EL NIVEL DEL MAR SUBE 10 MILÍMETROS AL AÑO
Las islas más paradisiacas del mundo lanzan un SOS para evitar el apocalipsis
Para 65 millones de personas, el apocalipsis podría estar a la vuelta de la esquina, a no más de 50 años vista. Será entonces cuando los océanos engullirán casas y pueblos; hasta países enteros podrían desaparecer bajo las aguas. Esa es la terrible amenaza a la que se enfrentan los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), es decir las islas-estado, si el calentamiento global y la subida del nivel del mar mantienen la progresión actual. Así lo afirma un amplio estudio avalado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“El cambio climático es la cuestión existencial más importante a nivel global, no podemos enterrar la cabeza en la arena con este asunto”, advirtió Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas y presidente de turno de la Comunidad del Caribe (Caricom), durante las celebraciones del Día Mundial del Medioambiente a principios de junio en la isla de Barbados. “Mientras que el nivel del mar sube y gastamos enormes sumas en levantar defensas marinas y en trasladar a la población tierra adentro, las montañas nos castigan con crecientes inundaciones y corrimientos de tierras. Así que, si el mar no te mata o destruye tu casa, los desprendimientos lo harán tierra adentro; y si los desprendimientos no lo consiguen, entonces los climas totalmente atemporales hacen que sea muy difícil prepararse para las repentinas crecidas de los ríos y las inundaciones, que afectan particularmente a las familias más pobres y vulnerables”, prosiguió.
Diez milímetros anuales que causan terror
Así, mientras el nivel del mar sube en todo el mundo una media de 3,2 milímetros cada año, en la isla de Kosrae, perteneciente a los Estados Federados de Micronesia, la tasa alcanza los 10 milímetros. De hecho, el Pacífico Occidental, una región de clima tropical que acoge un buen puñado de islas-estado, experimentó entre 1993 y 2009 un promedio de 12 milímetros anuales en la subida de los mares, cuadruplicando la media mundial.
“Este fenómeno está comportando otras amenazas como la erosión de las costas, la acidificación de los océanos, la subida de la temperatura del agua y el daño a las infraestructuras debido a los fenómenos naturales extremos. Eso sin contar con el impacto negativo sobre la pesca, ya hoy un desafío en comunidades muy humildes cuya dieta básica depende de la pesca y los alimentos marinos”, asevera el informe de Naciones Unidas.
Un pescador en la pequeña isla-estado de Nauru, cercana a Australia (Reuters).
“Estamos muy atentos a cualquier cambio en el clima”, indica a El Confidencial Richard Boyce, responsable de la única planta potabilizadora que hay en Barbados y que abastece a sus 280.000 habitantes. “Hemos empezado a introducir cambios en nuestros sistemas para detectar fugas y guardar la mayor cantidad de lluvia posible. Este punto es clave, ya que cada vez las lluvias son más cortas y más intensas, lo que nos obliga a mejorar nuestra eficiencia para almacenarla”, prosigue.
Por su parte, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas denuncia el escaso apoyo de la comunidad internacional hacia las islas-estado. “Necesitamos mucho dinero para adaptarnos y mitigar los efectos del cambio climático. Y las promesas de financiación de la comunidad internacional continúan sonando falsas, porque nunca se traducen en entrega de recursos.Nosotros no tenemos el peso de los países industrializados o de las economías emergentes, pero todavía nos queda nuestra voz para alzarla”, arenga Gonsalves.
Los que no han contaminado pagarán por el resto
“Pero las consecuencias no son sólo para las islas, sino que ya son globales.El coste que, por ejemplo, deberá afrontar África en los próximos 10 a 20 años para adaptarse al cambio climático está ya en el rango de los 20.000 a 30.000 millones de dólares. Un dinero que no se va a gastar en mejorar los servicios de sanidad o en infraestructuras, sino sólo en mantener lo que ya tienen. Los fondos que va a tener que gastar el Caribe en los próximos 15 años también alcanzan ya varios miles de millones de dólares. Ese es el desafío al que nos enfrentamos”, prosigue Steiner. El informe del PNUMA cifra en 187.000 millones de dólares lo que tendrán que gastar las humildes economías del Caribe para el año 2080.
Abaka Bay, localizada en la costa oeste de Ile-a-Vache, donde viven 14.000 personas (Reuters).
En las costas de Barbados, los pescadores no saben qué es el cambio climático. Pero a la pregunta de si han experimentado en los últimos tiempos más sequías y encuentran más problemas para pescar, se les enciende el rostro. “Yo vivo de las langostas y los moluscos, y cada vez tengo que llegar más profundo para conseguir una buena pesca”, cuenta a este diario Paul, quien aparenta una edad más propia del retiro que de estar cada día de sol a sol buscando un sustento. “También estamos perdiendo muchos arrecifes de coral”, prosigue. Según Naciones Unidas, la pérdida global de arrecifes en las dos últimas décadas alcanza los 34 millones de hectáreas, con un coste equivalente a los 11,9 billones de dólares que afectan principalmente a las islas-estado. En el Caribe, el 100% de los arrecifes han sido afectados en algún grado por el desgaste debido al aumento de la temperatura del agua. En 2030, hasta el 90% de los arrecifes caribeños estará en peligro, y en 2050 lo estarán todos sin excepción.
“Estos países están haciendo una transición forzada hacia las nuevas tecnologías y las energías renovables para salvar sus economías, basadas en el turismo y los recursos marinos”, señala Steiner. “Actualmente hay más de 50 países que empiezan a proyectar una transición hacia una economía verde como una oportunidad de inversión, tecnología y desarrollo. Incluso puede contribuir a crear empleos y reducir las tasas de paro de muchos países, además de reducir la vulnerabilidad de sus economías al cambio climático”. Les guste o no, no les queda otro remedio que dar un paso al frente.
En estos paradisíacos rincones del mundo, el precio de la energía (el 90% de ella es importada) y de los bienes de consumo más básicos es hasta un 500% más caro que en Estados Unidos y Europa. Hasta el 70% de la población en las islas del Pacífico ni siquiera tiene acceso a la electricidad. Por eso, el desafío en estas pequeñas naciones no es tener la voluntad, sino obtener la financiación y la solidaridad internacional. Los acuerdos entre Gobiernos y el sector privado, incentivado a base de subsidios y exenciones fiscales, parecen la única solución al panorama apocalíptico que pronostican los expertos.
Las 52 islas-estado celebrarán en septiembre una cumbre en Samoa para tratar de tejer alianzas y reunir la suficiente fuerza para alzar su voz en los foros internacionales, poco dispuestos hasta el momento a escuchar sus gritos de auxilio.
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