Gabriela Mistral
Ponme una ropa oscura,
la ropa de labor;
trátame con dulzura,
como si fuera una flor.
Verás, cuando oigas locas
historias infantiles,
que charladoras bocas
son mis hojas sutiles.
Mi saber es liviano,
mi saber es profundo.
Niño, me das la mano
y yo te muestro el mundo.
Yo te presento un hada
y te charlo del sol,
de la rosa encarnada,
prima del arrebol;
de la patria gloriosa,
de las almas de luz,
de la vida armoniosa
del maestro Jesús.
Mis hojitas nevadas
piden solo un favor:
de tus manos rosadas
un poquito de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario