Gertrudis Gómez de Avellaneda
En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta...
Puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura...
Mas de decir mi malestar profundo,
no halla mi voz, mi pensamiento medio,
y al indagar su origen me confundo.
Pero es un mal terrible, sin remedio,
que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
que seca el corazón... ¡en fin, es tedio!
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