martes, 3 de noviembre de 2009

PRENSA. Alda Merini, poeta, en el recuerdo


Fotografía aparecida en "El País"

En "El País", este obituario de la poeta italiana Alda Merini, firmado por Miguel Mora:

Alda Merini, poetisa italiana y candidata al Nobel

"Soy una pequeña abeja furibunda. Me gusta cambiar de color. Me gusta cambiar de medida". La poetisa Alda Merini eligió estas palabras para abrir su página web. Nacida en Milán, en 1931, de familia modesta, la poetisa murió en esa misma ciudad el pasado domingo, 1 de noviembre, a causa de un tumor óseo. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al día, pero a sus 78 años sostenía que el tabaco le había alargado la vida. Siempre llevaba un collar de perlas, pero vivía y murió en la indigencia por elección personal.
Se la considera una de las voces más claras y profundas de la poesía italiana del siglo XX. Quienes la conocieron han escrito estos días que era simpática y nostálgica, y que su personaje vital recordaba al eco de sus versos, de apariencia simple y burguesa, pero a la vez transgresores, intensos y dolorosos.
Con lucidez extrema, Merini narró en sus poemas la experiencia de la locura (vivió casi 20 años en manicomios, de 1961 a 1978) y de la estrechez física y económica. "Me inquieto mucho cuando me atan al espacio", escribió.

Loca de dolor
En una entrevista reciente, contaba que se volvió loca de dolor: "Murieron mis padres a la vez, cuando yo era muy joven. Y luego me separaron de mis hijas, no me dejaron estar con ellas. Fueron criadas por tres familias. No sé cómo encontré el tiempo para tenerlas. Se llaman Emanuela, Barbara, Flavia y Simonetta. Siempre les digo que no digan que son hijas de la poetisa Alda Merini. Esa loca. Ellas responden que soy su madre y basta, que no se avergüenzan de mí. Me conmueven".
Se casó con Ettore Carniti, un hombre celoso y muy infiel. Una noche que volvió a casa oliendo a perfume de otra mujer, ella cogió una silla y se la rompió en la cabeza. Él sobrevivió al golpe y llamó a la ambulancia. A ella la llevaron al Paolo Pini, el viejo manicomio de Milán.
El lugar era "terror, odio, sombra y muerte, el infierno de Dante, pero hice amigos allí", contaba. "Ése fue mi Premio Nobel". Le dieron 37 electrochoques. "Salir viva fue un milagro, allí se entraba para morir".
En 1953 publicó su primer libro, Presencia de Orfeo. Empezó a escribir siendo una niña, y uno de sus primeros poemas se lo dedicó al legendario banquero Enrico Cuccia. "Una vez me lo crucé por la calle y le dije: 'Yo tengo hambre'. Él contestó: 'Buena señal'. Y tiró derecho".
"La poesía nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sueños, los muertos me visitan", contaba.
Escribió también prosa y aforismos, y en 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa. Su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Eugenio Montale. Se declaraba loca de amor por Rilke, y le gustaban Hölderlin, Valéry, Melville, Gide, Pirandello, Dante, Manzoni. Y en la vida: "Quasimodo, Manganelli, Montale, Raboni, la Spaziani. A algunos los amé y los tuve".
Otros de sus libros son Testamento, Vuoto d'amore, Ballate non pagate, Superba è la notte, L'anima innamorata, Corpo d'amore, La carne degli Angeli, Più bella della poesia è stata la mia vita o Clinica dell'abbandono.
Era una persona religiosa y muy pagana. "Me he portado siempre como una gran pecadora y no me he arrepentido de nada", dijo al diario La Repubblica en 2006. "No voy a la Iglesia a murmurar, pero Dios está aquí conmigo. Olfateo su olor. Dos cosas me convencen de la existencia de Dios: que no soy dueña de mi voluntad y que el océano Pacífico no pueden haberlo creado los científicos".
En sus últimos años, puso letra a canciones de artistas como Milva, Lucio Dalla, Roberto Vecchioni o Giovanni Nuti. Y dejó estos versos: "Navego como una sombra / en el sueño del día / y sin saber / me reconozco como tantos / inclinada sobre un altar / para ser comida quién sabe por quién".

A continuación, dos poemas, en versión de Guillermo Fernández (añadimos el original en italiano):

Locura, mi joven y gran enemiga,

algún tiempo te llevé como un velo
en mis ojos, al conocerme apenas.
De lejos me viste, como blanco tuyo
y pensaste que yo sería tu musa;
cuando empezó la pérdida de dientes,
que aún me aflige entre tanto despojo,
compraste la manzana del futuro
para darme el fruto de tu fragancia.
*
El manicomio es una gran caja de resonancia
y el delirio se vuelve eco,
medida el anonimato,
el manicomio es el Monte Sinaí,
maldito, en el que recibes
las tablas de una ley
que los hombres no conocen.




FOLLIA, mia grande e giovane nemica, / un tempo ti portavo come un velo / sopra i miei occhi e mi scoprivo appena. / Mi vide in lontananza il tuo bersaglio / e hai pensato che fossi la tua musa; / quando mi venne quel calar di denti / che ancora mi addolora tra le spoglie, / comprasti quella mela del futuro/ per darmi il frutto della tua fraganza.
*
IL MANICOMIO è una grande cassa / di risonanza / e il delirio diventa eco / l’anonimità misura, / il manicomio è il monte Sinai, / maledetto, su cui tu ricevi / le tavole di una legge / agli uomini sconosciuta.

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