Ángel García López
Este balcón da al mar. Toco la espuma
viajera, inagotable, de la orilla.
Sobre el balcón, volcado en La Costilla,
mis ojos dan al mar.
Lejos, la bruma
dibuja un horizonte que navega
mi corazón.
Conozco cada grano
de esa arena, su nombre, su verano,
su apellido. Y el agua se me entrega
joven y dulce en la mañana. Y canta
su septiembre de sol.
En los cristales
crece la flor de luz de los corales,
ruge lo azul de la escolar garganta
del día.
Y aquel niño, aquel desvelo
que antaño fui, se asoma. Y ve.
Y en Rota
esta ventana es mar. Y gaviota
que le devuelve lo mejor del cielo.
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