Michel de Montaigne
De la crueldad
Entiendo yo que la virtud es cosa distinta y más elevada que las tendencias a la bondad que nacen en nosotros. Las almas que por sí mismas son ordenadas y que buena índole siguen siempre idéntico camino y sus acciones representan cariz semejante al de las que son virtuosas; mas el nombre de virtud suena en los humanos oídos como algo más grande y más vivo que el dejarse llevar por la razón, merced a una complexión dichosa, suave y apacible. Quien por facilidad y dulzura naturales desdeñara las injurias recibidas, realizaría una acción hermosa y digna de alabanza; mas aquel que, molestado y ultrajado hasta lo más vivo por una ofensa, se preservara con las armas de la razón contra todo deseo de venganza, y después del conflicto lograra dominarse, ejecutaría una acción mucho más meritoria que el anterior. El primero obraría bien; el segundo ejecutaría una acción virtuosa; la conducta de aquél podría llamarse bondadosa, la de éste encierra la virtud además de la bondad, pues parece que ese nombre presupone dificultad y contrariedad y que no puede practicarse sin encontrar oposición. Por eso aplicamos al Criador el dictado de bueno, fuerte, justo y misericordioso, pero no el de virtuoso, porque ninguna de sus obras lleva el sello del esfuerzo y todas el de la facilidad.
miércoles, 23 de junio de 2010
LITERATURA ESPAÑOLA Y UNIVERSAL (fragmentos): "Ensayos", de Montaigne (1533-1592)
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