martes, 17 de noviembre de 2015

CINE. Crítica de "Sicario", de Denis Villeneuve

   En "El Día de Córdoba":
CRÍTICA DE CINE

Estremecedor descenso al infierno del narcoterrorismo

CARLOS COLÓN | ACTUALIZADO 16.11.2015 
zoom
Emily Blunt interpreta a una prometedora agente del FBI.
SICARIO 

Acción, Estados Unidos, 2015, 121 min. Dirección: Denis Villeneuve. Guión: Taylor Sheridan. Fotografía:Roger Deakins. Música: Jóhann Jóhannsson.Intérpretes: Emily Blunt, Benicio Del Toro, Josh Brolin, Victor Garber,Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, Maximiliano Hernández. Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.


Los primeros diez minutos ponen los nervios de punta. Durante el asalto a una guarida de narcos mexicanos en Arizona se descubren una treintena de cadáveres putrefactos tapiados tras los muros. ¿Qué se oculta tras esta House of horrors, como la llama la prensa? Una de los poderosos cárteles que operan desde la caótica y letal Ciudad Juárez. Para luchar contra él una prometedora agente del FBI (Emily Blunt) es reclutada para formar parte de una unidad de élite mandada por dos experimentados y nada tranquilizadores personajes (Benicio del Toro y Josh Brolin). La agente se verá involucrada en una lucha fronteriza en dos sentidos: se mueve entre los Estados Unidos y México y entre la ley y el delito, traspasando en ambos casos las fronteras. "Nada tendrá sentido ante tus ojos americanos y dudarás de todo lo que hagamos, pero al final comprenderás", le dice Benicio del Toro. 

Esta contradicción ha sido muchas veces abordada por el cine negro. El personaje del policía que se va inmiscuyendo en la guerra sucia contra el crimen, usando los medios de los delincuentes que combate para vencerlos, es un clásico del género. Desde el principio hasta el brutal y desolador final el canadiense Denis Villeneuve -autor de las magníficas Incendies y Prisioneros-mantiene una tensión casi insoportable. No sólo por la violencia, nunca gratuita, sino por el sufrimiento que esta siempre conlleva. La subtrama de la familia del policía mexicano -sobre todo el personaje del hijo- es fundamental en este sentido. Las escenas que no contienen violencia son las peores, porque la presienten. Bajo la presión de la crueldad o la tensión constante de su presentimiento van aflorando preguntas terribles a lo largo de la película. ¿Bastan las leyes para luchar contra los narcos? ¿Es posible defender sólo con ellas a sus cientos de víctimas? ¿Jugar limpio en esta guerra sucia no provoca más víctimas inocentes porque siempre ganarán los brutales narcos desatando una crueldad inimaginable? ¿Es preciso asumir el mal para combatirlo? ¿Y entonces, qué nos diferencia de él? Justo en la mitad de la película, como si fuera el fiel de la balanza, Emily Blunt se lo pregunta mientras contempla fotografías de las víctimas de los narcos tiroteadas, descuartizadas, decapitadas y colgadas por los pies de los puentes de las autopistas… No se trata ya sólo de la guerra sucia, sino del caos: cuando Colombia mandaba en el narcotráfico había alguien con quien negociar, además de contra el que luchar. Ahora, con los narcos mexicanos, se ha pasado de una guerra reglamentada al narcoterrorismo. 

La dirección fotográfica del genial y veterano maestro inglés Roger Deakins -director de la fotografía de todas las películas de los Coen desde 1991 y autor de la fotografía de Kundum,Cadena perpetuaPena de muerteEn el valle de ElahEl asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford o La duda-, que ya había trabajado con Villeneuve en Prisioneros, es la pieza clave para la definición de la película desde el amenazador uso de la oscuridad de los túneles de la droga hasta la desoladora aridez del desierto: dos realidades igualmente letales y terroríficas. Las tomas aéreas del desierto añaden una espectacularidad llena de significación dramática y las de Ciudad Juárez otra espectacularidad no menos desolada: la de las ciudades caóticas que parecen representar en su estructura la corrupción y la violencia que las oprime. 

El gesto indiferentemente despiadado y distante de Josh Brolin y la mirada muerta de Benicio del Toro definen con contundencia visual a sus personajes tanto como la mirada transparente y el gesto cauteloso de Emily Blunt define al suyo. Por eso son grandes interpretaciones puramente cinematográficas. Una gran película tan inteligente y tan tensa como la extraordinaria banda sonora de Jóhann Jóhannsson. Ambas, película y música, nos arrastran a un infierno del que querríamos apartar la mirada. Pero Villeneuve no lo permite en dos horas de metraje que pasan en un larguísimo instante.

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