He aquí una pareja femenina protagonista de planchas completas en las publicaciones infantiles y juveniles de la catalana Editorial Buguera, que exige varios niveles de análisis.
Empecemos por su nombre: aparecen por primera vez en 1949, cuando las clases más reaccionarias de la España del nacionalcatolicismo se rasgaban las vestiduras por el estreno del filme "Gilda", protagonizado por RITA HAYWORTH. La Cartelera Sipe, publicación de orientación moral sobre cines y espectáculos le daba la clasificación de "grana 4-R", es decir "gravemente peligrosa".
Algunos representantes de la Iglesia española calificaban su visionado de "pecado mortal"; y los adolescentes que habían conseguido verla venían obligados a acusarse de ello ante su confesor.
En medio de ese ambiente, MANUEL VÁZQUEZ (1930- 1995) tiene la audacia de presentar su pagina con el título de Las Hermanas Gilda. Su astucia burla la primera censura con el juego de palabras (sus heroínas se llaman Leovigilda y Hermenegilda), y además no son unas señoras de bandera y devoradoras de hombres como la protagonista de la denostada película, sino dos seres de aspecto grotesco, una flaca, agria y autoritaria, y la otra pequeña, ingenua y entrada en carnes, ambas infelices solteronas y a la caza del hipotético marido.
De este modo la pareja coló. Pero luego, en el desarrollo de sus peripecias, resultó que hubo mucho más: una crítica soterrada a la institución de los lazos familiares; y una manifestación del erotismo femenino frustrado, sobre todo en Leovigilda, que no cesa de destruir las ilusiones amorosas de su hermana y aplastar cualquier mejora social que alcance, con el fin de que no de cima a sus ilusiones.
Frustración sexual femenina, represión erótica y traiciones entre hermanos son los determinantes ocultos de Las Hermanas Gilda a lo largo de la primera parte de su existencia, calificada como óptima por la crítica mas exigente.
A partir de 1955 tanto la censura oficial como la empresarial fueron descubriendo la inclinación corrosiva del humor de VÁZQUEZ y poniéndole trabas.
Así, Hermenegilda comenzó entonces a prescindir de su hermana y a satisfacer sus apetencias huyendo al campo donde encuentra desde ranas encantadas a flores antropomorfas.
Entonces la imaginación del autor burla una vez las vigilancias superiores y sigue su crítica con un simbolismo quintaesenciado.
Las Hermanas Gilda son consideradas como uno de los más claros representantes de la frustración sexual y la soledad, en los cómics para los adolescentes de la España negra.
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