Ernesto Cardenal
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Soy una caricatura de hombre,
el desprecio del pueblo.
Se burlan de mí en todos los periódicos.
Me rodean los tanques blindados,
estoy apuntado por las ametralladoras
y cercado de alambradas,
las alambradas electrizadas.
Todo el día me pasan lista
Me tatuaron un número.
Me han fotografiado entre las alambradas
y se pueden contar como en una radiografía todos mis huesos.
Me han quitado toda identificación.
Me han llevado desnudo a la cámara de gas
y se repartieron mis ropas y mis zapatos.
Grito pidiendo morfina y nadie me oye
grito con la camisa de fuerza
grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales
en la sala de enfermos incurables
en el ala de enfermos contagiosos
en el asilo de ancianos
agonizo bañado de sudor en la clínica del psiquiatra
me ahogo en la cámara de oxígeno
lloro en la estación de policía
en el patio del presidio
en la cámara de torturas
en el orfelinato
estoy contaminado de radioactividad
y nadie se me acerca para no contagiarse.
Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo
Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo
Los pobres tendrán un banquete
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta
El pueblo nuevo que va a nacer.
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