martes, 25 de enero de 2011

PRENSA. "Desaparecidos del mundo", por Gervasio Sánchez

Gervasio Sánchez, junto a una de sus fotografías

   En la revista semanal "Magazine":
   Así comienza el reportaje de Gervasio Sánchez:
Desaparecidos del mundo

Texto y fotos de Gervasio Sánchez

   Desaparecidos es un proyecto realizado por el fotoperiodista Gervasio Sánchez en los últimos doce años –se presenta este martes–. Es un contundente documento contra el olvido que tiene como objetivo rescatar la memoria sepultada de personas desaparecidas en diversos conflictos bélicos y procesos de represión en Chile, Argentina, Perú, Colombia, El Salvador, Guatemala, Iraq, Camboya, Bosnia-Herzegovina y España.
 
   La desaparición forzosa comienza tras el secuestro de la víctima por un grupo fuertemente armado y su traslado a un centro de detención clandestino. Durante días, semanas o meses, el detenido puede ser sometido a torturas mientras resiste en condiciones ignominiosas. El objetivo es quebrar la resistencia del prisionero y obligarle a delatar a otros compañeros.
   Las mujeres sufren violaciones o agresiones sexuales continuas. En un centro chileno se llegó a utilizar un perro pastor alemán especialmente adiestrado para violar a las detenidas; en otros, se introdujeron ratones o arañas en la vagina de las prisioneras.
   Muchos mueren víctimas de las torturas y sus cuerpos son escondidos en fosas anónimas, lanzados al mar o a lugares inhóspitos en los llamados vuelos de la muerte.
   Durante la dictadura argentina, la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) se convirtió en un gran centro de detención, tortura y exterminio por el que pasaron unas 5.000 personas. En el Casino de Oficiales funcionó una maternidad clandestina donde dieron a luz las detenidas; poco después de su nacimiento, los bebés eran separados de sus madres y entregados en adopción ilegal a miembros o simpatizantes de las fuerzas armadas. Las madres desaparecían para siempre.
   Tuol Sleng fue el principal centro de detención del régimen de los jemeres rojos en Camboya, que entre 1975 y 1979 exterminaron a dos millones de ciudadanos. Por sus dependencias pasaron entre 14.000 y 17.000 mujeres, niños y hombres. Todos, sin excepción, fueron fotografiados antes de ser asesinados, incluidos dos millares de niños. Sólo seis prisioneros sobrevivieron al infierno. Las últimas 14 víctimas yacían abrasadas en las habitaciones de tortura cuando los soldados vietnamitas entraron en el centro de detención en 1979. Sus tumbas están hoy alineadas en la entrada. Hoy, es un museo contra el olvido que recibe la visita cada año de miles de turistas o camboyanos, incluidos familiares de las víctimas. En varias salas destacan los engendros utilizados para las continuas torturas y las fotografías en blanco y negro de los prisioneros.
   Los monumentos conmemorativos son espacios para el recuerdo donde están escritos los nombres de los desaparecidos. Son el mejor antídoto contra la amnesia.
   Los familiares guardan las pertenencias de los desaparecidos como si fueran pequeños tesoros. En muchos casos es lo único que les queda, ya que no conservan fotografías de los ausentes. Radios, navajas de afeitar, relojes, medallas, recordatorios de bodas, mechones del primer corte de pelo cuando eran bebés, diarios, libros o notas escolares forman su personal museo de la memoria.
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