Sjón
"El hombre es la mascota codiciosa de Dios"
JUAN GÓMEZ 14/05/2011
El escritor islandés, cuyo seudónimo significa visión, escribió Maravillas del crepúsculo -novela ambientada en los tiempos de la Reforma- mientras su país se encaminaba "inexorablemente" a la crisis actual. En ella narra "lo que le pasa a un hombre pacífico y de buen corazón en un tiempo de codicia e intolerancia". "Es una historia muy vieja", concluye el autor.
"Menos mal que no ganamos el Oscar, porque nos recordarían como aquellos islandeses raros que se lo arrebataron a Bob Dylan". El novelista y poeta islandés Sjón (Reikiavik, 1962, seudónimo de Sigurjón Birgir Sigurðsson) bromeaba tranquilamente sobre su actividad como escritor de canciones, "a fin de cuentas la más conocida" (es autor de los temas de la película Bailar en la oscuridad, de Lars von Trier). El Johnny Triumph que tocaba la Luftgitar (es decir, que fingía tocar un instrumento inexistente) junto a Björk es hoy un cordial padre de familia que mantiene una pasión punk por las letras. Su séptima novela ha obtenido excelentes críticas en Islandia, su país de origen (que será el invitado de la próxima Feria de Fráncfort), así como en Alemania. Con estilo y herramientas más oníricos que historicistas o épicos, cuenta la historia del hereje islandés Jónas Pálmason: alquimista, científico y católico perseguido en el apogeo de la Reforma luterana islandesa. A sus 48 años, Sjón reside temporalmente en Berlín gracias a una beca para escritores. Junto al río Spree se prestó a explicar, con patente gusto por la charla literaria, el origen y el trasfondo de Maravillas del crepúsculo, que acaba de publicarse en España.
PREGUNTA. Al comienzo, uno tarda en percatarse de que el narrador de las primeras páginas es Lucifer. Dedica el libro a la Humanidad.
RESPUESTA. La novela está empapada de la idea de que el hombre es la mascota codiciosa de Dios. Esa es la gran decepción del protagonista Jónas Pálmason. Tras la Reforma, su gran decepción es ver en el hombre una bestia codiciosa. Ese mismo podría ser el punto de vista de Lucifer sobre el hombre, al que escucha decir su primera palabra tras la Creación: "ÉG".
P. Tras estas primeras páginas empieza la narración de Jónas Pálmason, salteada por sus asombrosos apuntes científicos. ¿Los tomó al pie de la letra del investigador del Seiscientos Jón Guðmundsson?
R. Reescribí textos de Guðmundsson para darles este tono enciclopédico, pero las ideas principales estaban en sus viejos escritos. El suyo fue un intento verdadero de acaparar todo el conocimiento real.
P. Jónas Pálmason es un inadaptado porque es católico.
R. La masacre de unos balleneros vascos por su catolicismo es uno de los documentos más importantes que dejó el auténtico Guðmundsson. En Islandia se dice que es el primer reportaje de investigación..., tiene un tono periodístico, distante y objetivo.
P. ¿Pertenece al canon escolar de autores islandeses?
R. En absoluto. Así que cuando lo leí por primera vez, me impresionó tanto que decidí escribir sobre él. El personaje Pálmason es un tipo bien complejo. En Islandia, obviamente, en las escuelas te cuentan que la Reforma fue el comienzo de la tolerancia y de la ciencia. Pero si pones a un científico católico en aquella época verás que no fue así. La historia empezó para mí hace 20 años. Yo empecé a escribir muy influido por los viejos surrealistas. Me asombró que en la Islandia del Seiscientos hubiera un naturalista influenciado por Paracelso. Un científico en el filo entre la ciencia natural y el misticismo. Me propuse escribir una novela actual que diera por sentada aquella forma de ver el mundo. Un naturalista previo a la Ilustración y a la catalogación del mundo que todavía rige nuestra realidad.
P. ¿Se sirvió del lenguaje?
R. Me serví de ciertas técnicas poéticas, algunas practicadas por los surrealistas. Quería evitar a toda costa hacer una novela histórica o una recreación descriptiva. Lo primero que hice fue leer todo lo que escribió Guðmundsson, para buscar la melodía, el ritmo de su prosa. Está lleno de digresiones, en cuanto se le cruza un tema se va por las ramas... Una libertad envidiable. Intenté apropiarme de su escritura, que choca de lleno contra el instinto de un escritor moderno.
P. Jónas Pálmason está maldito desde el momento en que aprende a leer.
R. En una sociedad represiva, lo peor que te puede pasar es que aprendas a leer. Combinado con la curiosidad, será tu fin. Yo quería escribir sobre la parte negativa de la historia islandesa. Cuando empecé en 2006, algunos teníamos la impresión de que la sociedad se movía en una dirección peligrosa. Aquel celebrado boom económico no era más que el síntoma de una codicia extrema que renunciaba a la responsabilidad social. Un par de días después de entregar el manuscrito explotó en Islandia la grave crisis de finales de 2008. Coincide con lo que se cuenta en la novela.
P. ¿Cómo?
R. Escribí la novela mientras Islandia se iba encaminando inexorablemente a la crisis. El verdadero valor de haber nacido en una isla tan pequeña con tan poca gente es la exhaustividad con la que hemos explorado nuestra vida allí. Mediante la escritura, desde hace siglos. Somos un puñado de gente en una isla muy fría. Nuestros logros no iban a ser el amontonamiento de dinero y el florecimiento de la codicia. En Islandia se olvidaron de la responsabilidad social durante 15 años. Lo mismo sucede en el libro con los protestantes, con esos nuevos ricos del siglo XVII que persiguen a Pálmason.
P. ¿No temió hacer apología del catolicismo?
R. Lo último que yo quería era hacer propaganda religiosa. Pero en la Edad Media, las instituciones católicas eran las únicas que hacían beneficencia. Cuando los daneses implantaron la Reforma en Islandia, se llevaron todo el tesoro eclesiástico y desmantelaron los monasterios. No había ciudades ni apenas instituciones. Algo así ha pasado durante el boom turbo-capitalista que siguió a la caída del Muro. La izquierda quedó boquiabierta y muchos pensaron que la vida sólo sirve para amontonar dinero. Yo quería hablar de lo que le pasa a un hombre pacífico y de buen corazón en un tiempo de codicia e intolerancia. Es una historia muy vieja.
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