viernes, 3 de septiembre de 2010

PRENSA CULTURAL. OBITUARIO. Jairo Aníbal Niño

Jairo Aníbal. EFE. ("El País")

En "El País":

Jairo Aníbal, padre de la literatura infantil colombiana

Con su alma de niño creó cuentos y poemas para los más jóvenes

PILAR LOZANO 02/09/2010

"Se fue el escritor que enseñó a los niños a soñar". Así, en primera página, reseñó el diario El Tiempo, el más prestigioso de Colombia, la muerte de Jairo Aníbal Niño, considerado por muchos el padre de la reciente literatura infantil colombiana. Jairo Aníbal, que en los últimos años vestía de blanco de pies a cabeza -tal vez porque siempre soñó con volar para alejarse de una realidad cada vez más dolorosa y disparatada- murió el 30 de agosto a los 69 años. Un cáncer se lo llevó a "un viaje cósmico", como prefiere llamar su hijo Santiago a la muerte de su padre. Para este viaje él, sus hermanas Alejandra y Paula y su esposa, Irene, le llenaron los bolsillos de juguetes: pequeños coches, muñecos, etcétera. Lo despidieron también con música, con cuentos y poemas. No había forma distinta para decir adiós, para desear buen viaje a un hombre que siempre cuidó y su alma de niño.
Jairo Aníbal tenía una capacidad inmensa y envidiable de fantasear, de dejar volar la imaginación. La plasmó en más de 30 libros, la mayoría dirigidos a los más pequeños. También escribió teatro y fue titiritero y pintor. "Estoy en mi estudio, de repente escucho que alguien toca en mi ventana. Me asomo y veo que es un cuento. Entonces abro la puerta y lo invito a pasar". Palabras más, palabras menos era lo que contaba a los niños cuando le preguntaban: ¿de dónde nacen tus cuentos? Desde 1977, cuando con su novela Zoro -la historia de un niño en la selva- ganó el premio 'Enka' de literatura infantil, robó el corazón de niños y jóvenes colombianos. "Jairo Aníbal ofreció una mirada nueva a los niños sobre la magia, la ternura y la maravilla que podía haber en las selvas colombianas y en los personajes que se inventó", dice su colega y amigo el escritor Celso Román, al explicar este camino que abrió. Mireya Fonseca, su editora, piensa igual: el gran valor es haber enseñado a los niños colombianos "a leer literatura infantil propia, original".

Ingenuidad y poesía
Varias generaciones crecieron leyendo sus historias, sus poemas. Hasta el último momento, a pesar de que el dolor le atravesaba el cuerpo, siguió soñando y escribiendo. En la reciente Feria Internacional del Libro de Bogotá, presentó dos nuevos libros: Caballo Pando y ¿Por qué los pájaros azules, azules, no comen hormigas? Preguntas ingenuas con respuestas poéticas de alma de niño. Y aún están en proceso de edición cuatro más. Uno cuenta la historia de un ratón -cantante de ópera que vive en la Gran Muralla china y sufre por un amor imposible-. Pero tal vez el más inolvidable de sus libros es La alegría de querer, que supera las 15 ediciones. Uno de sus poemas sirve hoy para llenar el hueco que deja su partida: "Miro la Luna llena / y compruebo que la ausencia / tiene la forma de una brillante y triste / rueda de bicicleta".

No hay comentarios: