miércoles, 30 de noviembre de 2011

POESÍA. "Canciones sin su música", de Tomás Segovia (1927-2011)

Tomás Segovia

Canciones sin su música

Porque te voy a ver tal vez mañana
y porque aún palpita aunque dolido el tiempo
por un instante pacto con mi historia
puedo al fin dar tu rostro a este abandono
poner mi nombre a aquél que desangraste
llamar mi vida a este naufragio
saber que fue todo verdad tu amor
y fue tu desamor verdad del todo
eras tú quien me alzaba de la sombra
y hecha sombra impensable eras tú quien me hería
confieso que te quise salvadora o maligna
mi esplendor o mi muerte eran tu ministerio
y yo te amaba en todos tus poderes
todo lo supe fue ese abismo el que quise
y hoy todavía para mí ya no hay mañana
sino por la violencia con que espero
por mi bien o mi mal volver a verte
una vez más una sola vez más
siempre una sola siempre
una misma vez más.

PRENSA. "Unos, en globo; otros, plantando patatas", por José Sarney

José Sarney

   En "El País":
Unos, en globo; otros, plantando patatas

JOSÉ SARNEY 15/11/2011

   La actual crisis europea ya estaba enquistada en la podredumbre de los derivados inmobiliarios dispersos por los bancos y las Bolsas norteamericanas en 2008.
   Su actual proceso de expansión es, sin embargo, más complejo. Una de sus causas reside en la fragilidad del liderazgo norteamericano que se hizo evidente cuando se fijó el techo de la deuda, y los Estados Unidos mostraron que tenían la peor clase política del mundo occidental. Los políticos se aprovecharon de la mecánica de una simple votación presupuestaria para demostrar el abandono de la gran historia de su país, para que prevalecieran los bajos intereses partidistas. El 'Tea Party' y la atención de Obama en su reelección quedaron expuestos ante todo el mundo. Los norteamericanos perdieron autoridad para que Obama les dijera a los líderes europeos que eran "lentos y retrasados".
   Nadie puede aventurar un pronóstico sobre el fin de la crisis económica, con repercusiones sociales, la primera después de la globalización financiera. La palabra más socorrida para justificar esa falta de previsibilidad es fluidez. Las mismas causas ya no generan los mismos efectos. Se llama a lord Keynes y a Adam Smith para que coincidan en la búsqueda de lo imposible. Los norteamericanos redescubren el Estado y se sirven de la intervención para dar salida a su preocupación con el bienestar social, como en el caso de la reforma a las leyes de salud. Y en Europa se preconiza la ortodoxia y sus amargas medicinas. La población debe pagar la farra de los bancos libres de cualquier reglamentación y ávidos solicitadores de salvación cuando amenaza la quiebra.
   Que se obtengan los millones para esa tarea y se encuentren los cinturones que apretar, porque todos caímos en la trampa de la euforia al creer que habíamos llegado al fin de la historia con la economía de mercado y la democracia representativa.
   El mercado, ya se sabe, no resuelve todo, ni lo necesario. El Estado no ha perdido su obligación de intervenir, ya no como constructor, sino como el que aplica la profilaxis y provee la cura.
   Si a la democracia representativa nos referimos, el desprestigio y la quiebra de los Parlamentos para administrar soluciones son puestos bajo el asedio, cada vez más, de las modernas tecnologías, que apuntan a la seducción de la democracia directa, con la fuerte presencia de las redes sociales.
   Helmut Schmidt relató una vez la historia de una mujer que practicaba el viaje en globo aerostático, se perdió y bajó en una pequeña plantación donde estaba un trabajador. Le preguntó: "¿Dónde estoy?". Él le respondió: "En un globo". "¿Y tú?". "Plantando patatas". Y así es como estamos. La crisis, en globo; Europa, plantando sus patatas de dificultades y frustraciones.
   La economía real es dieciséis veces menor que la economía virtual. En el centro, la rueda de la especulación, que ha sido posibilitada por la globalización financiera.
   Los cambios sociales debidos a las tecnologías de la información traen incertidumbres en tiempo real, en un mundo en que la emoción puede ser manipulada. El fenómeno de los indignados ocurre por contagio y por el uso de Internet para transformar al mundo. ¿Cómo lidiar con una sociedad mediatizada, con todos esos problemas y con Gobiernos debilitados?
   No podemos desconocer la multipolaridad del poder en el mundo actual, la emergencia de China, la presencia de América Latina como actor global y el contrapeso de las guerras de Bush, que le costaron a la economía americana la hegemonía. Perdieron la oportunidad de encontrarle un equilibrio a la tragedia de Oriente Medio, raíz del terror y de los conflictos que generan Al Qaeda y talibanes. Aún no podemos evaluar la primavera de los árabes, su rumbo religioso y político, qué es lo que va a resultar de todo eso. Hasta el momento solamente se han obtenido las cabezas de Sadam, Bin Laden y Gadafi. ¿Y qué de la implantación de la democracia?
   Europa puede desarmar a los Estados benefactores con fórmulas ortodoxas, cuyas consecuencias van del desempleo al recorte de salarios, pensiones y asistencia del Estado en los países en los cuales esas conquistas estaban consolidadas por décadas de luchas. En ese clima, los líderes europeos, en la desesperación del momento, deciden un paquete anticrisis que incluye entre sus cuatro puntos el no pago del 50% de la deuda griega. Son medidas sin resultados inmediatos en una vida de inseguridad para los ciudadanos. No hay horizonte para el crecimiento económico, la única solución.
   Vivimos también tiempos de crisis de liderazgos en el mundo occidental. Los liderazgos son débiles y no inspiran confianza, y no solo por parte de sus propios pueblos, sino de un mundo que se siente inseguro y ávido de líderes. En algunos casos son personajes anónimos y en otros de exótica notoriedad, como Sarkozy y Berlusconi.
   Sin la posibilidad de soñar, ni siquiera la tragedia se pone en nuestro camino. Es un vivir mediocre, en un globo aerostático a sabor del viento o plantando papas. Un muy citado escritor brasileño, Machado de Assis, decía con evidente ironía: "¡A los vencedores, las patatas!".

   José Sarney, político y escritor, miembro de la Academia Brasileña de Letras, fue presidente de la República de Brasil (1985-1990).

PRENSA CULTURAL. "Lepanto se ganó por los cañones", reportaje

La batalla de Lepanto, pintada por Veronese en 1572 y perteneciente a la Galería de la Academia de Venecia. ("El País")
   En "El País":

Lepanto se ganó por los cañones

   Un controvertido libro del reputado historiador Alessandro Barbero revisa la versión mítica de la batalla como decisiva en la forja de Occidente.

JACINTO ANTÓN - Barcelona - 24/11/2011

   Es el 7 de octubre de 1751, se libra frente a la costa griega, entre una "tormenta de arcabuces" y un "granizo de flechas", la batalla de Lepanto, una de las más legendarias de todos los tiempos, en la que la flota cristiana -española, veneciana y pontificia- destruye completamente a la turca. El historiador Alessandro Barbero, considerado un Antony Beevor de las guerras antiguas, describe ahora de manera sensacional en su nuevo libro, Lepanto, la batalla de los tres imperios (Pasado y Presente), ese tremendo enfrentamiento que dejó el mar sembrado de cadáveres, turbantes, tambores y remos rotos y surtió a Occidente de uno de sus grandes mitos. Barbero (Turín, 1959) muestra de nuevo su capacidad para revivir las grandes batallas y a la vez para repensarlas. De su mano presenciamos estremecidos la húmeda jornada como si estuviéramos a bordo de una galera -La Real de Juan de Austria (sobre cuya rumbada, por cierto, el ilustre príncipe bailó una gallarda excitado por la inminencia del combate), o la Capitana del kapudan turco, Alí Pachá-, rodeados de la Infantería española o de los jenízaros, empeñados todos en la sangrienta refriega del abordaje. ¿Un Midway de las galeras, profesor? "Todas las batallas navales tienen algo parecido", responde Barbero. "Pero en Midway los estadounidenses fueron muy afortunados: ganaron pese a que sus fuerzas y las de los japoneses estaban muy igualadas. En Lepanto, no".
   Las principales conclusiones del estudioso, que ha ido directamente a las fuentes, son que Lepanto se ganó por la potencia de fuego, absolutamente superior, de que gozaban los cristianos -en cañones y arcabuces-; que la batalla estaba prácticamente decidida de antemano dada esa superioridad (a la que hay que añadir la que proporcionaba el número de gente de armas disponible en las galeras de la alianza, que casi triplicaba al de combatientes turcos) y, lo que puede parecer sorprendente, que Lepanto "tuvo bien pocas consecuencias en el plano político y militar". Vamos, que de batalla decisiva, nanay.
   "Así es", señala Barbero. "La verdadera repercusión de Lepanto es emotiva, en el imaginario colectivo, donde se recuerda como la batalla que salvó a Europa y a la cristiandad. En ese impacto propagandístico tuvo un gran papel la imprenta, hubo mucha información, muy rápida de la batalla en multitud de relatos, memorias y poemas. Y luego los grandes óleos y frescos. En realidad, ya Braudel decía que Lepanto no sirvió para nada".
   El historiador recalca que la derrota no disminuyó el poder otomano y al cabo de poco tiempo se había construido una flota similar a la perdida. Pero, ¿y si hubieran ganado los turcos? "Espero que quede claro en el libro lo costoso que les resultó hacerse con Chipre. Ni con una victoria en Lepanto los turcos se habrían lanzado a grandes conquistas". Esa victoria, insiste, era en todo caso prácticamente imposible. La diferencia en cañones resultaba aplastante. "Y estaban los arcabuces, toda la Infantería cristiana iba armada de ellos y barrían las cubiertas de las galeras turcas con mortal efectividad antes de lanzarse al asalto". Las naves turcas además, continúa, oponían menos hombres de armas. "Estaban faltas de soldados, como de remeros, por el desgaste de la larga campaña y las plagas asociadas al hacinamiento continuado como la disentería y el tifus". Solo en el ala izquierda turca, con el audaz y resolutivo Uluç Alí, las cosas pintaron mal para los cristianos. En todo caso, estos solo perdieron completamente dos galeras, una, se dice hecha volar por los aires por su propio sobrecómitre veneciano, Soranzo, cuando estaba invadida por los jenízaros. Los cristianos capturaron 140 naves turcas.
   Barbero estima la armada turca a la baja: no más de 180 galeras y una veintena de pequeñas galeotas corsarias. Los cristianos alinearían 204 galeras y seis galeazas erizadas de artillería. El único factor de incertidumbre era las disensiones en el mando unificado aliado, "una constante hasta hoy en las operaciones militares conjuntas de Occidente"
   Muchos turcos empleaban arcos y flechas. No es que no los usaran bien, pero su efectividad y letalidad eran incomparables con las de los arcabuces. Barbero cita múltiples testimonios de cristianos -en general bien protegidos por petos, corazas y yelmos- alcanzados por flechas que les causan heridas leves o incluso solo fastidio. No es el caso del malhadado (e imprudente) comandante veneciano Agostino Barbarigo, que al levantarse la celada para hacerse oír recibió un flechazo en un ojo que lo mató.
   Que el enfrentamiento estuviera decidido de antemano no significa, recalca Barbero, que la lucha no fuera violentísima, salvaje, despiadada. Murieron unos 20.000 turcos y unos 4.850 cristianos. Los soldados expertos aconsejaban disparar los arcabuces tan cerca del enemigo que su sangre te salpicara.
   Como toda gran jornada militar, Lepanto tuvo sus cobardes: un caballero romano achantado por la que estaba cayendo se retiró bajo cubierta pretextando una herida en la cara y de regreso en Roma siguió fingiendo tres meses con un parche en un ojo.

PRENSA. "Los nuevos pobres", por Jordi Soler

Jordi Soler

   En "El País":
Los nuevos pobres

   La España que viene será muy distinta a la que han liquidado el tsunami de la economía mundial, la torpe gestión política, la desvergonzada rapiña de los nuevos ricos y la abulia y el pasmo del ciudadano común.

JORDI SOLER 28/11/2011

   Hace 10 años Irlanda era un país rico. Dublín era una ciudad con una cantidad insólita de Mercedes Benz circulando por las calles y una gran oferta de restaurantes sofisticados, de las más diversas cocinas del mundo, que eran muy caros, estaban siempre llenos, y eran un claro síntoma de la pujanza económica de esa ciudad donde, hasta hacía muy poco tiempo, se comía esa típica cocina irlandesa, que corría en una línea monótona que iba del irish stew al fish and chips. En aquella ciudad había una desmesurada bolsa de trabajo, con un sueldo mínimo que en otros países se hubiera calificado como sueldo decoroso y una cantidad de empleo que permitía a los dublineses cambiar de trabajo cada mes, por motivos baladíes como el hartazgo o el aburrimiento. El destino de una serie de televisión, llamada Bachelors walk, ilustra perfectamente aquella estentórea bonanza: tres jóvenes que vivían en un céntrico pisito, a orillas del río Liffey, buscaban trabajo, sin éxito, capítulo tras capítulo. El programa tenía muchos elementos para funcionar, los actores eran atractivos y la historia tenía bastante miga, pero le faltaba el elemento fundamental: la veracidad. Nadie en aquella Irlanda rica de hace 10 años entendía por qué esos jóvenes no encontraban trabajo, en un país donde sobraban las oportunidades. La serie duró unos cuantos capítulos y luego fue retirada del aire.
   Yo vivía en Dublín hace 10 años, por razones que no viene al caso contar aquí, y veía con asombro esa riqueza; los artistas, por ejemplo, que son un bien de rango nacional que enorgullece a los irlandeses, tenían unas subvenciones que parecían el sueldo de un ministro; y el chófer de la institución donde yo trabajaba, tenía un salario que superaba por mucho el de los mileuristas. La explicación de las ayudas de la Unión Europea, y de que Irlanda, gracias a sus fábricas de cacharros electrónicos se había convertido en el Silicon Valley europeo, parecían insuficientes para explicar esa riqueza que, como se vería muy pronto, era un castillo de naipes.
   La dureza con que la crisis económica ha golpeado a Irlanda acabó con ese fulgor que le daba la riqueza súbita, y dejó al descubierto el Dublín de toda la vida, esa ciudad que inmortalizó Joyce en su novela Ulises, y en Dublineses, su fabuloso libro de relatos: una ciudad que respira con normalidad, sin la neurosis que aportaban los nuevos ricos, con su gente que trabaja para ganarse la vida, con sus vagabundos y sus ricos de siempre, con sus poetas, sus músicos y sus borrachines de pub. A Dublín la ha abandonado aquella riqueza súbita, pero también la neurosis que provocaba esta riqueza, aquella tentación de vivir como ricos, que estaba al alcance de cualquiera, y que aupaban los Mercedes Benz que abarrotaban las calles. Se ha ido la bonanza y con ella la neurosis, y ha quedado a la vista el Dublín de siempre, como he ido comprobando cada año, cada vez que regreso a aquella ciudad, cumpliendo con el mandamiento que me impone la orden de caballería a la que pertenezco, la irlandesa orden de los caballeros del Finnegans.
   Después de vivir en Dublín, hace casi una década, vine a vivir a España, cuando este era un país rico, con una bonanza distinta a la irlandesa, sin tanto Mercedes Benz por la calle, pero con una neurosis similar: todos vivían como ricos, es decir, cualquiera, aunque no tuviera el dinero suficiente, podía salir a cenar a restaurantes varios días a la semana, irse tres semanas de vacaciones en agosto, tener un coche y una casa propia. A aquella riqueza aparente, igual que le pasó a la irlandesa, se la ha llevado la crisis, y en esa vuelta de golpe a la normalidad empieza a construirse la España del futuro, donde se irán de vacaciones y comprarán casas y coches los que tengan el dinero suficiente, y los demás iremos tirando y sobreviviendo como ha pasado toda la vida en los países que no son ricos.
   La crisis económica es una desgracia en toda regla, pero no conviene perder de vista los elementos positivos que también tiene. Por ejemplo, nos ha puesto ya frente a los ojos los fundamentos de la España que viene, que será un país muy distinto de este, al que han liquidado el tsunami de la economía mundial, la torpe gestión política, la desvergonzada rapiña de los nuevos ricos y el pasmo, la abulia y la involuntaria complicidad, con los que el ciudadano común ha asistido a esta debacle. La clave de la España que viene está ahí, en el ciudadano común que ya no será el mismo, que ha pasado en unos cuantos meses de nuevo rico a nuevo pobre y que ya desde ahora, porque no le queda otro remedio, vigilará con lupa la gestión de sus diputados, de su alcalde y de su presidente, y estos funcionarios, con semejante vigilancia, no podrán conducirse como lo hacían antes, tendrán que irse con cuidado y esto se lo debemos, precisamente, a la crisis.
   Como también le debemos que nos ha obligado a situarnos en un nuevo espacio social, a vernos dentro de una colectividad de personas que son capaces de organizarse y de pelear codo con codo por un objetivo común. Nuestra nueva pobreza ha puesto de relevancia la solidaridad, que es un valor que se enrarece, cuando no desaparece, en las épocas de bonanza económica. Sí, la crisis es una calamidad, pero nos ha puesto en guardia, nos ha obligado a revisar la sociedad que tenemos y a pensar en una sociedad más acorde con el futuro al que nos arrojan cada día la tecnología y las redes sociales. La crisis, al poner a la clase política contra las cuerdas, nos ha enseñado con mucha claridad que necesitamos políticos distintos, otro tipo de gobernantes porque los que tenemos ahora pertenecen al milenio anterior; son impermeables a la realidad diversa, polimorfa, multirreferencial e hiperconectada que promueven los nuevos medios de comunicación. La ineficiencia de nuestros políticos no tiene tanto que ver con los colores de su partido, sino con que se han quedado a la zaga, son hombres y mujeres forjados en el milenio anterior, sin instrumental para lidiar con la modernidad que les está pasando por encima. Y a esto hay que sumar la velocidad con que informan hoy en la Red los medios de comunicación, y la indiscreción inmediata, casi obscena, de las redes sociales, que transparentan la cotidianidad de políticos y gobernantes y los dejan sin esa zona opaca donde tanto, y con tanto éxito, se trabajaba en el pasado. Hoy sabemos muchas más cosas de ellos, están permanentemente expuestos en las pantallas de los ordenadores y de los teléfonos móviles, y ahora que la crisis los ha dejado sin margen de maniobra, tendrán que construir su discurso desde esa transparencia.
   Hace unos meses, cuando la ciudadanía española despertaba de su letargo, llamada por los indignados que tomaban las plazas públicas, empezó a configurarse el porvenir, y dentro de aquel relato lleno de aire fresco, de ideas estupendas y de alguna que otra obviedad, surgió una solidaridad muy sintomática entre los indignados de Madrid y Barcelona. Ya se sabe que entre los compañeros de desgracia surge con frecuencia la empatía; sin embargo aquella sintonía, aquella solidaridad explícita, escrita en pancartas y gritada en consignas, entre una y otra ciudad, es un indicador de lo lejos que están los gobernantes, y los políticos en general, de la gente; esta sintonía, que es también obra de la crisis, nos vino a decir que hay otro país distinto del que nos han pintado durante años los políticos madrileños y catalanes, que avivan o desinflan la rivalidad entre Madrid y Barcelona según convenga a sus intereses, según qué haya que destacar o qué sea imperativo ocultar.
   La crisis está acabando con la inmigración, otra desgracia para un país con bajos índices de natalidad. Los trabajadores extranjeros que venían a España en busca de una oportunidad buscarán otro país con menos problemas económicos. Lo mismo pasará con muchos españoles, que tendrán que emigrar a otros países a buscar una oportunidad; pero algunos de ellos regresarán cuando pase la tormenta financiera, y aportarán su visión nueva, global y cosmopolita que les habrá dado esa vuelta obligatoria por el mundo y que será imprescindible en los años que vienen. La crisis ha acabado con el espejismo, se ha llevado a la España de ficción, al país donde todos éramos ricos, y nos ha dejado instalados en la España de verdad. ¿Hay un mejor punto de partida? ¿No será momento de buscarle la gracia a la desgracia?

   Jordi Soler es escritor. Sus últimos libros son Diles que son cadáveres y Salvador Dalí y la más inquietante de las chicas yeyé (Mondadori).

martes, 29 de noviembre de 2011

POESÍA. "Si te busco y te sueño y te persigo...", de Tomás Segovia (1927-2011)

Tomás Segovia

Si te busco y te sueño y te persigo...

Si te busco y te sueño y te persigo,
y deseo tu cuerpo de tal suerte
que tan sólo aborrezco ya la muerte
porque no me podré acostar contigo;

si tantos sueños lúbricos abrigo;
si ardiente, y sin pudor, y en celo, y fuerte
te quiero ver, dejándome morderte
el pecho, el muslo, el sensitivo ombligo;

si quiero que conmigo, enloquecida
goces tanto que estés avergonzada,
no es sólo por codicia de tus prendas:

es para que conmigo, en esta vida,
compartas la impureza, y que manchada,
pero conmovedora, al fin me entiendas.

PRENSA. "El libro más venerado por las SS", reportaje

Desfile nazi durante la convención de Núremberg, en 1936.- AP. ("El País")


  
   En "El País":
El libro más venerado por las SS

   Un estudio analiza la visión sesgada y a conveniencia que los nazis hicieron de 'Germania', de Tácito - Himmler buscó un manuscrito del clásico en Italia en 1943.

JACINTO ANTÓN - Oslo - 28/11/2011

   ¿Cuál es el libro más peligroso del mundo? El Mein Kampf, contestarán muchos rápidamente. La Biblia; el Corán; el Malleus maleficarum, el gran manual para la caza de brujas; El manifiesto comunista; algún grimorio como el ficticio Necronomicón, Madame Bovary, Kamasutra... Las respuestas pueden ser muy variadas, pero a pocos se les ocurriría seriamente considerar peligrosa una obrita como la Germania de Tácito, poco más de 30 páginas de tratado étnicogeográfico con intencionalidad moralizante escritas a finales del siglo I de nuestra era por un historiador romano. Y sin embargo, ¡diablos, qué daño ha hecho el librito de marras!
   Para los nazis fue una biblia de su causa: consideraban que probaba la superioridad alemana y se lo citó para justificar las leyes raciales de Núrenberg. Himmler tenía una fijación con esa obra, y ya se sabe a lo que conducían las fijaciones del reichsführer. En 1943 envió un destacamento de las SS a Italia para hacerse con el más antiguo manuscrito que se conserva del librito de Tácito, el Codex Aesinas. Curiosa empresa nazi: conseguir un libro para venerarlo y no para quemarlo, como era lo habitual. Himmler le otorgaba al manuscrito de la Germania un poder tan grande como el de otras de sus reliquias favoritas: el Grial, la lanza de Longinos o el martillo de Thor. A diferencia de esos objetos legendarios, el libro era bien real, y el mal que hizo, también.
   A explicar la asombrosa historia de Germania y su impacto en las mentalidades -desde los humanistas al movimiento völkisch pasando por los románticos- hasta llegar a ocupar lugar privilegiado en las mesitas de noche de los mayores criminales de la historia, ha dedicado un ensayo apasionante el profesor de Clásicas de la Universidad de Harvard Christopher B. Krebs, especialista en Tácito. Bajo el elocuente título de El libro más peligroso (Crítica), agarrándose a la consideración del gran Momigliano de que Germania merece ocupar un lugar destacado entre los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito, Krebs nos lleva en un viaje fascinante de la Roma imperial a la Alemania hitleriana pasando por monasterios, cortes y bibliotecas, en un recorrido por la historia de las ideas que tiene mucho de trabajo detectivesco y parece a ratos una novela de intriga.
   Cuando uno toma en sus manos Germania, tan pequeñita que normalmente se edita con otros dos libros breves de Tácito, Agrícola y el Diálogo sobre los oradores (en la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, por ejemplo, con introducciones, traducción y notas de J. M. Requejo), no alcanza a imaginar cómo se puede comparar esa obrita, rápida panorámica de la geografía, los usos y costumbres de los germanos, con una pistola humeante. Y sin embargo, cuando Krebs lo señala, ahí están las consideraciones que harían furor a lo largo de la historia hasta su utilización por los nazis. "Estoy casi convencido de que los germanos son indígenas y que de ningún modo están mezclados con otros pueblos [...]. Al no estar degenerados por matrimonios con ninguna de las otras naciones, han logrado mantener una raza peculiar, pura y semejante solo a sí misma; de ahí que su constitución física, en lo que es posible para un grupo tan numeroso, sea la misma para todos: ojos fieros y azules, cabellos rubios".
   Para los nazis y sus precursores, Tácito demostraba la continuidad de un pueblo en una tierra y justificaba la política racial. "Volveremos a ser como éramos", anotó Himmler en su diario, emocionado por "el señorío de nuestros antepasados" tras leer Germania. El reichsführer hasta estudió ejecutar a los homosexuales como Tácito señalaba que hacían los antiguos germanos: ahogándolos en las ciénagas. Sencillos, valerosos, leales, puros, honorables y hasta castos: así se veían retratados muchos alemanes en Germania. Y los SS se identificaban con aquellos guerreros -reencarnados en el arquetipo del ario-, para los que supuestamente la lealtad era su honor.
   Era, claro, la que hacían los nazis de la Germania una lectura sesgada. El historiador romano no se refería en su librito a los supuestos antepasados ejemplares de los alemanes modernos. El concepto germanos no aludía a un pueblo homogéneo, indígena y puro, susceptible de continuidad étnica, sino a una amalgama de tribus de identidad y destino incierto pululando en las nieblas del pasado. Había además observaciones poco agradables de Tácito sobre los germanos y su patria. Esas simplemente eran ignoradas. Por ejemplo, considera Tácito que como sitio para vivir, Germania es un asco; señala que los germanos practican los sacrificios humanos (esto a los nazis, curiosamente, les molestaba mucho, aunque ellos se entregaran con fruición al Holocausto); que cuando no guerrean pasan la mayor parte del tiempo sin ocuparse de nada, entregados al sueño y la comida; que crecen desnudos y sucios, que beben y riñen entre ellos continuamente. Llega a decir de una de sus tribus, los catos, que "para lo que son los germanos tienen mucha capacidad de raciocinio". Nada de esto impidió que el pobre Tácito, el gran Tácito, pasara a formar parte del discurso autolegitimador de los nazis. Hubiera sido mucho pedir que supieran leer bien a los clásicos.

   Un cónsul romano abducido por Himmler
   Fue un proceso de siglos el que llevó a Germania a ser un libro peligroso. Es a partir de su redescubrimiento en el siglo XV cuando comenzó la difusión que lo convertiría en un terrible instrumento ideológico. Krebs, en un recorrido que sugiere a veces El nombre de la rosa o El código Da Vinci y en el que aparecen cazadores de manuscritos y papas bibliófilos, nos muestra cómo el texto va cargándose de significados e interpretaciones, a veces con simpáticos disparates como considerar a los germanos descendientes de Noé o de los troyanos, para darles pedigrí.
   Única crónica de los pueblos germánicos legada por la antigüedad, se tendió a considerarla, en un salto mortal, una fuente histórica y un retrato fehaciente del pasado alemán, cuando lo que describe -con ánimo moralizante y político de comparar al buen salvaje, no adulterado, con el corrupto y decadente romano- es un batiburrillo de observaciones apócrifas y leyendas.
   Lo más probable es que Tácito, aunque viajó en función de sus altos cargos y parece haber permanecido un tiempo en la Galia belga, no visitara nunca personalmente Germania. Quizá el librito fuera una manera de incitar a Trajano a conquistarla de una vez, proceso paralizado tras la aniquilación de las legiones de Varo en Teutoburgo por Arminio el año 9. Ignoramos muchas cosas del historiador, entre ellas su origen (parece que en la Galia Narbonense) y las fechas exactas de nacimiento y muerte. Sabemos que fue yerno del gran general Agrícola -al que consagró una encomiástica biografía-, que fue legado y llegó a senador, cónsul y posiblemente procónsul de Asia. Todo ello sin duda menos importante que su tarea como historiador, el mejor de Roma en opinión de muchos y como prueban sus Historias y sus Anales. Krebs destaca cómo los nazis trataron de convertir el relato de Tácito en una realidad, "pasado en futuro". En el epílogo apunta que el peligro no ha pasado. Y que la culpa no es de Tácito, sino de sus lectores.

PRENSA. EDUCACIÓN. "La escuela 2.0 avanza hacia el futuro a dos velocidades distintas"

La escuela 2.0- LUIS F. SANZ. ("El País")


   En "El País":
La escuela 2.0 avanza hacia el futuro a dos velocidades distintas

   La Fundación Santillana analiza las brechas de la alfabetización digital.

AURORA MUÑOZ - Madrid - 28/11/2011

   La llegada de los ordenadores a las aulas fue recibida con escepticismo por una parte del profesorado, que pensó que esta fiebre tecnológica convertiría a los alumnos en analfabetos con dominio del teclado. Todavía quedan resistencias en los claustros, pero nadie puede negar la realidad: el 93% de los alumnos de 15 años de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) asiste a una escuela en la que tiene acceso a un ordenador y prácticamente el mismo porcentaje (92,6%) dispone de acceso a Internet.
   La XXVI Semana Monográfica de la Educación de Fundación Santillana analizó a fondo la semana pasada cómo están digiriendo los centros esta transformación del paradigma que les empuja a la escuela 2.0. "Es inevitable añadir tecnologías a las clases, porque así funciona el mundo que nos rodea. De hecho, la única manera de que la velocidad del cambio no nos arrastre es saber manejar las herramientas digitales", apuntó el presidente del Grupo Santillana y director de las jornadas, Emiliano Martínez.
   En efecto, se está dotando de muchos medios a colegios e institutos, pero no todos les sacan el mismo rendimiento. "Los alumnos están muchas veces más formados que sus maestros", reconoció uno de los docentes, quien denunció que los cursos de formación se limitan a unas pocas horas. "El sistema educativo está demasiado falto de recursos como para que la alfabetización digital funcione. La falta de personal no nos permite tener coordinadores TIC [Tecnologías de la Información y la Comunicación] la mayoría del material llega tarde, es antiguo y no funciona", protestó otra profesora del instituto madrileño "Eijo y Garay". Los educadores reclaman soluciones más eficientes.

   Pragmatismo
   Un ejemplo de pragmatismo es el que se lleva a cabo en el colegio público "Daniel Martín" de Alcorcón (Madrid). "Nuestros alumnos no tenían posibilidades para tener un ordenador en casa, así que les ofrecimos eso", relata Nuria Jurado, jefa de estudios del centro. Ahora tienen tres pizarras digitales y dos aulas de informáticas que tienen que compartir todos los alumnos. "La escasez de recursos no puede lastrar el aprendizaje de los chicos. Se puede compensar con una organización esmerada", defiende. "Tampoco hay que plantearse grandes objetivos. Hay que tenderle una mano a todo el mundo. Nosotros hemos conseguido que todos los profesores sepan lo que es un pendrive, que los padres consulten materiales en Internet y que sus hijos hagan intercambio de correos electrónicos con alumnos de otras escuelas europeas", cuenta satisfecha.
   En el otro lado de la balanza se encuentran los que van por delante. En Madrid, esa diferencia se nota ya desde la misma dotación de infraestructura, pues el Gobierno autónomo no aceptó tomar parte en el programa del ministerio Escuela 2.0 y diseñó su propia iniciativa que prefirió ir extendiendo poco a poco. Por ejemplo, en Madrid, hay 15 centros de innovación tecnológica que trabajan con un cableado de Red con extensión a todas las aulas, espacios wifi y clases equipadas con 30 puestos informáticos. Tienen unos pupitres que permiten ocultar la pantalla que no se esté utilizando. Además, el equipo del profesor está conectado a dos pantallas, una táctil, que le permiten interactuar con las computadoras de los alumnos.
   El modelo de un ordenador por alumno (que es el adoptado en la mayor parte de España con Escuela 2.0, que incluye el reparto de miniportátiles) permite una mayor autonomía al estudiante en el uso de las TIC y, sin embargo, su acogida es muchas veces más bien tibia, según el experto de la Unesco y redactor del documento básico de las jornadas Francesc Pedró. La inversión que requiere solo se justificaría con un uso intensivo que, hoy por hoy, no se exige en la enseñanza primaria y secundaria. Por eso, muchos centros han decidido sustituirlo por patrones colaborativos.
   Las conclusiones de los interlocutores de la XXVI Semana Monográfica de Educación hacen pensar que la alfabetización digital puede democratizar aún más la educación, pero la sociedad necesita tiempo para asimilarlo.

PRENSA. LECTURA. "Los libros como antídoto contra la crisis", por Juan Arias

Juan Arias

   En "blogs.elpais.com":
Los libros como antídoto contra la crisis

Por: Juan Arias
28 de noviembre de 2011

   La carta de una lectora me ha convencido de la política positiva del gobierno de Brasil que compra cada año millones de libros de prosa y poesía para niños y adultos pobres mientras se multiplican las experiencias de talleres de lectura en las escuelas. Los psicólogos dicen que además la literatura es terapéutica. Puede ser también un antídoto y un refugio contra las crisis.
   La carta firmada por Luz, para agradecer mi blog ELLOS TAMBIÉN AMAN, me lo confirma. He entendido con ella mejor que con mil lecturas teóricas, cómo la buena literatura y la buena poesía pueden transformar a una persona.
   He querido reproducir una parte de esa carta seguro que podrá ayudar a tantas personas que sufren atenazadas por la crisis que zarandea a España y a Europa y que les produce, como me informan amigos míos que llegan hasta aquí, desaliento, desencanto o rabia. Es como si Luz les dijera: bucead en los buenos libros y no perderéis el gusto por la vida, que debe ser amada a pesar de todas las crisis, tanto en la pobreza como en la riqueza.

   Estimado Juan Arias:
                                     Le contaré algo del porqué me emocionó su blog: Mis padres, Moisés y Elena, de 73 y 68 años son dos seres humildes y sencillos, dos virtuosos apicultores extremeños que ahora viven en Madrid para estar cerca de algunos de sus hijos, y a quien yo cuido con todo el amor y la ternura de una mano campesina. Todo lo que soy, que no es nada, se lo debo a ellos. (Aunque como decía Pessoa, yo, no soy nadie, apenas tengo nada, pero guardo en mí todos los sueños del mundo). Y, como decía el maravilloso Camus: “El sol que reinó en mi infancia me privó de todo resentimiento”. Como a Camus, también a mí, todo y todos me interesan. Vivir es caminar…

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lunes, 28 de noviembre de 2011

POESÍA. "Andante gusto", de Tomás Segovia (1927-2011)

Tomás Segovia

Andante gusto

Cuando en algún paraje inesperado
De estas duras ciudades nuestras
Nos vemos lentamente sumergidos
En un charco de tiempo más y más moroso
Sentimos despertarse nuestro paso
Sabiendo bien ahora que recorre
El grave mundo para el que fue hecho
En un suave nublado apaciguante
Vemos las metas esperándonos serenas
Sin airada impaciencia
Sin querer destazar la distancia y su tiempo
Con sus tajantes dientes
En esa perezosa
Densidad tan leal todo se atarda
Hay tiempo suficiente
Para hacer caso del espacio
Para dejarnos alcanzar
Por las olas que el tiempo arrastra en su memoria
Para acordarnos como hermanos tras mil años reunidos
De que estar aquí vivos fue siempre el fundamento.

PRENSA CULTURAL. "La decadencia de las palabras", por Gustavo Martín Garzo

Gustavo Martín Garzo

   En "El País":
La decadencia de las palabras

GUSTAVO MARTÍN GARZO 26/11/2011

   "Acojamos el tiempo tal como él nos quiere", esta es la cita de Shakespeare que Stefan Zweig elige como pórtico de su libro de memorias, El mundo de ayer; un libro en el que habla de esa generación que vivió entre las dos guerras haciendo suyo el sueño de una Europa unida por el arte y la cultura. La última generación capaz de creer en el ser humano, como se afirma en la contraportada del libro.
   ¿Es verdad esto? ¿Podemos afirmar que la crisis de la razón y de la cultura es tan grande hoy en día que ya no es posible un sentimiento así? Vivimos en un mundo convulso y complejo, lleno de flagrantes injusticias, pero no es peor que el que le tocó vivir a Stefan Zweig, y basta leer su libro para ratificarlo. Puede que exista, sin embargo, una diferencia esencial. Leyendo a los escritores de ese tiempo, se tiene la impresión de que en el nuestro hemos dejado de creer en el valor de las palabras. Stefan Zweig pertenece a un mundo que pensaba que los escritores tenían algo que decir y que, por lo general, contribuían con sus libros y artículos a mejorar las cosas; mientras que hoy día no me parece que nadie piense nada parecido.
   Zweig era un heredero de la Ilustración e, influido por el psicoanálisis, estaba convencido de que bastaba con nombrar los problemas para que estos empezaran a resolverse. Su libro está escrito en el año 1942, cuando el nazismo extiende su red fatal sobre toda Europa, y, a pesar de todos los horrores que narra, está lleno de esperanza. Es cierto que unos meses después de terminarlo se suicidará con su mujer en Brasil, pero no lo es menos que cuando tiene que elegir las palabras que van a cerrar sus memorias, y su propia existencia, elige unas que afirman el poder sagrado de la vida: "Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo ese ha vivido de verdad".
   Es cierto, sin embargo, que muy pocas veces las palabras han valido menos que hoy. Se trata de una paradoja, puesto que cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que decimos. En nuestro tiempo, el lenguaje no solo se utiliza para ocultar la realidad, sino que nadie se hace responsable de lo que dice, por lo que ha dejado de extrañarnos que alguien pueda afirmar hoy justo lo contrario de lo que opinaba unos días atrás.
   Y es en la política y en los medios de comunicación donde estos vicios han adquirido un descaro mayor. Miguel Delibes escribió hace años que la misión del escritor era la convocatoria de la palabra, y convocar la palabra es algo más que una actividad estética, tiene un valor moral. Al hablar o escribir buscamos hacer posible un espacio de conocimiento, responsabilidad y alegre locura, un espacio de encuentro con los demás. Son las palabras las que vuelven habitable el mundo.
   Ser hombre es vivir en el lenguaje, alimentarse de palabras. Símbolo, según Covarrubias, viene de symbolum, que significa señal para reconocerse, aludiendo a una tablilla que, repartida entre dos o más personas, estos debían completar al encontrarse para identificarse entre sí. El origen de nuestro pensamiento es esa falta. O dicho de otra forma, hablamos con los demás, y les hacemos hablar, tratando de recibir de ellos lo que nos completa. No creo que hoy día muchos esperen algo así de los escritores. Se espera, a lo sumo, que amenicen las sobremesas de los políticos y de los medios de comunicación. En estos últimos años hemos asistido a una pérdida indiscutible del prestigio del universo del libro. Los cambios se han sucedido a una velocidad de vértigo, y el hombre actual apenas ha tenido tiempo para asimilarlos. No me refiero solo al hombre que podríamos considerar común. También entre el hombre culto de hoy y el de hace unas décadas hay diferencias esenciales. Hoy día, por ejemplo, sería difícil encontrar a un hombre, por muy culto que fuera, que conociera el latín y el griego, que pudiera recitar de memoria a Homero o a Virgilio, o ciertos monólogos de Shakespeare.
   Las lecturas se suceden, pero nadie parece interesado en demorarse más de la cuenta en un libro, ni en aproximarse por tanto a ese ideal de lectura que le hacía afirmar a Joyce que el libro verdadero era aquel que exigía al lector que entregara su vida a la tarea de leerlo. El lector que alimenta con su elección las listas de libros más vendidos en nada se parece a ese misterioso lector del que hablara Lezama Lima, que llega a tener para una sola lectura la presencia y esencia de todos sus días.
   Las mismas páginas de cultura de los periódicos, como hace poco denunciaba con lucidez Juan Goytisolo, cada vez se parecen más a las páginas de ocio o a las revistas del corazón, como si todo su afán fuera complacer a los que no leen en vez de a esos discretos lectores de los que hablaba Joyce. La abundancia de novedades, la inserción decidida en una cultura de la compra y el desecho, hacen incluso de esa figura improbable del lector de hoy algo bien distinto de lo que podía ser hace años. Es uno de los nombres más de ese acumulador insaciable en que se ha convertido el hombre occidental. Nunca este se ha movido más por lo que ve, lo que puede poseer de manera inmediata. "El materialismo, ha escrito Borges, dijo al hombre: hazte rico de espacio. Y el hombre olvidó su propia tarea. Su noble tarea de acumulador de tiempo. Quiero decir que el hombre se dio a la conquista de las cosas visibles. A la conquista de personas y de territorios. Así nació la falacia del progreso. Que el hombre vuelva a capitalizar siglos en vez de capitalizar leguas. Que la vida humana sea más intensa en lugar de ser más extensa".
   La pérdida de prestigio y autoridad de la institución literaria parece indiscutible en nuestros días. Pero ¿y si esto no fuera tan malo? ¿Y si favoreciera el nacimiento de una relación distinta con los libros, aquella que por otra parte es la que siempre han tenido con ellos todos los verdaderos lectores? ¿Y si ese olvido general les estuviera favoreciendo, si favoreciera a los escritores, que olvidados de ese papel social pueden concentrarse de una forma más decisiva en su propia tarea, ocuparse tan solo de escribir mejor, de hacerlo como forma extrema de resistencia frente al mismo olvido y la muerte del pensamiento? ¿No fue visto en muchos círculos de vanguardia el éxito mismo como un signo de corrupción artística?
   En un cuento de los hermanos Grimm, Los seis cisnes, una niña tiene que coser seis camisas de anémonas y permanecer en silencio varios años para conseguir que sus hermanos, hechizados por una bruja, recuperen la forma humana. El lector debe ser como esa niña. La literatura no nos entrega un saber, sino un espacio de incertidumbre y espera. Tiene que ver con lo que no conocemos, es el reino del secreto. Como hace la niña del cuento de los hermanos Grimm al tejer en silencio sus camisas, leer es depositar en el mundo una verdad perteneciente al alma.

   Gustavo Martín Garzo es escritor.

PRENSA. CRISIS ECONÓMICA. Entrevista a Ignacio Ramonet, director de la edición española de "Le Monde Diplomatique"

Ramonet, tras la presentación de su libro en junio pasado.-GRACIELA DEL RÍO. ("Público)

   En "Público":

"¿Qué pasará cuando los sacrificios no acaben con la crisis?"

27 noviembre 2011

Director de la edición española de  'Le Monde Diplomatique'. Alerta del "golpe de estado financiero" que vive Europa.

   "La mundialización financiera ha creado su propio Estado. Un poder sin sociedad. Este rol es ejercido por los mercados (...). Las sociedades realmente existentes son sociedades sin poder. Y todo esto no deja de agravarse". Este texto tiene 14 años. En diciembre de 1997, Le Monde Diplomatique publicaba el editoral del director de su versión en español, Ignacio Ramonet, Desarmad los mercados financieros. Una alerta que sería germen del movimiento 'Attac', hoy presente en 40 países, que lucha por la creación de una tasa a las transacciones financieras mundiales (inspirada en la Tasa Tobin) para ir echando "granos de arena" en el engranaje de la especulación.    

   14 años después, dos países del Viejo Continente han visto cómo sus gobiernos elegidos en las urnas eran sustituidos por unos gestores de quiebras mientras el resto atribuye al mercado decisiones y recortes. Podría decirse que Ramonet, que participó esta semana en el ForoBurgos organizado por Banca Cívica, acertó.

   ¿Se cae Europa?
   Es un momento extremadamente delicado. Da la sensación de que no hay a la cabeza una generación política a la altura de la crisis apocalíptica que estamos viviendo. Y no nos hemos sorprendido lo suficiente de que, en los últimos meses, Alemania y Francia hayan asumido un poder que nadie les ha dado. Hemos leído: 'Rajoy habla con Merkel'. ¿Lo primero que hace el vencedor de unas elecciones con un resultado abrumador es llamar al jefe? No estamos en un Estado federal. España no es Dakota ni Berlín, Washington. Pero manda Merkel con Sarkozy de coartada.

   Hay quien dice que Merkel asume el liderazgo porque no hay otro poder fuerte.
   Si Merkel es quien está pilotando la crisis, el resultado es muy malo. Grecia va cada vez peor. Su PIB es el 3% de la zona del euro. Cuando estalló la crisis, se podía haber solucionado con un pequeño esfuerzo económico. Ahora, la gangrena ha subido. Austria y Francia tienen triple A (máxima calificación en su deuda) y las atacan. No se sabe si el euro será capaz de resistir. A Portugal se le ha impuesto una cura de caballo, se le ha impuesto la recesión y como resultado, le acaban de volver a bajar el rating. Esto no funciona.

   ¿Tampoco para Alemania?
   Los alemanes se van a despertar dentro de poco constatando que la mayoría de los países europeos no compran. Y que ellos no exportan.

   ¿Por qué no lo ven?
   No están a la altura. Están aplicando recortes de manual a situaciones que no se corresponden. Están alentando a los mercados a seguir ejerciendo presión. Los mercados están desbocados porque durante años ha habido una desregulación que les dejó hacer lo que querían. Los políticos prometieron cambiarla en el G-20. Sarkozy prometió la tasa a las transacciones. Pero los mercados no quieren y no se adopta.

   ¿A qué nos enfrentamos?
   Si seguimos así, la primera amenaza es que no estamos seguros de que el euro vaya a resistir. Nadie puede afirmar que seguirá siendo lo que es dentro de tres meses o de un año. Mucha gente apuesta por que desaparecerá o quedará restringido al área de influencia de Alemania.

   ¿Europa se ha convertido en la primera ficha de un nuevo dominó?
   La crisis de la deuda europea puede tener incidencia a escala global. Muchos se han olvidado, entre ellos Alemania, de que la globalización es la articulación de todos los mercados. Si la zona euro entra en congelación por la austeridad, no se potenciará el consumo. Ya hay en Europa 23 millones de desempleados cinco millones en España y 80 millones de pobres, personas que no consumen. El mundo funciona con dos motores, dos grandes centros de consumo: EEUU y la Unión Europea, ambos amenazados por la recesión. Si se paran, China va a fabricar menos. De hecho, el ritmo de crecimiento chino ya ha bajado. Si China deja de importar, dejará de comprar también materias primas, los minerales que compra a Perú y Chile y los productos agrícolas que compra a Brasil y Argentina. Esos países dejarán de crecer. Y en 2013 o 2014 podemos encontrarnos con una recesión internacional.

   ¿Puede el mundo soportarlo?
   La pregunta es, si la recesión se prolonga en Europa, hasta dónde soportarán las sociedades europeas la purga a la que se está sometiendo a la población. Cuánto va a crecer la extrema derecha, cuánto la protesta social. La historia no se detiene y esto es un golpe de Estado financiero. Los mercados han decidido tomar el poder. En Grecia e Italia, la evidencia es total. Se han colocado personas que han trabajado de uno u otro modo con Goldman Sachs, especialista en colocar a su gente en puestos de poder, pero ahora al frente de países.

   ¿Qué se puede hacer?
   La sociedad debe reflexionar para seguir defendiendo que otras soluciones son posibles. Hay que volver a planteamientos keynesianos (estimular el crecimiento económico inyectando dinero público). No lo digo yo. Lo dicen (Paul) Krugman y (Joseph) Stiglitz. Hay que hacer políticas anticíclicas, encontrar soluciones para salir de la situación. Veo difícil que se adopten en el contexto actual pero, si los gobiernos no se deciden, vamos a la catástrofe. Quizás si Francia pierde la triple A, Alemania verá que se hunde la última barrera que los protege. Los eurobonos podrían ser una solución a la crisis de la deuda, pero por otro lado habría que prohibir los hedge funds (fondos de alto riesgo), implantar la tasa a las transacciones, no operar con bancos que utilicen paraísos fiscales. Quién lo va a hacer si no hay autoridad. El euro es la única moneda que no está respaldada por una autoridad política, no tiene Gobierno y los mercados se han dado cuenta, han visto que se podían enriquecer fácilmente.

   ¿Por qué arrasa la derecha en Europa si trae recortes aún mayores que los que se han visto?
   Es posible que una parte de la sociedad, teniendo en cuenta que muchos medios de comunicación dominantes insisten en que la línea de la ortodoxia es la única, acepten la idea de los recortes. El pánico a que el euro desaparezca genera mucha disciplina. Se ha visto en Catalunya en estas elecciones. Una parte del electorado piensa que es o recortes o caos, y votan recortes. El problema es qué pasará cuando no pase nada. Cuando los sacrificios no hayan puesto fin a la situación de crisis. Esa es la preocupación.

   ¿Piden realmente los mercados ajustes y reformas, teniendo en cuenta que no funcionan?
   Los mercados no saben lo que quieren. No hay un objetivo concreto. Buscan ganar dinero. Pero es posible que la especulación acabe por destruir el sistema.

PRENSA. VIOLENCIA DE GÉNERO. "Talibanismo universal", por Nazanín Armanian

Nazanín Armanian

   En blogs.publico.es:

Talibanismo universal

Nazanín Armanian. 27 noviembre 2011

   Otro 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y de nuevo, horrendos datos: cientos de millones de mujeres siguen siendo maltratadas y, al menos, unas 65.000 asesinadas cada año, sin incluir el aborto selectivo ni el infanticidio femenino. Un terror presente en todos los sistemas políticos, sociedades y culturas.
   El desacuerdo sobre la definición de maltrato (¿incluye las bofetadas,  patadas y humillaciones?) impide un registro de datos reales. Y sin información no habrá ni concienciación de gobiernos y ciudadanía, ni actuaciones para atajar la lacra.
   En Europa, un 40% de mujeres nórdicas ha sido golpeado de forma sistemática, y mientras en Francia el 90% de las agresiones no se denuncian, en Japón es una cuestión privada. En Rusia, cada semana alrededor de 30 mujeres son asesinadas por sus parejas, siendo tres en Alemania y en España. Decenas de miles son violadas, cada año, en los campos de refugiados, por guardines, combatientes y cascos azules, 700 mil en EEUU, y 65 mil en Francia. Al mismo tiempo, en China 150.000 mujeres se suicidan, y en Pakistán, Jordania, Kurdistán y Palestina se les arranca la vida de 4000 esposas por el “honor”. En India, el feticidio de 2,5 millones de niñas ha provocado escasez de mujeres, convirtiendo el rapto y la violación colectiva de las menores en un drama diario y África sigue destruyendo la vida de 130 millones de sus hijas, mutilándolas.
   En Afganistán, mientras la OTAN gasta unos 6 mil millones de dólares al mes, prometiendo paz y felicidad, los padres, desesperados, ceden a sus hijas por 15 euros, “salvándoles” del hambre.
   La Europa Occidental prostituye en sus calles a medio millón de mujeres, y en la región Oriental una misma niña es vendida decenas de veces. Y en todos los países se castiga a la mujer que aborte ilegalmente o que abandone a su bebé no deseado, pero nunca al padre de la criatura.
Aun así, gracias a las conquistas de las feministas en todo el mundo, sobre todo en Occidente, hemos ganado posiciones: de subgénero a segundo sexo. Educar en igualdad e instruir en gestionar los conflictos a través del diálogo, son pasos pendientes a dar.

sábado, 26 de noviembre de 2011

POESÍA. "Y si después de todo...", de Francisca Aguirre (Alicante, 1930), premio Nacional de Poesía 2011.

Paca Aguirre

Y si después de todo, todo fuera
un ir muriendo para al fin morirnos
a qué este loco empeño con convertirnos
en contables de un tiempo que no espera.

Y si resulta que lo cierto era
este sermón que viene a repetirnos
que avanza el huracán para abatirnos
y es inútil y absurda esta carrera.

Entonces, amor mío, ten sosiego
y aprovecha esta cueva que te ofrezco
y apura el agua que yo no he bebido.

El viento nos arrastra frío y ciego,
toma mi manta mientras yo envejezco:
amarte de otro modo no he sabido.

PRENSA CULTURAL. "Celebración de Ana María Matute", por Juan Goytisolo

Ana María Matute

   En "El País":
Celebración de Ana María Matute

JUAN GOYTISOLO 23/11/2011

   Como amiga y como escritora. Así recuerda Juan Goytisolo a Ana María Matute en este texto, base del discurso que el escritor tenía previsto pronunciar en un acto de homenaje en el 'Cervantes' de Casablanca al que la novelista no pudo asistir.

   En 1948, año en el que concluí el bachillerato en el colegio de los Hermanos de Lasalle en el barrio de la Bonanova, me inscribí en la Facultad de Derecho de Barcelona con el propósito de hacer posteriormente oposiciones para la carrera diplomática y poder vivir fuera de España. La idea era absurda y en las antípodas de mi modo de ser, pero el deseo de alejarme de un país en el que, perdida la fe religiosa y ajeno a los valores que encarnaba el régimen me sentía un extraño, barrió todas mis dudas. Lo que me interesaba en verdad era la literatura, y con un par de compañeros de Derecho aficionados también a ella espulgábamos las librerías de viejo de la calle Aribau y la trastienda de la Casa del Libro, en donde era posible hallar obras prohibidas por la censura que devorábamos con ansiedad. Fue así como surgió la idea de relacionarnos con escritores ya conocidos y de invitar a nuestra tertulia a Ana María Matute, a quien conocía de vista por ser usuaria como yo del entonces llamado tren de Sarrià.
   Ana María era por aquellas fechas una joven muy bella, acababa de publicar una novela, Los Abel, en ediciones Destino y había escrito otras que al parecer planteaban problemas de censura. Dos de sus hermanos habían estudiado conmigo en los jesuitas 10 años antes y "los recuerdo muy bien, vestidos de monaguillo, con una capa de seda roja y brillante, ribeteada de armiño blanco", escribí en Coto vedado en las ceremonias patriótico religiosas que concluían con el canto del Cara al sol brazo en alto. Yo subía al metro que recorría al aire libre la Vía Augusta de Sarrià a la calle Ganduxer en la estación de Tres Torres y Ana María en la siguiente, es decir, Bonanova. Un día me armé de valor y me acerqué tímidamente a saludarla. Le dije que había leído su novela, que también yo escribía y aspiraba a ser diplomático. Ella me escuchaba con atención y, pese a su estatus de escritora publicada, me trataba de igual a igual, con esa llaneza y modestia que la distinguen de muchos otros colegas, un rasgo de carácter que ha conservado siempre y atrae inmediatamente la simpatía de cuantos la rodean.
   En las conversaciones de mis amigos universitarios con el novelista Mario Lacruz y el periodista Luis Carandell habíamos evocado el tema de crear una tertulia literaria semanal en el altillo del café Turia, en la céntrica Rambla de Cataluña -proyecto que cuajó a comienzos de 1951-, a la que fueron invitados y asistieron autores tan distintos como Salvador Espriu, Guillermo Díaz Plaja, Carlos Barral y Alberto Oliart. Allí se creó un concurso de cuentos al que nos presentamos, entre otros, Ana María y yo. Lo ganó Ana María por voto a mano alzada, con un relato cuyo título no recuerdo, pero sí la frase que remataba la historia de su protagonista: "¡Por Cristo, qué bien lo pasó!".
   Desde entonces, mi amistad con ella se afianzó. Leí su magnífico libro de relatos Fiesta al noroeste, Luciérnagas y su obra primeriza Pequeño teatro, por la que obtuvo tardíamente el 'Planeta' en 1955. Pero la novela de Ana María que más me impresionó se titulaba Julio y Termidor. La leí impresa a máquina pues, ambientada en la Guerra Civil, su enfoque, ajeno a toda propaganda partidista, y el retrato del pueblo llano, víctima de la violencia de los alzados en armas contra la República, tropezaron con el celo de los cirujanos de ideas, que se apresuraron a declararla no apta para el público, condenado en aquellos tiempos a una forzada minoría de edad. Ignoro si en los años siguientes fue autorizada con recortes y diferente título: los regateos entre editores y los gestores de la moral fueron moneda corriente hasta la muerte de Franco. Así, antes de que leyera a Max Aub, Ramón J. Sender, Arturo Barea y Francisco Ayala, Ana María me procuró la primera visión novelesca de lo acontecido en la Guerra Civil no contaminada por el credo nacional católico de los vencedores.
   Desde que me fui de Barcelona para afincarme en París nuestros encuentros se espaciaron. Recuerdo el último, acompañada ella de su exmarido, en un café de la Vía Augusta próximo a la estación de metro de San Gervasio (empleo aposta los nombres castellanos de la época: los catalanes estaban prohibidos). Al hacerme cargo de facto de la literatura peninsular en Gallimard, escogí entre otros autores de mi generación las obras de Ana María. La acogida de la crítica literaria parisiense al libro Fiesta al noroeste y luego a Los hijos muertos fue muy cálida: el gran traductor Maurice-Edgard Coindreau calificó a su autora de "la Carson McCullers de la joven novela española". Así Ana María, como Joan Sales y Mercè Rodoreda, se abrieron paso en el mundo cultural francés pese a la cuarentena impuesta por el franquismo a la obra de los desafectos.
   Hablo de hace casi 50 años, de medio siglo de distancia física, pero no afectiva ni literaria, entre Ana María y yo, y cuyo reencuentro deseábamos festejar el 15 de octubre con motivo de la inauguración de la biblioteca que lleva su nombre en el 'Cervantes' de Casablanca. Un desdichado accidente la víspera de su viaje frustró el acto preparado con cariño por la directora, Lola López Enamorado. La desilusión de todos los amigos de Ana María Matute fue muy honda. Pero las palabras que deseaba improvisar entonces las pongo por escrito, con la esperanza de verla pronto restablecida en este 'Cervantes' asociado para siempre a su persona y su alma.

PRENSA. Viñeta de EL ROTO

   En "El País" (24 noviembre 2011):

PRENSA. CINE. Crítica de "Un método peligroso", de David Cronenberg


   En "El País":
De la carne y la psique

JORDI COSTA 25/11/2011

   En una de las escenas clave de Crash (1996), de David Cronenberg, adaptación de la novela homónima de J. G. Ballard, Elias Koteas, en la piel del agente provocador Vaughan, ilustraba al protagonista sobre el sustrato simbólico del accidente de tráfico, ahondando en su naturaleza de acontecimiento liberador de una energía sexual reprimida. En suma, proponiendo una lectura psicoanalítica del choque automovilístico que sintetizaba la poética del escritor que, en su autobiografía Milagros de vida, escribía: "Descubrí a Freud y los surrealistas, una andanada de bombas que cayó delante de mí y destruyó todos los puentes que dudaba en cruzar".
   En Un método peligroso, adaptación de la obra teatral de Christopher Hampton basada, a su vez, en un libro de no ficción de John Kerr -en suma, la historia ha recorrido un largo camino para alcanzar la plenitud como película de Cronenberg-, Carl Jung (Michael Fassbender) escucha en boca del médico y paciente encarnado por Vincent Cassel un discurso muy parecido al que sostenía esa escena de Crash: un llamamiento a la liberación del deseo, a la superación de toda atadura moral. La simetría entre las dos escenas revela que esta aproximación a la fascinación mutua y posterior extrañamiento entre Jung y Freud no solo no supone un cambio de tercio en la carrera del director canadiense, sino que, de hecho, es la película que, en buena medida, estaba destinado a hacer: una aproximación cartesiana al nacimiento del psicoanálisis y a la incubación de su primer cisma. Una obra que permite comprobar que, en la trayectoria del director, como en la de J. G. Ballard, todo es psicoanálisis, todo es tensión entre carne y psique, entre deseo y razón.
   Cronenberg logra sobrecargar la pantalla de energía con los recursos más austeros: bastan dos sillas y dos actores como Fassbender y Keira Knightley para montar una sesión de terapia que permite reconocer en la figura de Sabina Spielrein los ecos de esa turbulenta Claire Niveau a la que dio vida Geneviève Bujold en Inseparables (1988). Una austeridad expresiva que el director ya había tanteado en M. Butterfly (1993) y en Spider (2002) y que aquí sostiene una película civilizada, didáctica, pero, a la vez, llena de misterio que, en un mundo ideal, sería de visión obligada en las escuelas.

UN MÉTODO PELIGROSO
Dirección: David Cronenberg. Intérpretes: Viggo Mortensen, Michael Fassbender, Keira Knightley, Vincent Cassel. Género: Drama. Gran Bretaña, Alemania, Canadá y Suiza, 2011. Duración: 99 minutos.

viernes, 25 de noviembre de 2011

POESÍA. "Siempre en amor...", de Francisca Aguirre (Alicante, 1930), premio Nacional de Poesía 2011.

Paca Aguirre

Siempre en amor vivimos de limosna,
sólo tenemos lo que buenamente
nos quiera conceder ese demente
que nos hiere, nos hunde y nos trastorna.

Su puerta inexorablemente entorna
y es inútil rogar que sea clemente,
nos ignora y la cierra dulcemente
y nada lo conmueve o lo soborna.

Y detrás de esa puerta agonizamos,
y detrás de esta puerta damos voces
y suplicamos que nos den consuelo.

Pero nadie responde a estos reclamos,
aunque oímos susurros, risas, roces:
la puerta es sorda y muda como el cielo.

POESÍA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO. Poema de Selene Urbano Molina (3º ESO)


Creí en el amor de verdad.
Creí en un mundo diferente.
Fui muy guapa por un día,
por un tiempo solamente.

Me decías cosas bonitas,
halagando así mi mente.
Fui la víctima de un sueño,
de un gran mar en que perderme.

Me pregunto si eras tú
quien me pegaba tan fuerte,
quien hace sangrar mis labios
y golpeaba mi vientre,
logrando empañar mis ojos
con un llanto permanente.

Aguantaba la maldad
de tu corazón latente;
yo, descerebrada y tonta,
caí en tus garras por siempre.
Por eso me haces sufrir,
me conduces a la muerte.

PRENSA. CONTRA VIOLENCIA DE GÉNERO. Concurso internacional de carteles

El texto y las fotos están en "elpais.com"

TEATRO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO: "La número 17", de Jesús García Campos (monólogo dramático)



   Aquí, el texto.

PRENSA. "Solo es el comienzo", por Lluís Bassets. (Sobre la revolución egipcia)

Lluís Bassets

   En "El País":
Solo es el comienzo

LLUÍS BASSETS 24/11/2011

   Es una revolución y su camino, como el de todas las revoluciones, es incierto. La rapidez con que cayeron los dos primeros dictadores, Ben Ali y Mubarak, pudo crear el espejismo de un movimiento instantáneo, limpio y eléctrico como la tecnología usada por los revolucionarios para comunicarse. Nada más lejos de la realidad: una revolución es más un proceso que un acontecimiento. Sus vericuetos son sinuosos y con frecuencia no conducen a ningún lado o regresan al punto de partida. Tienen más de laberinto oscuro que de alameda luminosa. Su éxito no está asegurado ni es como un paseo militar.
   Los egipcios, a diferencia de los tunecinos, solo han despachado al faraón, que ya es mucho. Pero nada han tocado del sistema, una dictadura militar desde la misma fundación de la República en 1953, tras la expulsión del rey Faruk por parte de los Oficiales Libres encabezados por Gamal Abdel Nasser. Ni siquiera la idea de la dictadura castrense agota lo que es el Ejército egipcio. Su papel en el sistema económico es central, como lo es en la preservación del núcleo vital de los grandes intereses y los pactos estratégicos (Israel, Estados Unidos) que definen el Egipto contemporáneo.
   Para Shadi Hamid, director de investigación del centro que tiene en Doha (Qatar) el think tank estadounidense Brookings, "la revolución egipcia, en vez de representar una ruptura brusca con el pasado, puede ser entendida mucho mejor como un golpe militar de inspiración popular" (The Arab Awakening, varios autores; Brookings Institution Press). El punto en que ha llegado ahora, a pocos días de la primera cita electoral para elegir un nuevo Parlamento, es la segunda fase de la revolución, en la que hay una pugna entre los socios anteriores, los manifestantes y los militares; unos para sustituir el actual poder militar por un poder civil y los otros para seguir ganando tiempo y evitarlo.
   Los militares egipcios se guían, como los militares de casi todo el mundo, por el mito que les identifica con el pueblo al que se presume que defienden. De ahí que eviten o difieran hasta el límite la decisión de disparar a su propio pueblo cuando creen que están en juego los intereses supremos. Incluso cuando lo hacen, como ya ha sucedido este año en varias ocasiones, ahora mismo, se evita usar la tropa y la fusilería, y se enmascara para eludir un punto sin retorno en el que el poder militar carezca de todo margen fuera de la represión. La tentación de zanjar Tahrir como Tiananmen, la plaza pequinesa donde el Ejército chino masacró a los estudiantes en 1989, cuenta con potentes argumentos disuasivos, sobre todo desde el prisma de los propios militares.
   El mariscal Tantaui no puede admitir ni siquiera que la institución que preside tenga deseos o intenciones de perpetuarse en el poder. Ha señalado fecha, julio de 2011 lo más tarde, para unas elecciones presidenciales que deben situar en la cúpula del Estado al primer presidente civil de la historia y planteado la necesidad de un referéndum para decidir si los militares deben entregar el poder inmediatamente. Pero no ha negado, en cambio, ninguna de las pretensiones castrenses, como es mantener un estatuto especial de guardianes de la Constitución, contar con presupuestos e inversiones fuera de la acción y el control parlamentario y seguir con un dominio reservado en un sector de la economía que se evalúa en un 25% del PIB egipcio. Por eso es de temer que maniobre y manipule la agenda electoral, y las urnas si hace falta, para salir de esta con el poder militar intacto.
   Hay una situación de doble poder, el militar por un lado y el de la calle por el otro, que los Hermanos Musulmanes quieren desequilibrar en su provecho. También hay dos modelos en competencia: el de una república tutelada por los militares y el de una democracia islamista. Ambos son de inspiración turca aunque referida a distintas épocas: el primero de la Turquía de Ataturk y el segundo de la Turquía de Erdogan y su partido de la Justicia y del Desarrollo. Cabe que del cruce y acuerdo entre ambos salga un híbrido peor, en el que cada uno de los vectores mantenga su vigilancia, militar y religiosa respectivamente, al estilo del muy iliberal modelo saudí.
   El futuro de las revoluciones árabes se juega de nuevo en Tahrir. En Mayo del 68 se hizo famosa una frase: "Ce n'est qu'un début, continuons le combat" (solo es el comienzo, continuemos el combate). Era falsa: fue el final de una época y apenas hubo más combates de barricada como aquellos. Ahora es al revés, los últimos compases revelan que, a poco de cumplirse un año del comienzo, estamos todavía en el comienzo, el largo comienzo de una revolución incierta. Si Egipto avanza hacia la supremacía del poder civil, la revolución recibirá un nuevo impulso. Ya sabemos qué sucederá si quienes avanzan y consolidan posiciones son los militares.