Juan Vicente Piqueras
Aquí en mi mecedora
hablando en soledad con el que fui
escribo lentamente cualquier cosa,
escucho cualquier disco
y miro mis zapatos
rotos de caminar hacia ninguna parte.
Nadie llama a la puerta. Me levanto
y me lavo las manos otra vez,
síndrome de Pilatos, de qué crimen
estoy desentendiéndome. Me duele
la garganta. Será de hablar a solas.
El silencio del cuarto me lame con su sombra
y la casa se mece
como al niño que fui y que todavía.
Cuna, nave, cansancio,
palpo paredes, veo voces, miento,
escribo lentamente cualquier cosa.
Y se cansan las manos de no ayudar a nadie.
Hablar solo es mi oficio,
aquí en mi mecedora, con el mar
en los brazos, de culpas y de lástimas
y de ciertos desiertos.
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