En "El País":
El plan maestro de Pola Oloixarac
GABRIELA WIENER 12/03/2010
El último hito generacional de las letras argentinas es una blogger, cantante y filósofa de ideas feroces. Con 32 años, la autora de Las teorías salvajes tiene una estrategia diabólica para dominar el mundo.
"El gran acontecimiento de la nueva narrativa argentina", como lo ha llamado el pope de los novelistas de ese país, Ricardo Piglia, tiene a las celebrities del cosmos literario hispánico alborotadas, primero al otro y ahora a este lado del charco. Las teorías salvajes, de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977), que acaba de aterrizar en España gracias a la editorial Alpha Decay, no sólo es un desternillante catálogo contemporáneo de doctrinas sobre la guerra en tiempos de Google Earth, tan impracticables como indestructibles, sino también una sátira de la oficialidad académica, política, cultural y progre de los setenta, bombardeada con los argumentos/armamentos de una mujer fatal. Aunque cuando su autora escucha decir que parece un Houellebecq con falda y tacones, afirma llevar "la mano a mi revólver".
Pese a su aspecto de pin up, su léxico de doctora en filosofía política le ha granjeado muchas enemistades; algunos la han acusado de reaccionaria, por su potente crítica a la izquierda de su país; otros (los que más) de guapa; de impostora, y hasta de "escribir sin amor". "¡Pero la novela está llena de amor! Hay mucho amor a la teoría, pasiones nerds, la vida interior de la erotomanía. Y filosofía, que es algo más que la excitación sexual por el saber", defiende la escritora. Pero ¿quiénes la odian? "Me odian los emos sin sentido del humor, los velocirraptores", asegura. ¿Y quién la ama? "Los amantes de las emociones fuertes, del vino, la filosofía, las olivas y el jamón". ¿Fuentes para esa inspiración caleidoscópica? De todo un poco: las facultades de filosofía, que ella define como "ecosistemas gagá" donde encontrar "perfectos personajes de comedia". Lo modernillo y friki del último Buenos Aires "como motivación morbosa". Y, desde luego, la campante "tácita aceptación de lo inhumano", como reza el epígrafe de Theodor Adorno al inicio del libro: "Me interesa la violencia como parte de la cultura, un componente obsceno que se exhibe como una cualidad obvia de la civilización, cuando es brutal".
Por su discurrir mental y verbal salpicado de cibercultura, porno y videojuegos, y por su talante innovador, la tentación de situarla como prima porteña y tardía de la española generación Nocilla también sería grande si no fuera porque esta novelista punk, filósofa, blogera, experta en arte y tecnología, cantante dulce del dueto Lady Cavendish, modelo sexy en las revistas y devota de los zapatos del malogrado Alexander McQueen, es escandalosamente inclasificable. "Se trata de una novela brillante, excitante y pedante, a partes iguales", opina de Las teorías salvajes el crítico literario Ignacio Echevarría: "es decir, rabiosamente argentina. Sorprendente, también. Y una prueba de fuego, además, para tantos escritores españoles que, con mucho menos atrevimiento, se las dan de modernos". El escritor Javier Calvo, por su parte, cree que para los que están alimentados de su "dosis de nocilla patria y traducciones de Anagrama", descubrir esta novela, "parecida a Sterne, a Nabokov, a Pynchon y yo qué sé a qué más", va a suponer un "patatús". "Yo personalmente me rindo de rodillas ante su narradora monstruosamente erudita, cruel y virginalmente cautivadora", confiesa el catalán. Para Julián Rodríguez, editor de Periférica, lo mejor es "su desparpajo y esos lados oscuros que me hacen preguntarme sobre cómo y qué debemos narrar, algo que no todos los libros consiguen".
Etnografía de un fenómeno
Como las ceremonias de iniciación para ciertas tribus aborígenes que aparecen citadas en su libro, el rito de paso para Oloixarac tuvo un despertar salvaje: las "orgiásticas sesiones" con los clásicos de Occidente. Pero tras peregrinar de Borges a Descartes y a través de "una obscena serie de hombres, varios cientos de años mayores que yo", llegó el momento de experimentar esa "aventura perversa que es pasar de la teoría a la práctica" y escribir una novela. Ésta es la primera.
Aunque el libro tiene tantos hilos argumentales como una tela de araña, éste puede ser uno: en un decorado extravagante, dominado por erotómanos, freaks y guerrilleros tecnológicos, se pasea la protagonista, una estudiante de filosofía obsesionada con su profesor, que decide someter a un tercero para poner a prueba una teoría que consiste en la transformación del imperativo marxista-leninista en una escena coital. Las etiquetas para entender Las teorías salvajes son, según Oloixarac, "comedia negra", "experimento con el zeitgeist [o espíritu del tiempo] moral y tecnológico", "el geek en la época de la reproductibilidad sexual".
Oloixarac escribe sumergida en su particular lenguaje y, en sus palabras, "buscando crear los túneles subterráneos, dentro de él, para poder dar con una forma de organizar el mundo, volverlo más hermoso y manejable". Finalmente, su mayor influencia, dice, es el vale tudo, una lucha brasileña donde puedes usar todas las partes del cuerpo. "Al igual que en literatura tienes todo el cuerpo de la cultura para dar tu combate", proclama.
EP3. En poco tiempo ha concitado mucha expectativa entre los autores y críticos españoles, y muchos ni siquiera han leído su libro. ¿Le ha sorprendido?
Pola Olaixarac. Bueno, no. Forma parte de mi plan de dominación mundial.
EP3. Sus personajes lo mismo citan a Rousseau y Hobbes que a Alex P. Keaton, de Enredos de familia, y a Gordo Porcel, el cómico obsceno argentino.
P. O. Es que adoro las comedias malhabladas y las tiras inocentes. Todo lo que quieras saber de una cultura en un momento dado está ahí.
EP3. ¿Así que lo más natural en usted es mezclar citas intelectuales con las alusiones a su biquini? Dijo que la portada argentina de su libro era rosa por el color de su biquini favorito.
P. O. Como diría la gran Esther Williams, que jamás usó uno, un biquini es un acto que se hace sin pensar.
EP3. Entonces lo de la moda va en serio. ¿Por qué ha decidido dedicarse también a la crítica online de moda?
P. O. Creo que mi primer post sobre moda surgió al enterarme de que los uniformes nazis habían sido diseñados por Hugo Boss. No pocas veces, hojeando Vogue Italia, he tenido la sensación de estar ante un prodigioso tratado de sociología, mucho más profundo e innovador que muchos ensayos.
EP3. No sólo en las comedias ingenuas y en las revistas de moda le encuentra usted alma a la cultura. En la novela también analiza la lógica de otro gran producto cultural: el comentador violento de los blogs.
P. O. La autoestima y el desprecio son un mismo movimiento y una forma de subjetividad contemporánea en el comentarista violento. En el blog me hice muchos amiguitos, y gracias a los robots de spam tengo información muy actualizada del precio del Viagra y excelentes oportunidades de negocios con viudas de ex presidentes nigerianos.
EP3. ¿Quién es la Lady Cavendish que da nombre a su banda?
P. O. Una dama maravillosa del siglo XVII que escribió poemas sobre átomos, liebres y la infinidad de los mundos. Con mi amigo Esteban Insinger los transformamos en lieder para piano y voz.
EP3. ¿No le parece que se está pasando de moderna?
P. O. No sé, pero la modernidad es nuestra antigüedad, recurrimos a Baudelaire y Duchamp como los renacentistas babeaban con los grecolatinos. En términos culturales, es un poco inevitable. Ésta es una época renacentista. No me culpes por ello.
Aquí, el enlace a su blog.
Aquí, podemos escuchar los poemas con música de Lady Cavendish.
Ahora podemos leer el principio de Las teorías salvajes:
En los ritos de pasaje practicados por las comunidades Orokaiva, en Nueva Guinea, los niños que van a ser iniciados, varones y niñas, son primero amenazados por adultos que se agazapan tras los arbustos. Los intrusos, que se supone son espíritus, persiguen a los niños gritando: "Eres mío, mío, mío", empujándolos a una plataforma como la que se usa para matar cerdos. Los niños aterrorizados son cubiertos con una capucha que los deja ciegos; son llevados a una cabaña aislada en el bosque, donde se convierten en testigos de secretas ordalías y tormentos que cifran la historia de la tribu. No es infrecuente, narran los antropólogos, que algunos de los niños mueran en el curso de estas ceremonias. Finalmente los sobrevivientes regresan a la aldea, vestidos con máscaras y plumas como los espíritus que los amenazaron al principio, y participan en la caza de cerdos. Regresan ya no como presas sino como predadores, gritando la misma fórmula que habían escuchado de labios enemigos: "Eres mío, mío, mío". Entre los Nootka, Kwakiutl y Quillayute, en el noroeste del Pacífico, son los lobos —hombres con máscaras de lobos— los que amenazan a los pequeños iniciados, persiguiéndolos a punta de lanza hasta empujarlos al centro de los rituales del miedo; al cabo de esas torturas esotéricas son introducidos en los secretos del Culto del Lobo.
La vida de la pequeña Kamtchowsky se inició en la ciudad de Buenos Aires, durante los «"años de plomo"; el acceso a la conciencia coincidió con la "primavera alfonsinista". Su padre, Rodolfo Kamtchowsky, provenía de una familia polaca radicada en Rosario durante la década de los treinta. Era el único varón de la casa; la prematura muerte de su madre lo había llevado a vivir con sus tías. Ya en primero inferior demostró habilidades excepcionales para el pensamiento abstracto; en cuarto grado su maestra de matemáticas, que había estudiado en la universidad, se refirió con elogios a su inventiva formal. El pequeño Rodolfo fue a contárselo a sus tías, que se asustaron un poco y decidieron que cuando cumpliera trece años lo mandarían a Buenos Aires a estudiar. Rodolfo era un chico alegre, aunque muy tímido; hablaba poco y a veces parecía no registrar lo que le decían. Cuando llegó el momento, Rodolfo se mudó a la casa de otra tía, frente al Parque Lezama. Entró en la escuela técnica Otto Krause y más tarde se recibió de ingeniero en tiempo récord. Su elección de carrera y su carácter retraído no fomentaban las relaciones con chicas; en la facultad apenas había conocido a dos, y no podía asegurar que reunieran méritos suficientes para adjudicarse la denominación "chicas": tenían el estilo de retaca amorfa que luego caracterizaría a su hija. Pronto se volvería evidente que el destino y la opción intelectual habían hecho de Rodolfo un elemento forzosamente fiel, monógamo y heterosexual. Era natural que apenas la Providencia le acercara una mujer (una perteneciente al conjunto "chicas"), Rodolfo se aferraría a ella igual que ciertos moluscos nadadores viajan por el océano hasta que clavan su apéndice muscular en el sedimento, como un hacha; la concha o manto segrega capas de calcio alrededor de la película mucosa que la lubrica; al cabo de un tiempo ésta se rompe y el molusco regresa a la deriva, que varía entre el océano y la muerte.
viernes, 30 de abril de 2010
PRENSA CULTURAL. LITERATURA. BLOG. MÚSICA. Pola Oloixarac
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CUENTO. "Teoría de Dulcinea", de Juan José Arreola (1918-2001)
Juan José Arreola
Teoría de Dulcinea
En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.
Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.
Teoría de Dulcinea
En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.
Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.
FOTOGRAFÍA SIGLO XX. Cristina García Rodero (Puertollano, 1949). "La confesión" (1980)
La confesión. Saavedra (Lugo). 1980. Una de las fotografías del libro España oculta.- C. G. R. ("El País")
PRENSA. 30 abril 2010
En "El País":
1. Como dos niños con libro nuevo. Entrevista. Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte, que se estrenan como autores de literatura infantil, dialogan para EL PAÍS en torno a los retos del género. Por Javier Rodríguez Marcos.
2. Francisco Nieva: "Mi teatro está lleno de greñas". Reportaje de Rosana Torres. El autor reestrena una obra y adapta 'Electra' de Galdós.
3. Hablemos inglés, o algo parecido. Reportaje de Francesco Manetto. Lo llaman 'globish' y es un 'dialecto' internacional ya aceptado por muchos anglófonos - La simplificación de una lengua puede ser útil para aprenderla.
4. Muchas dudas y alguna sospecha. Artículo de Gabriela Cañas sobre el uso del velo.
1. Como dos niños con libro nuevo. Entrevista. Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte, que se estrenan como autores de literatura infantil, dialogan para EL PAÍS en torno a los retos del género. Por Javier Rodríguez Marcos.
2. Francisco Nieva: "Mi teatro está lleno de greñas". Reportaje de Rosana Torres. El autor reestrena una obra y adapta 'Electra' de Galdós.
3. Hablemos inglés, o algo parecido. Reportaje de Francesco Manetto. Lo llaman 'globish' y es un 'dialecto' internacional ya aceptado por muchos anglófonos - La simplificación de una lengua puede ser útil para aprenderla.
4. Muchas dudas y alguna sospecha. Artículo de Gabriela Cañas sobre el uso del velo.
jueves, 29 de abril de 2010
POESÍA. Luis Rosales (1910-1992)
Luis Rosales
Porque todo es igual y tú lo sabes,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
PRENSA. LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL.
Vargas Llosa y Pérez-Reverte para niños
Los dos escritores se estrenan en la literatura infantil
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 29/04/2010
La idea fue de Arturo Pérez-Reverte. El autor de El asedio estaba leyendo un libro sobre las guerras del Peloponeso y pensó que se estaba perdiendo para los niños la memoria de las historias clásicas. Así, "en media hora", surgió El pequeño Hoplita, un cuento sobre la batalla de las Termópilas que, ilustrado por Fernando Vicente, inaugura una colección de Alfaguara dirigida por el propio Pérez-Reverte. El álbum ha llegado a las librerías en compañía de Fonchito y la luna, escrito por Mario Vargas Llosa e ilustrado por Marta Chicote Juiz.
Los cuatro, narradores e ilustradores, llenaron esta mañana el Círculo de Bellas Artes de Madrid en un acto que tuvo mucho de elogio de la lectura y mucho también de reivindicación de la literatura infantil al margen de la corrección política que últimamente le pisa los talones. Pérez-Reverte disparó primero: "Son dos cuentos muy políticamente incorrectos. El de Mario es una historia en la que un niño quiere besar a una niña. En Estados Unidos lo meterían en la cárcel por acoso sexual. Y en el mío un niño habla de morir, de luchar, de guerra, de buenos y malos". Vargas Llosa, por su parte, añadió: "Revisar los clásicos desde la corrección política es matar la historia entera de la literatura. Y lo importante es salvar la lectura para que no desaparezca. Que es una posibilidad que no hay que descartar. Hay una lectura para formarse que no va a desaparecer, pero a la literaria podría pasarle. Es importante enganchar a las nuevas generaciones".
Por eso se han lanzado ellos a una piscina en la que nunca antes habían nadado. Una piscina llena de "lectores puros", niños que a los que, como dijo el autor de La ciudad y los perros, "sólo se puede seducir o aburrir". Los dos escritores subrayaron la dificultad de un género que exige un esfuerzo de condensación sólo comparable al que demanda la poesía. Como recordó Pérez-Reverte, "el esfuerzo no es de simplificación sino de transparencia, de claridad".
La colección publicará dos títulos al año hasta un total de 12. El autor de El Club Dumas anunció que la nómina estaría compuesta por "los autores más leídos". Y añadió: "Hagan ustedes la lista". No obstante, apunto algunos nombres: Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Eduardo Mendoza y Matilde Asensi.
LITERATURA ADAPTADA AL CÓMIC (7). "El dragón", de Ray Bradbury. Por Vicente Segrelles
Éste es el cuento de Ray Bradbury:
El dragón
(Del libro Remedio para melancólicos)
La noche soplaba en el pasto escaso del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes.
Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada.
-¡No, idiota, nos delatarás!
-¡Qué importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo.
-Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos . . .
-¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo!
-¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino.
-¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa!
-¡Espera, escucha!
Los dos hombres se quedaron quietos.
Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente.
-Ah . . . -El segundo hombre suspiró-. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede aquí. Alguien apaga el sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios, escucha! Este dragón dicen que tiene ojos de fuego, y un aliento de gas blanquecino; se lo ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos y azufre, quemando el pasto. Las ovejas, aterradas, enloquecen y mueren. Las mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida del sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como fracasaremos también nosotros?
-¡Suficiente te digo!
-¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en qué año estamos.
-Novecientos años después de Navidad.
-No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos ampare!
-¡Si tienes miedo, ponte tu armadura!
-¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados.
Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza. En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde: el inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío.
-Mira . . . -murmuró el primer hombre-. Oh, mira, allá . . .
A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido, el dragón.
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos, en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta, y el dragón, rugiendo, se acercó, y se acercó todavía más. La deslumbrante mirada amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro, y en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
-¡Pronto!
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro.
-¡Por aquí pasa!
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los caballeros.
-¡Señor!
-Sí, invoquemos su nombre.
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. Hubo un terrible alarido quejumbroso, y un ímpetu demoledor, y la bestia prosiguió su carrera.
-¡Dios misericordioso!
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado, y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó, y el hombro negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo, gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.
-¿Viste? -gritó una voz-. ¿No te lo había dicho?
-¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos!
-¿Vas a detenerte?
-Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo. Me pone la carne de gallina. No sé qué siento.
-Pero atropellamos algo.
-El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió.
Una ráfaga de humo dividió la niebla.
-Llegaremos a Stokely a nuestra hora. Más carbón, ¿eh, Fred?
Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el Norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.
Y ahora, unas páginas de la adaptación de Vicente Segrelles:
El dragón
(Del libro Remedio para melancólicos)
La noche soplaba en el pasto escaso del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes.
Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada.
-¡No, idiota, nos delatarás!
-¡Qué importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo.
-Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos . . .
-¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo!
-¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino.
-¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa!
-¡Espera, escucha!
Los dos hombres se quedaron quietos.
Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente.
-Ah . . . -El segundo hombre suspiró-. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede aquí. Alguien apaga el sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios, escucha! Este dragón dicen que tiene ojos de fuego, y un aliento de gas blanquecino; se lo ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos y azufre, quemando el pasto. Las ovejas, aterradas, enloquecen y mueren. Las mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida del sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como fracasaremos también nosotros?
-¡Suficiente te digo!
-¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en qué año estamos.
-Novecientos años después de Navidad.
-No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos ampare!
-¡Si tienes miedo, ponte tu armadura!
-¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados.
Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza. En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde: el inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío.
-Mira . . . -murmuró el primer hombre-. Oh, mira, allá . . .
A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido, el dragón.
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos, en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta, y el dragón, rugiendo, se acercó, y se acercó todavía más. La deslumbrante mirada amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro, y en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
-¡Pronto!
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro.
-¡Por aquí pasa!
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los caballeros.
-¡Señor!
-Sí, invoquemos su nombre.
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. Hubo un terrible alarido quejumbroso, y un ímpetu demoledor, y la bestia prosiguió su carrera.
-¡Dios misericordioso!
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado, y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó, y el hombro negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo, gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.
-¿Viste? -gritó una voz-. ¿No te lo había dicho?
-¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos!
-¿Vas a detenerte?
-Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo. Me pone la carne de gallina. No sé qué siento.
-Pero atropellamos algo.
-El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió.
Una ráfaga de humo dividió la niebla.
-Llegaremos a Stokely a nuestra hora. Más carbón, ¿eh, Fred?
Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el Norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.
Y ahora, unas páginas de la adaptación de Vicente Segrelles:
POESÍA. "Alocución pagana", de Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932). "XIX Premio Reina Sofía de Poesía"
Francisco Brines, ayer en Segovia.- AURELIO MARTÍN ("El País")
Alocución pagana
¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.
Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.
De Aún no. 1971
PRENSA. CÓMIC. "El capitán Trueno"
Página de El Capitán Trueno: el último combate.
'El último combate' del Capitán Trueno
El heroico caballero muere con la espada en alto en un nuevo tomo
RICARDO GRANDE - MADRID - 29/04/2010
Hay héroes que se pueden permitir el lujo de envejecer, incluso morir, sin que se pierda la magia que les hace memorables. El Capitán Trueno, el guerrero que supuso un paso adelante en el cómic español, está de vuelta; han pasado ya 54 años desde que aquel caballero español irrumpiera en los quioscos y empezara repartir mandobles en blanco y negro. Desde entonces, sus peripecias se sucedieron hasta llegar a 1993, cuando se editó la última: pero eso ya es historia, porque Ricard Ferrándiz ha conseguido ver materializado el final que imaginó para este héroe. "Hice muchos viajes al sur de Francia. Quería encontrar el Lago de los druidas. Hay una leyenda que dice que, si arrojas una piedra al lago, se desata una tormenta. A veces se refieren al lugar como la Guarida del Trueno", comenta el guionista. El dibujante Joan Boix asume la tarea de hacer encanecer al protagonista y a su inseparable Goliath en este tomo en color que está la venta por 17 euros, El último combate (Ediciones B)
"La calidad de los dibujos de Ambrós y el original trabajo de Víctor Mora es la razón de la gran aceptación de este héroe. Supone el paso de algo más folletinesco al cómic de aventuras", comentó con admiración Ferrándiz. Mora, el padre del personaje, no pudo estar presente por motivos de salud, pero se leyeron unas líneas daba su bendición al proyecto. Aquel Trueno que él creó - y al que dieron vida los lápices del gran Ambrós, fallecido en 1991- empezó sus andanzas combatiendo sarracenos en las cruzadas. En esta ocasión defiende a un fugitivo de unos inquisidores que pretenden arrebatarle unos mapas. No está, pues, el famoso grito de Santiago y cierra España, que tantas veces precedió a sus combates. "No tendría sentido en este contexto. Aquí, él vive en su feudo, en el sur de Francia. De todas formas, él nunca tuvo un sesgo patriotero", defendió el experto Luis Alberto de Cuenca.
Lo que sigue presente es la camadería, la teatralidad con la que el dicharachero Goliath pone a raya a sus enemigos o el inquebrantable sentido del honor y la justicia del protagonista. Que Crispín, el escudero, haya dejado de ser un crío para convertirse en cabeza de familia no es razón para que no resplade a sus compañeros ante cada desafío. Como en los viejos tiempos, pura valentía puesta al servicio de una buena causa que, esta vez, no termina con unas sanas carcajadas y el adelanto de la siguiente aventura. Los autores advierten que la muerte del protagonista no se trata de un punto y final. "Veremos cómo reacciona la gente", opinó Boix. Parece que al Capitán Trueno ni las canas ni los años van a impedirle buscar nuevas causas perdidas. Tal vez porque muchos de sus lectores, como Crispín, no por haber crecido le son menos fieles.
PRENSA. 29 abril 2010
En "El País":
1. Sin vergüenza. Columna de Maruja Torres.
2. El relato corto se hace grande. Reportaje de Javier Rodríguez Marcos. Recopilaciones, nuevos galardones y la consagración de editoriales especializadas certifican la buena salud del cuento - El género halla su público también en la Red.
3. "Los que leen poesía la necesitan como drogadictos". Entrevista a Francisco Brines, Premio Reina Sofía de Poesía. Por Elsa Fernández-Santos.
4. Crisis y 'art déco'. Columna de Vicente Verdú.
5. ¿De verdad hace falta regular el velo en clase? Reportaje de Pilar Álvarez. Voces del mundo educativo reclaman una norma común, pero podría causar conflicto donde no lo hay - Dejar la decisión a cada escuela da flexibilidad pero amenaza con acabar creando guetos.
1. Sin vergüenza. Columna de Maruja Torres.
2. El relato corto se hace grande. Reportaje de Javier Rodríguez Marcos. Recopilaciones, nuevos galardones y la consagración de editoriales especializadas certifican la buena salud del cuento - El género halla su público también en la Red.
3. "Los que leen poesía la necesitan como drogadictos". Entrevista a Francisco Brines, Premio Reina Sofía de Poesía. Por Elsa Fernández-Santos.
4. Crisis y 'art déco'. Columna de Vicente Verdú.
5. ¿De verdad hace falta regular el velo en clase? Reportaje de Pilar Álvarez. Voces del mundo educativo reclaman una norma común, pero podría causar conflicto donde no lo hay - Dejar la decisión a cada escuela da flexibilidad pero amenaza con acabar creando guetos.
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miércoles, 28 de abril de 2010
POESÍA. Miguel Hernández
VALS DE LOS ENAMORADOS Y UNIDOS HASTA SIEMPRE
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
No salieron jamás
del vergel del abrazo.
Y ante el rojo rosal
de los besos rodaron.
Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.
Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos, sus brazos.
Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas,
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.
PRENSA. 28 abril 2010
En "El País":
1. "No entiendo el castigo a Garzón por rastrear la memoria". Entrevista al poeta Juan Gelman. Por Juan Cruz.
2. Pícaro gordo. Columna de Elvira Lindo.
3. 'La vida de los otros', en versión real. Reportaje de Tereixa Constenla. El Encuentro de Centros de Memoria Histórica evoca con testimonios y cifras la represión en la ex Europa comunista - Las atrocidades de la Stasi, al descubierto.
4. Lección de filosofía "antirreciclaje" de José Luis Pardo. Reportaje de Elsa Fernández-Santos. 'Nunca fue tan hermosa la basura' reúne ensayos del pensador.
5. El autor oculto. Columna de Manuel Rodríguez Rivero sobre la literatura los traductores.
6. Prohibida la poligamia (pero está aquí). Reportaje de Ana Teruel y M. R. Sahuquillo. Francia debate si puede castigar a un hombre con cuatro mujeres a las que declara amantes - Europa proscribe el matrimonio múltiple en su suelo, pero no puede combatir una realidad informal.
7. Los españoles rechazan el velo en clase al margen de su fe o su voto. Por Naiara Galarraga. Una encuesta europea revela mayor oposición a los símbolos islámicos que a los cristianos - La eutanasia es más aceptada por la sociedad que el aborto.
8. A favor de la alumna. Artículo de la escritora y periodista Rosa Pereda.
9. El mayor ojo astronómico. Reportaje de Alicia Rivera. Con 42 metros de diámetro, el telescopio E-ELT analizará la luz emitida por las galaxias más lejanas del universo.
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martes, 27 de abril de 2010
ACTO BENÉFICO POR LAS VÍCTIMAS DEL TERREMOTO DE HAITÍ
Recordamos que mañana, a las 19.15 h, en el Salón de Actos del IES "Maimónides", se celebrará el Acto benéfico, que contará con la participación de alumnos/as y profesores.
Dentro del programa, podremos ver un Telediario del siglo XVII, música (guitarra, saxo, grupo musical), baile y poesía (poemas de Miguel Hernández, de su libro Cancionero y Romancero de ausencias).
NO FALTES.
Dentro del programa, podremos ver un Telediario del siglo XVII, música (guitarra, saxo, grupo musical), baile y poesía (poemas de Miguel Hernández, de su libro Cancionero y Romancero de ausencias).
NO FALTES.
POESÍA. Pedro Salinas (1891-1951). "La voz a ti debida"
Pedro Salinas
Versos 1290 a 1316
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
CINE SIGLO XX. "Nosferatu" (1922), de Murnau
Película muda de 1922. Murnau quiso realizar una adaptación cinematográfica de la novela Drácula, de Bram Stoker, pero su estudio no logró hacerse con los derechos de la historia. De modo que decidió filmar su propia versión de la novela y el resultado es una película que tiene un gran parecido con la historia original de Stoker. El nombre de "Drácula" se cambió por el de "Nosferatu" y también se cambiaron los nombres de los personajes: el Conde Drácula es aquí el Conde Orlok, por ejemplo.
(Fuente: Wikipedia)
Aquí podemos ver un fragmento:
(Fuente: Wikipedia)
Aquí podemos ver un fragmento:
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PRENSA. "Los velos en danza", de Fernando Savater
Fernando Savater
Hoy, en "El País":Los velos en danza
FERNANDO SAVATER 27/04/2010
De todos los argumentos que se vienen dando a favor de que Najwa sea finalmente autorizada a asistir a clase en Pozuelo llevando hiyab o lo que le apetezca, el que me suena más chocante es el de que "ante todo debe prevalecer el derecho a la educación". Porque la medida que ha tomado el instituto responde precisamente a una exigencia educativa: los alumnos que asisten a un centro deben saber que su indumentaria tiene que atenerse a lo que marca el reglamento. Es sumamente formativo hacer comprender a los interesados que el adolescente no puede entrar en clase con gorra de béisbol ni la chica con velo, si las normas marcan otra cosa, puesto que en ese respeto a los códigos de conducta en lugares públicos -aunque no nos gusten- estriba una parte básica de nuestra convivencia. Sería renunciar a educar suspender la norma cuando alguien se empeña en contravenirla, tanto como saltarse una lección si los alumnos no quieren aprenderla: en tales casos sí que se viola el compromiso educativo.
Es raro que no estén de acuerdo con este planteamiento quienes defienden una asignatura de Educación para la Ciudadanía que ha de consistir en lecciones de este tipo, siempre suficientemente razonadas. Pero aún más extraño resulta que los más pugnaces contra el hiyab sean precisamente quienes niegan al Estado el derecho a "adoctrinar" en ese campo de valores, porque lo suponen competencia exclusiva de los padres. ¿Acaso se refieren sólo a los padres no musulmanes? Si la religión familiar, por integrista que sea, debe prevalecer como ellos dicen sobre las pautas cívicas y laicas de comportamiento... ¿por qué vociferan luego que es Najwa la que debe doblegarse al centro escolar y no el centro a Najwa y a su padre? Está visto que para la derecha española todas las religiones son malas excepto la católica, lo mismo que para la izquierda todos los falangistas son malos menos Samaranch.
En cualquier caso, debe recordarse -más allá de lo que el reglamento de cada centro señale en materia de indumentaria- que el laicismo es democráticamente exigible en las instituciones públicas, como las educativas, pero no en las personas individuales. Al contrario, las instituciones deben ser escrupulosamente laicas para que las personas puedan profesar la religión que prefieran o rechazarlas todas. No es lo mismo que presida el aula un crucifijo que ver una crucecita o una medalla de la Virgen al cuello de un alumno (por cierto, que la madre de Cristo sea virgen ¿no es también símbolo de menosprecio opresivo de la sexualidad de la mujer?). Ciertas veladuras, como el burka o el niqab, resultan incompatibles con la enseñanza o el DNI, pero otras son tan asumibles como cualquier moda... que también es una forma de religión light. En cuanto a la discriminación femenina, lo importante es que las leyes amparen cualquier reclamación que hagan las interesadas contra imposiciones familiares o vejaciones sociales, pero sin querer doblegar por exceso de paternalismo sus propias elecciones. No vaya a ser que acabemos intentando salvar a las mujeres de sí mismas, como ya se hace con quienes desean fumar o tomar sustancias que el Alto Mando desaprueba. En nuestro país, el laicismo se ve mucho más conculcado por la oferta obligatoria de religión en la enseñanza pública o por el Concordato que por los pañuelitos de las adolescentes. Basta de hipocresías.
Como siempre, debemos recordar el dictamen de aquel teólogo alemán del siglo XVI: "En lo necesario, unidad; en lo no necesario, libertad; y siempre, caridad". Esta es la única religión y el único laicismo compatible con nuestra democracia y los derechos humanos.
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LECTURA. ENSAYO. "Por cuenta propia. Leer y escribir", de Rafael Chirbes
Rafael Chirbes
Editorial Anagrama. Colección "Argumentos":
PÁGINA 81:
[Habla Santiuste, personaje de Pérez Galdós, del "Episodio Nacional" Aita Tettauen]:
"España trae artilleros para los cañones, y poetas que conviertan en estrofas sonoras los hechos militares para fascinar al pueblo... Porque en el fondo de todo esto no hay más que un plan político". "La guerra, vista en la realidad, se me ha hecho tan odiosa como bella se me representaba cuando de ella me enamoré por las lecturas". Y también: "El lenguaje es el gran encubridor de las corruptelas del sentido moral, que desvían a la humanidad de sus verdaderos fines".
Anatole France escribirá en 1922: "On croit mourir pour la patrie, on meurt pour des industriels". [Uno cree que muere por la patria y muere por los industriales].
PÁGINAS 83 Y 84:
La matanza de los pretendientes y de las mujeres de la casa de Ítaca descrita en el canto XXII de la Odisea nos brinda un verdadero muestrario de horrores, que leemos benevolentes, protegidos por la consideración del brillo de sus metáforas y la sonoridad de sus versos. (...)
"Por el patio, pasado el umbral traían a Melantio; con el bronce cruel le cortaron narices y orejas, le arrancaron sus partes después, arrojáronlas crudas a los perros y, al fin, amputáronle piernas y brazos con encono insaciable". Nuestra tradición literaria occidental se inicia con la descripción de una serie de sucesivas matanzas. (...) Los filólogos llevan dos mil años cantando la belleza de los versos de Homero, sin fijarse demasiado en que leen una narración de vencedores. Y es que contar es apropiarse de una verdad que puede convertirse en única.
Editorial Anagrama. Colección "Argumentos":
PÁGINA 81:
[Habla Santiuste, personaje de Pérez Galdós, del "Episodio Nacional" Aita Tettauen]:
"España trae artilleros para los cañones, y poetas que conviertan en estrofas sonoras los hechos militares para fascinar al pueblo... Porque en el fondo de todo esto no hay más que un plan político". "La guerra, vista en la realidad, se me ha hecho tan odiosa como bella se me representaba cuando de ella me enamoré por las lecturas". Y también: "El lenguaje es el gran encubridor de las corruptelas del sentido moral, que desvían a la humanidad de sus verdaderos fines".
Anatole France escribirá en 1922: "On croit mourir pour la patrie, on meurt pour des industriels". [Uno cree que muere por la patria y muere por los industriales].
PÁGINAS 83 Y 84:
La matanza de los pretendientes y de las mujeres de la casa de Ítaca descrita en el canto XXII de la Odisea nos brinda un verdadero muestrario de horrores, que leemos benevolentes, protegidos por la consideración del brillo de sus metáforas y la sonoridad de sus versos. (...)
"Por el patio, pasado el umbral traían a Melantio; con el bronce cruel le cortaron narices y orejas, le arrancaron sus partes después, arrojáronlas crudas a los perros y, al fin, amputáronle piernas y brazos con encono insaciable". Nuestra tradición literaria occidental se inicia con la descripción de una serie de sucesivas matanzas. (...) Los filólogos llevan dos mil años cantando la belleza de los versos de Homero, sin fijarse demasiado en que leen una narración de vencedores. Y es que contar es apropiarse de una verdad que puede convertirse en única.
LITERATURA ESPAÑOLA Y UNIVERSAL (fragmentos): La "Eneida", de Virgilio (siglo I a. C.) ESCULTURA: "Laocoonte y sus hijos"
Fragmento del Libro II de la Eneida:
En ese momento un nuevo prodigio mucho más terrible
aparece ante los desgraciados y turba sus pechos confiados.
Laocoonte, sacado a suertes sacerdote de Neptuno,
degollaba en su ara festiva un toro tremendo.
Y mira por dónde (me muero al contarlo), dos grandes serpientes
se lanzan al mar desde Ténedos por la quieta llanura
con curvas inmensas y buscan la costa a la vez;
sus pechos se levantan entre las olas y con crestas
de sangre asoman en el agua, el resto se dibuja
en el mar y retuerce sus lomos enormes en un torbellino.
Suena el silbido en la sal espumante, y ya a tierra llegaban
e, inyectados en sangre y en fuego sus ojos ardientes,
sacudían sus bocas silbantes vibrando las lenguas.
Escapamos exangües ante la visión. Aquéllas en ruta certera
buscan a Laocoonte, y primero rodean con su abrazo
los pequeños cuerpos de sus dos hijos y a mordiscos devoran
sus pobres miembros; se abalanzan después sobre aquel
que acudía en su ayuda con las flechas y abrazan
su cuerpo en monstruosos anillos, y ya en dos vueltas
lo tienen agarrado rodeándole el cuello con sus cuerpos de escamas,
y sacan por encima la cabeza y las altas cervices.
Él trata a la vez con las manos de deshacer los nudos,
con las cintas manchadas de sangre seca y negro veneno,
a la vez lanza al cielo sus gritos horrendos,
como los mugidos cuando el toro escapa herido del ara
sacudiendo de su cerviz el hacha que erró el golpe.
PRENSA. El abandono escolar
El abandono educativo engulle más recursos
Algunos sectores piden que se elimine la repetición de curso
A. MARS - Madrid - 27/04/2010
El abandono educativo temprano afecta a casi un 32% de los jóvenes españoles, el peor país después de Malta y Portugal. La lacra, además de frenar el desarrollo de un capital humano capaz de cambiar el modelo productivo, devora miles de millones de euros públicos cada año
Uno de los barómetros en los que se fijó Europa para valorar el grado de cumplimiento de la Agenda de Lisboa para alcanzar la sociedad del conocimiento es la evolución de la tasa de fracaso escolar en los países. España, que también pugna por transformar su modelo productivo tras años abonada al boom inmobiliario, tiene mala nota. Lejos de reducirlo, ha aumentado el abandono educativo temprano: el porcentaje de población de 18 a 24 años que no ha completado la Educación Secundaria de segunda etapa ni ha seguido ningún tipo de formación en las últimas semanas -éste es el indicador que mide el fracaso escolar- ha crecido del 29,6% al 31,8% entre 1998 y 2008, mientras que en la media de la Europa de los Veintisiete la tasa bajó del 16,6% en 2003 al 14,9% en 2008.
Además de frenar el desarrollo de una población capaz de asumir empleos de alto valor añadido, la lacra engulle miles de millones anuales. ¿Cuántos? La cuestión requeriría por sí sola una larga investigación, advierte Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, pero, de modo orientativo, echa cuentas: el gasto por alumno suma unos 1.000 euros al año en Secundaria. Sólo el hecho de que más del 40% haya repetido un año a los 15, habiendo 1.800.000 alumnos, ya representaría unos 750 millones de euros, que con los que repiten por segunda vez se acercarían a los 1.000. Si añadimos que en el Bachillerato repite cada año casi un cuarto de los alumnos, otros 150 millones; en la Formación Profesional hay algunos menos alumnos pero también menos promoción. Si miramos su producción futura, el 30% de alumnos que no termina la ESO tiene un 10% menos de probabilidades de ser económicamente activo, un 5% más de probabilidades de estar parado y va a ganar un 15% menos. Sólo esto representa una reducción del producto interior bruto (PIB) superior al 4,5%. "Nuestro fracaso educativo nos cuesta en conjunto el triple que la crisis", concluye Enguita, que reitera que se trata sólo de un "ejercicio mental impreciso", pero da idea de la magnitud del problema.
A la hora de buscar un tratamiento a la lacra, hace falta echar un vistazo al diagnóstico. La prosperidad económica vivida en España en los últimos años, con la creación masiva de puestos de trabajo en el sector del ladrillo, animó a muchos jóvenes a dejar los estudios y esa bonanza económica trajo consigo un repunte del fracaso. La Fundación Primero de Mayo, de CC OO, advierte también de la influencia que ha tenido la incorporación de población extranjera de esas edades, ya que su abandono educativo temprano es mayor: del 53,1% frente al 29% de los españoles en 2000 y del 46,4% frente al 28% en 2009. Esta entidad propone acabar con la "rigidez" del sistema y ofrecer a los estudiantes con problemas alternativas al abandono o "la denostada e ineficaz repetición". A su juicio, si los recursos destinados a los repetidores se empleasen en clases de refuerzo, el sistema ahorraría y los alumnos mejorarían.
Para Enguita, también debería erradicarse. "En términos lógicos es una barbaridad que por no superar una parte menor de los objetivos se haya de repetir el 100%. Es una barbaridad de origen galo que ellos mismos denominan irónicamente el mal francés y que aquí hemos asumido de forma acrítica". Estas ideas no han hecho mella en el Gobierno ni en la oposición. El Ejecutivo mantiene la repetición, pero admite que no debe servir para hacer exactamente lo mismo, es decir, que debe haber refuerzos y recursos específicos para el repetidor.
Juan Antonio Gómez Trinidad, diputado del PP, admite que la repetición es un asunto "opinable", pero defiende una clara diferenciación entre los contenidos que curse el joven que aspire a ir a la Universidad y el que busca una formación general básica, que quizá debería rebajarse: "Todos los jóvenes deben saber expresarse correctamente, ser capaces de recurrir una multa y conocer sus derechos, una serie de destrezas básicas que serán más necesarias que los contenidos que hemos diseñado en el siglo XIX", agrega.
Algunos sectores piden que se elimine la repetición de curso
A. MARS - Madrid - 27/04/2010
El abandono educativo temprano afecta a casi un 32% de los jóvenes españoles, el peor país después de Malta y Portugal. La lacra, además de frenar el desarrollo de un capital humano capaz de cambiar el modelo productivo, devora miles de millones de euros públicos cada año
Uno de los barómetros en los que se fijó Europa para valorar el grado de cumplimiento de la Agenda de Lisboa para alcanzar la sociedad del conocimiento es la evolución de la tasa de fracaso escolar en los países. España, que también pugna por transformar su modelo productivo tras años abonada al boom inmobiliario, tiene mala nota. Lejos de reducirlo, ha aumentado el abandono educativo temprano: el porcentaje de población de 18 a 24 años que no ha completado la Educación Secundaria de segunda etapa ni ha seguido ningún tipo de formación en las últimas semanas -éste es el indicador que mide el fracaso escolar- ha crecido del 29,6% al 31,8% entre 1998 y 2008, mientras que en la media de la Europa de los Veintisiete la tasa bajó del 16,6% en 2003 al 14,9% en 2008.
Además de frenar el desarrollo de una población capaz de asumir empleos de alto valor añadido, la lacra engulle miles de millones anuales. ¿Cuántos? La cuestión requeriría por sí sola una larga investigación, advierte Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, pero, de modo orientativo, echa cuentas: el gasto por alumno suma unos 1.000 euros al año en Secundaria. Sólo el hecho de que más del 40% haya repetido un año a los 15, habiendo 1.800.000 alumnos, ya representaría unos 750 millones de euros, que con los que repiten por segunda vez se acercarían a los 1.000. Si añadimos que en el Bachillerato repite cada año casi un cuarto de los alumnos, otros 150 millones; en la Formación Profesional hay algunos menos alumnos pero también menos promoción. Si miramos su producción futura, el 30% de alumnos que no termina la ESO tiene un 10% menos de probabilidades de ser económicamente activo, un 5% más de probabilidades de estar parado y va a ganar un 15% menos. Sólo esto representa una reducción del producto interior bruto (PIB) superior al 4,5%. "Nuestro fracaso educativo nos cuesta en conjunto el triple que la crisis", concluye Enguita, que reitera que se trata sólo de un "ejercicio mental impreciso", pero da idea de la magnitud del problema.
A la hora de buscar un tratamiento a la lacra, hace falta echar un vistazo al diagnóstico. La prosperidad económica vivida en España en los últimos años, con la creación masiva de puestos de trabajo en el sector del ladrillo, animó a muchos jóvenes a dejar los estudios y esa bonanza económica trajo consigo un repunte del fracaso. La Fundación Primero de Mayo, de CC OO, advierte también de la influencia que ha tenido la incorporación de población extranjera de esas edades, ya que su abandono educativo temprano es mayor: del 53,1% frente al 29% de los españoles en 2000 y del 46,4% frente al 28% en 2009. Esta entidad propone acabar con la "rigidez" del sistema y ofrecer a los estudiantes con problemas alternativas al abandono o "la denostada e ineficaz repetición". A su juicio, si los recursos destinados a los repetidores se empleasen en clases de refuerzo, el sistema ahorraría y los alumnos mejorarían.
Para Enguita, también debería erradicarse. "En términos lógicos es una barbaridad que por no superar una parte menor de los objetivos se haya de repetir el 100%. Es una barbaridad de origen galo que ellos mismos denominan irónicamente el mal francés y que aquí hemos asumido de forma acrítica". Estas ideas no han hecho mella en el Gobierno ni en la oposición. El Ejecutivo mantiene la repetición, pero admite que no debe servir para hacer exactamente lo mismo, es decir, que debe haber refuerzos y recursos específicos para el repetidor.
Juan Antonio Gómez Trinidad, diputado del PP, admite que la repetición es un asunto "opinable", pero defiende una clara diferenciación entre los contenidos que curse el joven que aspire a ir a la Universidad y el que busca una formación general básica, que quizá debería rebajarse: "Todos los jóvenes deben saber expresarse correctamente, ser capaces de recurrir una multa y conocer sus derechos, una serie de destrezas básicas que serán más necesarias que los contenidos que hemos diseñado en el siglo XIX", agrega.
FOTOGRAFÍA SIGLO XX. César Lucas (Ávila, 1941).
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PRENSA. 27 abril 2010
En "El País":
1. Ahí le duele. Columna de Rosa Montero sobre el uso del velo.
2. 'Hiyab'. Columna de David Trueba.
3. José K., entre Kafka y la perplejidad. Por Jesús Ruiz Mantilla. Los artículos de José María Izquierdo, recogidos en un libro ilustrado por El Roto.
4. Los velos en danza. Por Fernando Savater.
5. ¿Adiós al actor de carne y hueso? Reportaje de Toni García. James Cameron asegura que ya es posible rodar un filme sólo con intérpretes virtuales - El abaratamiento de costes y el nuevo 'software' acerca a ese momento. Análisis de Roman Gubern, en Magia y frustraciones digitales.
6. El mercado más emergente: la mujer. Reportaje de Carmen Sánchez-Silva. El potencial de consumo de ellas se multiplica y no todas las empresas se han dado cuenta - Los sectores innovadores revisan sus estrategias ante un mercado más equilibrado entre sexos.
7. Nadie ha hablado de ello. Artículo de Jean Daniel, director de Nouvel Observateur; acaba de ser galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo por toda su trayectoria profesional. jean-daniel.blogs.nouvelobs.com Traducción: José Luis Sánchez-Silva.
8. El procedimiento en democracia. Artículo de los magistrados Javier Hernández García, José Luis Ramírez Ortiz, María Poza Cisneros, José Grau Gassó y Luis Rodríguez Vega. El Tribunal Supremo tiene el deber de investigar y de inculpar cuando, en términos racionales y motivados y conforme a las reglas del proceso justo, identifique que la actuación de un juez es presuntamente arbitraria.
1. Ahí le duele. Columna de Rosa Montero sobre el uso del velo.
2. 'Hiyab'. Columna de David Trueba.
3. José K., entre Kafka y la perplejidad. Por Jesús Ruiz Mantilla. Los artículos de José María Izquierdo, recogidos en un libro ilustrado por El Roto.
4. Los velos en danza. Por Fernando Savater.
5. ¿Adiós al actor de carne y hueso? Reportaje de Toni García. James Cameron asegura que ya es posible rodar un filme sólo con intérpretes virtuales - El abaratamiento de costes y el nuevo 'software' acerca a ese momento. Análisis de Roman Gubern, en Magia y frustraciones digitales.
6. El mercado más emergente: la mujer. Reportaje de Carmen Sánchez-Silva. El potencial de consumo de ellas se multiplica y no todas las empresas se han dado cuenta - Los sectores innovadores revisan sus estrategias ante un mercado más equilibrado entre sexos.
7. Nadie ha hablado de ello. Artículo de Jean Daniel, director de Nouvel Observateur; acaba de ser galardonado con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo por toda su trayectoria profesional. jean-daniel.blogs.nouvelobs.com Traducción: José Luis Sánchez-Silva.
8. El procedimiento en democracia. Artículo de los magistrados Javier Hernández García, José Luis Ramírez Ortiz, María Poza Cisneros, José Grau Gassó y Luis Rodríguez Vega. El Tribunal Supremo tiene el deber de investigar y de inculpar cuando, en términos racionales y motivados y conforme a las reglas del proceso justo, identifique que la actuación de un juez es presuntamente arbitraria.
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Trueba David
lunes, 26 de abril de 2010
PRENSA. "La señal de la cruz", de Vicente Molina Foix
Vicente Molina Foix
Ayer, en "El País":
La señal de la cruz
VICENTE MOLINA FOIX 25/04/2010
La sensación es rara. Me asomo a la ventana y veo enfrente la llegada en fila de los automóviles, la mayoría con un solícito chófer uniformado, que van depositando a damas y caballeros elegantes ante las puertas del Hotel Phoenicia, el de mayor solera de la ciudad. Sin embargo, si mi mirada, como la de una cámara, se desvía en una leve panorámica hacia la izquierda, alejándose de la línea costera, lo que los ojos ven es distinto: a pocos metros del esplendente edificio del Phoenicia se yergue un rascacielos sin luz ni lujo alguno ni habitantes en su interior, distinguidos sus 20 pisos por la evidente ruina de las instalaciones, los muros horadados, las barandillas partidas, el vuelo en este anochecer ventoso de unos jirones de toldo en las terrazas altas.
La escena tiene lugar en Beirut, y el vaciado esqueleto que todas las mañanas veo al abrir las cortinas de mi habitación es el del hotel Holiday Inn, que fue por poco tiempo uno de los cinco estrellas de la capital libanesa, hasta que la guerra civil, iniciada poco después de su inauguración, lo convirtió en lugar predilecto de los francotiradores, contra quienes recíprocamente disparaban su fuego las fuerzas rivales. La guerra terminó, después de 15 años, en 1990, pero la reconstrucción de la atractiva ciudad por la que hoy paseo no fue completa; incluso en los barrios céntricos -no afectados por los bombardeos de la operación Lluvia de Verano emprendida en diversos puntos del país por el ejército de Israel en julio del 2006- se siguen viendo fachadas con muescas de balas, interiores domésticos despanzurrados, esquinas rotas. El Holiday Inn, orgullosa su mole junto a la cornisa marítima, nunca se restauró; para qué molestarse, debieron de pensar los empresarios de la gran cadena hotelera, siendo posible que al cabo de un tiempo volvieran a tan estratégico lugar los hombres armados de una u otra facción, parapetados en las habitaciones sin huéspedes o haciendo otros blanco en sus cristales.
Beirut es seguramente la ciudad más viva y estimulante del Oriente Próximo. Tiene desde luego una topografía un tanto escabrosa, de laderas y calles empinadas y aceras poco transitables, en las que a menudo la silueta de un tanque y un pelotón militar con metralleta son las señales de tráfico más perentorias. Aun así, ahora es una ciudad pacífica, y sus habitantes lo manifiestan de un modo abigarrado y -al menos en apariencia- despreocupado. Claro que en estos 20 años últimos de paz civil, el país ha sufrido, aparte de los bombardeos de Israel contra las milicias de Hezbolá, el asesinato de varios de sus políticos más destacados, y entre ellos el primer ministro Rafik Hariri, muerto el 14 de febrero del 2005 por la explosión de un coche-bomba atribuido a los servicios de inteligencia sirios. De vez en cuando, me dicen los amigos de Beirut, disparos en la noche oídos no lejos de donde viven indican algo más que un rifirrafe vecinal. Los milicianos chiíes de Hezbolá, una fuerza potente en el país (y muy significada en todo el valle de la Bekaa), siguen en posesión de un amplio arsenal, que alguna vez sacan a la calle, sin por ello abandonar la coalición gubernamental de la que forman parte.
El alma de la ciudad, sin embargo, se muestra indolente, y en ella destaca la presencia de las mujeres, sin duda las de mayor grado de libertad, al menos gestual, de todo el mundo árabe, lleven o no velo; sorprende y gratifica la imagen de tantas de ellas, jóvenes y maduras, fumando en los numerosos cafés del centro, el llamado downtown, no sólo cigarrillos sino la tradicional pipa de agua o narguilé, que en Egipto o Marruecos, por ejemplo, parecen patrimonio exclusivo de los varones. Nada en su desenvoltura, en la animación de los restaurantes y las tiendas de gran empaque, en el populoso paseo junto al mar cuando la tarde es cálida, sugiere la martirizada condición del país, que, por si sus edificios achicharrados no fueran suficiente recordatorio, mantiene latente la amenaza de una nueva guerra de aniquilación interna, de otro conflicto sangriento con los imperiosos y justamente desconfiados vecinos hebreos del sur. Me resultaba inverosímil, en el contexto de ese plácido y jovial discurrir cotidiano, leer invariablemente en la prensa libanesa publicada en inglés y francés las noticias de un más que posible, tal vez inminente, retorno a la matanza y la destrucción.
Nos escandalizamos en España, y con razón, de las escaramuzas casi diarias en los juzgados, del goteo sistemático de la corrupción de los electos, de la grosera animosidad permanente en cuestiones no de partido sino de Estado. Ahora bien, para la gran mayoría de nosotros, la guerra civil y sus víctimas son las sumas de una grave cuenta moral que deberíamos saldar; una cuenta pendiente, en efecto, pero no la hipoteca de nuestro futuro. Vivimos amenazados por otros daños: el empobrecimiento de las clases más débiles, el difícil acomodo de los emigrantes, que nos sacaron baratamente las castañas cuando había un fuego en el que no queríamos quemarnos las manos, la banalidad de una clase política (de todos los colores ideológicos) cada día más literalmente desmoralizada y por ello aferrada a su mera permanencia en el hit parade. Pese a todo, hace ya al menos tres generaciones que no nos despertamos en mitad de la noche al oír un tableteo pensando que han paseado a alguien del barrio, e incluso la estampa de un iluminado siniestro entrando pistola en mano en el Parlamento ya ha adquirido, para los jóvenes que se encuentren con ella en algún documental o libro de texto, ribetes de fábula astracanada.
Viajé al interior del país, cerca de la frontera con Siria, conducido por un taxista amable y poco locuaz, un hombretón de mi edad dotado, como suelen estarlo los hombres del lugar, de un recio bigote, en su caso muy negro. A menos de un kilómetro del centro urbano, mi conductor se santiguó, un gesto que yo mismo hice mucho de niño y aquella mañana, instintivamente, me chocó en persona de tanta edad y fortaleza. Lo vi de reojo, sentado como iba, para disfrutar mejor del paisaje, en el asiento delantero, y de nuevo la cámara de mis ojos hizo una panorámica, esa vez hacia la derecha: había una iglesia católica en la carretera, y hubo (pues me entretuve en contarlas) nueve más en el camino de ida, y otras tantas en el de vuelta. Ante cada una de ellas se persignó el taxista, y llevado yo no sé si por la extrañeza inicial o por un fondo de ateísmo recalcitrante le conté medio jocosamente a un recién conocido -que antes de vivir en la zona vivió en Serbia- ese hacerse de cruces del chófer. No le hizo gracia la anécdota. Según él, esas manifestaciones externas de fe eran posibles no porque ahora hubiese una tregua (frágil, de creer los indicios), sino porque el chófer iba dentro de su propio coche y con un español. "¿Con un español?", le repliqué. "Claro. Él asumió que tú también eras cristiano, y encontrarías normal, aceptable, la señal de la cruz. Un signo que podría costarle la vida en otras circunstancias. ¿Nunca has estado en un país en guerra?".
Al poco de volver a España leí la impresionante entrevista que Juan Miguel Muñoz le hizo para Babelia a David Grossman, que también sabe de pérdidas, de desconfianzas vecinales, de cautelas. El novelista habla por supuesto (con mucha lucidez y gran valor, a mi juicio) desde el otro lado, pero sus palabras sirven para ambos cuando, a la pregunta del entrevistador sobre la actitud de Netanyahu, contesta que según él el primer ministro israelí sabe perfectamente que la ocupación de los territorios palestinos y la relativa calma actual son engañosas y no pueden durar: "Es una ilusión que estallará en un río de violencia muy pronto". Parece pues inevitable que las ilusiones de paz se rompan, tal vez una detrás de otra, en aquellas tierras aquejadas, en palabras del palestino Edward Said, de un exceso de rotundos credos religiosos. Mientras, nosotros, los europeos y los norteamericanos (¿amigos de unos y de otros?, ¿cómplices de los más poderosos?, ¿ciegos de lo que no queremos ver?), observamos cómo se resquebrajan, preocupados aunque no demasiado inquietos en nuestra equidistancia, en nuestra cómoda lejanía de lo real, sabiendo que cuando "el río de la violencia" se desborde nos quedarán los gestos simbólicos. Una manifestación, una carta de protesta, un envío solidario. Señales de humo para contrarrestar la hoguera que condena y mata a quienes tienen la desgracia de vivir un poco lejos de nuestra apaciguada conciencia.
Vicente Molina Foix es escritor.
Ayer, en "El País":
La señal de la cruz
VICENTE MOLINA FOIX 25/04/2010
La sensación es rara. Me asomo a la ventana y veo enfrente la llegada en fila de los automóviles, la mayoría con un solícito chófer uniformado, que van depositando a damas y caballeros elegantes ante las puertas del Hotel Phoenicia, el de mayor solera de la ciudad. Sin embargo, si mi mirada, como la de una cámara, se desvía en una leve panorámica hacia la izquierda, alejándose de la línea costera, lo que los ojos ven es distinto: a pocos metros del esplendente edificio del Phoenicia se yergue un rascacielos sin luz ni lujo alguno ni habitantes en su interior, distinguidos sus 20 pisos por la evidente ruina de las instalaciones, los muros horadados, las barandillas partidas, el vuelo en este anochecer ventoso de unos jirones de toldo en las terrazas altas.
La escena tiene lugar en Beirut, y el vaciado esqueleto que todas las mañanas veo al abrir las cortinas de mi habitación es el del hotel Holiday Inn, que fue por poco tiempo uno de los cinco estrellas de la capital libanesa, hasta que la guerra civil, iniciada poco después de su inauguración, lo convirtió en lugar predilecto de los francotiradores, contra quienes recíprocamente disparaban su fuego las fuerzas rivales. La guerra terminó, después de 15 años, en 1990, pero la reconstrucción de la atractiva ciudad por la que hoy paseo no fue completa; incluso en los barrios céntricos -no afectados por los bombardeos de la operación Lluvia de Verano emprendida en diversos puntos del país por el ejército de Israel en julio del 2006- se siguen viendo fachadas con muescas de balas, interiores domésticos despanzurrados, esquinas rotas. El Holiday Inn, orgullosa su mole junto a la cornisa marítima, nunca se restauró; para qué molestarse, debieron de pensar los empresarios de la gran cadena hotelera, siendo posible que al cabo de un tiempo volvieran a tan estratégico lugar los hombres armados de una u otra facción, parapetados en las habitaciones sin huéspedes o haciendo otros blanco en sus cristales.
Beirut es seguramente la ciudad más viva y estimulante del Oriente Próximo. Tiene desde luego una topografía un tanto escabrosa, de laderas y calles empinadas y aceras poco transitables, en las que a menudo la silueta de un tanque y un pelotón militar con metralleta son las señales de tráfico más perentorias. Aun así, ahora es una ciudad pacífica, y sus habitantes lo manifiestan de un modo abigarrado y -al menos en apariencia- despreocupado. Claro que en estos 20 años últimos de paz civil, el país ha sufrido, aparte de los bombardeos de Israel contra las milicias de Hezbolá, el asesinato de varios de sus políticos más destacados, y entre ellos el primer ministro Rafik Hariri, muerto el 14 de febrero del 2005 por la explosión de un coche-bomba atribuido a los servicios de inteligencia sirios. De vez en cuando, me dicen los amigos de Beirut, disparos en la noche oídos no lejos de donde viven indican algo más que un rifirrafe vecinal. Los milicianos chiíes de Hezbolá, una fuerza potente en el país (y muy significada en todo el valle de la Bekaa), siguen en posesión de un amplio arsenal, que alguna vez sacan a la calle, sin por ello abandonar la coalición gubernamental de la que forman parte.
El alma de la ciudad, sin embargo, se muestra indolente, y en ella destaca la presencia de las mujeres, sin duda las de mayor grado de libertad, al menos gestual, de todo el mundo árabe, lleven o no velo; sorprende y gratifica la imagen de tantas de ellas, jóvenes y maduras, fumando en los numerosos cafés del centro, el llamado downtown, no sólo cigarrillos sino la tradicional pipa de agua o narguilé, que en Egipto o Marruecos, por ejemplo, parecen patrimonio exclusivo de los varones. Nada en su desenvoltura, en la animación de los restaurantes y las tiendas de gran empaque, en el populoso paseo junto al mar cuando la tarde es cálida, sugiere la martirizada condición del país, que, por si sus edificios achicharrados no fueran suficiente recordatorio, mantiene latente la amenaza de una nueva guerra de aniquilación interna, de otro conflicto sangriento con los imperiosos y justamente desconfiados vecinos hebreos del sur. Me resultaba inverosímil, en el contexto de ese plácido y jovial discurrir cotidiano, leer invariablemente en la prensa libanesa publicada en inglés y francés las noticias de un más que posible, tal vez inminente, retorno a la matanza y la destrucción.
Nos escandalizamos en España, y con razón, de las escaramuzas casi diarias en los juzgados, del goteo sistemático de la corrupción de los electos, de la grosera animosidad permanente en cuestiones no de partido sino de Estado. Ahora bien, para la gran mayoría de nosotros, la guerra civil y sus víctimas son las sumas de una grave cuenta moral que deberíamos saldar; una cuenta pendiente, en efecto, pero no la hipoteca de nuestro futuro. Vivimos amenazados por otros daños: el empobrecimiento de las clases más débiles, el difícil acomodo de los emigrantes, que nos sacaron baratamente las castañas cuando había un fuego en el que no queríamos quemarnos las manos, la banalidad de una clase política (de todos los colores ideológicos) cada día más literalmente desmoralizada y por ello aferrada a su mera permanencia en el hit parade. Pese a todo, hace ya al menos tres generaciones que no nos despertamos en mitad de la noche al oír un tableteo pensando que han paseado a alguien del barrio, e incluso la estampa de un iluminado siniestro entrando pistola en mano en el Parlamento ya ha adquirido, para los jóvenes que se encuentren con ella en algún documental o libro de texto, ribetes de fábula astracanada.
Viajé al interior del país, cerca de la frontera con Siria, conducido por un taxista amable y poco locuaz, un hombretón de mi edad dotado, como suelen estarlo los hombres del lugar, de un recio bigote, en su caso muy negro. A menos de un kilómetro del centro urbano, mi conductor se santiguó, un gesto que yo mismo hice mucho de niño y aquella mañana, instintivamente, me chocó en persona de tanta edad y fortaleza. Lo vi de reojo, sentado como iba, para disfrutar mejor del paisaje, en el asiento delantero, y de nuevo la cámara de mis ojos hizo una panorámica, esa vez hacia la derecha: había una iglesia católica en la carretera, y hubo (pues me entretuve en contarlas) nueve más en el camino de ida, y otras tantas en el de vuelta. Ante cada una de ellas se persignó el taxista, y llevado yo no sé si por la extrañeza inicial o por un fondo de ateísmo recalcitrante le conté medio jocosamente a un recién conocido -que antes de vivir en la zona vivió en Serbia- ese hacerse de cruces del chófer. No le hizo gracia la anécdota. Según él, esas manifestaciones externas de fe eran posibles no porque ahora hubiese una tregua (frágil, de creer los indicios), sino porque el chófer iba dentro de su propio coche y con un español. "¿Con un español?", le repliqué. "Claro. Él asumió que tú también eras cristiano, y encontrarías normal, aceptable, la señal de la cruz. Un signo que podría costarle la vida en otras circunstancias. ¿Nunca has estado en un país en guerra?".
Al poco de volver a España leí la impresionante entrevista que Juan Miguel Muñoz le hizo para Babelia a David Grossman, que también sabe de pérdidas, de desconfianzas vecinales, de cautelas. El novelista habla por supuesto (con mucha lucidez y gran valor, a mi juicio) desde el otro lado, pero sus palabras sirven para ambos cuando, a la pregunta del entrevistador sobre la actitud de Netanyahu, contesta que según él el primer ministro israelí sabe perfectamente que la ocupación de los territorios palestinos y la relativa calma actual son engañosas y no pueden durar: "Es una ilusión que estallará en un río de violencia muy pronto". Parece pues inevitable que las ilusiones de paz se rompan, tal vez una detrás de otra, en aquellas tierras aquejadas, en palabras del palestino Edward Said, de un exceso de rotundos credos religiosos. Mientras, nosotros, los europeos y los norteamericanos (¿amigos de unos y de otros?, ¿cómplices de los más poderosos?, ¿ciegos de lo que no queremos ver?), observamos cómo se resquebrajan, preocupados aunque no demasiado inquietos en nuestra equidistancia, en nuestra cómoda lejanía de lo real, sabiendo que cuando "el río de la violencia" se desborde nos quedarán los gestos simbólicos. Una manifestación, una carta de protesta, un envío solidario. Señales de humo para contrarrestar la hoguera que condena y mata a quienes tienen la desgracia de vivir un poco lejos de nuestra apaciguada conciencia.
Vicente Molina Foix es escritor.
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