viernes, 30 de marzo de 2012

POESÍA. "El secreto". José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo

El secreto

Has entrado en la noche
por el costado de la soledad.
A ella le cuentas que sales con ellos,
a ellos que con ella.
Encaminas el viejo cuatrolatas
hasta cierto lugar deshabitado de la ciudad.
Has hecho entrar un cuerpo,
habéis encendido un pitillo mientras
buscas un encierro entre las sombras.
Silencias su voz cuando quiere hablarte,
con un gesto decides
modelo de pasión.
Has entrado en un cuerpo
por el costado de la soledad.
Te has sentido bien durante un instante
pero lo callas,
aunque no consigues reprimir
una caricia en el vidrio empañado.
Tras cerrar la portezuela te deja
una estela de perfume innoble
que aspiras con deleite: lo quieres como símbolo
para cuando abrase la claridad
de la mañana.

PRENSA. Viñeta de Forges

   En "El País" (10 febrero 2012):

POESÍA. "Pieza ligera". José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo

Pieza ligera

Una estación sin nadie en los andenes,
Un banco en la avenida y nadie cerca,
Un almacén abandonado,
El tope de una vía muerta,
Un autobús vacío,
Un jardín solitario,
Un tren sin luces,
La madrugada,
Un hueco.
Yo.

PRENSA CULTURAL. Entrevista al poeta Félix Grande

Félix Grande

   En "El Día de Córdoba":
"Entre todas las músicas, para mí la más consoladora ha sido el flamenco"
   El Premio Nacional de las Letras presenta en Córdoba 'Libro de familia', una obra en la que muestra su agradecimiento a su familia y a la música a través de la poesía.

Ángela Alba / Córdoba
 29.03.2012

    Félix Grande (Mérida, 1937) regresa a la poesía con Libro de familia (Visor), una obra en la que muestra su agradecimiento a su familia -real o apócrifa- y a la música, en particular al flamenco, por haberle "acompañado durante tantos años". El Premio Nacional de Poesía y Nacional de las Letras presentó ayer este poemario en Córdoba en el marco del ciclo 'Letras capitales'.

   -¿Qué propone en Libro de familia?
   -Yo no le propongo a nadie que vaya adonde no quiera ir, es a mí a quien propongo algo en ese libro. Me propongo mirar a toda mi familia con una gratitud muy adecuada a mi edad. Y mi familia no es sólo mi familia de sangre, es el flamenco y toda la historia del flamenco, la música representada en este libro por Johann Sebastian Bach; Antonio Machado, uno de mis abuelos apócrifos; Pablo Iglesias, otro de mis abuelos; César Vallejo, el poeta de lengua española tal vez más escalofriante... Pues estos son los protagonistas de mi libro junto con mi mujer, mi hija y mis padres. Y lo que propongo para mí es no irme de la vida sin haberles agradecido desde el fondo de la conciencia el hecho de que me hayan acompañado durante tantos años.

   -¿Es este libro un resumen de su vida?
   -No diría que es un testamento. Es un resumen de las emociones más profundas, de la gratitud más profunda que soy capaz de sentir en estos años de mi vejez.

   -En este libro muestra la importancia que el flamenco ha tenido en su vida. ¿Qué le ha dado este arte?
   -Yo me asomé al maravilloso palacio del flamenco cuando era niño viendo charlar sobre él a mi padre y a mi abuelo. Desde entonces me ha dado la capacidad de comprobar que la música es uno de los acontecimientos inventados por la conciencia de nuestra especie para resguardarnos del frío, del desconsuelo, del miedo. Yo creo que la música en general es como era la hoguera de nuestros antepasados, un suceso ante el que las tribus remotas acercaban las manos para quitarse el frío y el miedo. Creo que tanto el lenguaje como la música, que quizás sea el más profundo de los lenguajes humanos, sirven para eso. Y en consecuencia es bueno que uno se pare un momento a lo largo de su vida y les agradezca tanto a las palabras como a la música todo ese caudal de consuelo, de plenitud, y entre todas las músicas posiblemente para mí la más consoladora ha sido el flamenco.

   -Ha estado más de 30 años sin publicar poesía. ¿Por qué decidió tomarse ese tiempo?
   -No me lo he tomado yo. Durante estos años he escrito un libro detrás de otro, no sólo porque era mi deber como escritor, sino porque siempre soy muy feliz escribiendo, aunque nunca soy tan feliz como cuando escribo poemas. ¿Por qué no he escrito durante tantos años? No lo sé, tal vez no me haya merecido la visita de la palabra poética, tal vez me he distraído demasiado, tal vez ocurre que la poesía, que es un pendón, se ha ido con otros y con otras o con todo el mundo... Y de pronto ha llegado a mi casa hace poco tiempo. Me di cuenta de que llegaba, de que se había venido a vivir conmigo un tiempo, entre otras cosas porque cuando la vi cerré por dentro para que no se fuera hasta que no tuviéramos un hijo, que ha sido este libro. Llevaba mucho tiempo sin esta fiesta misteriosa que es abrazarse con las palabras.

   -¿Por qué ha elegido este momento para publicar este libro de agradecimiento?
   -No lo sé, no lo he elegido yo. En el fondo de la conciencia, del océano de las emociones, se forman leyes y todo lo que hace uno, el portador de esa conciencia, es obedecer a esas leyes. Yo no me he sentado a decir que es el momento en que tengo que agradecerle al flamenco todo lo que le debo, aparte que llevo agradeciéndoselo medio siglo. A lo mejor ha sido de una manera inconsciente o preconsciente por el conocimiento de que estoy en el final de la vida, y esto lo digo con total naturalidad, sin ninguna exasperación, y pareciera como que éste es el momento en el que las emociones dicen: mira de cara a quienes te han ayudado a vivir con plenitud, intensidad y con consuelo y agradéceselo.

PRENSA CULTURAL. "Una obra monumental en cinco pequeños volúmenes". La obra de Shakespeare

Shakespeare

   En "El País":
Una obra monumental en cinco pequeños volúmenes
   Los escritos completos de Shakespeare se publican en formato de bolsillo y con traducciones contemporáneas al castellano.

Silvia Hernando 28 MAR 2012
 
   La monumental obra de uno de los gigantes de la literatura universal ha sido por fin compilada y comprimida en su versión en castellano para caber en un espacio reducido de la estantería. La editorial Mondadori, a través de su catálogo DeBolsillo, publica las obras completas de William Shakespeare en cinco volúmenes que recogen, además, “algunas de las mejores traducciones hechas en la segunda mitad del siglo XX, a ambos lados del Atlántico”, según explica Andreu Jaume, editor de Random House Mondadori y el responsable de la selección de textos en español, de varias decenas de autores diferentes, latinoamericanos y españoles.
   Otra demostración de que el catálogo de Shakespeare vive en la permanente ebullición solo reservada a los clásicos llega de la mano de Libros del Zorro Rojo, editorial que presenta una nueva versión de Macbeth. Con la traducción de Ángel-Luis Pujante, en ella se recupera un prólogo de Jorge Luis Borges. El texto luce además las ilustraciones del italiano Ferenc Pintér.
   “El proyecto surge de la trayectoria de sellos históricos de la casa: a pesar de tener a muchos escritores clásicos, jamás habíamos hecho nada de Shakespeare, algo que es imperdonable en una colección así”, cuenta Jaume Bonfill, editor de Mondadori, sobre la iniciativa de bolsillo. De proyecto, la colección de los escritos del cisne de Avon ha pasado en menos de un año a edición “solvente y asequible”, añade Andreu Jaume. A un precio de 19,95 euros, el primer volumen, dedicado a las comedias, verá la luz en España y América Latina en abril; el segundo, de las tragedias, lo hará en junio; los dramas históricos, en septiembre; los romances, en noviembre y, finalmente, la poesía en 2013.
   La división de los textos en cinco grandes apartados proviene, según explica Jaume, de la tradición surgida a finales del siglo XIX: “En la Edición príncipe del siglo XVII la recopilación era de comedias, tragedias y dramas históricos. A partir del siglo XIX se añaden los romances, que son la obra final de Shakespeare y que no son ni comedias, ni tragedias ni tragicomedias: son una especie de alegorías. A eso se añade un quinto volumen con la poesía”. Ese tomo final -la única edición bilingüe de la colección-, contiene además algunos poemas que hasta ahora no habían sido traducidos.
 
   Traducción literaria, que no literal
   Aunque ya se había intentado agrupar la obra de Shakespeare en castellano, esta es la primera vez que se presenta con traducciones en las que se traslada el verso de los originales, a diferencia de versiones históricas y de referencia como las de Guillermo McPherson o Luis Astrana Marín, realizadas en los siglos XIX y principios del XX respectivamente. “En otras lenguas hay costumbre de traducir respetando la prosa y el verso, pero aquí no. La idea matriz es realizar una edición para el siglo XXI”, indica Andreu.
   A la imaginable dificultad de traspasar el inglés del XVI al castellano contemporáneo, se suma en la empresa de traducir a Shakespeare la problemática de captar y plasmar sus cualidades literarias, plenas de detalles, ambigüedades y juegos. “Si traducir a un clásico es un reto, hacerlo en verso lo es más aún”, apunta el escritor Victor Obiols, que mudó al castellano la comedia The taming of the shrew, popularmente conocida como La fierecilla domada, aunque titulada en su versión La doma de la fiera. “Quise cambiar el título porque la traducción permite una variedad de interpretaciones, y además, quería huir del título comercial de la película de Franco Zeffirelli de 1966”, asegura.
   Si ocuparse del título es de por sí una tarea ingente, ¿cómo se afronta la traducción de una obra completa? “Además de conocer el inglés, el traductor de Shakespeare debe tener oído poético y, además, osadía”, señala el escritor Vicente Molina, de quien se incluyen tres traducciones en la colección: las de Hamlet, El mercader de Venecia y El Rey Lear. “Yo me pasé un año entero leyendo a Shakespeare”, relata sobre sus tiempos como profesor en la Universidad de Oxford. “Y si ya leer a Shakespeare da la medida de su grandeza como autor, traducir su obra es algo privilegiado”.
   Por norma general, en las partes versificadas, Shakespeare se valió del pentámetro yámbico o verso blanco en inglés, esto es, un verso sin rima. “En español yo lo traduje por alejandrinos, heptasílabos…” cuenta Obiols. A ese esfuerzo creativo por preservar el ritmo y la musicalidad, se añade el deber de mantenerse fiel al sentido primero pretendido por el autor. “A veces la fidelidad se entiende como literalidad, pero la literalidad a veces traiciona: en ocasiones, el sentido descansa en el sonido más que en la literalidad”, apuntilla Jaume.
   En la práctica, señala Obiols, “al traducir en verso o recortas o amplías. Hay que tener imaginación y capacidad para crear efectos análogos, y yo traté de reflejar eso en el verso”. En el caso de Molina, la traslación ocurrió de manera similar: “En la rima no sigo la medida, sino que hago verso libre”, detalla. “Aunque algunas traducciones anteriores en prosa, como las de Astrana Marín, fueron realizadas con altura, en cierta manera renunciaban al espíritu de una época que ya ha pasado: había que modernizar las traducciones de Shakespeare, y para ello había que darles una sonoridad tan impactante como la del original”.

PRENSA. "La política de la intimidación punitiva", por Enrique Gil Calvo

Enrique Gil Calvo

   En "El País":
La política de la intimidación punitiva
   Los Presupuestos de Rajoy pretenden salvarnos a costa de condenarnos por nuestro propio bien.

Enrique Gil Calvo 29 MAR 2012

   Este título es un homenaje a Michael Oakeshott, el filósofo conservador que rompió con los tories tras el giro neoliberal adoptado por Thatcher, pues su testamento intelectual publicado póstumamente, aunque escrito 50 años antes, se titulaba La política de la fe y la política del escepticismo. Y parafraseando su opúsculo, podríamos decir que la retórica contemporánea del poder fluctúa entre la política de la esperanza, típicamente progresista, y la política del temor, más propia del pensamiento conservador. La política de la esperanza nos ilusiona con la oferta de promesas estimulantes mientras que la del temor esgrime riesgos y amenazas por venir. Y esta ambivalencia se da en las dos orillas del espectro ideológico: la socialdemocracia ha pasado de ofrecer más y mejores derechos sociales a alarmar a los asalariados con el próximo derrumbe del Estado de bienestar, mientras que los neoliberales han dejado de tentar a las clases medias con burbujas especulativas para pasar a atemorizarlas con el miedo al desclasamiento social.
   Aquí me voy a centrar en la política del temor, de larga tradición en la retórica del poder, para sugerir que estaríamos asistiendo a un giro copernicano en su metodología argumental. Según creo advertir, hemos pasado de la vieja política xenófoba, típica del populismo sectario, a la nueva política de la intimidación, que está ocupando su lugar en la actualidad. El populismo lucha por el poder (y lo ejerce) mediante la siembra del miedo y el odio a los otros (a los extraños, al adversario), según la matriz originaria del nazismo hitleriano. De ahí que podamos definir su retórica sectaria como política de la fobia. Mientras que el conservadurismo actual, ejemplificado por la canciller Merkel, gobierna mediante lo que denominaré política del amedrentamiento, empleada para imponer la austeridad fiscal como terapia contra la crisis. Y esta otra política intimidatoria ya no se basa en infundir el miedo a los otros como presuntos culpables sino en despertar el temor a nosotros mismos. Veamos esquemáticamente sus contrapuestas estrategias políticas.
   La retórica populista de la fobia se funda (como frame o marco de encuadre) en la dialéctica del amigo y el enemigo de Carl Schmitt. Su objetivo principal es dividir al demos (la comunidad política) generando hostilidad y antagonismo para provocar la confrontación polarizada entre nosotros y ellos. Y sus objetivos derivados son dobles. Respecto a nosotros, se busca enardecer y movilizar a las clases populares para poder cohesionar la fidelidad electoral de las propias bases sociales. Y respecto a ellos, se trata de aislar a los adversarios reprimiendo la disidencia y excluyendo a las minorías. En cuanto al método, la política de la fobia se basa en la invención de algún enemigo del pueblo al que poder culpar de todos los males reales o imaginarios. Puede ser cualquier enemigo exterior, como imagina el nacionalismo populista, pero también un enemigo interior, ya sean agentes infiltrados o castas parásitas e impopulares, tanto si son castas impuras (los parias, los inmigrantes) como corruptas (la banca, la oligarquía). Finalmente, la política de la fobia exige la persecución y castigo selectivo de los enemigos designados como culpables, a fin de sacrificarlos como chivos expiatorios. Y buenos ejemplos recientes de esta retórica son la imputación a los PIGS en Europa y al PSOE en España como presuntos culpables de la crisis.
   En cambio, la retórica del amedrentamiento utiliza como encuadre el marco del padre estricto de George Lakoff (popularizado en su libro No pienses en un elefante), aunque quizá deberíamos llamarlo en nuestro caso el frame de la matriarca punitiva, si tenemos en cuenta que en Europa continental lo está imponiendo Angela Merkel. Su objetivo principal es unificar al demos para igualarlo borrando sus diferencias de clase, identidad o status, buscando generar así un consenso unánime o al menos mayoritario que pueda traducirse en apoyo electoral al poder. Así se genera una espiral del silencio que permite desmovilizar, inhibir y acallar a todos por igual, imponiéndoles una estricta disciplina simbólica capaz de dominarlos moralmente. Y todo ello con objeto de obtener de buen grado su conformista consentimiento por unanimidad.
   Y su método parte de la invención de algún pecado común que actúe a modo de caída original (“todos somos culpables de haber vivido por encima de nuestras posibilidades”), distribuyendo por igual la responsabilidad por los males que sufre la comunidad. Es el caso del síndrome de la deuda soberana (tanto pública como privada) a la que se erige en causa última de nuestras desgracias. Y esta presunta culpa colectiva constituye una amenaza de tal magnitud que condena a todas las clases (tanto medias como asalariadas) a sufrir un merecido desclasamiento social, con pérdida del paraíso prometido por la movilidad ascendente. De ahí la exigencia de sacrificio y penitencia generalizada como única forma de expiar las culpas colectivas en busca de redención moral. De esto se encarga la política de austeridad punitiva dictada por el poder, que no hace más que reforzar aún más el castigo indiscriminado en forma de pobreza, desigualdad y desclasamiento general, de modo que parezca que en el pecado se lleva la penitencia. Y un ejemplo de este círculo vicioso lo tenemos en los Presupuestos de Rajoy, que pretenden salvarnos a costa de condenarnos por nuestro propio bien.
   Por supuesto, estas dos estrategias retóricas, la de la fobia y la del amedrentamiento, que representan las dos caras de la política del miedo, no son incompatibles entre sí. Por el contrario, suelen esgrimirse con ambivalencia, bien alternándolas sucesivamente o bien aplicándolas de forma simultánea, la una con mano izquierda y la otra con la diestra, de modo que se complementen y equilibren entre sí. Así, la política de la fobia se usa para culpar y castigar selectivamente a ciertos enemigos designados: como los inmigrantes, los griegos o los sindicatos. Mientras que la política de la intimidación se usa para culpar y castigar indiscriminadamente a todos por igual mediante la política de la austeridad punitiva, buscando de este modo el consentimiento unánime: mal de muchos consuelo de todos. Y eso de acuerdo al refrán rescatado por Toni Domènech para esta infausta ocasión: “Lo poco espanta, lo mucho amansa”. Pues el sacrificio expiatorio de los griegos, espanto de unos pocos, representa una lección ejemplar que amansará a muchos más, a fin de obtener lo que realmente se pretende: el sometimiento general. Una sumisión que la derecha española está lejos de lograr, visto el resultado electoral del domingo y la huelga general de hoy mismo: lejos de amansarse, nuestras clases populares parecen dispuestas a resistir.

   Enrique Gil Calvo es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

miércoles, 28 de marzo de 2012

POESÍA. "Pinturas 3". José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo

Pintura

            3

Un zumbido distante de turbinas
impregna el aire húmedo. Las aguas
bajan por el canal sin chapoteo,
prietas, desheredadas. Oscurece.

Las farolas se gustan a sí mismas
contra los muros de ladrillo imberbe
en la fábrica. Humea tras la tapia,
con sus cristales rotos canta el odio.

Los amantes se abrazan y contemplan
desde la barandilla del paseo
otra noche que nadie puede ver.

Dicen frases que oyen en canciones,
por ti la eterna juventud del mundo,
cosas así en las que creemos todos.

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (20 febrero 2012):

PRENSA. Viñeta de Erlich

   En "El País" (7 marzo 2012):

PRENSA. "¿Escasez? ¿Qué escasez?", por Moisés Naím

Moisés Naím

   En "El País":
¿Escasez? ¿Qué escasez?
   En el caso del tráfico y venta de armas la indiferencia tiene consecuencias letales.

Moisés Naím 24 MAR 2012

   ¿Qué es lo que nunca falta? ¿Qué es lo que siempre parece haber en abundancia aun en los lugares más pobres o más remotos del mundo?
   Armas.
   ¿Cuándo fue la última vez que supimos que una guerra, una insurgencia o un movimiento guerrillero cesó o amainó porque a una de las partes en el conflicto se le acabaron las balas?
   Nunca.
   Donde hay guerra siempre aparece el dinero, y donde hay dinero siempre aparecen las armas. Y no aparecen solo en las guerras y donde hay dinero. Las armas también abundan en los lugares más miserables del planeta. En los centros urbanos donde reinan la escasez y la carestía, donde los bebés no tienen leche, los jóvenes no tienen libros y donde el hambre es una experiencia cotidiana, lo que nunca falta son las armas. Pistolas y revólveres, fusiles y metralletas, lanzagranadas y demás armas portátiles son trágicamente comunes en los barrios pobres del mundo.
   También abundan en rincones donde no hay sino hambre, sed y muerte. En los pueblos y ciudades de Sudán o Yemen, en la selva de Colombia o en Sri Lanka, en las montañas del Congo, Afganistán o Chechenia falta de todo. Pero no armas. Armas que, cada año, causan 500.000 muertes.
   El Small Arms Survey es una iniciativa del Centro de Estudios Internacionales de Ginebra que se especializa en el análisis de los mercados y las consecuencias del comercio internacional de las armas portátiles. Los investigadores del Survey estiman que hay 875 millones de esta clase de armas en circulación en todo el mundo, producidos por más de 1.000 empresas en más de 100 países, que participan en un mercado que mueve 7.000 millones de dólares al año. Los expertos están de acuerdo en que el principal obstáculo para reducir los estragos producidos por la proliferación de armas portátiles es la falta de información. El anonimato en la fabricación, compra y venta de las armas y el secreto en el destino, las cantidades y el tipo de armas que se comercializan hace más difícil la puesta en marcha de políticas públicas que puedan mitigar el problema, y lastran los esfuerzos internacionales necesarios para enfrentar una amenaza que no respeta las fronteras nacionales. Con el fin de la guerra fría y la aceleración de la globalización se intensificaron dos tendencias que complican aun más el trasiego de armas portátiles y el acceso a la información: la proliferación y la privatización.
   Hoy hay más proveedores y compradores que antes y, crecientemente, ni vendedores ni compradores son los gobiernos o sus fuerzas armadas, sino clientes “privados” como insurgentes, guerrilleros, terroristas y bandas criminales.
   El incremento de la oferta de armas es notable: antes, las empresas que fabricaban armas portátiles apenas alcanzaban varios centenares. Hoy son más de mil, y la cifra va en aumento. Antes, estaban radicadas en un número relativamente pequeño de países. Hoy están por todas partes. Antes eran apéndices de los gobiernos, aunque formalmente fuesen empresas privadas. Ahora, el control gubernamental o militar de la producción de armas se ha debilitado y hay empresas transnacionales que en la práctica operan de manera muy independiente de los gobiernos. Debido a ello, los compradores de armas portátiles actualmente cuentan con más proveedores que nunca para abastecerse.
   Y del lado de la demanda también pasa lo mismo: el número de clientes y su apetito por las armas portátiles va en aumento. Paradójicamente, esto ocurre al mismo tiempo que las guerras entre países han disminuido (desde los años noventa, los conflictos armados entre naciones han declinado aceleradamente). Pero lo contrario ocurre con los conflictos dentro de los países, y hemos visto cómo han aumentado las guerras civiles, las insurgencias los enfrentamientos armados entre facciones políticas. La primavera árabe, por ejemplo, ha producido un shock de demanda en el mercado de armas portátiles. En Siria, antes de la crisis, un fusil Kaláshnikov (el AK-47) se podía conseguir por 1.200 dólares en el mercado negro; ahora cuestan más de 2.100 dólares.
   Todo esto no quiere decir que los gobiernos y sus militares no sigan siendo los protagonistas fundamentales en el mercado internacional de armas portátiles. Estados Unidos y Europa son los principales productores y exportadores. Pero, paradójicamente, también, son los gobiernos de estos países quienes más esfuerzos están haciendo por contener el boom mundial de este tipo de armamento. Estamos acostumbrados a la hipocresía en las relaciones internacionales. A veces su única consecuencia son aburridos discursos que no tienen mayores efectos. Pero en el caso de la indolencia de la comunidad internacional con respecto a la proliferación de armas portátiles, y de los países y empresas que se lucran con ellas, la indiferencia y la hipocresía tienen consecuencias letales.

   Sígame en twitter @moisesnaim

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (21 marzo 2012):

PRENSA. "Neuromoda. La estética del cerebro", reportaje

   En "SModa", de "El País":




PRENSA. "Picaresca", por Rosa Montero

Rosa Montero

   En "El País":
Picaresca

Rosa Montero 27 MAR 2012

   Que una de las mayores aportaciones de España a la cultura universal haya sido la invención de la Picaresca, es algo que no sé si me congratula o me espeluzna. Quiero decir que esas cosas dejan huella. De hecho, la palabra pícaro sigue teniendo connotaciones positivas. Nos parece alguien listo, simpático, admirable por su manera de saltarse la Ley y de engañar al prójimo para sacar provecho. Y es verdad que en esto de aprovecharnos de los demás somos los mejores. No hace falta ni que entre en vigor la reforma laboral para que a los empresarios españoles se les ocurran verdaderas virguerías picaronas. Por ejemplo: conozco a un chico que hace un mes fue contratado por una empresa de limpieza. A la semana le dijeron que firmara un alucinante documento de cese voluntario, sin fecha, para poderlo despedir cuando quisieran. Como se negó a firmar, lo echaron en el acto.
   Lo del autodespido es bastante creativo, pero hay picardías mayores. Un lector me cuenta el caso de una mujer de 60 años en paro a la que sólo le quedan cuatro meses de subsidio. En sus condiciones, acepta todos los trabajos que le ofrecen. Pero en los tres últimos la han contratado un lunes y la han despedido el viernes. Al lunes siguiente se apunta de nuevo en el paro, pero el fin de semana no se lo paga nadie. Y estamos hablando de economías críticas: esta mujer cobra 20 euros al día de subsidio, y si trabaja sólo cinco días, y gasta 6 euros de transporte al día, esa basura de empleo semanal le cuesta dinero. Sí, en España hay gente que vive con esa miseria y que depende de esos miserables que te despiden los viernes. De esos pícaros tan listos que luego dicen que los parados son unos vagos que rechazan los trabajos.

martes, 27 de marzo de 2012

POESÍA. "Pinturas 2". José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo

Pinturas

              2

Un friso de bombillas desdentado
sobre el espejo donde se contempla
una, la silla en que se sienta otra
para calzarse los botines negros,

la mesa en la que una estira y plancha
el maillot con la mano, los claveles
que ha puesto otra en un jarrón de plástico
junto al caos de tubos y pinturas.

En la pared, carteles del estreno
e instantáneas donde las coristas
sonríen con la pierna levantada.

Es lo que quedará en el camerino
de madrugada, cuando un ventanuco
cuele la indiferente luz del día.

PRENSA CULTURAL. Antonio Tabucchi, en el recuerdo. "Por el dolor de llamar", por Enrique Vila-Matas

Antonio Tabucchi

   En "El País":
Por el dolor de llamar

Enrique Vila-Matas 26 MAR 2012

   ¿Qué diablos hemos venido a hacer aquí? Creo tener una ligera idea de lo que respondería Tabucchi. Admiro en él su imaginación y también su capacidad para investigar en la realidad y terminar llegando a una realidad paralela, más profunda, esa realidad que a veces acompaña a la visible. Recuerdo que le gustaba Drummond de Andrade, que veía el misterio del más allá como si fuera solo un viejo palacio helado. Pienso en esto, mientras toco en el portón del tiempo perdido y veo que nadie responde. Vuelvo a tocar, y de nuevo la sensación de que golpeo en vano.
   La casa del tiempo perdido está cubierta de hiedra por un lado, y de cenizas por el otro. Casa donde nadie vive, y yo aquí golpeando y llamando por el dolor de llamar y no ser escuchado. Nada tan cierto como que el tiempo perdido no existe, solo el caserón vacío y condenado. Y el viejo palacio helado. Llegó a casa hace siete días un mensaje de Tabucchi, en respuesta a unos recuerdos que inventé sobre Porto Pim: "Me hablas de una época remota, de cuando existían los cachalotes. Época de antes del diluvio, y sin embargo vivida. Qué raro, querido amigo". Es verdad, qué extraño. Hoy Porto Pim –hiedra y cenizas en el lugar donde nadie vive- es también un paisaje del tiempo perdido.
   Junto al inventor de recuerdos y el hacedor de ficciones había un Tabucchi comprometido con la realidad, un escritor que entendía que Berlusconi había creado un mundo ficticio gracias a su imperio televisivo y mediático y que los italianos habían terminado por caer en una especie de Show de Truman del que no saldrían en años, por mucho que Berlusconi se hubiera ya largado. No había que olvidar, decía, que el show había producido leyes muy concretas y un pavoroso régimen. Y menos aún olvidar las responsabilidades de quienes habían sido condescendientes con tan grotesco espectáculo.
   Tabucchi tuvo que huir cuando aquel espectáculo italiano infame afectó ya seriamente a su vida. Se marchó a Lisboa, y allí a veces escribía sobre la isla de Corvo y sobre la lejanía. Yo he escrito toda la vida sobre Dama de Porto Pim, libro de cabecera y artefacto literario que en ocasiones contemplo como si fuera un Moby Dick en miniatura. Sus menos de cien páginas componen un buen ejemplo de libro de frontera, de artilugio compuesto de cuentos breves, fragmentos de memorias, diarios de traslados metafísicos, notas personales, biografía y suicidio de Antero de Quental, astillas de una historia cazada en la cubierta de un barco, mapas, bibliografía, abstrusos textos legales, canciones de amor: elementos a primera vista enemistados entre sí y, sobre todo, con la literatura, transformados por una firme voluntad literaria en ficción pura. Un libro memorable, como tantos otros suyos: Réquiem, Nocturno hindú, Pequeños equívocos sin importancia, Sostiene Pereira, Se está haciendo cada vez más tarde.
   En cuanto a Corvo, se trata de la isla más remota de las Azores. Solo se puede llegar a ella en barco. Nunca olvidaré el día en que desembarcó allí Tabucchi y vio a un hombre que tenía un molino de viento para triturar el grano y que le preguntó estupefacto: "Señor, ¿qué es lo que ha venido a hacer a esta isla?". A Corvo se va por ir, supe luego que pensó Tabucchi, a quien le habría gustado ser uno de los portugueses que llegaron en el siglo XV por primera vez a las Azores y encontraron un paraíso. Era aquella una época sin duda remota y en la que aún existían los cachalotes. Época que se ve hoy, con profundo dolor, ya tan lejana, y sin embargo, por raro que parezca, verdaderamente vivida.

PRENSA. Viñeta de Erlich

   En "El País" (22 marzo 2012):

PRENSA. "Muñecas adolescentes: el espejo de las niñas", reportaje

   En "SModa", de "El País":


lunes, 26 de marzo de 2012

POESÍA. "Pinturas 1", de José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo
Pinturas

             1

La muchacha de ojos claros busca
encender el candil frente a las sombras.
Presiente ya el desorden de la noche
en la pereza de la luz gastada.

Toma la vela con la mano izquierda
y dirige la llama hacia la mecha.
Un arco con arenas parpadea
y destierra lo oscuro a los rincones.

Recupera la aguja, su dedal
y los trapos que arrumba en el regazo
para zurcir los antiguos remiendos.

El canto de los pájaros se ahoga
tras la ventana abierta hacia el verano.
Aunque llegara, no hablaría el tiempo.

LITERATURA. Antonio Tabucchi, en el recuerdo. Primeras páginas de "Sostiene Pereira"

Antonio Tabucchi

   Antonio Tabucchi murió ayer a los 68 años.
   Este es el comienzo de Sostiene Pereira, su novela más conocida:

   Sostiene Pereira que le conoció un día de verano.
Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo su ventana, y un azul, un azul nunca visto, sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte. ¿Por qué? Eso, a Pereira, le resulta imposible decirlo. Sería porque su padre, cuando él era pequeño, tenía una agencia de pompas fúnebres que se llamaba Pereira La Dolorosa, sería porque su mujer había muerto de tisis unos años antes, sería porque él estaba gordo, sufría del corazón y tenía la presión alta, y el médico le había dicho que de seguir así no duraría mucho, pero el hecho es que Pereira se puso a pensar en la muerte, sostiene. Y por casualidad, por pura casualidad, se puso a hojear una revista. Era una revista literaria pero que tenía una sección de filosofía. Una revista de vanguardia quizá, de eso Pereira no está seguro, pero que contaba con muchos colaboradores católicos. Y Pereira era católico, o al menos en aquel momento se sentía católico, un buen católico, pero en una cosa no conseguía creer, en la resurrección de la carne. En el alma, sí, claro, porque estaba seguro de poseer un alma, pero toda su carne, aquella chicha que circundaba su alma, pues bien, eso no, eso no volvería a renacer, y además ¿para qué?, se preguntaba Pereira. Todo aquel sebo que le acompañaba cotidianamente, el sudor, el jadeo al subir las escaleras, ¿para qué iban a renacer? No, no quería nada de aquello en la otra vida, para toda la eternidad, Pereira, y no quería creer en la resurrección de la carne. Así que se puso a hojear aquella revista, con indolencia, porque se estaba aburriendo, sostiene, y encontró un artículo que decía: "La siguiente reflexión acerca de la muerte procede de una tesina leída el mes pasado en la Universidad de Lisboa. Su autor es Francesco Monteiro Rossi, que se ha licenciado en filosofía con las más altas calificaciones; se trata únicamente de un fragmento de su ensayo, aunque quizá colabore nuevamente en el futuro con nosotros",
   Sostiene Pereira que al principio se puso a leer distraídamente el artículo, que no tenía título, después maquinalmente volvió hacia atrás y copió un trozo. ¿Por qué lo hizo? Eso Pereira no está en condiciones de decirlo. Tal vez porque aquella revista de vanguardia católica le contrariaba, tal vez porque aquel día se sentía harto de vanguardias y de catolicismos, aunque él fuera profundamente católico, o tal vez porque en aquel momento, en aquel verano refulgente sobre Lisboa, con toda aquella mole que soportaba encima, detestaba la idea de la resurrección de la carne, pero el caso es que se puso a copiar el artículo, quizá para poder tirar la revista a la papelera.
   Sostiene que no lo copió todo, copió sólo algunas líneas, que son las siguientes y que puede aportar a la documentación: "La relación que caracteriza de una manera más profunda y general el sentido de nuestro ser es la que une la vida con la muerte, porque la limitación de nuestra existencia por la muerte es decisiva para la comprensión y la valoración de la vida".  Después cogió una guía telefónica y dijo para sí: Rossi, qué nombre más extraño, más de un Rossi no puede venir en la guía, sostiene que marcó un número, porque de aquel número se acuerda bien, y al otro lado oyó una voz que decía: ¿Diga? Oiga, dijo Pereira, le llamo del Lisboa. Y la voz dijo: ¿Sí? Verá, sostiene haber dicho Pereira, el Lisboa es un periódico de aquí, de Lisboa, sale desde hace unos meses, no sé si usted lo conoce, somos apolíticos e independientes, pero creemos en el alma, quiero decir que somos de tendencia católica, y quisiera hablar con el señor Monteiro Rossi. Pereira sostiene que al otro lado de la línea hubo un momento de silencio y después la voz dijo que Monteiro Rossi era él y que en realidad no es que pensara demasiado en el alma. Pereira permaneció a su vez algunos segundos en silencio, porque le parecía extraño, sostiene, que una persona que había escrito reflexiones tan profundas sobre la muerte no pensara en el alma. Y por lo tanto pensó que había un equívoco, e inmediatamente la idea le llevó a la resurrección de la carne, que era una fijación suya, y dijo que había leído un artículo de Monteiro Rossi acerca de la muerte, y después dijo que tampoco él, Pereira, creía en la resurrección de la carne, si era eso lo que el señor Monteiro Rossi quería decir. En resumen, Pereira se hizo un lío, sostiene, y eso le irritó, le irritó principalmente consigo mismo, porque se había tomado la molestia de telefonear a un desconocido y de hablarle de cosas tan delicadas, o mejor dicho tan íntimas, como el alma o la resurrección de la carne. Pereira se arrepintió, sostiene, y por un instante pensó en colgar el auricular, pero después, quién sabe por qué, halló fuerzas para continuar, de modo que dijo que él era el señor Pereira, que dirigía la página cultural del Lisboa y que, en efecto, por ahora el Lisboa era un periódico de la tarde, en fin, un periódico que naturalmente no podía competir con los demás periódicos de la capital, pero que estaba seguro de que tenía futuro, como se vería antes o después, y que era cierto que por ahora el Lisboa se ocupaba sobre todo de noticias propias de la prensa del corazón, pero bueno, ahora se habían decidido a publicar una página cultural que salía el sábado y la redacción no estaba completa todavía y por eso tenían necesidad de personal, de un colaborador externo que se ocupara de una sección fija.

PRENSA. "La mecánica del genocidio", por Tzvetan Todorov

Tzevetan Todorov
   En "El País":
La mecánica del genocidio
   El régimen político más inhumano es el que decide qué es lo que le conviene al individuo y se lo impone a todos.

Tzvetan Todorov 25 MAR 2012
 
   Las grandes matanzas del siglo XX han suscitado un enorme volumen de publicaciones en las que se relatan historias individuales, en su inmensa mayoría las de las víctimas y los supervivientes. Los libros como Desde aquella oscuridad, en el que la periodista Gitta Sereny refleja sus entrevistas detalladas con Franz Stangl, el antiguo responsable de Treblinka, son excepción. Y todavía más infrecuente, e incluso imposible, es encontrar documentales que nos muestren a los autores de esos crímenes de masas comprometidos con la búsqueda de la verdad. Pero su interés salta a la vista. Oír hablar a las víctimas es desgarrador, provoca emoción y compasión, pero no nos enseña nada: las víctimas no son las responsables de esos hechos, sino quienes han sufrido, impotentes, la voluntad de otros. Si queremos comprender los desastres pasados, condición previa indispensable para cualquier intento de impedir que se repitan, lo que debemos hacer es acudir a quienes cometieron esos actos: ¿por qué hicieron esas cosas? ¿Cuál es el mecanismo que engendra el horror? ¿Cómo puede convertirse un hombre corriente en un verdugo de masas? Por desgracia, los individuos que podrían hacerse estas preguntas y buscar respuesta sin hacer concesiones son escasos; en su mayoría, no se consideran culpables en absoluto y concentran sus esfuerzos en buscarse excusas.
   En 2009 se celebró en la capital de Camboya un proceso al régimen de los jmeres rojos por los crímenes cometidos durante su periodo en el poder. En el banquillo de los acusados, una sola persona de apellido Duch, antiguo director de un centro de torturas y exterminio, denominado S 21. El juicio, el primero de su tipo en aquel país, fue excepcional, entre otras cosas, por el hecho de que los archivos del centro están perfectamente conservados y, por tanto, permiten reconstituir de forma minuciosa su funcionamiento. Pero fue extraordinario también por la personalidad del procesado, que en ningún momento trató de eludir sus responsabilidades, sino que se reconoció culpable de un crimen abominable del que dijo arrepentirse amargamente y, a continuación, se comprometió a cooperar activamente con el tribunal.
   A todos estos elementos, ya sustanciosos, se añade otro más muy positivo: el juicio originó varios libros de gran calidad, redactados por testigos que aclaran diversos aspectos de él, y, cosa aún menos frecuente, un documental sobre Duch. Su director, Rithy Panh, con el deseo de comprender más que conmover, se sumerge en el espíritu del verdugo y tiene el valor, o la prudencia, de no enmarcar el discurso de su personaje en el suyo de autor, sino de enfrentar directamente al espectador con el hombre que confiesa y analiza sus crímenes. El resultado es sobrecogedor.
   Estos libros y este film permiten, ante todo, reconstruir el contexto en el que actuaban los jmeres rojos, una guerra civil (1970-1975) que causó 600.000 muertes, un país que padecía los bombardeos estadounidenses (cayeron en él casi cuatro veces más bombas que sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial), el ansia de libertad y justicia que engendró toda aquella violencia. Los testimonios relatan el proceso inexorable que se inició con la victoria de los comunistas en 1975 y prosiguió hasta 1979. La represión tuvo tres fases. Al principio, ejecutaron a todos los antiguos enemigos, pero también a los “desviados”: locos, discapacitados, leprosos. A continuación, expulsaron de las ciudades a todos los que no pertenecían a las nuevas clases privilegiadas de obreros y campesinos, es decir, los enseñantes, empleados, comerciantes, propietarios, y los enviaron a cavar canales y construir diques, con el argumento de que, para merecer formar parte del pueblo, necesitaban reeducarse. Un año después comenzó la tercera fase, la persecución de los “enemigos interiores”, una purga permanente que afectó a los propios revolucionarios y acabó con todos los sospechosos en prisiones especiales, como la que dirigía Duch, en las que los torturaban para que revelasen los nombres de sus “cómplices” y luego los ejecutaban. La vida de un enemigo no valía nada, y tampoco las de las personas más próximas a él: esposa, hijos, padres, amigos, colegas. Los presos eran “bolsas de sangre”: les sacaban toda la que tenían -con lo que morían de inmediato- y les practicaban una vivisección “para estudiar su anatomía”. Se calcula que el número de víctimas de aquellos cuatro años asciende a 1.700.000, aproximadamente el 20% de la población.
   Antes de asumir su compromiso político, Duch era un personaje corriente, atento a los demás, aplicado en su trabajo, inteligente. Durante su periodo de jmer rojo, cometió crímenes extraordinarios y supervisó las torturas y ejecuciones de al menos 12.500 personas. Su paso de una cosa a otra se explica, más que por su pasado personal, por su relación con la historia colectiva: en este caso, no se trata de un monstruo individual. La fuerza que impulsó el régimen fue la ideología comunista llevada al paroxismo y sostenida por el ejército, que no se ha visto sometido a ningún proceso porque el tribunal solo juzga a individuos. Los dirigentes de los jmeres rojos se remitían a Marx, Lenin y Mao, a los comunistas franceses, país en el que varios de ellos habían estudiado. El objetivo era crear un hombre nuevo y una sociedad nueva, de manera que había que comenzar por destruir todo lo que existía. Privar a la persona de su familia, su casa, su profesión, incluso darle un nombre nuevo. La alternativa que se ofrecía a la población era adoptar la nueva fe con entusiasmo o someterse a ella por miedo al sufrimiento. La presión era tal que nadie podía superarla. Pero las reacciones fueron distintas: unos se negaron (y aceptaron morir), mientras que otros se sometieron (y aceptaron matar). En varias cárceles especiales, como la que dirigía Duch, se torturaba a los “sospechosos” para que revelasen los nombres de sus “cómplices” y luego se les ejecutaba de forma sistemática. Las “confesiones” extraídas a las víctimas permitían mantener la ficción de las conspiraciones, que debían servir para explicar los fallos económicos y justificar la dictadura, convertida en un fin en sí misma.
   ¿Cuál es el régimen político más inhumano?, se pregunta Rithy Panh, y responde: el que decide qué es lo que le conviene al individuo y se lo impone a todos.
 
   Tzvetan Todorov es semiólogo, filósofo e historiador de origen búlgaro y nacionalidad francesa.
   Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Prensa. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (23 marzo 2012):

viernes, 23 de marzo de 2012

POESÍA. "De quien muere sin elegía". José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960)

José Ángel Cilleruelo

De quien muere sin elegía

Te habré mirado, torpe desperdicio
canino en la cuneta, muerte acaso
también como la nuestra, sin quererlo,
con la ciega visión de quien conduce.

Con los altivos ojos de quien piensa
habré hablado, porque hablar distingue
del que ladra, a la amiga que ha visto
la misma sangre, vísceras y broza.

¿Qué tontería habré contado luego
para endulzar algo la imagen ingrata?
La carretera, sin embargo, sigue.

Suena la radio. Alguien nos adelanta.
En el hostal donde almorzamos nada
queda del perro. Ni de quien lo vio.

PRENSA. "Sobre los altos bajos fondos", por Félix de Azúa

Félix de Azúa

   En "El País":
Sobre los altos bajos fondos
   Espero que no tarden en aparecer novelistas de género negro que escenifiquen nuestro primer decenio del siglo XXI como momento ejemplar de delincuencia masiva. La inmensa cantidad de casos de corrupción hace imposible un ensayo riguroso sobre este periodo nefasto.

Félix de Azúa 17 MAR 2012
 
    Siempre resulta estimulante preguntarse cómo se genera un episodio de criminalidad social generalizada. El Chicago de los años treinta es el modelo clásico de corrupción total en una ciudad del así llamado capitalismo avanzado. Hay muchos otros: el Buenos Aires de la viuda de Perón como modelo de opereta trágica, el Berlín de entreguerras como preludio a una criminalidad monstruosa, la Roma de Craxi desvalijada por un socialismo cleptómano. Son momentos en los cuales la corrupción infecta la totalidad del tejido institucional y los jefes del crimen son quienes en verdad dirigen la vida política hasta que los auténticos dueños del país los encierran, o se suicidan.
   No, no estoy pensando en la España de los últimos años. Es posible que algún día un antiguo juez o policía sin ganas de ascender nos cuenten los detalles de la corrupción política, pero será muy tarde. Estaba pensando más bien sobre los motivos que llevan a esa criminalización de los estamentos supuestamente honrados como los políticos, los jueces, las grandes familias o los policías. En ocasiones la ausencia de estudios rigurosos permite que sea la novela la encargada de dar una idea, aunque sea somera, sobre alguno de estos procesos.
   En los años sesenta, cuando Londres se convirtió en la capital cultural del mundo, los bajos fondos estaban dominados por unos hermanos en verdad temibles, Reginald Reggie y Ronald Ronnie Kray. Hay mucha documentación sobre ellos porque fueron el equivalente británico de los gángsters americanos convertidos en leyenda romántica antes de la Segunda Guerra. La tradición que venera a los asesinos como héroes “antisistema” arranca por lo menos de Rousseau y en algunos lugares, como las provincias vascongadas, parece ser endémica, pero siempre hay un posible relato verosímil.
   Lo cierto es que Ronnie Kray tenía graves problemas mentales y acabó muriendo en un manicomio y su hermano era un monstruo que gozaba torturando. Sin embargo, aquel Londres que comenzaba a relajar las costumbres, sobre todo sexuales, a permitir que los alucinógenos penetraran en medios burgueses y universitarios, que marcaba la moda en el continente y llegó a imponerse en la industria del ocio de los EE UU (hazaña memorable y nunca repetida) gracias a los Beatles y los Rolling, era también una de las ciudades más corruptas de Europa.
   Los hermanos Kray llegaron a ser los amos absolutos de la prostitución, la pornografía (ellos empezaron a imponer la porno dura escandinava), la droga y el raketing desde sus cuarteles del East End, pero conseguían protección política y policial en sus clubes para ricos del West End. Es famosa la relación entre Ronnie y Lord Boothby, un destacado miembro (dicho sea sin malicia) de los conservadores, así como con Tom Driberg, diputado laborista. Durante los periodos de corrupción general no hay izquierdas ni derechas, sólo prostituidos y macarras. El mundillo de las celebridades del Swinging London, Diana Dors, David Bailey, Judy Garland, Frank Sinatra y muchos más, actuó de barrera protectora de los Kray, hasta que ese Londres permisivo y criminal se hartó de ellos. Sucedió en mayo de 1968, naturalmente, y los hermanos fueron condenados a cadena perpetua.
   Esa secuacidad de rufianes y padres de la patria, de policías y ladrones, de políticos y criminales, puede parecer algo permanente en nuestras sociedades, pero no es así. Tiene lugar sólo en épocas particulares, como en nuestros últimos 15 años gracias a la inflación del ladrillo, toda ella contaminada de hez mafiosa y protegida por los intocables locales. Periodos que sólo se terminan cuando los delincuentes son ya demasiado peligrosos para banqueros, políticos, periodistas y cargos sindicales que los han estado usando en beneficio personal y ahora los ven llamar a la puerta de sus propias casas y preguntar a los niños si están sus papás. O bien, como en nuestro caso o el de Weimar, por una ruina total y absoluta del sistema entero.
   Pido perdón a quien yo me sé por estos párrafos de falsa sociología. En realidad viene mejor explicado en una novela, Delitos a largo plazo de Jake Arnott (Roja&Negra) en donde la historia de los hermanos Kray está unificada en un solo personaje, Harry Starks, para hacer las cosas más llevaderas. El protagonista es, como Ronnie, judío, homosexual (él mismo lo afirmaba con enorme desprecio: “Yo soy homosexual, no gay”) y mentalmente trastornado. Asesina con sus propias manos a Jack the Hat McVitie, tiene un lío sádico con un Lord, sufre depresiones brutales y otro montón de detalles que lo hacen conspicuo. La parte de Reggie se cumple con la organización de los garitos, la porno, los clubes de lujo, la tortura sistemática y la ceja única que tan adecuadamente fotografió David Bailey.
   Esta novela es sólo la primera parte de una trilogía, pero me parece muy relevante porque tiene un colofón en verdad perspicaz. Me temo que ese último capítulo molestará a quienes aman el género clásico, ya que finalmente es una novela negra, aunque posmoderna. En cambio a mí ese final es lo que más me interesa. Como no destruye el suspense del libro, lo insinúo sin dar pistas.
   Una vez condenado, Ronnie (Harry Starks, en la novela) trata de hacer méritos carcelarios cursando estudios en la Open University como un etarra cualquiera. La Providencia pone en su camino al típico sociólogo de la London School, anticuado, progre, liberado, persuadido de estar a la última y de que los delincuentes son la rebelión oculta contra el capitalismo.
   Lo que Kray-Starks puede llegar a hacer con el pobre sociólogo es un caso destacado de ironía británica. La escena en la que Kray supera al sociólogo por la izquierda y cuando éste se retranca en la terminología marxista le da un revolcón posestructuralista, es impagable. El asesino había estado estudiando a Foucault de tapadillo y destruye todas las convicciones del pobre universitario, el cual, humillado, se pone a leer Vigilar y castigar aquella misma noche con enormes esfuerzos.
   El narrador, Jake Arnott, nos somete a un doble juego sádico. Creo evidente su progresiva fascinación por el personaje a medida que avanzaba en la novela. De modo que en el capítulo final se pone él mismo como profesor estúpido, dominado por un delincuente mucho más inteligente que él, y nos explica el proceso en términos universitarios. Viene a ser este: un marxista de los años sesenta tiene una teoría sobre el lúmpen y los bajos fondos propiamente romántica, un foucaultiano de los años setenta celebra a los homosexuales sádicos como la parte sana de una sociedad cada vez más represora, un estudioso del Bourdieu de los años ochenta sólo ve imitaciones de clase y signos de distinción, un novelista ya totalmente descreído de los años noventa (la novela se publicó en Gran Bretaña en 1999) nos cuenta su propio proceso hacia el escepticismo haciendo burla de todos los estudiosos anteriores. Así que si yo entiendo bien esta curiosa novela, es la seducción literaria lo que incita a la investigación universitaria, y no al revés.
   Dije que no estaba pensando en España, pero mentía. Yo espero que no tarden en aparecer novelistas de género negro que escenifiquen nuestro primer decenio del siglo XXI como momento ejemplar de delincuencia masiva. La inmensa cantidad de casos de corrupción política, policial, bancaria y la necesaria complicidad de caciques locales, hace imposible un ensayo riguroso sobre este periodo nefasto. Los cientos de casos particulares forman una tela de araña inescrutable para el investigador académico en tanto el tiempo no vaya reuniendo los hilos más gruesos y diluyendo los sutiles.
   Lo asombroso de la novela (sobre todo la popular) es que esos hilos sutiles pueden fundirse en un par de convincentes personajes, tarea admirable de la narración artesanal o de género, cuando es tan sagaz como la de Chandler o la de Highsmith. En resumidas cuentas, creo que sólo una buena novela puede darnos, ya que no la letra, por lo menos la música de este último y vergonzoso decenio previo al descalabro final.
 
   Félix de Azúa es escritor.

PRENSA. "7.000 litros de agua para producir un filete de ternera", reportaje


   En "El País":
7.000 litros de agua para producir un filete de ternera
   El gasto hídrico en la industria alimentaria centra el Día Mundial del Agua.
   El agua contaminada causa más muertos que cualquier guerra.

Alejandra Agudo 22 MAR 2012

   Hacen falta entre 1.000 y 3.000 litros de agua para producir un kilo de arroz, 7.000 para un filete de ternera. Son los datos que ha querido destacar la ONU con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, en un momento en el que 894 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, no tienen acceso a la cantidad mínima necesaria para la subsistencia -entre 20 y 50 litros al día-.
   Todas las actividades humanas utilizan agua: para beber, cocinar, lavar, pero sobre todo, para la producción de papel, ropa o alimentos. La cantidad de este líquido que hace falta para que crezca un cereal, fabricar un zapato o alimentar a una vaca es lo que se conoce como huella hídrica de los productos. La de la comida se lleva el 70% del agua que se gasta a nivel mundial, la industria el 22% y el consumo humano el 8%, como revela el Programa de Evaluación Mundial del Agua de la UNESCO. Por eso, el Día Mundial del Agua que se conmemora hoy pone el foco en la racionalización de la producción y consumo de alimentos –en la que se utiliza la mayor parte del agua- como fórmula para ahorrar un recurso cada vez más escaso –la ONU prevé sequías más frecuentes e inundaciones que pueden destruir cultivos - para una población creciente –se estima que en 2050 haya 2.000 millones de personas más en el mundo-.
   Normalmente las campañas de sensibilización sobre el desperdicio de agua suelen tener una respuesta positiva por parte de los ciudadanos, que se traduce en ahorro. Pero los problemas de escasez de agua están unidos también al derroche de alimentos. Cada europeo tira al año 179 kilogramos de comida, según un informe del Parlamento Europeo. Esto significa que el agua necesaria para su producción también acaba en el cubo de la basura. Santiago Martín Barajas, responsable de Agua de Ecologistas en Acción, lo tiene claro: “Hay que cambiar hábitos alimenticios, también derrochamos agua en las comidas”. Por eso la ONU recomienda en su página web para el Día Mundial del Agua 2012 una “dieta saludable, con menos alimentos cuya producción requiera mucho agua –como la carne-”. Asimismo llama a la reducción del desperdicio de alimentos –el 30% no llega a ser consumido a nivel mundial- y aboga por una agricultura sostenible “de mejor calidad y con menos agua”.
   Con ello se tratan de evitar las previsiones: dos tercios de la población mundial vivirán en condiciones de disponibilidad limitada de agua en 2025, según la ONU, pese a que el acceso es un derecho universal reconocido desde julio de 2010. La principal razón que apunta el organismo es el gasto excesivo en la producción agroalimentaria. Asia meridional y Oriente Medio han sobrepasado sus límites de recursos hídricos. En España, según Ecologistas en Acción, estamos en una situación crítica. “La demanda de agua sigue creciendo y las reservas disminuyendo como consecuencia del cambio climático”, afirma Martín Barajas, “hay un desequilibrio muy importante”. ¿El motivo? “En España el 80% del agua lo consume la agricultura, y actualmente hay 3,4 millones de hectáreas de cultivos de regadío, que habría que reducir a 3 millones, eso daría para comer y seguir exportando”.
   Pedro Arrojo, profesor en la universidad de Zaragoza, cuya investigación se centra en la economía del agua, apunta que “hay que regar menos pero mejor”. Para ello propone sistemas más eficientes como el goteo o la aspersión frente a la inundación, y sobre todo, una modernización en la fórmula para llevar el agua a los campos: “hacer pequeñas presas cerca de los regantes y fuera de los cauces para no romper el tránsito fluvial”. Arrojo asegura que en todo el mundo se han regado más terrenos de los que se debería. Pone de ejemplo Murcia, donde” se han cultivado lechugas en terrenos salobres. Esa tierra acabará desertificándose”. “Hemos regado cosechas desastrosas solo por recibir ayudas de la Unión Europea”, denuncia el profesor. Todo esto se traduce en el desperdicio de agua y la destrucción de los ríos, lo que tiene un impacto sobre la pesca, recalca. “En muchas zonas del mundo la gente, normalmente los más pobres, comen lo que pescan, y si pierden sus ríos en favor del agrobusiness, paradójicamente aumenta el hambre en la zona”.
   El VI Foro Mundial del Agua, celebrado hace una semana en Marsella, trató entre otros aspectos, los compromisos para garantizar el acceso universal al agua potable, un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas en julio de 2010. Pero según los representantes de ONGs en este encuentro “ha sido una decepción”. Alejandro Jiménez, responsable de la línea de agua de ONGAWA, organización para la cooperación al desarrollo, considera que los estados “no alcanzan acuerdos suficientes para hacer efectivo este derecho”. “Y los derechos generan obligaciones, los gobiernos deben tener una actitud proactiva”, añade. Martín Barajas, de Ecologistas en Acción, recalca que “no se resolvió nada y al final siempre pierde el medio ambiente”.
   El uso eficiente del agua interesa porque es necesario para el abastecimiento humano y para la conservación del medio ambiente. También para evitar conflictos derivados de las luchas por controlar un recurso natural escaso, necesario para la vida. El profesor Arrojo advierte que algunos gobiernos han optado por “transformar el agua en un negocio, como la Comunidad de Madrid”. “Esto hará que los pobres que no puedan pagárselo no tendrán agua”. Juan José Fernández, profesor de Historia en la Universidad Complutense, enseña a sus alumnos que el agua “es una de las causas de muchas guerras, por ejemplo, en Oriente Medio”. “Los problemas vienen ahora que el consumo ha aumentado exponencialmente y es un recurso finito, esto genera tensiones”, explica.
   El problema de la escasez se ha agudizado con el progreso del siglo XX, y aún más en el XXI. La modernización se bebe los ríos. Ahora toca buscar las fórmulas para no frenar el avance, pero tampoco deshidratar al planeta, que como dice Juan José Fernández, “es un globo en el que todos vivimos”.