“No hay ninguna duda razonable sobre la influencia de la actividad humana en el clima mundial, ni sobre que esa influencia ha consistido en un aumento de la temperatura media a nivel global”. Carlos Duarte, profesor e investigador del Instituto Mediterráneo de Investigaciones Avanzadas, responde así de seguro cuando se le pregunta por la polémica en torno al cambio climático y su origen en la actividad humana.
Se trata de un tema que despierta airadas opiniones en uno y otro sentido. La voz de los científicos, fundamental en una cuestión como esta, se ve muchas veces sobrepasada por otras cuestiones, debido en parte a su obligada prudencia y a sus mesuradas afirmaciones. Rara vez es la ciencia completamente tajante o rotunda, porque en su esencia lleva la obligación de ser escéptica.
Las críticas y el escepticismo son esenciales para el progreso científico, son la única forma de avanzar. Pero deben ser críticas hechas desde dentro del terreno de la ciencia, asentadas en datos y evidencias
“Las críticas y el escepticismo son esenciales para el progreso científico, son la única forma de avanzar. Pero deben ser críticas hechas desde dentro del terreno de la ciencia, asentadas en datos y evidencias”, explica. En la rama de la ciencia que ya es por derecho propio el estudio del clima, esas opiniones críticas fueron el camino para afinar y perfeccionar las teorías en las que se basa. “Hoy ya no hay críticas sustanciales que no se hayan resuelto”, añade. “Claro que cada uno puede tener su opinión, pero no todas las opiniones están basadas en la ciencia”.
En lo que se refiere a la postura de la comunidad científica sobre el cambio climático, ésta se resume en la frase de Duarte que encabeza este artículo. Basándose en todas las pruebas y observaciones realizadas hasta ahora, no hay duda de que hay un componente antropogénico imprescindible en el calentamiento que está experimentando el clima global del planeta.
Gran parte de esas observaciones y sus conclusiones se recogen en el capítulo sobre las bases científicas del cambio climático que forma parte del Quinto Informe de Evaluación, conocido como AR5, elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el órgano internacional encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue creado por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y lleva en funcionamiento desde 1888.
Solo en ese capítulo participaron 259 autores de 39 países, y sus datos y conclusiones fueron revisados por miles de expertos de todo el mundo en distintas materias. En lo que se refiere a publicaciones científicas, estos informes suponen una de las más revisadas, controladas y corregidas que se puedan concebir.
Los científicos trabajan basándose en mediciones directas y teledetección desde satélites. La temperatura y otras variables climáticas llevan observándose desde mediados del siglo XIX y desde 1950 se tienen datos más completos y diversos, pero gracias a modelos paleoclimáticos se han podido reconstruir registros de siglos y milenios atrás. Todo este conjunto de datos conforma una visión global de cómo ha cambiado a largo plazo el sistema climático de la Tierra.

DIEZ CONCLUSIONES BASADAS EN DATOS Y OBSERVACIONES

Con esta información en la mano, estas son algunas de sus conclusiones:
1. El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y desde la década de 1950 muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado.

Esta es la idea principal de este capítulo, que luego pasa a analizar en observaciones sobre la atmósfera, los océanos, la criosfera, el nivel del mar, los ciclos biogeoquímicos, los impulsores del cambio climático, los modelos climáticos y la influencia humana en esos factores.

2. Cada uno de los tres últimos decenios ha sido sucesivamente más cálido en la superficie de la Tierra que cualquier decenio anterior desde 1850. En el hemisferio norte, es probable que el periodo 1983-2012 haya sido el periodo de 30 años más cálido de los últimos 1.400 años. 


Los científicos aseguran que desde 1950 se han observado cambios en numerosos fenómenos climatológicos y meteorológicos extremos. Consideran "muy probable" que el número de días y noches fríos hayan disminuido, y que el número de días y noches cálidos haya aumentado a escala mundial, y que es "probable" que en gran parte de Europa, Asia y Australia haya aumentado la frecuencia de las olas de calor. Así también, hay más lugares en el mundo donde han aumentado los fenómenos de precipitaciones intensas que lugares donde han disminuido.

3. El calentamiento del océano representa más del 90% de la energía acumulada en el sistema climático entre 1971 y 2010. Es prácticamente seguro que la capa superior del océano (de 0 a 700 metros) se ha calentado entre 1971 y 2010.

A escala mundial, el calentamiento es mayor cerca de la superficie: los 75 metros superiores se han calentado 0,11 grados por decenio. Además, según el informe, las regiones con alta salinidad, donde predomina la evaporación, se han vuelto más salinas y las regiones con baja salinidad, donde predominan las precipitaciones, son menos salinas desde 1950 hasta hoy, lo que considera una evidencia de que esa evaporación y esas precipitaciones han cambiado.

4. En los dos últimos decenios, los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida han ido perdiendo masa, los glaciares han continuado menguando en casi todo el mundo y el hielo del Ártico y el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte han seguido reduciéndose en extensión.

Los científicos estiman que la superficie media anual del hielo marino del Ártico ha disminuido entre 1979 y 2012 a un ritmo de entre el 3,5% y el 4,1% por decenio (lo que equivale a entre 0,45 y 0,51 millones de kilómetros cuadrados cada 10 años), una pérdida que ha sido más rápida en verano. De hecho, consideran que en estos últimos 30 años la regresión del hielo marino del Ártico no ha tenido precedentes y las temperaturas del mar han sido excepcionalmente altas en comparación con los últimos 1.450 años.

5. Desde mediados del siglo XIX, el ritmo de elevación del nivel del mar ha sido superior a la media de los dos milenios anteriores. Durante el periodo 1901-2010, el nivel medio global del mar se elevó 0,19 metros.

Desde principios de los 70, la combinación de la pérdida de masa de los glaciares y la expansión térmica de los océanos suponen aproximadamente el 75% de la elevación observada del nivel medio global del mar. Durante el periodo 1993-2010, esa elevación coincide prácticamente con el 100% de la suma de la expansión térmica de los océanos debida al calentamiento, los cambios en los graciares, los mantos de hielo de la Antártida y Groenlandia y el almacenamiento terrestre de agua. 

6. Las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado en un 40% desde la era preindustrial debido, en primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo. Los océanos han absorbido alrededor del 30% del dióxido de carbono antropógeno emitido, provocando su acidificación.


Los principales gases con efecto invernadero son el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. La concentración atmosférica de todos ellos ha aumentado desde 1750 a causa de la actividad humana. En 2011, sus concentraciones eran, respectivamente de 391, 1.803 y 324 partes por millón, valores que exceden los niveles preindustriales en un 40%, un 150% y un 20%. De hecho, los científicos aseguran que esas concentraciones superan considerablemente las más altas registradas en bloques de hielo correspondientes a los últimos 800.000 años.

7. El forzamiento radiativo (una cuantificación de los cambios en los flujos de energía en 2011, en relación con el año 1750) es positivo, y ha dado lugar a la absorción de energía por el sistema climático. La principal contribución al forzamiento radiativo total proviene de un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera que se viene produciendo desde 1750.

Durante todo el siglo pasado, fenómenos naturales como cambios en la radiación solar o las emisiones producidas por los volcanes tuvieron muy poco impacto en el forzamiento radiativo neto, excepto en breves periodos de tiempo posteriores a grandes erupciones volcánicas. 

8. La influencia humana en el sistema climático es clara. Es evidente a tenor de las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el forzamiento radiativo positivo y el calentamiento observado, y gracias a la comprensión del sistema climático.
Nuevas observaciones, más estudios y modelos climáticos cada vez más amplios y completos permiten a los científicos mejorar y afinar sus evaluaciones. Cuanto mejores son sus instrumentos, aseguran, más convencidos están de que el factor humano es un factor clave en el cambio climático.

9. Los modelos climáticos han mejorado desde el AR4. Los modelos reproducen patrones y tendencias de la temperatura en superficie a escala continental observados a lo largo de muchos decenios, en particular el calentamiento más rápido producido desde mediados del siglo XX y el enfriamiento que se produce inmediatamente tras las grandes erupciones volcánicas.
Esos nuevos modelos están más afinados para detectar tendencias tanto en periodos largos como en otros más cortos. Por ejemplo, los expertos del IPCC han determinado que en periodo 1998-2012 se ha reducido la tendencia al calentamiento respecto al periodo completo entre 1951 y 2012. Consideran que se debe a una suma de factores: la fase en la que nos encontramos del ciclo solar, el periodo de enfriamiento después de grandes erupciones volcánicas y la absorción de calor por parte de los océanos. 

10. Se ha detectado la influencia humana en el calentamiento de la atmósfera y el océano, en alteraciones en el ciclo global del agua, en reducciones de la cantidad de nieve y huelo, en la elevación mundial del nivel del mar y en cambios en algunos fenómenos climáticos extremos. Esta evidencia de la influencia humana es mayor desde que se elaborara el AR4. Es sumamente probable que la influencia humana haya sido la causa dominante del calentamiento observado desde mediados del siglo XX.
Si excluimos el factor humano podemos reproducirlo fielmente aproximadamente hasta la década de los 60. Pero desde ese momento, el factor humano es imprescindible
El profesor Duarte coincide con este análisis: “utilizando modelos climáticos muy amplios y completos podemos simular el clima de los últimos 200 años, y podemos ver que si excluimos el factor humano podemos reproducirlo fielmente aproximadamente hasta la década de los 60. Pero desde ese momento, el factor humano es imprescindible: sin él la temperatura media global habría descendido 0,5 grados, y sin embargo, la realidad es que ha aumentado 1 grado”.

LA DIFICULTAD DE PREDECIR EL FUTURO

Es al mirar hacia el futuro cuando las predicciones científicas se vuelven más cautelosas precisamente porque el factor humano juega un papel esencial y es básicamente impredecible. “No sabemos qué tecnologías pueden aparecer en la próxima década que cambien las reglas del juego, de forma que trabajamos con escenarios”. Intentan predecir qué ocurrirá si el nivel de emisiones se mantiene, disminuye o aumenta.
No sabemos qué tecnologías pueden aparecer en la próxima década que cambien las reglas del juego, de forma que trabajamos con escenarios
A este respecto, Duarte coincide con las recomendaciones del IPCC: “Para contener el cambio climático, será necesario reducir de forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Si no ocurre esto, el informe predice un aumento de las temperaturas globales de 1,5 grados a finales del sligo XXI respecto a las que había en el periodo entre 1850 y 1900; que se acentuarán los contrastes en las precipitaciones entre las regiones húmedas y secas y entre las estaciones húmedas y secas; que los océanos seguirán calentándose, llegando el calor a las capas más profundas y afectando a la circulación oceánica; que el hielo del Ártico seguirá menguando, el volumen de los glaciares reduciéndose y el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte disminuyendo; que el nivel medio global del mar seguirá aumentando, y que lo hará a un ritmo más más rápido, y que los altos niveles de CO2 aumentarán la acidificación de los océanos.
Como decimos, se trata de predicciones a futuro, barajando las condiciones actuales, de forma que cualquier cambio en el sistema puede suponer una variación en el resultado. Esta es la aportación científica a un problema cuya resolución está en mano de los gobiernos, las organizaciones, las empresas y los ciudadanos. Las consideraciones económicas, sociales e ideológicas son otra parte totalmente distinta del debate.