Juan Carlos Mestre
En una citroneta azul
haciendo sonar el claxon de la luna
voy de regreso al pueblo donde mis amigos
salen cada noche a esperar los ovnis.
Sueñan en el cielo las estrellas
y las fugaces sombras de las niñas muertas
elevan en los prados sus cometas
con recados para los platillos voladores.
Todo esto se podría decir de otra manera
si allá tras las cortinas del espacio
existiera el silabario, el colibrí, la esfera
del vagabundo aerolito de los pájaros.
Yo no espero otra luz que la tristeza
de quien regresa a una escuela abandonada
donde aletean todavía en la pizarra
las mariposas blancas de la melancolía.
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