martes, 30 de marzo de 2010

CINE. PRENSA. INGLÉS "El escritor" ("The Ghost Writer"), de Roman Polanski


LA ÚLTIMA PELÍCULA DE ROMAN POLANSKI. ¡NO SE LA PIERDAN!

EL ESCRITOR
Dirección: Roman Polanski.
Intérpretes: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Kim Cattrall, Olivia Williams, Tom Wilkinson, Timothy Hutton.
Género: thriller. Reino Unido, 2010.
Duración: 128 minutos.

1. Crítica, en "El País", por Carlos Boyero:
Un trabajo modélico
Hay ficciones sobre personajes tan trascendentes como lamentablemente reales, con turbia conducta, con responsabilidad ante la historia, el aquí y ahora más inquietante, que poseen añadido morbo y en las que la invención podría acercarse a la autenticidad. El antiguo primer ministro de Reino Unido que protagoniza la muy atractiva novela de Robert Harris El poder en la sombra se llama Adam Lang, y le acusan públicamente de haber colaborado en el secuestro y las torturas de la CIA a ciudadanos británicos. Lang está inmerso en un fabuloso contrato con una editorial para publicar sus memorias, biografía que aunque vaya firmada por él será escrita por un negro, un profesional que desde el anonimato dará la conveniente forma literaria a los recuerdos vitales y la carrera política del acosado prócer. Hasta los habitantes del limbo pueden intuir que están hablando de Tony Blair, de aquel informado líder que ayudó a invadir y devastar un país muy lejano en el sagrado nombre de una abyecta mentira.
Imaginar en imágenes y sonidos las desventuras, las intrigas, los clandestinos delitos y los intereses sórdidos que han forjado el pasado de este hombre y amenazan su presente puede convertirse en un retrato con escasas huellas de política-ficción y en un espectáculo apasionante si cae en manos de un acreditado narrador de historias retorcidas, de alguien con capacidad para dotar de tensión y misterio a un universo de falsas apariencias, de sombras, de ocultación. Hitchcock se hubiera sentido en su ambiente con ese argumento. Polanski, un creador obsesionado con el mal en sus muy variadas formas, sabe que aquí está al servicio de una idea ajena, que su autoría será menos reconocible, pero hace un modélico trabajo profesional, un relato plagado de suspense, humor cáustico, alérgico a los tópicos, imprevisible, malicioso, con poderío visual y diálogos mordaces, en el que no sobra ni falta nada.
El magisterio de un director para el que la cámara no tiene secretos, de un impagable transmisor de clima, inventor de secuencias perfectas que te hacen sentir idéntica tensión, mosqueo y miedo que ese negro empeñado en bucear en los peligrosos enigmas y en las maquiavélicas ocultaciones de su biografiado, también se prolonga a interpretaciones muy sólidas de protagonistas y secundarios. Polanski lo hace imponiéndo economía de gestos a un actor con tendencia al pasote como Ewan McGregor, propiciando que el infravalorado Pierce Brosnan haga una creación memorable de Blair. Perdón por el lapsus mental... me refiero a Adam Lang.

2. Crítica en "El Día de Córdoba", por Carlos Colón:
La perfección narrativa
Polanski se crece en los géneros. Nacido al cine en la década de oro de los autores como uno de sus nombres mayores, alcanza sin embargo la maestría cuando las convenciones de un género lo distancian de sí mismo. Es como si esa distancia impuesta permitiera que su sombra se proyectara sobre la película, literalmente ensombreciéndola a la vez que haciéndola suya, sin permitir que ciertos excesos narcisistas a los que a veces es tan dado la dañen.
La convención del género actúa como una benéfica limitación que filtrara lo peor de sí mismo dejando pasar sólo lo mejor y más auténtico. Se da así la paradoja de que las películas en las que mejor ha aflorado su reconocible y atormentado mundo corrupto y claustrofóbico poblado por dobles y fantasmas son, en casi todos los casos, esas que la crítica más convencionalmente anticonvencional considera "nutritivas" o de encargo. Es el caso de La semilla del diablo, Chinatown, Tess, El pianista, Oliver Twist o esta El escritor, en mi opinión superiores a Cul de sac, ¿Qué?, Lunas de hiel o La muerte y la doncella. Lo que no quiere decir que no haya logrado grandes obras autoriales (El cuchillo en el agua, Repulsión, El quimérico inquilino) o realizado películas de género mediocres (Piratas, Frenético, La novena puerta).
Pese a lo extremo de su vida -desde su infancia en el gueto de Varsovia y la deportación de su madre de Auschwitz a su actual reclusión domiciliaria acusado de abuso de una menor, pasando por el asesinato ritual de su esposa Sharon Tate cuando estaba embarazada de ocho meses-, o precisamente por ello, parecen convenirle los límites, las reglas, el juego con las convenciones. Para respetarlos, transgredirlos o -lo más frecuente- para desbordarlos recreándolos. El humor negro alcanzó una de sus cimas en El baile de los vampiros, el cine de terror no fue el mismo tras La semilla del diablo, el cine negro fue refundado en la era neoclásica por El Padrino en 1972, ciertamente, pero también por Chinatown dos años después, ambas producidas por el gran Robert Evans. Quién sabe si lo mismo se podrá decir del cine de suspense tras El escritor.
La trama es convenientemente ingeniosa, retorcida, pródiga en giros y sorpresas: de una parte un ex primer ministro británico refugiado en Estados Unidos para evitar su comparencia ante el Tribunal de La Haya acusado de crímenes de guerra relacionados con Iraq; y de otra un escritor de segunda fila al que encargan que reescriba sus memorias sin firmarlas (de ahí el título original El escritor fantasma, forma inglesa de llamar lo que aquí se conoce como negro) para limpiar su imagen, que se toma demasiado en serio su trabajo abriendo puertas que debían permanecer cerradas.
El escenario de la cinta es convenientemente claustrofóbico y desasosegador: una lujosa (pero humanamente inhabitable) casa en un espléndido (pero gris y frío hasta lo amenazador) paisaje en la que los personajes se desgarran los unos a los otros y todos a sí mismos; hermosas ciudades fascinantemente filmadas, pero también súbitamente transfiguradas en irreconocibles ámbitos de pesadilla.
Pero por encima de esta trama y estos escenarios convenientes está el cine puro que Polanski evoca en cada plano con la serena contundencia de quien conoce todos los secretos del oficio sin por ello haber perdido inspiración y capacidad de sorprender creativamente. Son planos que dicen más cosas de las escritas en el guión y sugieren aún muchas más.
Y cuando esto sucede el cine despega para alcanzar, no sé si el arte, pero sí desde luego su pureza narrativa. La dirección de actores es tan ajustada y está tan minuciosamente trabajada que hasta Pierce Brosnan resulta oscuro y convincente. Pero la estrella de la película, sin lugar a dudas, es la cámara más segura y sabia a través de la que hayamos mirado en mucho tiempo.

Y ahora, el tráiler (en inglés) -no lo vean en español: acudan a la película-:

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