Periodistas de cómic: el Cuarto Poder del Noveno Arte
Mi sentido arácnido me indica que, mientras RBA ha recuperado al Reporter Tribulete de Guillermo Cifré en su colección de Clásicos del Humor, Glénat ha hecho lo propio con Mari “Noticias”. Lo cual ofrece una excelente oportunidad para recordar a los periodistas y reporteros gráficos que desde las viñetas tan buenos ratos nos han deparado.
Texto: Francisco Luis del Pino Olmedo
Los hay con poderes sobrenaturales como Clark Kent o Peter Parker, íntegros y curtidos como Frank Cappa y Ernie Pike, intrépidas como Taxi y eróticas como Valentina. Sin olvidar al eternamente joven Tintín, de quien aún ignoramos para quién trabaja y dónde publica. Pero en España hay un reportero por excelencia que anida en el recuerdo de, al menos, dos generaciones de lectores y que, a pesar de ser el más disparatado y estrafalario de cuantos plumíferos y gráficos se hayan paseado por las páginas de los tebeos, resulta entrañable y enternecedor: Tribulete –que en todas partes se mete–, cuyas aventuras se leían en los Pulgarcito de Bruguera.
El reportero dicharachero
Bajito, con un apéndice nasal alargado y hacia arriba cual berenjena curva, cinco pelos por todo tupé y vestido siempre de pantalón rojo y chaqueta negra, Tribulete es, con su ingenuo descaro y constante torpeza, el modelo opuesto al buen profesional. La horrorosa ortografía, sumada a su afición a inventarse críticas teatrales y falsear entrevistas o reportajes, le acarrean no pocos contratiempos. Claro que pocos periodistas han recibido tantas palizas de su jefe, el tiránico director de El Chafardero Indomable, y han sobrevivido. Y es que el singular personaje creado en 1947 por Guillermo Cifré (1922-1962), que semana a semana cobró vida de su mano durante quince años, hace gala siempre de un extraordinario optimismo. Una de las señas de identidad que, junto a una sempiterna penuria económica –“Cobro menos que una señora de la limpieza”–, le caracterizan pero no logran deformar su semblante risueño e inocentón. Y eso que su jefe es un tipo de lo más bestia, que llega incluso a contratar a un matón para que lo asesine o secuestre, y vender la noticia con el fin de aumentar la tirada del periódico.
Para Antonio Guiral, especialista en cómics y autor de los textos introductorios del álbum El Reporter Tribulete de RBA, “es de justicia recuperar a este gran personaje de nuestra historieta”. Entre otras razones, declara, porque “Tribulete encierra lo mejor y lo peor de la profesión del periodista en la España que va de 1947 a 1962”.
Popular, inofensivo y solidario
Cuenta Escobar, creador de Zipi y Zape y uno de los grandes de la historieta española, que un día Guillermo Cifré fue llamado a declarar en la comisaría. Se había publicado en una de sus historietas la aventura de un policía uniformado que se veía involucrado en un caso de soborno. La cosa no fue a más pero, a partir de entonces, dice Escobar, los dibujantes, en lugar de policías y pesetas, hablaban de gendarmes y piastras. No obstante, Tribulete no tuvo jamás problemas con la censura de aquellos años de posguerra. “Durísima e implacable ante el menor resbalón de un guionista o dibujante”, asegura Víctor Mora, el creador del famoso Capitán Trueno, que fue compañero y amigo de Cifré y de dos guionistas de El Reporter Tribulete, Josep María Lledó y Rafael González. “De todas maneras”, explica Mora, “creo que se podría hablar del reportero Tribulete como un ejemplo de periodista que no claudicó en aquellos tiempos duros, porque jamás apareció ni poco ni mucho en la prensa franquista”.
Guillem Cifré, hijo del creador gráfico de Tribulete -y también prestigioso dibujante e ilustrador-, tenía diez años cuando su padre murió, pero recuerda que, debido a la cantidad de trabajo que tenía, su hermana le ayudaba a rellenar con tinta china la americana del simpático reportero. La popularidad del personaje se puso de manifiesto una vez más cuando se desbordó el río Besós en 1962 y Cifré, junto con otros dibujantes, se sumó a la campaña de ayuda a los damnificados. “Estuvieron dibujando delante de Radio Barcelona, con el propósito de vender los dibujos de sus personajes. A mi padre lo que más le pedían era el Reportero Tribulete y no paró en toda la mañana de dibujarlo en cuartillas”, explica Guillem.
De pluma en pluma
El reportero Tribulete interrumpió su publicación de manos de Cifré en 1956, ya que su autor y otros colegas –Peñarroya, Escobar, Conti y Eugenio Giner– abandonaron Bruguera para montar su propia empresa (Dibujantes Españoles Reunidos) y crear la revista Tío Vivo. Un año y medio después retornaron a Bruguera y Tribulete a Pulgarcito. Tras la muerte de su creador, la serie continuó publicándose en Bruguera hasta 1986, año de la de desaparición de la editorial, a cargo de autores como Enrich de Manuel, creador de El caco Bonifacio.
“Cifré estaba orgulloso de que lo conocieran más por su personaje que por su nombre”, explica Enrich, que recuerda que le pagaban cuatrocientas pesetas por historieta y le obligaban a darle cien a la viuda. El segundo autor de Tribulete aprovechó su trabajo de dibujante en La Prensa y Solidaridad Nacional (la Soli) para fijarse en las historias cotidianas de los periodistas como referencia para los guiones.
Una chica muy “suelta”
Mary Noticias seguramente fue la primera mujer periodista que se asomó por las viñetas de un cómic o tebeo, al menos en España. Recuperada ahora por Glénat, fue creada gráficamente por Carmen Barbará a instancias del editor José María Arman, que ideó el personaje; tuvo diversos guionistas –todos bajo el seudónimo de Roy Marck–, como Ricardo Acedo, que fue el primero, o Flores Lázaro. La serie, que llegó a casi quinientos cuadernos entre 1962 y 1973, era publicada semanalmente por Iberomundial de Ediciones. Ante el éxito obtenido, se publicó un extra mensual: “Eran pequeños, de bolsillo, salieron bastante bien y duraron unos ochenta números”, recuerda Barbará.
La gran popularidad de la que gozaba aquella jovencita voluntariosa, con su gabardina tipo periodista de la época y su pequeña cámara colgada del brazo, se debe, según su dibujante, "además de a los guiones, que algunos estaban muy bien, al vestuario. Cuando no iba con la gabardina tradicional, la vestía con ropas, zapatos y bolsos muy modernos. Y las chicas que salían a su alrededor también aparecían muy a la moda”. Barbará, que diseñaba sus propios vestidos, aprovechaba para adjudicárselos también al personaje.
Mary Noticias tenía un novio abogado, Maximiliano del Pozo (Max), que se disfrazaba con una barba postiza, gafas oscuras y gabardina para sacar a la heroína de los líos en los que se metía bajo el nombre de “Bruma”. Mary no sospechó nunca su verdadera identidad. “Era un poco corta”, comenta Barbará con afecto. “Viajaba mucho por todo el mundo, ya que trabajaba en la televisión, pero en ningún tebeo se vio nunca que pasaran una noticia o crónica suya”. Para la época era una cosa un tanto insólita que una chica viajara tanto. “Y que lo hiciera con su novio…, ¡eso ya era pasarse de la raya!”. Barbará sonríe al recordar que la censura acabó por darse cuenta de tantos viajes y avisaron que aquella chica iba muy “suelta”, que debían procurarle una familia o alguien que cuidara de ella. “Y tuvimos que hacer un cuaderno en el que salía su familia; padre, madre y una hermana pequeña, con los que iba a pasar la Navidad”. Después de esta historieta, la censura se quedó tranquila.
El viajero que quisimos ser
De la mano de Manfred Sommer (1933-2007), Frank Cappa irrumpió en 1981 en Cimoc para, en poco tiempo, convertirse en una obra maestra del cómic español. Cappa es un reportero de guerra inspirado en parte en la figura de Robert Capa, el gran fotógrafo de Magnum. De él ha heredado su talante vital y aventurero: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no estás lo bastante cerca”.
Ya en su primera aventura africana, este periodista de papel se mostraba más preocupado por el drama humano que por la guerra que lo envolvía. Su trabajo como freelance lo convierte en un mercenario de la noticia que va colocando sus crónicas gráficas en diferentes medios, sin comprometerse, pero se siente culpable e impotente ante las injusticias que su oficio le obliga a presenciar. Las guerras se suceden: Asia, África, América Central… y, a pesar de que Cappa aborrece la violencia, está presente porque es allí donde el hombre saca lo mejor y lo peor que lleva dentro. Sommer explicaba que su personaje nació de una necesidad psicológica: “Soy géminis y, por lo tanto, curioso; amo los viajes, me interesa la gente, analizo y opino… El personaje era inevitable. Porque Frank Cappa, de alguna manera, puede ser la parte de nosotros que jamás hemos tenido la oportunidad de ser”.
Erotismo “fotográfico”
La milanesa Valentina Roselli nació en Italia en 1942, según su creador Guido Crepax. Fotógrafa profesional, Valentina se presentó en la revista Linus en 1965 como un ejemplo de mujer independiente, libre y sin tabúes. Desde el punto de vista gráfico representó una innovación en el mundo del cómic, porque Crepax rompía la rutina utilizando con profusión la descomposición de la viñeta.
A pesar de que se la ve a menudo equipada con una potente cámara profesional y hace fotos en lugares diversos, ninguna de las aventuras que vive tienen relación con su profesión, ni aparece por ningún periódico o agencia. Será un personaje recordado por sus aventuras y fantasías, en las que se mezclan lo onírico y un cuidado y elegante erotismo.
Aventuras trepidantes
Al contrario que Valentina, Johnny Focus, reportero joven y rebelde creado en 1974 por el dibujante y guionista Atilio Micheluzzi, recorre el mundo trabajando como fotógrafo independiente. Sus peripecias, publicadas en España por Tótem (Editorial Nueva Frontera), cambian de lugar y de tema continuamente. Del desierto del Serengueti a la búsqueda de una ciudad perdida en la selva amazónica, o en compañía de un cazador de cocodrilos enfrentándose a un médico nazi que experimenta con indios. Focus es un personaje dinámico que vive aventuras extraídas del calor del pasado y de un presente trepidante.
Los peligros del mundo
Fotógrafa de la agencia Control Press, la intrépida Taxi utiliza métodos de espía y combate con la cámara y su talento para la investigación periodística algunas de las lacras y peligros del mundo. Fue creada por Alfonso Font como una excusa para manifestar su inquietud por determinados temas, como la droga, el tráfico de armas o el racismo. Y, especialmente, para expresar su recelo ante la excesiva concentración de poder a que tienden, en su opinión, las empresas de comunicación. En los tres álbumes publicados por Norma –El laberinto del dragón, Un crucero al infierno y La fosa del diablo–, Taxi, su jefe Nelson y otro compañero de la agencia protagonizaron sucesos de la época que transmitían una información fácil de entender y despertaban el interés del lector.
Si Superman representa el periodismo “de altura”, Spiderman necesita subirse por las paredes para autofotografiarse en plena acción justiciera. El hombre araña es Peter Parker, un joven estudiante que adquirió poderes al ser mordido por una araña radioactiva durante un experimento. Su entrada en el periodismo gráfico fue por pura necesidad económica: Parker decidió aprovechar sus poderes para conseguir exclusivas de sí mismo, colgando una cámara de una tela de araña para que captara sus enfrentamientos con el malo de turno. Y, de esta manera –más bien desleal con sus colegas–, comenzó a trabajar como freelance en el Daily Bugle, a pesar de que la calidad técnica de sus fotos deja bastante que desear. El director, editor y propietario del diario, J. Jonah Jameson, es un enemigo acérrimo de Spiderman, a quien considera una amenaza pública. Pero, bajo la historia que protagoniza el superhéroe combatiendo a los malvados, hay una parte muy interesante sobre la vida de un diario, vista evidentemente por un guionista de cómic.
Un tipo con leotardos
Clark Kent, el periodista que esconde a un hombre de acero, es un tímido redactor del Daily Planet y eterno enamorado de la antipática y agresiva Lois Lane. Su entrada en el más prestigioso periódico de Metrópolis se debe a un reportaje sobre Superman. En los años 1970 se hizo un intento de modernizar al hombre de la S en el pecho, convirtiéndolo en periodista de TV con espacio fijo en la pantalla, pero debía de sentir añoranza por sus compañeros de redacción, el director Perry White y el juvenil a perpetuidad Jimmy Olsen, ya que volvió al diario.
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