Una de las versiones más tradicionales del sentido de la filosofía es que se trata de una preparación para la muerte. Este planteamiento de tanatorio comienza en el Fedón y queda precisado definitivamente por Cicerón, mientras que Montaigne se hace eco de él en sus primeros ensayos y después se va distanciando con cierta ironía. No tanta desde luego como la de Madame du Deffand: "¿Aprender a bien morir? ¡Qué capricho! Yo a todo el mundo le he visto hacerlo a la primera y perfectamente...".
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(Pintura de William S. Schwartz)
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