miércoles, 13 de enero de 2010

PRENSA. NOTICIAS CULTURALES CÓRDOBA. ENTREVISTA a Jaime Brihuega, comisario de la exposición "Después de la alambrada"


En "El Día de Córdoba":

"El análisis estético del exilio español aún se encuentra en fase incipiente"


El experto destaca los rasgos singulares que presenta el fenómeno de los expatriados españoles tras la Guerra Civil · Casi 200 obras de medio centenar de artistas componen la muestra, visitable hasta febrero.

Alfredo Asensi

Después de comisariar en los últimos años las magnas exposiciones sobre Julio Romero de Torres y Mateo Inurria, Jaime Brihuega ha vuelto a Córdoba con motivo de un notable proyecto expositivo. Se trata de Después de la alambrada, una retrospectiva del arte del exilio español inaugurada el pasado mes en la Sala de Exposiciones Museísticas CajaSur y el Palacio de la Merced, donde permanecerá hasta el 14 de febrero.
-¿Qué aporta Después de la alambrada al análisis y el conocimiento del arte español del exilio?
-Ante todo, supone la primera mirada global sobre el arte del exilio español, que se extendió desde la estepa rusa hasta las heladas tierras de la Patagonia argentina. Además, es la primera muestra que no se limita al homenaje emotivo o a la mera recuperación documental, sino que plantea las bases para una reflexión sobre los rasgos que articulan la poética visual del exilio. O, mejor, las poéticas visuales.
-¿Qué rasgos unificadores se observan en la amplia gama de artistas y estilos que conforman la exposición?
-Los hay, lo que pasa es que son muchos y diversos: poética miserable en la mirada sobre los campos de concentración, giro melancólico escorado hacia estéticas de resonancia metafísica, asesinato de la belleza como ajuste de cuentas, realismo como acto de contrición y renuncia a lo especulativo-individual, asimilación de los nuevos elementos estéticos suministrados por las tierras de acogida, transmigración y trasplante de formas que habían tenido vigencia en el periodo republicano... Son constantes que se repiten incluso en contextos geográfico-culturales diversos. También hay artistas que se resisten a metamorfosear sus lenguajes visuales y otros, en cambio, que alcanzan su etapa de madurez durante ese exilio, entablando relaciones con un imaginario artístico completamente actualizado.
-¿De qué manera influyen las características sociológicas y el ambiente artístico de los países de acogida en la evolución de las trayectorias de los artistas exiliados?
-Son determinantes. La Unión Soviética a la que va Alberto está en pleno ejercicio de un realismo socialista al que el escultor toledano se adhiere de manera militante (aunque, paradójicamente, es cuando realiza un realismo de vanguardia de cuño objetivista que no había practicado en España). México tiene una infraestructura cultural potentísima y una pujanza arrolladora en el compromiso político del arte a través del muralismo y las estéticas indigenistas. Buenos Aires es también un contexto cultural muy evolucionado. Y no digamos, cada una a su manera, ciudades como París y Nueva York. Así pues, el transterrado, con su memoria a cuestas, se enfrenta a realidades muy diversas con las que ha de establecer una intensa relación dialéctica.
-El exilio español tras la Guerra Civil ha generado numerosos estudios afrontados desde distintas perspectivas, pero ¿queda mucho por analizar y descubrir sobre el arte del exilio?
-Lo vamos conociendo mucho mejor. Pero este campo del análisis estético aún se encuentra en fase incipiente. También hay muchos artistas que reclaman una recuperación monográfica de lo realizado en la fase de su exilio: Elvira Gascón, Climent, Manuela Ballester, Fernández Balbuena, García Narezo... Precisamente, los que más sorprenden en esta exposición.
-La exposición queda delimitada cronológicamente entre 1939 y 1960. Pero desde este año quedan tres lustros hasta la muerte de Franco y el inicio de la Transición, que abre la puerta al regreso de los exiliados. ¿Sería posible y resultaría pertinente una ampliación del proyecto Después de la alambrada que tuviera en cuenta este periodo de 15 años? En tal caso, ¿qué rasgos aflorarían de similitud y diferencia respecto al arte del periodo 1939-1960?
-Me he detenido en 1960, precisamente, porque es el momento en que se hacen visibles las grandes transformaciones artísticas que ya se han producido en España y en el panorama internacional. También cuando se incorpora a la escena artística una segunda generación artística cuyos miembros eran demasiado jóvenes, casi niños, al terminar la guerra. Por supuesto que cabría desarrollar el proyecto a que usted hace referencia. Pero sería sobre unos presupuestos metodológicos muy distintos. En el catálogo de la exposición, Cabañas, que es uno de los mejores especialistas sobre el exilio mexicano, habla explícitamente de esa segunda generación de artistas del exilio.
-¿Cabe establecer correspondencias entre el arte de los exiliados españoles tras la Guerra Civil y el de los artistas de otros países europeos que en el siglo XX huyeron de sus patrias por motivos políticos o raciales y tuvieron que abrirse paso en países extranjeros?
-Tan sólo en lo que se refiere al trauma de alienación que siempre supone el exilio y a la necesidad de un diálogo con las nuevas coordenadas del arte en las tierras de acogida. El caso español es muy concreto. Fue el de una guerra perdida seguida de una traición de los Estados Unidos y de las democracias occidentales, que apoyaron a Franco como muralla frente al avance del pensamiento y la práctica política de la izquierda. Por otra parte, el equipaje estético que portaban los exiliados republicanos era muy señalado, ya que procedía de un momento de suma esperanza, en el que España se había puesto, por primera vez, casi al unísono con el panorama internacional en lo que a la modernización artística se refiere. Lo que se había yugulado era mucho. También, al principio, era muy grande la esperanza de recuperarlo. Vencidos el nazismo y el fascismo italiano, repito, los intereses de la guerra fría consagraron el franquismo. Ello tuvo efectos demoledores sobre nuestro exilio.

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