Firmado por Peggy Klaus, aquí está el texto completo:
Aunque las mujeres han recorrido un largo camino en lo que respecta a la eliminación de barreras en los lugares de trabajo, uno de los últimos obstáculos que quedan es el modo en que se tratan mutuamente. En vez de ayudarse unas a otras a avanzar en su carrera, a veces las desbaratan, por ejemplo, limitando su acceso a reuniones y comités importantes; reteniendo información, tareas y ascensos; o bloqueándoles el paso a mentores y superiores.
Y si una es mujer y da la casualidad de que tiene una compañera de trabajo que es una abusona, hay que tener cuidado. Un estudio reciente realizado por el Workplace Bullying Insitute, que examinaba los comportamientos en la oficina, descubrió que las acosadoras laborales tienen como objetivo otras mujeres más del 70% de las veces.Los acosadores, en cambio, tienden a ser torturadores con igualdad de oportunidades en lo referente al sexo de sus víctimas.
A pesar de todo el dinero que se gasta en conferencias sobre liderazgo femenino, uno se vería en apuros para encontrar un taller sobre mujeres que maltratan a otras mujeres en el trabajo. La enseñanza de habilidades profesionales no basta si, para empezar, las mujeres desconocen una de las razones más importantes para que se celebren este tipo de actos: aprender a valorarse unas a otras de modo que todas puedan salir adelante.
Abundan las teorías acerca de por qué las mujeres se desacreditan mutuamente en el trabajo. Probablemente la más popular sea la excusa de la escasez: la idea de que hay muy pocos puestos en la cima, de modo que las mujeres en niveles más altos no están dispuestas a ayudar a las colegas que podrían llegar a sustituirlas. Otra es la que se puede definir como la “Teoría de salir adelante sin ayuda”, que reza así: “Si yo tuve que salir adelante por mis propios medios sin nadie que me ayudase, ¿por qué tendría que ayudarte a ti? ¡Apáñatelas tú sola!”.
Algunos sostienen que no es que las mujeres estén unas contra otras, sino que no quieren que se las acuse de mostrar favoritismo hacia otras féminas.Otros alegan que las mujeres se maltratan entre sí porque son demasiado emocionales y a veces, rencorosas. Otros afirman que, aunque las mujeres compiten con bastante habilidad en las canchas de deporte y en las aulas, aún no han aprendido a competir en la oficina de una manera sana. Por ejemplo, los hombres suelen enfrentarse a sus sentimientos de envidia y celos con humor y cumplidos que muestran mano izquierda: “Voy a patearte el culo con los objetivos de ventas este mes”. Este tipo de broma no es tan aceptable socialmente para las mujeres.
Esperar que todas las mujeres se apoyen mutuamente o que den trato preferente a cualquier mujer es una perspectiva igual de inviable. Si el mundo realmente quiere eliminar uno de los últimos obstáculos que quedan para la igualdad entre los sexos y el éxito profesional, empecemos por tratarnos unas a otras no mejor ni peor, sino simplemente igual que tratamos a los chicos; o mejor aún, del modo en que queremos que traten a nuestras sobrinas, hijas, nietas y hermanas.
Y si una es mujer y da la casualidad de que tiene una compañera de trabajo que es una abusona, hay que tener cuidado. Un estudio reciente realizado por el Workplace Bullying Insitute, que examinaba los comportamientos en la oficina, descubrió que las acosadoras laborales tienen como objetivo otras mujeres más del 70% de las veces.Los acosadores, en cambio, tienden a ser torturadores con igualdad de oportunidades en lo referente al sexo de sus víctimas.
A pesar de todo el dinero que se gasta en conferencias sobre liderazgo femenino, uno se vería en apuros para encontrar un taller sobre mujeres que maltratan a otras mujeres en el trabajo. La enseñanza de habilidades profesionales no basta si, para empezar, las mujeres desconocen una de las razones más importantes para que se celebren este tipo de actos: aprender a valorarse unas a otras de modo que todas puedan salir adelante.
Abundan las teorías acerca de por qué las mujeres se desacreditan mutuamente en el trabajo. Probablemente la más popular sea la excusa de la escasez: la idea de que hay muy pocos puestos en la cima, de modo que las mujeres en niveles más altos no están dispuestas a ayudar a las colegas que podrían llegar a sustituirlas. Otra es la que se puede definir como la “Teoría de salir adelante sin ayuda”, que reza así: “Si yo tuve que salir adelante por mis propios medios sin nadie que me ayudase, ¿por qué tendría que ayudarte a ti? ¡Apáñatelas tú sola!”.
Algunos sostienen que no es que las mujeres estén unas contra otras, sino que no quieren que se las acuse de mostrar favoritismo hacia otras féminas.Otros alegan que las mujeres se maltratan entre sí porque son demasiado emocionales y a veces, rencorosas. Otros afirman que, aunque las mujeres compiten con bastante habilidad en las canchas de deporte y en las aulas, aún no han aprendido a competir en la oficina de una manera sana. Por ejemplo, los hombres suelen enfrentarse a sus sentimientos de envidia y celos con humor y cumplidos que muestran mano izquierda: “Voy a patearte el culo con los objetivos de ventas este mes”. Este tipo de broma no es tan aceptable socialmente para las mujeres.
Esperar que todas las mujeres se apoyen mutuamente o que den trato preferente a cualquier mujer es una perspectiva igual de inviable. Si el mundo realmente quiere eliminar uno de los últimos obstáculos que quedan para la igualdad entre los sexos y el éxito profesional, empecemos por tratarnos unas a otras no mejor ni peor, sino simplemente igual que tratamos a los chicos; o mejor aún, del modo en que queremos que traten a nuestras sobrinas, hijas, nietas y hermanas.
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