Leopoldo Lugones
Oye, Amada, la noche. Qué serena
la luna se levanta
sobre la mar y sobre tu hermosura.
La noche canta.
Oye, Amada, la fuente. En lo profundo
de la calma sonora,
con música más dulce que ese canto,
la fuente llora.
Oye, amada, el silencio. Qué reposo
de pasión, de congoja y de batalla.
Reina la perfección sobre los lirios.
La dicha calla.
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