Aquí, la entrevista.
Y unos poemas de su libro:
FIDELIDAD
A los veinte años, en Montevideo, escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en la pantalla blanca y negra de la Rai
junto a la mujer que amaba
y me emocionaba
A los cuarenta años escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en el reproductor de cassettes
junto a la mujer que amaba,
en Estocolmo,
y me emocionaba
A los sesenta años, escucho a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en Youtube, junto a la mujer a la que amo,
ciudad de Barcelona
y me emociono
Luego dicen que no soy una persona fiel.
A los veinte años, en Montevideo, escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en la pantalla blanca y negra de la Rai
junto a la mujer que amaba
y me emocionaba
A los cuarenta años escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en el reproductor de cassettes
junto a la mujer que amaba,
en Estocolmo,
y me emocionaba
A los sesenta años, escucho a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en Youtube, junto a la mujer a la que amo,
ciudad de Barcelona
y me emociono
Luego dicen que no soy una persona fiel.
PARA QUÉ SIRVE LA LECTURA
Me llaman de una editorial
y me piden que escriba
cinco folios sobre la necesidad de la lectura
No pagan muy bien
¿quién podría pagar bien por un tema así?
pero de todos modos
necesito el dinero
así que enciendo el ordenador y me pongo a pensar
sobre la necesidad de la lectura
pero no se me ocurre nada
es algo que seguramente sabía cuando era joven
y leía sin parar
leía en la Biblioteca Nacional
y en las bibliotecas públicas
leía en las cafeterías
y en la consulta del dentista
leía en el autobús y en el metro
siempre andaba mirando libros
y me pasaba las tardes en las librerías de usados
hasta quedarme sin un duro en el bolsillo
tenía que volver a pie a casa
por haberme comprado un Saroyan o una Virginia Woolf
Entonces los libros parecían la cosa más importante de la vida
fundamental
y no tenía zapatos nuevos
pero no me faltaba un Faulkner o un Onetti
una Katherine Mansfield o una Juana de Ibarbourou
ahora la gente joven está en las discotecas
no en las bibliotecas
yo me hice una buena colección de libros
ocupaban toda la casa
había libros en todas partes
menos en el retrete
que es el lugar donde están los libros
de la gente que no lee
a veces tenía que seguirle durante mucho tiempo
las huellas a un libro que había salido en México
o en París
una larga pesquisa hasta conseguirlo
No todos valían la pena
es verdad
pero pocas veces me equivoqué
tuve mis Pavese mis Salinger mis Sartre mis Heidegger
mis Saroyan mis Michaux mis Camus mis Baudelaire
mis Neruda mis Vallejo mis Huidobro
para no hablar de los Cortázar o de los Borges
siempre andaba con papelitos en los bolsillos
con los libros que quería leer y no encontraba
por allí andaban los Pedro Salinas y los Ambrose Bierce
la infame turba de Dante
pero ahora no sabía decir para qué maldita cosa
servía haber leído todo eso
más que para saber que la vida es triste
cosa que hubiera podido saber sin necesidad de leerlos
Cuando habían pasado cinco horas yo todavía no había escrito
una sola línea
así que me puse a escribir este poema
Llamé a los de la editorial
y les dije creo que para lo único que sirve
la lectura
es para escribir poemas
no puedo decirles más que eso
entonces me dijeron que un poema no servía,
que necesitaban otra cosa.
y me piden que escriba
cinco folios sobre la necesidad de la lectura
No pagan muy bien
¿quién podría pagar bien por un tema así?
pero de todos modos
necesito el dinero
así que enciendo el ordenador y me pongo a pensar
sobre la necesidad de la lectura
pero no se me ocurre nada
es algo que seguramente sabía cuando era joven
y leía sin parar
leía en la Biblioteca Nacional
y en las bibliotecas públicas
leía en las cafeterías
y en la consulta del dentista
leía en el autobús y en el metro
siempre andaba mirando libros
y me pasaba las tardes en las librerías de usados
hasta quedarme sin un duro en el bolsillo
tenía que volver a pie a casa
por haberme comprado un Saroyan o una Virginia Woolf
Entonces los libros parecían la cosa más importante de la vida
fundamental
y no tenía zapatos nuevos
pero no me faltaba un Faulkner o un Onetti
una Katherine Mansfield o una Juana de Ibarbourou
ahora la gente joven está en las discotecas
no en las bibliotecas
yo me hice una buena colección de libros
ocupaban toda la casa
había libros en todas partes
menos en el retrete
que es el lugar donde están los libros
de la gente que no lee
a veces tenía que seguirle durante mucho tiempo
las huellas a un libro que había salido en México
o en París
una larga pesquisa hasta conseguirlo
No todos valían la pena
es verdad
pero pocas veces me equivoqué
tuve mis Pavese mis Salinger mis Sartre mis Heidegger
mis Saroyan mis Michaux mis Camus mis Baudelaire
mis Neruda mis Vallejo mis Huidobro
para no hablar de los Cortázar o de los Borges
siempre andaba con papelitos en los bolsillos
con los libros que quería leer y no encontraba
por allí andaban los Pedro Salinas y los Ambrose Bierce
la infame turba de Dante
pero ahora no sabía decir para qué maldita cosa
servía haber leído todo eso
más que para saber que la vida es triste
cosa que hubiera podido saber sin necesidad de leerlos
Cuando habían pasado cinco horas yo todavía no había escrito
una sola línea
así que me puse a escribir este poema
Llamé a los de la editorial
y les dije creo que para lo único que sirve
la lectura
es para escribir poemas
no puedo decirles más que eso
entonces me dijeron que un poema no servía,
que necesitaban otra cosa.
HOSPITAL DE SANT PAU
En la repleta sala de urgencias
sin un maldito box individual
ni un retrete
ni un médico decente
no apagaban la luz por la noche
de modo que no había manera de dormir
Un enfermero
para cuarenta o cincuenta
parapléjicos dementes cardíacos
pancreáticos o atropellados como yo
la morfina me había aliviado los dolores
pero la luz blanca y los gemidos
no me dejaban dormir
A las tres de la mañana
era el recambio: un enfermero calvo
cincuentón de bata blanca
que sabía poner distancia
entre él y los gemidos
entre él y las demandas
cada noche venía a cambiarme el suero
y la morfina
¿Qué tal, cómo está?
me preguntaba
pero yo sabía que le daba lo mismo como estuviera
Una noche le dije con complicidad
“Esta es la verdad de la vida
el dolor la enfermedad la muerte”
No –me dijo. Es el lado oscuro.
Cuando salgo de aquí
me olvido de todo esto.
No sé por qué, pensé que vivía solo
tenía un novio joven
un muchacho con chupa y botas
de cuero negro
y les gustaba el sexo duro.
A mí me gusta blando.
En la repleta sala de urgencias
sin un maldito box individual
ni un retrete
ni un médico decente
no apagaban la luz por la noche
de modo que no había manera de dormir
Un enfermero
para cuarenta o cincuenta
parapléjicos dementes cardíacos
pancreáticos o atropellados como yo
la morfina me había aliviado los dolores
pero la luz blanca y los gemidos
no me dejaban dormir
A las tres de la mañana
era el recambio: un enfermero calvo
cincuentón de bata blanca
que sabía poner distancia
entre él y los gemidos
entre él y las demandas
cada noche venía a cambiarme el suero
y la morfina
¿Qué tal, cómo está?
me preguntaba
pero yo sabía que le daba lo mismo como estuviera
Una noche le dije con complicidad
“Esta es la verdad de la vida
el dolor la enfermedad la muerte”
No –me dijo. Es el lado oscuro.
Cuando salgo de aquí
me olvido de todo esto.
No sé por qué, pensé que vivía solo
tenía un novio joven
un muchacho con chupa y botas
de cuero negro
y les gustaba el sexo duro.
A mí me gusta blando.
FORMAR UNA FAMILIA
Aquella mujer me gustaba mucho
pero me propuso que formáramos una familia
ella ya tenía un hijo
de su primer marido
tenía padre madre hermanos y primos
Otra familia me parecía una redundancia
¿Para qué quieres otra familia? –le contesté
¿Para que vea cómo tu hijo no baja la tapa
del retrete por miedo oculto a la castración
y cómo tu hermana no cierra la puerta del baño
para no perderse nada de lo que ocurre en el salón?
¿Esa es tu idea de una familia?
Aquella mujer me gustaba mucho
pero me propuso que formáramos una familia
ella ya tenía un hijo
de su primer marido
tenía padre madre hermanos y primos
Otra familia me parecía una redundancia
¿Para qué quieres otra familia? –le contesté
¿Para que vea cómo tu hijo no baja la tapa
del retrete por miedo oculto a la castración
y cómo tu hermana no cierra la puerta del baño
para no perderse nada de lo que ocurre en el salón?
¿Esa es tu idea de una familia?
-me preguntó.
No, además tenía otras ideas:
gente con la cual yo no me tomaría un café
si no mediara un parentesco
gente que discute por dinero
propiedades cuentas bancarias
gente que no se habla por un asunto
de reparto de sillas o de sofás
y que se reúnen una vez al año
-por Navidad-
sin tener ganas
y se pasan la noche anterior
y el veinticinco de diciembre
comiendo y bebiendo
y haciendo mucho ruido.
¿Tú que haces por Navidad? –me preguntó, entonces.
Busco una emisora de música clásica
-le dije-
y juego a la playstation.
No, además tenía otras ideas:
gente con la cual yo no me tomaría un café
si no mediara un parentesco
gente que discute por dinero
propiedades cuentas bancarias
gente que no se habla por un asunto
de reparto de sillas o de sofás
y que se reúnen una vez al año
-por Navidad-
sin tener ganas
y se pasan la noche anterior
y el veinticinco de diciembre
comiendo y bebiendo
y haciendo mucho ruido.
¿Tú que haces por Navidad? –me preguntó, entonces.
Busco una emisora de música clásica
-le dije-
y juego a la playstation.
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