domingo, 9 de enero de 2011

POESÍA. "La adoración de los magos" (y 4), de Luis Cernuda (1902-1963)

Luis Cernuda

                                          IV

                     SOBRE EL TIEMPO PASADO

Mira cómo la luz amarilla de la tarde
Se tiende con abrazo largo sobre la tierra
De la ladera, dorando el gris de los olivos
Otoñales, ya henchidos por los frutos maduros;

Mira allá las marismas de niebla luminosa.
Aquí, año tras año, nuestra vida transcurre,
Llevando los rebaños de día por el llano,
Junto al herboso cauce del agua enfebrecida;

De noche hacia el abrigo del redil y la choza.
Nunca vienen los hombres por estas soledades,
Y apenas si una vez les vemos en el zoco
Del mercado vecino, cuando abre la semana.

Esta paz es bien dulce. Callada va la alondra
Al gozar de sus alas entre los aires claros.
Mas la paz, que a las cosas en ocio santifica,
Aviva para el hombre cosecha de recuerdos.

Tiempo atrás, siendo joven, divisé una mañana
Cruzar por la llanura un extraño cortejo:
Jinetes en camellos, cubiertos de ropajes
Cenicientos, que daban un destello de oro.

Venían de los montes, pasados los desiertos,
De los reinos que lindan con el mar y las nieves,
Por eso era su marcha cansada sobre el polvo
Y en sus ojos dormía una pregunta triste.

Eran reyes que el ocio y poder enloquecieron,
En la noche, siguiendo el rumbo de una estrella,
Heraldo de otro reino más rico que los suyos.
Pero vieron la estrella pararse en este llano,

Sobre la choza vieja, albergue de pastores.
Entonces fue refugio dulce entre los caminos
De una mujer y un hombre sin hogar ni dineros:
Un hijo blanco y débil les dio la madrugada.

El grito de las bestias acampando en el llano
Resonó con las voces en extraños idiomas,
Y al entrar en la choza descubrieron los reyes
La miseria del hombre, de que antes no sabían.

Luego, como quien huye, el regreso emprendieron.
También los caminantes pasaron a otras tierras
Con su niño en los brazos. Nada supe de ellos.
Soles y lunas hubo. Joven fui. Viejo soy.

Gentes en el mercado hablaron de los reyes:
Uno muerto al regreso, de su tierra distante;
Otro, perdido el trono, esclavo fue, o mendigo;
Otro a solas viviendo, presa de la tristeza.

Buscaban un dios nuevo, y dicen que le hallaron.
Yo apenas vi a los hombres; jamás he visto dioses.
¿Cómo ha de ver los dioses un pastor ignorante?
Mira el sol desangrado que se pone a lo lejos.


                                           V

                                     EPITAFIO

La delicia, el poder, el pensamiento,
Aquí descansan. Ya la fiebre es ida.
Buscaron la verdad, pero al hallarla
              No creyeron en ella.

Ahora la muerte acuna sus deseos,
Saciándolos al fin. No compadezcas
Su sino, más feliz que el de los dioses
              Sempiternos, arriba.

No hay comentarios: