En "El País":
El lado oscuro de la Unión
A Hans Magnus Enzensberger le gusta mirar, escuchar y oler las cosas antes de escribir sobre ellas. Su último ensayo, 'El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo la tutela', analiza las reglas de juego de la UE y critica su falta de democracia.
Amelia Castilla. 26 mayo 2012
Llega solo, dando un paseo, resguardado del chirimiri bilbaíno con una larga
gabardina. Hans Magnus Enzensberger participa en las jornadas literarias
organizadas por la Alhóndiga. De camino al centro cultural, reflexionando sobre
los antecedentes políticos del País Vasco, en medio de “un paisaje y una
arquitectura muy interesantes”, Hans Magnus Enzensberger concluye que vivimos
obsesionados por la política. “En cierto modo nos comportamos como esas personas
que se pasan el día lavándose las manos. Se trata de un síntoma muy común en
este caso del lado de la política. Si repasamos la historia desde los antiguos
griegos, encontramos que la política siempre es idéntica”, asegura en un español
más que aceptable. Como recomendación, para librarnos de semejante perturbación
aconseja que nos entreguemos a la literatura, que también puede considerase una
enfermedad, pero “resulta menos ofensiva. Los libros pueden hacer daño pero no
matan, un Kaláshnikov es más letal”.
A sus 83 años, Enzensberger (Kaufburen, 1929) no se anda con contemplaciones. Ya de niño, siendo apenas un adolescente lo expulsaron de las juventudes hitlerianas por ser un mal camarada. Poeta, ensayista, novelista, biógrafo, ha ejercido como editor, dirigido revistas culturales y escrito tanto que ya no se acuerda de muchas de las cosas que ha hecho. Personalmente no soporta la rutina, necesita cambiar de registro. “Me gusta la profesión pero no sufro, hay escritores que lo viven como una carga. A mí el poeta que se lamenta no me convence. Creo que debemos asumir los riesgos elegidos y no quejarnos. Los que optan por este empleo deben saber que la seguridad en el empleo y la pensión no van con los escritores”.
Ahora le divierte trabajar en libros pequeños, esos que no pasan de 150 páginas, como El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela, un ensayo muy crítico con la Unión Europea y la falta de democracia de sus instituciones, lo que le ha valido más de un dardo disparado por los propios europeos. “Hay muchas indicaciones de que estamos en la posdemocracia y la Unión se encuentra a la vanguardia en ese proceso. Las sociedades nacionales resultan mucho más cercanas; los políticos del País Vasco entienden mejor a sus habitantes, al fin y al cabo se encuentran inmersos en esa comunidad. La gente no sabe quién es Barroso o la señora Ashton. Son como habitantes de Marte. Que conste que no escribo de cosas que no conozco. Me gusta ver, escuchar y oler antes de hablar. Fui muchas veces a Bruselas y tengo que decir que hasta la arquitectura es monstruosa, parece un ovni. Creo que para sus habitantes, el praliné es más importante que la Unión”. ¿Qué es el proyecto europeo? “Es la Comisión la que decide qué es ser europeo y eso es una arrogancia. En Europa viven 500 millones de personas y son 30.000 funcionarios. Me parece una usurpación”. El mismo título del ensayo, el gentil monstruo, ya sugiere que no hablamos de un régimen de terror sino de algo que se va adentrando poco a poco en la sociedad. “Deciden sobre demasiadas cosas de la vida común y, en algunas, no hay necesidad de que nadie nos diga lo que debemos cultivar o comer. El error de englobar todo en la misma lógica no funciona. Es obvio. No me gusta que los campesinos cuiden sus vacas según las directrices de Bruselas”.
Enzensberger arranca su ensayo con un elogio a la Unión porque en sus orígenes, en los años cuarenta, la cosa no pudo empezar mejor. Todo son halagos para los padres del invento: Robert Schuman o Jean Monnet. Él mismo se define como un europeísta pero “ahora todo es política y en la política siempre se repiten los mismos elementos”. Defiende a Alemania como garante del destino de Europa. “También el éxito tiene sus penas. Al final somos una gran familia con sus celos y sus envidias, están los que no tienen trabajo y no pueden pagar el alquiler del piso y las emociones que eso genera no resultan positivas”. Como colofón suelta una última boutade: “Bruselas queda en Europa, pero Europa no queda en Bruselas”, concluye, tras aclarar que no se siente un experto en nada: “Solo soy un escritor”.
Como lector se define “omnívoro”. Acaba de escribir una poesía sobre las medusas y se ha documentado a tope sobre ellas. “Las cosas deben tener un fondo, tienes que saber cinco o diez veces más de lo que utilices, eso vale también para el periodista”. Y riendo pone el ejemplo que define bien al mal corresponsal: “A los dos días de estar en Birmania escribe, después de tres meses simplemente se cita”.
El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela. Hans Magnus Enzensberger. Traducción de Richard Gross. Anagrama. Barcelona, 2011. 112 páginas. 11,90 euros (electrónico: 9,49).
A sus 83 años, Enzensberger (Kaufburen, 1929) no se anda con contemplaciones. Ya de niño, siendo apenas un adolescente lo expulsaron de las juventudes hitlerianas por ser un mal camarada. Poeta, ensayista, novelista, biógrafo, ha ejercido como editor, dirigido revistas culturales y escrito tanto que ya no se acuerda de muchas de las cosas que ha hecho. Personalmente no soporta la rutina, necesita cambiar de registro. “Me gusta la profesión pero no sufro, hay escritores que lo viven como una carga. A mí el poeta que se lamenta no me convence. Creo que debemos asumir los riesgos elegidos y no quejarnos. Los que optan por este empleo deben saber que la seguridad en el empleo y la pensión no van con los escritores”.
Ahora le divierte trabajar en libros pequeños, esos que no pasan de 150 páginas, como El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela, un ensayo muy crítico con la Unión Europea y la falta de democracia de sus instituciones, lo que le ha valido más de un dardo disparado por los propios europeos. “Hay muchas indicaciones de que estamos en la posdemocracia y la Unión se encuentra a la vanguardia en ese proceso. Las sociedades nacionales resultan mucho más cercanas; los políticos del País Vasco entienden mejor a sus habitantes, al fin y al cabo se encuentran inmersos en esa comunidad. La gente no sabe quién es Barroso o la señora Ashton. Son como habitantes de Marte. Que conste que no escribo de cosas que no conozco. Me gusta ver, escuchar y oler antes de hablar. Fui muchas veces a Bruselas y tengo que decir que hasta la arquitectura es monstruosa, parece un ovni. Creo que para sus habitantes, el praliné es más importante que la Unión”. ¿Qué es el proyecto europeo? “Es la Comisión la que decide qué es ser europeo y eso es una arrogancia. En Europa viven 500 millones de personas y son 30.000 funcionarios. Me parece una usurpación”. El mismo título del ensayo, el gentil monstruo, ya sugiere que no hablamos de un régimen de terror sino de algo que se va adentrando poco a poco en la sociedad. “Deciden sobre demasiadas cosas de la vida común y, en algunas, no hay necesidad de que nadie nos diga lo que debemos cultivar o comer. El error de englobar todo en la misma lógica no funciona. Es obvio. No me gusta que los campesinos cuiden sus vacas según las directrices de Bruselas”.
Enzensberger arranca su ensayo con un elogio a la Unión porque en sus orígenes, en los años cuarenta, la cosa no pudo empezar mejor. Todo son halagos para los padres del invento: Robert Schuman o Jean Monnet. Él mismo se define como un europeísta pero “ahora todo es política y en la política siempre se repiten los mismos elementos”. Defiende a Alemania como garante del destino de Europa. “También el éxito tiene sus penas. Al final somos una gran familia con sus celos y sus envidias, están los que no tienen trabajo y no pueden pagar el alquiler del piso y las emociones que eso genera no resultan positivas”. Como colofón suelta una última boutade: “Bruselas queda en Europa, pero Europa no queda en Bruselas”, concluye, tras aclarar que no se siente un experto en nada: “Solo soy un escritor”.
Como lector se define “omnívoro”. Acaba de escribir una poesía sobre las medusas y se ha documentado a tope sobre ellas. “Las cosas deben tener un fondo, tienes que saber cinco o diez veces más de lo que utilices, eso vale también para el periodista”. Y riendo pone el ejemplo que define bien al mal corresponsal: “A los dos días de estar en Birmania escribe, después de tres meses simplemente se cita”.
El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela. Hans Magnus Enzensberger. Traducción de Richard Gross. Anagrama. Barcelona, 2011. 112 páginas. 11,90 euros (electrónico: 9,49).
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