Pere Gimferrer
En "El Día de Córdoba":"Sólo la poesía es únicamente literatura; lo demás tiene otros elementos en juego"
El escritor catalán es uno de los grandes protagonistas del ciclo 'Poetas del mundo en Córdoba', que comienza mañana · Participará en tres lecturas, entre ellas la de clausura, el domingo en el Alcázar
Ángela Alba / Córdoba
Actualizado 13.04.2010
El barcelonés Pere Gimferrer es uno de los poetas españoles más importantes del panorama actual y prueba de ello son los múltiples reconocimientos que ha conseguido con su obra, tanto poética como prosística, entre los que destacan el Premio Nacional de las Letras en 1998, el Anagrama de Ensayo en 1980 y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2000. Además, desde 1985 forma parte de la Real Academia Española. Esta semana participa en Cosmopoética con un recital en Lucena (viernes 16), otro en el contexto de la Feria del Libro (sábado 17) y, finalmente, en la lectura de clausura del encuentro (domingo 18).
-¿Qué opinión tiene sobre festivales como Cosmopoética?
-Depende de cada caso en particular; no los conozco todos. Mi opinión sobre Cosmopoética, en la medida en que lo conozco, es decir, por información y no por experiencia propia, es muy buena, me parece un festival de mucha envergadura.
-¿Cree que es una buena forma de atraer lectores hacia la poesía?
-Es una de las pocas que hay. Con este formato se puede conseguir más público, otra cosa es que ese público pase a leer después de escuchar, lo que es deseable.
-En la actualidad, ¿en qué momento se encuentra la poesía española?
-El diezmo en las generaciones de posguerra se nota, y no digamos ya el hueco de la urgencia del 27. Pero es que no tiene remedio, no pueden estar vivos los del 27, eso no tiene solución. Pero el hecho de que las generaciones de los 40 y los 50 hayan quedado diezmadas se nota porque todavía hoy los que quedan son algunos de los principales poetas españoles. Luego está mi propia generación, de la que creo que no tengo que opinar puesto que pertenezco a ella, y las siguientes son la generación de los 80 y la de los 90, que entre sí se parecen muy poco, lo que es perfectamente normal porque toda generación tiende a parecerse más a la de sus abuelos que a la de sus padres. Las nuevas generaciones han hecho lo que era previsible que hicieran, enlazar más con la mía que con la que les precede. Esto es una maniobra habitual y un reflejo normal en toda generación literaria.
-¿Es más difícil publicar ahora poesía?
-Nunca fue fácil, de hecho mis dos primeros libros me los pagué yo, y no soy el único. Bastante mejor poeta que yo era Rimbaud y se lo pagó su madre. Jamás fue fácil publicar un primer libro para un poeta no conocido, lo que pasa es que luego, con el tiempo, uno llega a tener un público. Baudelaire decía con un poco de exageración y demasiado optimismo que, para un editor, un escritor es una inversión que tarda en amortizarse pero luego produce muy buenos resultados. Los resultados dependen de cada poeta en particular, pero ciertamente es una inversión a largo plazo.
-Dentro de Cosmopoética hay programados varios recitales en institutos. ¿Cree que los planes de estudio deberían prestar más atención a la poesía?
-¿Sólo a la poesía? Yo no tengo ningún hijo ni nieto en edad escolar pero mi impresión es que hay muchas cosas parecidas a la poesía, empezando en primer lugar por la historia de la literatura, de las que apenas saben nada los planes de estudio actuales. Aunque hablo de esto como profano, no hablemos ya de la historia del teatro universal.
-¿Qué autores recomienda?
-En español, y hablando de autores anteriores a la época contemporánea, adoro a Góngora y Rubén Darío. Otra segunda recomendación es que hay que leer poesía en su idioma original, pero para eso hay que aprender idiomas, y ahí los planes de estudio tampoco están muy brillantes.
-En su dilatada carrera, ¿qué cambios ha sufrido su poesía?
-En algunos sentidos he cambiado muchísimas veces de registro. Casi cada libro ha sido distinto al anterior, he cultivado bastantes géneros y he escrito básicamente en dos idiomas -castellano y catalán- pero también en un tercero y un cuarto -francés e italiano-. Frente a esto hay una cosa evidente: aunque haya cambiado mucho de estilo soy el mismo tipo de poeta ahora que en el año 63 porque hay cosas como el uso de las imágenes, el léxico y el mundo imaginístico que en cierto modo serán siempre muy parecidas. En buena parte todo eso procede de Góngora y de Rubén Darío.
-Aunque también se ha dedicado a otros géneros, la mayor parte de sus títulos es de poesía. ¿Qué le proporciona este género?
-La poesía como lector y también cuando la escribo me da algo que no me da ningún otro género -aunque creo que los he cultivado todos-, porque hay una cosa con la que no pueden competir. Sólo la poesía es únicamente literatura; todo lo demás tiene otros elementos en juego. Por ejemplo, cuando uno lee una novela le puede interesar el argumento y lo mismo en una obra de teatro, mientras que en un ensayo el lector se fija en las ideas. Pero en la poesía o te interesa lo literario propiamente dicho -cómo está escrito, el estilo- o no te interesa nada, aun cuando cuente con un argumento.
-¿Prefiere escribir en catalán?
-No particularmente, ahora mismo estoy escribiendo en español. Lo que me gustaría de verdad es saber escribir más en italiano y francés, pero queda un poco raro escribirlo si nadie lo habla a tu alrededor.
-¿Qué proyecto tiene actualmente?
-Más que un proyecto es una realidad. He terminado hace poco un libro de poesía que publicaré el año que viene. El título me lo reservo pero es un solo poema, unitario, dividido en 17 partes, que consta de más de 500 versos y está escrito en seis días, cosa que jamás me había ocurrido con un texto de estas dimensiones. Trata de la poesía, del paso del tiempo, en parte de mi propia vida y de la vida humana en general, de la historia de la literatura y del amor.
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