Tras el marcado protagonismo de los guiones adaptados en las candidaturas de los Premios Goya que se concederán este domingo subyace la eterna -y muy espinosa- cuestión del trasvase entre la literatura y el cine. El salto del libro a la película constituye un camino lleno de trampas, en el que el guionista se enfrenta irremediablemente a la cuestión: ¿dónde acaba la fidelidad y dónde empieza la interpretación? O, de otra forma, ¿tiene el autor la última palabra?
(Fragmento del reportaje).
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