domingo, 15 de marzo de 2009

LECTURA. "En cualquier clase", de Miguel Navazo (profesor del IES "Maimónides")


A propósito de la velada del pasado viernes, los relatos de terror a la luz de las velas, Miguel Navazo envía el siguiente texto:

Siempre aterroriza un folio en blanco, pero en esta ocasión, además de irracional, está motivado.

Los espacios, las cosas, tienen una forma propia de expresarse. ¿Cómo si no es posible que dos personas o muchas más coincidan en una misma percepción cuando no se han influido mutuamente?

La tercera planta del Instituto siempre ha tenido algo muy especial: muchas veces, en mis clases en distintos cursos y en años sucesivos, alguien sentía miedo o iniciaba una conversación que tenía como fondo alguna sensación poco común, extraña e inquietante.

Unas veces se iniciaba porque un alumno había visto a alguien por el pasillo y a los pocos segundos esa persona no veía a nadie. Siempre se iniciaba como un simple comentario o pregunta:"¿No has visto a un hombre al fondo?". "¿No te ha parecido ver a una pareja en el otro pasillo?". Preguntas de lo más normal en un Instituto de más de mil personas; sin embargo, la respuesta no era simplemente: –"No, no lo he visto"-. - "¿Estás soñando, tía ?"-; sino que había un rato de silencio y se compartía lo que no habíamos visto, pero que de alguna forma tú también habías sentido.

En otras ocasiones, siempre en la tercera planta , algún alumno que no tenía ganas de escuchar los temas de Economía proponía:
-¡Profe, cuéntenos alguna historia del Instituto!

Sí, los institutos tienen historias y éstas se cuentan a través de las personas más sensibles, más abiertas, aquellas que perciben antes; son cosas que otros no sienten tan cerca, o simplemente no se atreven a decirlas.

Todos sabemos algo que ha pasado; todos sabemos que hay muchas tragedias que se han fraguado entre estas gruesas paredes; sabemos que otros, antes que nosotros, han sufrido o se han enamorado, han sentido la pasión y el odio; percibimos esa sensación aunque no podemos construir los hechos.

Puedo contaros que un conserje –no diré quién – me contó que, cuando ya estaba cerrada la tercera planta y apagadas la luces, tuvo que volver arriba, encender luces y revisar las clases , porque desde abajo, desde el patio, había visto a alguien , quizás unas sombras en las ventanas de arriba.

En otra ocasión, desde el edificio de al lado, el Círculo, avisaron de que había encerrado alguien en el Instituto; lo habían visto en una noche del sábado, y, evidentemente, no había nadie.

El sótano también guarda sus secretos, sus penas y sus miedos, pero esa será la historia de otro día.

Ahora sigamos con la clase: decíamos que el precio de equilibrio del mercado.
¡Por favor, atended!; esto sí es verdad, no son imaginaciones.

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