Julián Rodríguez
(Un hombre peinaba a un niño al lado de un estanque.
Refulgía el estanque
con la luz que llegaba desde el Este.)
Maneja con destreza el peine, el niño
observa muy atentamente a los peces
que bucean bajo los desperdicios
que arrojan los turistas.
El hombre y el muchacho
son parte del paisaje.
Desde la lejanía
los contemplan otro hombre y otro niño, iguales
y diferentes.
La distancia entre los cuatro es el mundo
verdadero, a lo que llaman vida, poco más
que tiempo y luz.
(Una vereda
se oculta entre los árboles
y sigue el haz de luz
en otra dirección.)
El primer niño busca con sus ojos
el camino iluminado. El hombre
ya ha dejado de peinarle.
Se mira el muchacho
en el espejo negro
de las aguas y no parece el mismo.
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