jueves, 29 de abril de 2010

PRENSA. CÓMIC. "El capitán Trueno"

Página de El Capitán Trueno: el último combate.

En "elpais.com":

'El último combate' del Capitán Trueno


El heroico caballero muere con la espada en alto en un nuevo tomo

RICARDO GRANDE - MADRID - 29/04/2010

Hay héroes que se pueden permitir el lujo de envejecer, incluso morir, sin que se pierda la magia que les hace memorables. El Capitán Trueno, el guerrero que supuso un paso adelante en el cómic español, está de vuelta; han pasado ya 54 años desde que aquel caballero español irrumpiera en los quioscos y empezara repartir mandobles en blanco y negro. Desde entonces, sus peripecias se sucedieron hasta llegar a 1993, cuando se editó la última: pero eso ya es historia, porque Ricard Ferrándiz ha conseguido ver materializado el final que imaginó para este héroe. "Hice muchos viajes al sur de Francia. Quería encontrar el Lago de los druidas. Hay una leyenda que dice que, si arrojas una piedra al lago, se desata una tormenta. A veces se refieren al lugar como la Guarida del Trueno", comenta el guionista. El dibujante Joan Boix asume la tarea de hacer encanecer al protagonista y a su inseparable Goliath en este tomo en color que está la venta por 17 euros, El último combate (Ediciones B)
"La calidad de los dibujos de Ambrós y el original trabajo de Víctor Mora es la razón de la gran aceptación de este héroe. Supone el paso de algo más folletinesco al cómic de aventuras", comentó con admiración Ferrándiz. Mora, el padre del personaje, no pudo estar presente por motivos de salud, pero se leyeron unas líneas daba su bendición al proyecto. Aquel Trueno que él creó - y al que dieron vida los lápices del gran Ambrós, fallecido en 1991- empezó sus andanzas combatiendo sarracenos en las cruzadas. En esta ocasión defiende a un fugitivo de unos inquisidores que pretenden arrebatarle unos mapas. No está, pues, el famoso grito de Santiago y cierra España, que tantas veces precedió a sus combates. "No tendría sentido en este contexto. Aquí, él vive en su feudo, en el sur de Francia. De todas formas, él nunca tuvo un sesgo patriotero", defendió el experto Luis Alberto de Cuenca.
Lo que sigue presente es la camadería, la teatralidad con la que el dicharachero Goliath pone a raya a sus enemigos o el inquebrantable sentido del honor y la justicia del protagonista. Que Crispín, el escudero, haya dejado de ser un crío para convertirse en cabeza de familia no es razón para que no resplade a sus compañeros ante cada desafío. Como en los viejos tiempos, pura valentía puesta al servicio de una buena causa que, esta vez, no termina con unas sanas carcajadas y el adelanto de la siguiente aventura. Los autores advierten que la muerte del protagonista no se trata de un punto y final. "Veremos cómo reacciona la gente", opinó Boix. Parece que al Capitán Trueno ni las canas ni los años van a impedirle buscar nuevas causas perdidas. Tal vez porque muchos de sus lectores, como Crispín, no por haber crecido le son menos fieles.

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