Blog de la biblioteca del IES "Maimónides" (Córdoba).
TU BIBLIOTECA: TU CENTRO DE RECURSOS.
A las aladas almas de las rosas/
del almendro de nata te requiero,/
que tenemos que hablar de muchas cosas,/
compañero del alma, compañero.
MIGUEL HERNÁNDEZ
“Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices”. La cita de Jorge Luis Borges le sirve a Yasmina Reza (París, 1959) como título y como arco bajo el que pasamos al empezar a leerla. La escritora francesa parece gozar de uno de esos extraños idilios con público y crítica desde el primer día. Siendo además una creadora capaz de destacar en diferentes especialidades y —rara avis— mostrando una elogiosa y lúcida mirada sobre su propio éxito. Brilló como dramaturga (suya es Arte, de 1994), guionista, directora de cine (en 2009 dirigió Chicas, con Carmen Maura), y sus tentativas en la narrativa fueron recibidas con espléndidas críticas (Unadesolacióno En el trineo deSchopenhauer).También se acercó al relato periodístico con El alba la tarde o lanoche, sobre la figura de Nicolas Sarkozy en la campaña de las elecciones de 2007. Para redondear el cuadro, una novela suya —Un dios salvaje— fue adaptada al cine por Roman Polanski con buenos frutos y mejores interpretaciones de Kate Winslet, Jodie Foster y Christoph Waltz.
Yasmina Reza es lúcida,
divertida y cruel,
pero sobre todo humanista
Yasmina Reza es hija de padre medio ruso medio iraní. A tenor de la solapa del libro, descendiente de familia judía expulsada de España por la Inquisición —dada la memoria proverbial familiar, dan ganas de preguntar si conocieron a Spinoza en Holanda y qué tal fue el Siglo de las Luces—. Su madre húngara y —¡oh là là!— violinista. Ambos se conocieron en París. Casi estoy viendo a los Aristogatos en los tejados y a Robert Doisneau haciendo fotos.
Felices los felices se sirve como un híbrido entre dramaturgia y novela. Un pastillero con 21 grageas y 18 personajes. Cada monólogo —que encierra acción y pensamiento, nervio y sentido de humor— es breve, pero te deja ver un mundo muy amplio, casi inabarcable, que hace que la novela —con o sin prescripción médica— te la automediques a dosis de dos o tres pastillas. Personajes algunas de cuyas vidas se cruzan con las de otros personajes. Reza es lúcida, divertida y cruel, pero sobre todo humanista. Entiende y no moraliza a sus personajes, que no son nunca engendros robóticos. Abre el monólogo/pastillero y deja caer una canica desde arriba hasta abajo. La bola se acomoda en todos los agujeros, en las situaciones, pensamientos y lugares trascendentes y/o superfluos que son la vida. La operación quirúrgica de Reza —ese tubo con una luz— nos muestra de lo que estamos hechos por dentro: de sadismo, bondad, risas, miedo, necesidad de calor y de dolor, de compañía y de víctimas. Una diosa que no juzga ni sabemos si se compadece, pero sí que permite y comprende. Un retrato de clases medias acomodadas, de parejas atadas a la guerra matrimonial, bostezos y adulterios lowcost, insatisfacciones, armisticios y hasta un hijo que se cree Céline Dion.
El libro se sirve se como un híbrido entre dramaturgia y novela. Un pastillero con 21 grageas
Felices los felices tiene en su virtud —ramalazos, regates breves, goles en el minuto 90— su propio talón de Aquiles. El planteamiento estructural acaba por llevarnos a una cierta rutina que se extiende a lo que nos explica la autora. Las últimas voces nos da igual qué nos digan, lo sabemos todo, no nos importa. Ya están agotados los fuegos artificiales.
Ello no debe ocultar todo lo bueno que tiene y se propone en este libro. El escáner de la autora hace que la difícil incisión se realice sin que perdamos al paciente, que éste siga vivo, como si tal la cosa. Pero a lo largo del libro se nos instala una determinada melancolía. Es como si los 18 personajes hayan intentado distraer a la Vida, engañarla, ir más deprisa que ella, refugiarse tras un montón de casas, amores, éxitos y cenas con amigos. Pero que la Vida, como pasa siempre, les diera alcance. Agotados y sin recursos para seguir ilusionándose, mintiéndose o simplemente seguir corriendo. Y cuando les atrapa la Vida, les pone la mano en los hombros, les sienta en una silla y les pide que la miren a los ojos. Que hagan el favor de escuchar, al menos por una vez. Que traten de entender que la Vida va en serio y es mortal y sin sentido. Pero al cabo de unos segundos, ellos, nosotros, seguimos a lo de siempre. A vivir, a contarnos la vida, a creernos que lo del fin no va del todo con nosotros.
Felices los felices. Yasmina Reza. Traducción de Javier Albiñana. Anagrama. Barcelona, 2014. 192 páginas. 14,90 euros
El Estado Islámico gestiona un territorio entre Siria e Irak con ocho millones de habitantes bajo su propia bandera gracias a la violencia y al contrabando de petróleo en la frontera de Turquía
Desfile de miembros del EI en Raqqa, a principios del verano, para celebrar la proclamación de la organización de un califato en Irak y Siria. / REUTERS
“Mi primo fue al mercado y cuando regresó al coche con la compra, le pusieron una multa por mal aparcamiento”, se escandaliza Sirwan, un kurdo iraquí huido del avance de los yihadistas del Estado Islámico (EI). Ocurrió en Raqa, la ciudad siria que se ha convertido en capital del califato proclamado por esa organización. Al lado de las decapitaciones, la expulsión de las minorías religiosas y el ominoso trato a las mujeres, una infracción de tráfico parecería anecdótica. Sin embargo, da idea de hasta qué punto el grupo intenta convertirse en un Estado. Tras invadir amplias zonas de Siria e Irak (unos 130.000 kilómetros, tanto como Austria y Suiza juntas), gobierna a ocho millones de personas, cuenta con un ejército, dispone de financiación propia y ondea una bandera.
“Es más que un grupo insurgente que se esconde en las montañas. El tamaño y el alcance de sus conquistas territoriales y el número de sus combatientes (31.000 según la CIA), apoyan esa idea, pero además intenta gobernar. Ha creado un sistema en las ciudades bajo su control, en Raqa primero y ahora en Mosul”, señala por teléfono Julien Barnes-Dacey, experto en Irak y Siria del European Council on Foreign Relations (ECFR).
Se trata una compleja estructura administrativa que promulga leyes, recauda impuestos, administra justicia, e incluso provee servicios sociales. En la cúspide de la pirámide está Ibrahim al Badri, más conocido como Abubakr al Bagdadi y proclamado califa Ibrahim el pasado junio. Al Bagdadi, que concentra en su persona la máxima autoridad religiosa y política, cuenta con dos hombres de confianza, uno para las provincias sirias y otro para las iraquíes; un consejo consultivo (Shura) que dirime asuntos ideológicos y religiosos; un consejo militar, y un Gabinete que se encarga de finanzas, seguridad interna y propaganda.
En abril de 2013, en vísperas de que el entonces llamado Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) conquistara Raqa, esa ciudad de casas bajas y tonos ocre se jactaba de haber sido la primera “liberada” de la dictadura de Bachar el Asad. Sus habitantes, menos conservadores que los de Alepo, decían sentirse más próximos a sus vecinos iraquíes. No podían imaginar que un año después, tras deshacerse de los otros grupos que expulsaron a los soldados del régimen, el EIIL iba a derribar los mojones de la frontera. En cierta medida, fusionó la violencia y efectividad en el combate de Al Nusra, el grupo vinculado a Al Qaeda del que se desgajó, con la capacidad administrativa de Ahrar al Sham, la milicia salafista que hasta entonces gestionaba la urbe.
La estrategia de comunicación del grupo no se limita a las decapitaciones
“El Estado Islámico ha desarrollado en Raqa una red de instituciones políticas y sociales sin precedentes”, asegura Gabriel Garroum, un joven politólogo sirio-catalán que acaba de concluir una tesis sobre la gobernanza del EI en esa ciudad. “En Ramadán, por ejemplo, dio 2.000 libras sirias [unos 10 euros; 12 dólares] a cada familia suní y otras 1.000 más por cada hijo”, señala.
Aparte de los centros de lectura y estudio religioso, ha abierto oficinas de “servicios islámicos” (se ocupan del abastecimiento de agua y electricidad, la reparación de carreteras, etc.), de recaudación de impuestos, de ayudas sociales a huérfanos, e incluso, de protección al consumidor. Es el modelo que ha traslado al resto de las ciudades conquistadas como Manbij, El Bab, Deir Ezzor, en el norte de Siria, o ahora Mosul, en el norte de Irak.
“Los servicios le ayudan a atraerse a la gente, en especial a los pobres que no tienen otras alternativas para ganarse la vida”, apunta en un correo electrónico Lina Khatib, la directora del Centro Carnegie en Oriente Próximo.
¿De dónde sale el dinero? Si en sus inicios el EI dependía de los donativos de potentados simpatizantes del Golfo, los rescates de los secuestros y el saqueo de los territorios que conquistaba, hoy los expertos coinciden en que el grupo gestiona una economía auto sostenible gracias a los impuestos que impone a los habitantes en las zonas que controla y, sobre todo, al contrabando de petróleo.
Bajo pretexto del azaque, la limosna obligatoria que constituye uno de los cinco pilares del islam, los milicianos extorsionan tanto a transportistas como a comerciantes. Los viajeros hablan de puestos de control en los que se les conmina a abrir la cartera y entregar un porcentaje del dinero que llevan. También los propietarios de tiendas reciben la visita de estos peculiares recaudadores que, en una prueba de la obsesión burocrática con la contabilidad, incluso entregan recibos con el sello del EI acreditando el pago. Algunos aseguran que antes gastaban más en sobornar a los esbirros del régimen.
Pero es sobre todo el contrabando de petróleo lo que financia la quimera del califato. El EI controla al menos tres campos de extracción en Siria y cinco en Irak. Aunque sólo tiene una refinería en el primero, también utiliza pequeñas instalaciones móviles, que están siendo objetivo de los últimos bombardeos de la aviación estadounidense. El combustible que no utiliza, lo vende, pequeñas cantidades localmente y la mayoría en Turquía de contrabando, lo que le reporta entre 1,65 y 2,36 millones de euros diarios (de dos a tres millones de dólares), según Luay el Khatteeb, director del Instituto de Energía de Irak y asesor del Parlamento de Bagdad.
El EI ha creado en su feudo de Raqqa una importante red de instituciones
“Están locos y realmente se creen que están montando un Estado", afirma un joven activista que ha tenido que refugiarse en Turquía ante la persecución del EI y que se muestra convencido de que la vida en Raqa ahora mismo "es muy mala".
No obstante, la llegada del EI ha llevado a la mayoría de las zonas que conquista seguridad y estabilidad tras años de guerra civil (en Siria) o de conflicto sectario (en Irak). Aunque muchos huyen ante la férrea imposición de sus normas y su obsesión por controlar hasta los mínimos detalles de la vida, quienes se quedan aprecian la disminución de los delitos, la claridad de sus edictos, e incluso una menor corrupción.
“Han sacado partido del descontento de los suníes tanto en Siria como en Irak, que no sólo se sentían abandonados por sus respectivos gobiernos, sino amenazados por la alianza que encabeza Irán”, interpreta Barnes-Dacey.
Estructura de poder
El Estado Islámico tiene una compleja estructura administrativa que promulga leyes, recauda impuestos, administra justicia e incluso provee servicios sociales.
En la cúspide está Ibrahim al Badri, más conocido como Abubaker al Bagdadi, proclamado califa en junio y máxima autoridad religiosa y política.
Cuenta con dos hombres de confianza, uno encargado de las provincias sirias y otro de las iraquíes; un consejo consultivo (shura) que dirime los asuntos ideológicos y religiosos; un consejo militar, y un gabinete que se encarga de las finanzas, la seguridad y la propaganda de la organización.
Más aún, se han convertido “en la voz de los suníes”, ante su falta de representación efectiva y legítima, en una amplia zona que se extiende de Beirut a Bagdad. La cuestión es si ese brutal modelo de gobernanza resulta sostenible, lo que va a depender tanto de su capacidad de ocuparse de la población como de las alternativas que ofrezcan los Gobiernos de Damasco e iraquí.
“El EI carece de experiencia técnica, lo que significa que no podrá crear instituciones de Estado viables. Además, es una entidad que ningún país del mundo reconoce como legítima. Eso hace imposible que se convierta en un Estado en el sentido tradicional”, apunta Khatib.
Aunque han logrado mantener abiertos mercados de abastos, panaderías y gasolineras, afrontan dificultades con las grandes infraestructuras. En Raqa, su paradigma, apenas consiguen cuatro horas de electricidad diaria y el abastecimiento de agua está creando problemas en un lago cercano. El propio Al Bagdadi ha reconocido esa falta de profesionales cualificados. En un reciente mensaje de audio (cuya transcripción puede consultarse aquí), el autoproclamado califa pedía ingenieros y médicos para ayudar a construir su Estado.
De ahí que la brillante estrategia de comunicación del grupo no se limite a difundir hazañas bélicas y las brutales decapitaciones de extranjeros que le han granjeado la condena mundial. Los propagandistas del EI también muestran su paraíso y lo hacen a todo color y en alta definición. “Hay buena atmósfera ¿sabes?”, asegura desde Raqa un combatiente británico identificado como Abu Abdula al Habashi en el vídeo Felicitaciones desde el Califato estrenado en Ramadán. Otros milicianos aparecen repartiendo pistolas de juguete a un grupo de niños en un parque, les columpian, les cogen en brazos… “Hay una gran fiesta en marcha”, afirma Abu Shuaib al Afriki al final del clip de veinte minutos de duración.
Pero ese paraíso también genera contrapropaganda. Esta semana, un vídeo grabado por una mujer de forma clandestina en Raqa muestra una ciudad llena de combatientes extranjeros y sus familias, tomada por las armas, en la que las mujeres no pueden salir solas a la calle y tienen que ir cubiertas con niqab (una funda que sólo deja al descubierto los ojos).
Con información de Natalia Sancha,José Miguel Calatayud y Óscar Gutiérrez.
Un análisis de la diversidad genética y de las medidas craneales de 10 poblaciones africanas y asiáticas indica que los humanos se dispersaron fuera de África en dos tandas, y que la primera de ellas fue mucho antes de lo que se pensaba. La segunda migración, que dispersó a los humanos por el norte de Eurasia hace 50.000 años, viene a corresponder con lo que se conocía hasta ahora como la única salida fuera de África.Pero, según el estudio de la Universidad de Tubinga, fue precedida por una migración muy anterior, que empezó hace 130.000 años, y de la que proceden los actuales aborígenes australianos y pobladores de Papúa-Nueva Guinea y las islas de la Melanesia.
La idea simple de que la humanidad que vive fuera de África procede de una pequeña población que salió de ese continente hace 50.000 años está sufriendo notables revisiones. Primero como consecuencia de hallazgos arqueológicos que han revelado la presencia de humanos en Arabia y Oriente Próximo antes de esa fecha. Y segundo, por las comparaciones de los genomas de las poblaciones actuales de todo el mundo, que revelan un cuadro bastante más complicado de lo que se pensaba. Y no solo por los cruces de los humanos modernos con neandertales y denisovanos.
Los científicos han analizado la diversidad genética de 10 poblaciones
El consenso actual es que nuestra especie, el Homo sapiens, se originó en África hace de 100.000 a 200.000 años —según datos paleontológicos y los genéticos—, pero su dispersión posterior por África y el resto del mundo es objeto de controversia. “Nuestros resultados apoyan una dispersión inicial hacia el este por el sur del continente asiático que empezó tan pronto como hace 130.000 años, y otra posterior hacia el norte de Eurasia hace 50.000 años”, dice la directora de la investigación, Katerina Harvati, del Centro Senckenberg de Evolución Humana de la Universidad de Tubinga. Presenta el estudio en PNASjunto a colegas de la Universidad de Ferrara y el Museo Nacional de Historia Natural de París.
Harvati y sus colegas han estudiado múltiples individuos (entre 10 y 215) de 10 de las poblaciones esenciales para discriminar entre los posibles modelos de dispersión de los humanos modernos: habitantes nativos de Australia (aborígenes), Asia central, África oriental, Japón, Melanesia,negritos del norte de Filipinas (aeta/agta), Nueva Guinea, norte y sur de India y Sudáfrica.
Fuente: PNAS. / HEBER LONGÁS / EL PAÍS
La hipótesis de esa doble migración se había propuesto hace años, pero en una forma muy distinta. Según la idea antigua, la primera dispersión habría ocurrido muy poco antes de la segunda, y habría dejado su marca genética en los actuales pobladores de Australia, Melanesia, Papúa-Nueva Guinea, los hablantes de lenguas dravídicas del sur de Asia y los aeta/agta (negritos) de Filipinas.
Los nuevos resultados hablan de una primera migración antiquísima, y que solo ha dejado huellas genéticas y morfológicas en los aborígenes australianos y los melanésicos. Los negritos, o pobladores de corta estatura, piel oscura y pelo rizado del sureste asiático, como el resto de los habitantes nativos del sur de Asia, pertenecen a la segunda migración, o bien se mezclaron tanto con ella que han perdido sus marcadores genéticos ancestrales.
Conclusión: “Hubo una dispersión hacia el este y otra hacia el norte de Eurasia”
“Nuestros resultados”, escriben Harvati y sus colegas, “son consistentes de forma general con el punto de vista de que los actuales aborígenes australianos descienden de un linaje que ha permanecido relativamente aislado desde el pleistoceno medio”, es decir desde hace unos 130.000 años. Eso no quiere decir que la colonización original de Australia ocurriera en esa época remota —todo apunta a que data de hace unos 50.000 o 60.000 años—, pero sí que la salida de África de ese linaje fue muy anterior. La interpretación directa de estos datos es que les llevó 80.000 años alcanzar el continente australiano.
Los nuevos resultados pueden explicar algunas paradojas que resultaban desconcertantes con el esquema previo. Por ejemplo, si solo hubo una migración fuera de África, ¿cómo se explican las evidencias arqueológicas de ocupación por humanos modernos en la península arábiga, que datan de hace 125.000 años? Es cierto que esas evidencias no incluyen por el momento ningún fósil humano, pero sí artefactos de piedra muy parecidos a otros hallados en Etiopía, que se clasifican como modernos y datan de unos 150.000 años atrás. Una migración original de humanos modernos fuera de África, en cambio, cuadra excepcionalmente bien con esos datos descolocados. De modo similar, cuadra bien con las últimas interpretaciones sobre el clima primitivo en el continente, que nos hablan de unas devastadoras sequías que empezaron a asolar el este de África hace justo 135.000 años, de nuevo en una correspondencia temporal casi perfecta con los nuevos datos de Harvati y sus colaboradores.
Y, por supuesto, la existencia de una migración hace 130.000 años hace innecesario encontrar una explicación para otra paradoja: los larguísimos milenios que se suponía que habían transcurrido entre el origen de la especie humana moderna y su salida de África. Por todo lo que sabemos ahora, es perfectamente posible que nuestros ancestros emigraran del continente madre un día después de su creación por los siempre asombrosos y a menudo enigmáticos mecanismos de la evolución, los verdaderos hacedores de todo cuanto existe en la biología del planeta Tierra.
En la ciudad iraquí de Lalish, El Confidencial visita el templo sagrado de los yazidíes, protagonistas de un éxodo ante el avance del Estado Islámico. Aquellos que sobrevivieron a la marcha cuentan historias espantosas, pero se sienten afortunados. “Mis hijos podrían haber muerto, pero estamos todos vivos. Al final eso es lo que importa”.
“¡Sheik Ali, Sheik Ali, te suplico que me ayudes! ¡Sheik Ali escucha mis plegarias y ayúdame, por favor! ¡Te lo imploro!”. El llanto de Ayshye Heji retumba por las paredes del templo. Algunos fieles se giran para mirar a la oronda mujer que llora a lágrima viva. Otros hacen oídos sordos. “Cada día vienen cientos de yazidíes a pedir al Sheik Ali por sus familiares desaparecidos, para poder volver a sus casas. Cada persona que viene aquí a rezar tiene su propio drama; al final, se acaban inmunizando y no se inquietan por el dolor ajeno”, confiesa Zeid Smail Murad, uno de los custodios del sagrado templo de los yazidíes en la ciudad de Lalish.
Los ojos de este padre de familia se ponen vidriosos. ‘Por el camino encontramos cadáveres de niños, pero no habían sido ejecutados: murieron de sed y de hambre. Jamás olvidaré lo que viví aquellos días’Un velo blanco cubre el cabello canoso de Ayshye. La mujer se acerca a uno de los muros del templo, que están cubiertos de llamativos pañuelos de colores chillones, y continúa suplicando por sus hijos, por su casa y por sus sobrinas. “Doce de mis sobrinas fueron capturadas por los islamistascuando tomaron mi pueblo. No pudieron escapar junto con el resto de la familia, y desde entonces no sabemos qué suerte han corrido”, confiesa la mujer que, bajo ningún concepto, quiere hablar de violaciones o de venta como esclavas. Se niega a creer que esa sea la suerte que hayan corrido sus sobrinas.
“Recuperarán la libertad y volverán a estar con nosotros. Todas las mujeres yazidíes que están en manos del Estado Islámico volverán sanas y salvas”, afirma mientras besa uno de los nudos de colores que tiñen el templo para que Sheik Ali atienda a sus ruegos.
Esta oronda mujer, que se mueve con dificultad por las diferentes cuevas que componen el templo sagrado, sabe mejor que nadie que la piedad y la benevolencia no son palabras que figuren en el vocabulario de los extremistas. Uno de sus hijos fue degollado y el otro permanece desaparecido. “Sólo me queda rezar para que mis sobrinas vuelvan. Eso es lo que está en mi mano y eso hago. El resto depende de Dios y de su misericordia”, se sincera.
Combatiente en el templo sagrado de Lalish. (Reuters)
“No fueron ejecutados. Murieron de sed”
La comunidad yazidí sigue una religión propia –que incluye elementos del zoroastrismo, cristianismo e islam– y cuenta con unos 600.000 miembros, repartidos en la región que forman las fronteras entre Irak, Siria, Turquía e Irán. Sufren persecución desde el Imperio Otomano y eso ha alimentado los prejuicios contra ellos, además de sus creencias: profesan una fe que incorpora elementos de distintos credos y adoran al Malak Taus (El ángel pavo real), el supremo entre los siete ángeles que gobernaron el universo tras la creación divina. Suelen entrar descalzos en los templos y tienen influencia persa, pero lo que llama la atención son sus costumbres. Por ejemplo, no comen lechuga.
Según la religión yazidí, el mundo está protegido por Dios y siete ángeles, aunque uno de estos fue expulsado del paraíso por no querer postrarse ante Adán. Musulmanes fundamentalistas identifican la idea del ángel caído con el diablo y acusan a los yazidíes de adorar al demonio. Estas creencias los han convertido en un objetivo prioritario de los extremistas del Estado Islámico, que no dudan en asesinarlos, vender a las mujeres como esclavas y violarlas al considerarlas herejes e infieles.
“Cuando los islamistas entraron en nuestro pueblo tuvimos que huir rápidamente sin poder coger alimentos o agua para el viaje”, comenta Jamih Haji Khalif, cuyo hermano fue ametrallado por los yihadistas cuando escapaba con su familia. Jamih cogió a sus dos hijos y a su mujer y, junto con varios vecinos, anduvo hasta las montañas de Sinjar, donde se escondieron en diversas cuevas. “Anduvimos varios días hasta llegar a las montañas. Los más viejos o los que peor estaban físicamente se fueron quedando atrás, siendo alcanzados por los islamistas que nos estaban persiguiendo”, recuerda.
Una niña yazidí, desplazada por la violencia yihadista, reza en el templo de Lalish (Reuters).
Los ojos de este padre de familia se ponen vidriosos cuando rememora la huida a través de la montaña. “Por el camino fuimos encontrando cadáveres de niños, pero no habían sido ejecutados, sino que se murieron de sed y de hambre. Vi cómo una madre moría mientras daba de mamar a su bebé. Jamás olvidaré lo que viví aquellos días”, comenta desde la ‘tranquilidad’ de su tienda de campaña.
“Aquellos días eran muy, muy calurosos y andábamos horas y horas. Mis hijos estaban agotados y se morían de sed. Así que me sequé la frente con un pañuelo y les di de beber mi sudor para que pudieran beber algo”, confiesa Jamih mientras mira a su esposa, que mece a su hijo de apenas unos meses de vida. “Vivimos en unas condiciones pésimas, pero somos unos afortunados. Mis hijos podrían haber muerto, pero estamos todos vivos. Al final eso es lo que importa”, concluye.
“No hay ninguna duda razonable sobre la influencia de la actividad humana en el clima mundial, ni sobre que esa influencia ha consistido en un aumento de la temperatura media a nivel global”. Carlos Duarte, profesor e investigador del Instituto Mediterráneo de Investigaciones Avanzadas, responde así de seguro cuando se le pregunta por la polémica en torno al cambio climático y su origen en la actividad humana.
Se trata de un tema que despierta airadas opiniones en uno y otro sentido. La voz de los científicos, fundamental en una cuestión como esta, se ve muchas veces sobrepasada por otras cuestiones, debido en parte a su obligada prudencia y a sus mesuradas afirmaciones. Rara vez es la ciencia completamente tajante o rotunda, porque en su esencia lleva la obligación de ser escéptica.
Las críticas y el escepticismo son esenciales para el progreso científico, son la única forma de avanzar. Pero deben ser críticas hechas desde dentro del terreno de la ciencia, asentadas en datos y evidencias
“Las críticas y el escepticismo son esenciales para el progreso científico, son la única forma de avanzar. Pero deben ser críticas hechas desde dentro del terreno de la ciencia, asentadas en datos y evidencias”, explica. En la rama de la ciencia que ya es por derecho propio el estudio del clima, esas opiniones críticas fueron el camino para afinar y perfeccionar las teorías en las que se basa. “Hoy ya no hay críticas sustanciales que no se hayan resuelto”, añade. “Claro que cada uno puede tener su opinión, pero no todas las opiniones están basadas en la ciencia”.
En lo que se refiere a la postura de la comunidad científica sobre el cambio climático, ésta se resume en la frase de Duarte que encabeza este artículo. Basándose en todas las pruebas y observaciones realizadas hasta ahora, no hay duda de que hay un componente antropogénico imprescindible en el calentamiento que está experimentando el clima global del planeta.
Gran parte de esas observaciones y sus conclusiones se recogen en el capítulo sobre las bases científicas del cambio climático que forma parte del Quinto Informe de Evaluación, conocido como AR5, elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el órgano internacional encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue creado por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y lleva en funcionamiento desde 1888.
Solo en ese capítulo participaron 259 autores de 39 países, y sus datos y conclusiones fueron revisados por miles de expertos de todo el mundo en distintas materias. En lo que se refiere a publicaciones científicas, estos informes suponen una de las más revisadas, controladas y corregidas que se puedan concebir.
Los científicos trabajan basándose en mediciones directas y teledetección desde satélites. La temperatura y otras variables climáticas llevan observándose desde mediados del siglo XIX y desde 1950 se tienen datos más completos y diversos, pero gracias a modelos paleoclimáticos se han podido reconstruir registros de siglos y milenios atrás. Todo este conjunto de datos conforma una visión global de cómo ha cambiado a largo plazo el sistema climático de la Tierra.
DIEZ CONCLUSIONES BASADAS EN DATOS Y OBSERVACIONES
Con esta información en la mano, estas son algunas de sus conclusiones:
1. El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y desde la década de 1950 muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado.
Esta es la idea principal de este capítulo, que luego pasa a analizar en observaciones sobre la atmósfera, los océanos, la criosfera, el nivel del mar, los ciclos biogeoquímicos, los impulsores del cambio climático, los modelos climáticos y la influencia humana en esos factores.
2. Cada uno de los tres últimos decenios ha sido sucesivamente más cálido en la superficie de la Tierra que cualquier decenio anterior desde 1850. En el hemisferio norte, es probable que el periodo 1983-2012 haya sido el periodo de 30 años más cálido de los últimos 1.400 años.
Los científicos aseguran que desde 1950 se han observado cambios en numerosos fenómenos climatológicos y meteorológicos extremos. Consideran "muy probable" que el número de días y noches fríos hayan disminuido, y que el número de días y noches cálidos haya aumentado a escala mundial, y que es "probable" que en gran parte de Europa, Asia y Australia haya aumentado la frecuencia de las olas de calor. Así también, hay más lugares en el mundo donde han aumentado los fenómenos de precipitaciones intensas que lugares donde han disminuido.
3. El calentamiento del océano representa más del 90% de la energía acumulada en el sistema climático entre 1971 y 2010. Es prácticamente seguro que la capa superior del océano (de 0 a 700 metros) se ha calentado entre 1971 y 2010.
A escala mundial, el calentamiento es mayor cerca de la superficie: los 75 metros superiores se han calentado 0,11 grados por decenio. Además, según el informe, las regiones con alta salinidad, donde predomina la evaporación, se han vuelto más salinas y las regiones con baja salinidad, donde predominan las precipitaciones, son menos salinas desde 1950 hasta hoy, lo que considera una evidencia de que esa evaporación y esas precipitaciones han cambiado.
4. En los dos últimos decenios, los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida han ido perdiendo masa, los glaciares han continuado menguando en casi todo el mundo y el hielo del Ártico y el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte han seguido reduciéndose en extensión.
Los científicos estiman que la superficie media anual del hielo marino del Ártico ha disminuido entre 1979 y 2012 a un ritmo de entre el 3,5% y el 4,1% por decenio (lo que equivale a entre 0,45 y 0,51 millones de kilómetros cuadrados cada 10 años), una pérdida que ha sido más rápida en verano. De hecho, consideran que en estos últimos 30 años la regresión del hielo marino del Ártico no ha tenido precedentes y las temperaturas del mar han sido excepcionalmente altas en comparación con los últimos 1.450 años.
5. Desde mediados del siglo XIX, el ritmo de elevación del nivel del mar ha sido superior a la media de los dos milenios anteriores. Durante el periodo 1901-2010, el nivel medio global del mar se elevó 0,19 metros.
Desde principios de los 70, la combinación de la pérdida de masa de los glaciares y la expansión térmica de los océanos suponen aproximadamente el 75% de la elevación observada del nivel medio global del mar. Durante el periodo 1993-2010, esa elevación coincide prácticamente con el 100% de la suma de la expansión térmica de los océanos debida al calentamiento, los cambios en los graciares, los mantos de hielo de la Antártida y Groenlandia y el almacenamiento terrestre de agua.
6. Las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado en un 40% desde la era preindustrial debido, en primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo. Los océanos han absorbido alrededor del 30% del dióxido de carbono antropógeno emitido, provocando su acidificación.
Los principales gases con efecto invernadero son el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. La concentración atmosférica de todos ellos ha aumentado desde 1750 a causa de la actividad humana. En 2011, sus concentraciones eran, respectivamente de 391, 1.803 y 324 partes por millón, valores que exceden los niveles preindustriales en un 40%, un 150% y un 20%. De hecho, los científicos aseguran que esas concentraciones superan considerablemente las más altas registradas en bloques de hielo correspondientes a los últimos 800.000 años.
7. El forzamiento radiativo (una cuantificación de los cambios en los flujos de energía en 2011, en relación con el año 1750) es positivo, y ha dado lugar a la absorción de energía por el sistema climático. La principal contribución al forzamiento radiativo total proviene de un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera que se viene produciendo desde 1750.
Durante todo el siglo pasado, fenómenos naturales como cambios en la radiación solar o las emisiones producidas por los volcanes tuvieron muy poco impacto en el forzamiento radiativo neto, excepto en breves periodos de tiempo posteriores a grandes erupciones volcánicas.
8. La influencia humana en el sistema climático es clara. Es evidente a tenor de las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el forzamiento radiativo positivo y el calentamiento observado, y gracias a la comprensión del sistema climático.
Nuevas observaciones, más estudios y modelos climáticos cada vez más amplios y completos permiten a los científicos mejorar y afinar sus evaluaciones. Cuanto mejores son sus instrumentos, aseguran, más convencidos están de que el factor humano es un factor clave en el cambio climático.
9. Los modelos climáticos han mejorado desde el AR4. Los modelos reproducen patrones y tendencias de la temperatura en superficie a escala continental observados a lo largo de muchos decenios, en particular el calentamiento más rápido producido desde mediados del siglo XX y el enfriamiento que se produce inmediatamente tras las grandes erupciones volcánicas.
Esos nuevos modelos están más afinados para detectar tendencias tanto en periodos largos como en otros más cortos. Por ejemplo, los expertos del IPCC han determinado que en periodo 1998-2012 se ha reducido la tendencia al calentamiento respecto al periodo completo entre 1951 y 2012. Consideran que se debe a una suma de factores: la fase en la que nos encontramos del ciclo solar, el periodo de enfriamiento después de grandes erupciones volcánicas y la absorción de calor por parte de los océanos.
10. Se ha detectado la influencia humana en el calentamiento de la atmósfera y el océano, en alteraciones en el ciclo global del agua, en reducciones de la cantidad de nieve y huelo, en la elevación mundial del nivel del mar y en cambios en algunos fenómenos climáticos extremos. Esta evidencia de la influencia humana es mayor desde que se elaborara el AR4. Es sumamente probable que la influencia humana haya sido la causa dominante del calentamiento observado desde mediados del siglo XX.
Si excluimos el factor humano podemos reproducirlo fielmente aproximadamente hasta la década de los 60. Pero desde ese momento, el factor humano es imprescindible
El profesor Duarte coincide con este análisis: “utilizando modelos climáticos muy amplios y completos podemos simular el clima de los últimos 200 años, y podemos ver que si excluimos el factor humano podemos reproducirlo fielmente aproximadamente hasta la década de los 60. Pero desde ese momento, el factor humano es imprescindible: sin él la temperatura media global habría descendido 0,5 grados, y sin embargo, la realidad es que ha aumentado 1 grado”.
LA DIFICULTAD DE PREDECIR EL FUTURO
Es al mirar hacia el futuro cuando las predicciones científicas se vuelven más cautelosas precisamente porque el factor humano juega un papel esencial y es básicamente impredecible. “No sabemos qué tecnologías pueden aparecer en la próxima década que cambien las reglas del juego, de forma que trabajamos con escenarios”. Intentan predecir qué ocurrirá si el nivel de emisiones se mantiene, disminuye o aumenta.
No sabemos qué tecnologías pueden aparecer en la próxima década que cambien las reglas del juego, de forma que trabajamos con escenarios
A este respecto, Duarte coincide con las recomendaciones del IPCC: “Para contener el cambio climático, será necesario reducir de forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Si no ocurre esto, el informe predice un aumento de las temperaturas globales de 1,5 grados a finales del sligo XXI respecto a las que había en el periodo entre 1850 y 1900; que se acentuarán los contrastes en las precipitaciones entre las regiones húmedas y secas y entre las estaciones húmedas y secas; que los océanos seguirán calentándose, llegando el calor a las capas más profundas y afectando a la circulación oceánica; que el hielo del Ártico seguirá menguando, el volumen de los glaciares reduciéndose y el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte disminuyendo; que el nivel medio global del mar seguirá aumentando, y que lo hará a un ritmo más más rápido, y que los altos niveles de CO2 aumentarán la acidificación de los océanos.
Como decimos, se trata de predicciones a futuro, barajando las condiciones actuales, de forma que cualquier cambio en el sistema puede suponer una variación en el resultado. Esta es la aportación científica a un problema cuya resolución está en mano de los gobiernos, las organizaciones, las empresas y los ciudadanos. Las consideraciones económicas, sociales e ideológicas son otra parte totalmente distinta del debate.