viernes, 18 de marzo de 2011

POESÍA. "Una actriz contempla su retrato en familia", de Joaquín Pérez Azaústre

Joaquín Pérez Azaústre

   Poema dedicado a Amparo Muñoz.

UNA ACTRIZ CONTEMPLA SU RETRATO EN FAMILIA

Había estado escondida más allá de su rostro.
Se había desvanecido al cerrarse un abrigo
sobre su desnudez, la baldosa polar
que fue también cien años de una mansión vacía.
Muy pocos se olvidaron de su nombre,
y así estuvo presente en la cordialidad
de una cara bonita con su azafrán de boca.
No quiso ser su historia, pero al final lo fue,
y fue la niña guapa de la Costa del Sol:
una iluminación hacia el futuro
que había de refundir el metal de los sueños.
Fueron ésos sus años de esplendor:
se elevó sobre el mundo, fue una diosa en Manila,
reconoció la sábana de raso
deslizada en su piel como el girasol tierno
para después volver su sonrisa a los focos.
Así recuperó su retrato en familia,
pero era ya otra voz resquebrajada,
porque eran ya unos ojos que habitaron
el eco de un abismo, los que resplandecieron.
No hay más perfección bajo unos rasgos
que una aceptación del pasado presente,
de las pupilas limpias y enjoyadas
con una pulcritud de brillo suave.
Habría que recordarla en la cocina,
anidando el misterio, viviendo una ficción
de un hombre que se queda sin familia
y decide alquilarla. Qué representación
del sueño de cualquier hombre cansado
del desayuno opaco en la casa vacía.
Ella fue a llenar el desayuno, el almuerzo y la cena,
ella fue a llevar a aquel jardín
una ficción de brasa y redentora
con una comprensión de cualquier soledad.
La casa era ella misma, te gustaba mirarla:
porque era el comedor dulcificado
por un calor solar, por su marea creciente
bajo una placidez que encarnaba el perdón.
Había que sumergirse, bucear en los párpados7que no podían guardar una espina secreta:
la vida siempre ha sido
una mala escritora de guiones,
le dice Humphrey Bogart a Ava Gardner
en La condesa descalza.
Ella no fue condesa, pero sí caminó
descalza por la lumbre de la vida
hasta curtir las plantas de sus pies
con una geografía de cortes invisibles.
En ese itinerario dibujando el alambre
habría de macerar la mejor biografía:
la de una reconquista, la de una resistencia,
poder reconocerse otra vez en sí misma.
Nada puede acabar con la belleza
si es una plenitud del corazón.
                         Perteneciente a Las Ollerías (Visor, 2011)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bella poesía para esa Princesa. Soy de Argentina y deberé caminar para ver si tu libro ha llegado. Sólo leyendo este poema me entero de tu calidad y se que podré comentarte cosas apenas leído.
Sin entrar en territorios que no me pertenecen por la distancia, si quiero decirte que todo el amor hacia Amparo que circula por las redes, debería guardarlo su sufrida familia.
Soy una aventurera de las palabras y nunca en mis 50 tacos he leído tantas y tan bien plantadas. Habrá sentido ese amor, la malagueña ya débil pero siempre reina?
Un abrazo