lunes, 14 de diciembre de 2009

CUENTOS DE NAVIDAD. ALUMNOS/AS DE 1º ESO. "Navidad en soledad", de Nieves Santos Belmonte



NAVIDAD EN SOLEDAD
Eran exactamente las 22:45 del 23 de diciembre. Su primera navidad en soledad. Venía a su mente el recuerdo de tantas navidades compartidas con alguien muy especial… Habían roto hace apenas unos meses.
Aún permanecían en su memoria esas maravillosas navidades con su pequeño David. Recordaba con qué ilusión el niño insistía en un portal y un árbol: lo deseaba grande,muy grande,tan inmenso como el que tenían enfrente de su casa.
Ella intentaba explicarle con todo su cariño que eso era imposible, porque, para que cupiera en casa, tenía que conformarse con algo más pequeño. Así, podrían colocarse las bolas, las botas, las luces y, además, habría espacio para sus zapatitos, donde los magos de Oriente dejarían los regalos.
Ella recuerda cómo los ojitos de su pequeño David se iluminaban de ilusión esperando la noche mágica, aunque también recuerda los malos momentos pasados, cuando su ex pareja le gritaba y el pequeño David se refugiaba en sus brazos, sin entender por qué su papá hacía que su querida mami se pusiera tan triste. A veces, sus lágrimas se deslizaban por su cara. Él no lo entendía, pero
quizás por eso estas navidades no echaba de menos a su papá, aunque de vez en cuando recordara algunos buenos momentos. Ahora, sin embargo, se sentía feliz junto a su mami.
Elizabeth, que así se llamaba esta mujer que iba a pasar sola la navidad junto a su pequeño, estaba un poco deprimida y no quería transmitir su tristeza a sus seres queridos. Por eso, les había dicho que no podía pasar las fiestas con ellos, porque ya había quedado con unos amigos. Era mentira.
Llega Nochebuena. Esa tarde, ayuda a su pequeño a dar los últimos retoques a las luces del árbol, la ubicación adecuada a las figuritas, el último vistazo al pequeño belén que con tanta ilusión habían montado. La pobre Elizabeth tiene ánimos para seguir adelante gracias a la dulzura, el encanto y la cara de felicidad de su pequeño. En su interior, esto le iba dando fuerzas para seguir adelante; se prometió a sí misma olvidar de una vez las malas historias, y pensar que merecía la pena la vida junto a su pequeño David: con él, el futuro podía ser vivido plenamente.
David se quedó dormido; ella, tiernamente, lo llevó a su camita, le dio el beso de buenas noches y pensó: “quién sabe; quizá un día encuentre a una persona que me respete y me quiera y, sobre todo, que también quiera a mi pequeño”.

No hay comentarios: