prado). Jacobo Israel ha citado una canción israelí para ilustrar esa idea: "Todos hablan de paz, nadie habla de justicia", dice con la "esperanza" de que los hombres "transformarán un día sus espadas en arados, y sus lanzas en hoces".
El encuentro se ha cerrado con un manifiesto en el que se insiste en "la urgente necesidad de impedir que el fundamentalismo y el egocentrismo cultural excluyente ocupen el terreno que corresponde al diálogo, a la paz y a la libertad del espíritu". También subraya la importancia de promover, difundir e incentivar "la utilización de las bibliotecas convencionales y digitales, así como otros soportes tecnológicos, como instrumentos eficaces al servicio de la comprensión internacional y en coincidencia con la promoción de los derechos humanos y de la paz, entre otros valores".
En mayo de 1933, los alumnos de la Universidad Friedrich Wilhelm encabezaron una siniestra quema de libros en Berlín. El monumento que recuerda aquella jornada en esa ciudad muestra las estanterías vacías y ostenta como emblema la frase del poeta judío Heine, que fue también político, ensayista, escritor satírico y polemista. Al rector Ordóñez el recuerdo del Berlín de 1933 le evoca otra quema de libros: la terrible destrucción de la Biblioteca de Alejandría, en su época la más grande del mundo, con unos 700.000 volúmenes en sus estanterías.
Objeto de varias destrucciones parciales, incendios y prohibiciones a lo largo de los siglos, su liquidador definitivo fue el emperador romano Teodosio el Grande, nacido en la península ibérica. Castigaba, bien entrado el siglo cuarto de la era cristiana, a los herejes que no querían aceptar el dogma de la Trinidad. Pero la demolición piedra a piedra del gigantesco edificio por soldados y ciudadanos cristianos fue mucho más que una quema de libros herejes, como cuando las juventudes nazis incendiaron las obras de librepensadores como Freud, Thomas Mann o Carlos Marx.
El encuentro celebrado en el Campo de Gibraltar ha querido subrayar el "renacimiento" de la biblioteca de Alejandría, sobre la que habló el sábado su directora de relaciones internacionales, Hagar Islambouly. La nueva Biblioteca Alejandrina, con este nombre, está promovida por la UNESCO y fue inaugurada en 2003 en la ciudad fundada por Alejandro Magno. "Es una ventana del mundo a Egipto y de Egipto al mundo, pero sobre todo un mar de diálogo y entendimiento, entrando de lleno en el concepto de la Alianza de Civilizaciones", ha subrayado Ordóñez.
El director del encuentro y de la UIMP-Campo de Gibraltar, Antonio Monclús, ha indicado que la necedad humana que hay detrás de los actos de barbarie tiene otro nombre: fundamentalismo. Añadió: "Recorrer la vida de los pueblos del Mediterráneo desde el final de aquella biblioteca, es contemplar una imagen reiterada, casi con uniformidad, en todas las épocas. La imagen de la intolerancia y la intransigencia impregnando el Poder, que la favorecía para robustecerse, a costa de la periódica represión de la cultura, de la sabiduría, de la libre expresión, de la espiritualidad programada en las religiones judía, cristiana e islámica".
A la pregunta planteada más tarde por el profesor Monclús (¿es posible que la cultura musulmana, la cristiana y la judía, puedan entenderse, desde el respeto y aprecio a la dignidad de sus diferencia, y puedan encontrarse en un diálogo constructivo para la humanidad?), han contestado en largos debates expertos de esa religiones, como Jacobo Israel (presidente de las Comunidades Judías de España), Abdennur Prado (presidente de la Junta Islámica de Cataluña) y el pensador cristiano Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII.
Abrió el debate uno de los grandes especialistas actuales en lengua y literatura del cristianismo primitivo, el catedrático de filología griega en la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Piñero. Los cuatro han coincidido en que el diálogo interreligioso no puede ser un fin en sí mismo, "sino que debe dirigirse a conquistar sociedades realmente plurales" (Abdennur Prado). Jacobo Israel ha citado una canción israelí para ilustrar esa idea: "Todos hablan de paz, nadie habla de justicia", dice con la "esperanza" de que los hombres "transformarán un día sus espadas en arados, y sus lanzas en hoces".
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