martes, 1 de febrero de 2011

PRENSA CULTURAL. CINE. "Oscar 2011: gana el buen cine", por Carlos Colón

  
   En "El Día de Córdoba":
Oscar 2011: gana el buen cine

   Las cuatro películas con mayor número de candidaturas a las estatuillas tienen como elemento común la inteligencia

Carlos Colón
Actualizado 27.01.2011

   No es cuestión de enfrentar a clásicos contra modernos, porque las dos palabras dejaron de tener sentido en los años 70 tras alcanzar su máxima tensión en los 50 y los 60. Ya no existe un "cine de papá", que decía Truffaut criticando a sus mayores, ni una nueva ola o un cine libre que le haga frente. Existe, más bien, una tensión entre inteligencia y mercado que afecta por igual -y no sólo en el cine de Hollywood- a lo que hoy podría considerarse cine comercial y cine de autor o cine de entretenimiento y cine de reflexión.
   Las películas con mayor número de nominaciones -El discurso del rey (12), Valor de ley (10), La red social (8) y Origen (8)- tienen en común la inteligencia. Después, cada una de ellas se enfrenta a un género de los tenidos por clásicos -histórico, western, biográfico, ciencia ficción- siguiendo el rumbo que la sensibilidad y el talento de sus realizadores les marquen. El discurso del rey sigue la segura estela del cine de textos sólidos, interpretaciones espectaculares y humanización de la Historia que ha dado gloria y espectadores a la cinematografía británica y a la norteamericana que la sigue de cerca como un modelo de prestigio (alguien debería escribir la historia del Londres reinventado en Hollywood). Valor de ley es el homenaje de los visionarios y violentos Coen a Henry Hathaway, un maestro del visionarismo (recientemente se ha editado en DVD su Sueño de amor eterno que encandiló a los surrealistas) y de la violencia negra (El beso de la muerte) y del Oeste (su Valor de ley -el original reescrito por los Coen- que le valió a John Wayne el Oscar). La red social tiene el tono del ciclo de biografías progresistas de la Warner Bros de los años 30 en clave, naturalmente, actual, nada hagiográfica y muy en la línea del siempre desconcertante talento de Fincher, uno de esos directores capaces de reinventarse sin dejar de ser él mismo. Origen se acoge a la ciencia ficción pesimista -o la fantasía crítica- pasada por el tamiz del cine negro; y aporta algo necesario: el uso creativo y significativo, no sólo espectacular, de los nuevos recursos técnicos.

   En todos los casos, pese a las muchas diferencias que singularizan estas excelentes películas, entre ellas no se da ese enfrentamiento entre clásicos y modernos que algunos han querido ver. Más bien podrían apreciarse algunos rasgos que las unen: la refundación, un poco como en los 70, del relato y la escritura cinematográficas hecha a través de la síntesis y revisión de los géneros normativos; y la unión, también como en los 70, de intereses creativos y expectativas comerciales. Si se tiene en cuenta que los 70 proveyeron a Hollywood de sus últimas fórmulas de éxito inteligentes (récords de taquilla sucesivos de El Padrino, Tiburón y La guerra de las galaxias) y de la última generación de maestros (Allen, Coppola, Scorsese, Spielberg, Lucas, Eastwood), tras la que sólo se han dado irrupciones aisladas de talento, podría ser un buen síntoma este marchar hacia delante sin perder las referencias. En la competición más dura, que es la que se dará entre estas cuatro películas -a las que sumo la fabulosa Toy Story 3, nominada a mejor película-, una cosa es segura: ganará el buen cine. Póngasele después el apellido que se quiera. En cuanto a nosotros, la noche de los Oscar se llama Bardem.

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