Ana Pérez Cañamares
Mi casa tiene treinta metros cuadrados.
Vivimos en ella dos adultos,
una adolescente
y una gata anciana.
Mi casa es digna.
Si es de dignidad de lo que hablamos
mi casa es digna.
Mi casa es tan digna
como las chabolas de latas
como las casas barco
como las tiendas de refugiados.
Más dignas todas ellas
que la del especulador
la del director de periódico
la del dueño del banco.
Si es de dignidad de lo que hablamos:
La justicia de las palabras
-la belleza de la exactitud-
aún nos pertenece.
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