Ramón García Mateos
... Que le daban a mi corazón Hay noches de esas que las carga el diablo
con vino y con nostalgia
de infancias invernales
-el brasero y la lluvia
que suena en las ventanas-
hay noches suspendidas
en el ala de un pájaro
cuando pesan los días
y puede el desconsuelo
brotar entre las páginas de un libro.
Hay noches y días y madrugadas
también de desamparo
en que se cierran todos los balcones
que daban a la calle
-con cancelas de sombra
con aldabas de hierro-
y nadie escucha latir el corazón
de una ciudad enferma que agoniza
y nadie siente la herida del deseo
y nadie nadie nadie
transita por la huella de los besos.
Hay noches de esas que las carga el diablo
y se nublan de azul las transparencias
con antiguas canciones
de amores sin destino
y vuelven a mi mesa
recuerdos olvidados:
una tarde de otoño
verdecida de llanto
el silencio de un beso
despedida y dolor.
Hay noches y días y madrugadas
también en que nos salva
del abismo sin fin del sacrificio
la voz quebrada y rota
que entona una taranta
la queja lastimera
de alguna siguiriya
y ese vaso de vino
que lentamente apuro con la vida
lentamente
y suena una guitarra
luz y sangre
cobijo y compasión
-tantas fatigas-
en esta noche
de cieno
y fuente clara.
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