Amalia Iglesias Serna
Cultivo esperas en el jardín de la muerte.
Todas las calles escriben esquejes en mis brazos
y algunas flores tiran de mí como cadenas.
Despertamos hortelanos de nuestro cuerpo en sombra,
cada uno arrastra su alambrada invisible,
sabe que existe una puerta sólo suya
en el azar del horizonte.
Cada uno escucha entre la hojarasca
la voz de su propio dios vencido,
se apresura a nombrarlo.
Todos los días son un buen día
para quemar las zarzas
y el corazón se hace más fértil
con los despojos de todas las edades.
Cultivo esperas en el jardín de la muerte,
los surcos sueñan
con el campo abierto de los pastizales,
con la niña que sembraba sus trenzas
y esperaba ver crecer el paraíso.
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