Gloria Fuertes
Estaba el señor don Libro
sentadito en su sillón;
con un ojo pasaba la hoja,
con el otro ve televisión.
Estaba el señor don Libro
aburrido en su sillón,
esperando a que viniera... (a leerle)
algún pequeño lector.
Don Libro era un tío sabio,
que sabía de luna y de sol,
que sabía de tierras y mares,
de historias y aves,
de peces de todo color.
Estaba el señor don Libro
tiritando de frío en su sillón;
vino un niño,
lo cogió en sus manos
y el libro entró en calor.
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