miércoles, 30 de diciembre de 2009

PRENSA. LITERATURA. Sobre "La historia interminable", de Michael Ende



En "El Día de Córdoba":

"¡Cuidado! ¡Aquí empieza el terreno de lo irracional!"


Se cumplen tres décadas de la publicación de 'La historia interminable' de Michael Ende, un soberbio ejercicio de imaginación que ha sido traducido a 45 idiomas.

Ana Ramos

¿Quién no conoce La historia interminable? Sí, el libro de Michael Ende que junto a Jim Botón y Lucas el maquinista y Momo ha sido traducido a 45 idiomas y ha vendido unos 20 millones de ejemplares. Confieso que es uno de mis libros favoritos; mi marido dice que es el tótem de esta familia, así que ya ven. Tenemos varias ediciones: en tapa dura, en rústica con sobrecubierta, de kiosko... y compraremos de buena gana la encuadernada en cuero con incrustaciones de nácar -que es como Ende quiso que fuese editada la novela- cuando la editorial se decida a hacerla. Esta que tengo aquí delante es una edición mucho más modesta: se trata de la reimpresión de Salvat del libro de Alfaguara, un poco maltratada por el uso y los años.
En la portada, dos serpientes se muerden la cola; ambas son naranjas con la cabeza negra; se supone que una de ellas tendría que ser blanca y la otra negra, pues así describe Ende el Áuryn, como representación del mundo de Fantasia en donde lo oscuro y lo luminoso tienen su lugar a partes iguales. Dentro del óvalo formado por estas, un jardín de colores saturados habitado por dos unicornios muestra al fondo una versión sencilla de la torre de marfil donde reside la Emperatriz Infantil. Me parece preciosa; en su primera página reza con la letra enérgica e ingenua de mis ocho años: Ana Belén Ramos Guerrero, y, bajo esta leyenda manuscrita, en letras impresas de molde verde: La historia interminable. Como recordarán, trata de un niño regordete, Bastián Baltasar Bux, al que las cosas le van regular y que se encierra en el desván de su colegio con la intención de no salir nunca jamás, con la única compañía de un libro robado titulado La historia interminable. Maravillas del arte, Bastián se introduce en el propio libro convertido en un esbelto y hermoso guerrero que habrá de salvar el mundo de Fantasia. Si ha decido usted incluir el libro en su lista para los Reyes Magos, ha de saber que justo ahora se cumplen treinta años de la publicación de la novela y ochenta del nacimiento del autor. Es el libro ideal para los niños porque decididamente tiene todo lo que un niño le pide a los libros, a saber: acción trepidante, aventuras peligrosas, misterios por resolver, grandes dosis de amistad y fantasía, y monstruos y extraños animales por doquier: comerrocas, silfos nocturnos, trolls de tres cabezas..., además de dos protagonistas de unos diez años y una hermosa niña de cabellos blancos que reina en el mundo de Fantasia.
Además de La historia interminable tengo frente a mí dos textos teóricos que Ende escribió sobre su propia obra; contienen sus ideas sobre la literatura infantil y aparecen recopilados en un volumen titulado Carpeta de apuntes. Uno de ellos es una conferencia que impartió en Tokio y se titula ¿Por qué escribo para niños? El otro es el artículo Reflexiones de un indígena centroeuropeo. Ende siempre hizo hincapié en que todo lo que uno necesita saber para interpretar la obra de un autor está contenido en sus libros, o dicho con sus propias palabras: "Si Kafka quiso decirnos con sus novelas lo que interpretan sus intérpretes, ¿por qué no lo dijo él?". Sin embargo, en estos dos artículos expuso a las claras sus intenciones artísticas. Como les decía, la novela está muy bien para los niños y les hará pasar unas horas fantásticas, pero tengo que contarles un secreto: detrás de su apariencia infantil, el libro esconde no pocas ideas de provecho para los adultos, y no está de más que recordemos esto cuando el autor se pasó la vida defendiendo un lugar para la literatura infantil dentro de la literatura general y procurando con su obra que la literatura infantil fuese digna de ese lugar.
Junto con los citados textos, tengo delante un cuadro de su padre, el pintor surrealista Edgar Ende, que creo que puede ilustrar muy bien algunos conceptos de su literatura. Viene que ni pintado al caso en estos días porque se llama Navidad: un poderoso caballo contiene una brillante luz en su interior dentro de la cual flota un bebé. Frente al caballo hay una pequeña pelota y toda la escena está rodeada del cielo y la tierra o el mar en tono onírico. Pues bien, muchas pueden ser las interpretaciones de este cuadro y habrá quien diga que no tiene que significar nada, ya que Edgar Ende se encerraba en un cuarto oscuro, dejaba su mente vagar liberándose de todas las ataduras de la realidad y la racionalidad y a veces pasaba allí horas y días hasta que una imagen se hacía nítida en la cámara oscura de su inconsciente. Hay gran influencia de la obra de su padre en la literatura de Michael y ambos trabajaron juntos muchas veces. De su familia, Ende heredó la pasión, el compromiso, la entrega al arte y la convicción de que este está por encima de las cosas materiales, y eso que para ellos la vida no siempre fue fácil pues a veces los cuadros de Edgar se vendieron con dificultad, sin contar que a la familia Ende le tocó vivir e intervenir en la segunda guerra mundial. Pero eso es otra historia.
En un primer nivel de lectura, atendiendo al título del cuadro, Navidad, este podría interpretarse como una representación surrealista o pagana del nacimiento de Cristo en el que el niño dios es presentado como un bebé a punto de nacer de un caballo. Pero en un segundo nivel de lectura, esta podría ser una imagen del poder de la fantasía, del arte -ese caballo encabritado- trayendo al mundo un nuevo ser. Para Michael Ende, la fantasía tenía un poder transformador, poder que se adquiere atendiendo al niño que hay dentro de cada adulto; en la imagen, el adulto estaría representado por un robusto caballo y el bebé que porta en su interior sería el eterno infantil del que habla el autor: "Creo que los grandes filósofos y pensadores no han hecho otra cosa que replantearse las viejísimas preguntas de los niños: ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el sentido de la vida? Creo que las obras de los grandes escritores, artistas y músicos tienen su origen en el juego del eterno y divino niño que hay en ellos: ese niño que, prescindiendo totalmente de la edad exterior, vive en nosotros, ya tengamos nueve o noventa años; ese niño que nunca pierde la capacidad de asombrarse, de preguntar, de entusiasmarse; ese niño en nosotros, tan vulnerable y desamparado, que sufre y que busca consuelo y esperanza; ese niño en nosotros que constituye, hasta nuestro último día de vida, nuestro futuro".
A Michael Ende le tocó vivir una época en la que no estaba bien visto escribir literatura infantil, y mucho menos literatura infantil fantástica; hablamos de la posguerra alemana en la que todo escritor que no hiciera una literatura comprometida histórico-crítico-socio-políticamente era denostado por sus vecinos. Así que se acusó al autor de Momo de "escapista". Sin embargo, Ende proclamó lo contrario, su literatura no escapa de nada, sino que va al encuentro de lo más profundo del ser humano a través de lo misterioso, de lo irracional, de lo maravilloso. De modo que esa "fantasía escapista" en realidad se opone activamente a un mundo donde el ejercicio de lo racional degenera en el sinsentido, pues la racionalidad y la ilustración científica de la civilización ha tenido el efecto contrario -lo estoy parafraseando- de lo que la razón y la lealtad exigen a cada persona. Cito ahora: "Vemos que esas personas, con su Ilustración científica, envenenan el cielo, la tierra y las aguas. Vemos que se destruyen a sí mismos física y psíquicamente. Vemos que la cima de sus conocimientos ha consistido en crear una bomba con la que se puede destruir la vida de la Tierra no sólo una, sino muchas veces."
La poesía, el arte y la fantasía se convierten en Ende en una forma de vida y en una postura política. En una especie de "autoexilio" abandona Alemania y vive en Italia durante 15 años, considerándose un "ser primitivo de la reserva centroeuropea de la literatura infantil", alejado del "gran desierto de la civilización exterior". Y con su particular humor escribe: "Me han contado que hace poco, en las fronteras de todas las reservas parecidas a la nuestra, se han colocado grandes letreros que advierten: ¡Cuidado! ¡Aquí empieza el terreno de lo irracional! ¡Peligro de muerte! ¡Prohibido el paso!".
Y, para terminar de dibujar este boceto del pensamiento de Ende, hay una anécdota de La historia interminable que quiero compartir con ustedes. Remontémonos a 1980, un año después de la publicación de la novela. El escritor vivía todavía en su casa italiana de Genzano a la que Ingeborg Hoffman -su primera mujer- y él llamaron La Casa del Unicornio. El libro tuvo un éxito inmediato y arrollador, tanto que autor y editor firmaron ese mismo año un contrato con un joven productor para adaptarlo al cine. Pero, tras firmar el contrato, Ende fue engañado no una sino dos y hasta tres veces. Sin su conocimiento, los derechos se revendieron a una gran productora, quien contrató al director Wolfang Petersen y excluyó del proyecto al escritor. Convendrán conmigo en que la película hace poca justicia al libro. De ella Ende vino a decir públicamente que era una porquería. Se involucró en un proceso judicial largo y costoso en el que invirtió todos sus derechos de autor y tras el que lo único que pudo conseguir fue quitar su nombre de los créditos. Adujo que los culpables de la cinta la habían despojado de toda poesía. Pero, ¿qué significa que la película carece de poesía? Y ¿por qué era esto tan importante para el escritor cuando a cambio miles o millones de personas más iban a descubrir y a vivir su novela a través del séptimo arte? La respuesta la podemos encontrar en la definición que da de la poesía en Reflexiones de un indígena centroeuropeo: "La poesía es la capacidad creativa que tiene el hombre de vivirse y de reconocerse a sí mismo una y otra vez en el mundo y al mundo en sí mismo. No nos referimos únicamente a poesías y a libros sino a formas de vida y explicaciones del mundo accesibles a la experiencia, a la vida".
Sé que seguramente muchos de ustedes recordarán haber leído La historia interminable de niños y estoy segura de que guardan un entrañable recuerdo del libro. No me gustaría terminar este artículo sin proponerles su relectura. Les aseguro que descubrirán mucho más de lo que recuerdan.

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